Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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La Transformación de Valeria
El sonido del agua caliente cayendo sobre su piel era lo único que rompía el silencio en su casa. Valeria cerró los ojos, dejando que las gotas resbalaran por su espalda, como si con ellas pudiera lavar el dolor que aún le ardía en el pecho.
Habían pasado días desde la traición. Días en los que se había aislado del mundo.
No contestaba llamadas, no revisaba sus redes sociales. Se había sumergido en un abismo de rabia, decepción y rencor.
Cada vez que cerraba los ojos, veía a Esteban y Camila juntos. Sus caricias. Sus besos. La mentira en la que había vivido.
Pero ahora, de pie bajo el agua, con las manos apretadas en puños, supo que ese dolor tenía que servirle de algo.
No iba a ser la mujer traicionada que se quedaba llorando en un rincón.
Iba a ser la mujer que cobraba su venganza.
Y sabía exactamente cómo hacerlo.
Si Esteban tenía una debilidad, esa era su hermano, Damián Miller.
Apenas tenía 30 años, pero era un hombre con una presencia imponente.
Frío. Reservado. Inalcanzable.
A diferencia de Esteban, que siempre tenía una sonrisa encantadora y una labia impecable, Damián no hablaba más de lo necesario.
No dejaba que nadie se acercara demasiado. Era un enigma con traje y corbata.
Pero lo que lo hacía aún más atractivo era su misterio.
Y, por supuesto, su físico.
Más alto que Esteban. Más fuerte.
Con un porte que imponía respeto. Ojos oscuros y fríos, como si nada en este mundo pudiera conmoverlo.
Pero Valeria no se dejaba intimidar.
Sabía que lo que se proponía, lo conseguía.
Y aunque nunca había mostrado interés en ella, eso iba a cambiar.
Porque si había algo que podía destruir a Esteban, era que su propio hermano terminara en su cama.
Se apartó del agua caliente y se paró frente al espejo.
Se estudió a sí misma. Hermosa, sí. Pero podía ser aún más.
Apretó la mandíbula y tomó su teléfono.
—Necesito que vengas a mi casa, necesito un cambio dijo con voz firme cuando su estilista contestó la llamada. Quiero que me hagas ver diferente.
—¿Diferente en qué sentido? preguntó la mujer, intrigada.
Valeria sonrió, con una seguridad que no había sentido en mucho tiempo.
—En el sentido de que cuando entre a un lugar, todos los hombres se giren a mirarme.
Horas después, su reflejo era el de otra mujer.
Cabello liso y oscuro, cayendo como una cascada sedosa.
Ojos enmarcados con un maquillaje sutil, pero hipnótico.
Labios rojos, listos para seducir.
Ya no era la Valeria que lloraba por Esteban.
Era la Valeria que haría temblar su mundo.
Y todo empezaría con Damián.
Un Movimiento Calculado
Damián no era un hombre fácil.
No caería con simples sonrisas o coqueteos.
Si quería su atención, tendría que ser estratégica.
Se sentó en su sofá y abrió Instagram.
Buscó su perfil.
Pocas fotos. Casi nada personal. Damián no era de los que compartían su vida en redes sociales.
Pero en su última publicación, aparecía en un restaurante elegante, acompañado de un par de socios.
Valeria sonrió y le dio "me gusta".
Sabía que eso no bastaba.
Pero era un primer paso.
Minutos después, su teléfono vibró.
Damián Miller ha visto tu historia.
Valeria sintió un cosquilleo en el pecho.
Lo tenía en la mira.
Pero esto apenas comenzaba.
La venganza era un juego de paciencia.
Si quería a Damián, no podía apresurarse. Tenía que crear el escenario perfecto.
Y para eso, necesitaba que él viniera a ella.
La oportunidad llegó dos noches después.
Valeria asistió a un evento empresarial donde sabía que él estaría.
Vestía un elegante vestido negro, ceñido a su cuerpo, con un escote lo suficientemente atrevido para llamar la atención, pero lo bastante elegante para no parecer obvia.
Se movía con gracia entre la multitud, sonriendo aquí y allá, disfrutando de las miradas que recibía.
Pero solo había una mirada que le interesaba.
Y cuando Damián entró en el salón, lo sintió antes de verlo.
Su presencia era magnética. Caminaba con una seguridad que imponía.
Y, por primera vez, sus ojos oscuros se detuvieron en ella.
No fue descarado. No fue inmediato.
Pero la notó.
Y eso era suficiente.
Una Conversación Peligrosa
Valeria no se acercó de inmediato.
Esperó.
Dejó que él sintiera curiosidad.
Y cuando Damián finalmente se le acercó, su expresión era inescrutable.
—Te ves diferente comentó, con esa voz grave y controlada que lo caracterizaba.
Valeria sonrió, tomando un sorbo de su copa.
—Diferente en qué sentido?
Damián la estudió.
—En el sentido de que ahora todos te están mirando.
Valeria rió suavemente.
—Tal vez es porque finalmente estoy dejando que me vean.
Los ojos de Damián destellaron con algo que no supo descifrar.
—Interesante.
Valeria inclinó la cabeza, observándolo con atención.
Sabía que no era un hombre que caería con facilidad.
Pero eso lo hacía aún más tentador.