Una Cenicienta Más

Rafaela se sentía devastada para colmo no tenía con quién recurrir o tal vez si pero no quería molestar a doña Rosa después de todo ella ya había hecho mucho por ella además Rafael iría a buscarla ahí y realmente ella no quería volver a verlo se sentía herida, traicionada con el corazón hecho pedazos un gran dolor se apoderaba de su pecho, ella sentía que moriría más ahora que sabía que una vida crecía dentro de ella no se iba a rendir así que se le ocurrió pedirle ayuda a doña Lucrecia, Rafael jamás se imaginaría que acudió a ella tomo un taxi con el dinero que traía en el bolso cuando estuvo enfrente de la mansión por un momento lo dudo, se para enfrente observando el lugar, por un momento quiso retirarse más en al último decidió pedir ayuda tocó el timbre pidió hablar con doña Lucrecia, espero por un momento hasta que las rejas se abrieron el empleado la condujo por la puerta de servicio donde ya no se encontraba nadie, luego fue al despacho ahí espero por unos momentos hasta que llegó doña Lucrecia

—Ha que has venido niña —

—Necesito de su ayuda—

—Y por qué he de ayudarte—

—Estoy dispuesta a darle el divorcio a Rafael, pero a cambio necesito alejarme de él, no quiero volver a verlo—

—Esta bien pero debes hacerme una promesa y esa es que jamás lo volverás a buscar además debes de firmar el divorcio y una carta en la que diga que jamás te acercaras a él y no exigirás nada—

—Lo haré créame que lo que más quiero es no volverlo a ver—

—Preparare todo para que te vayas del país y así como los papeles del divorcio, descansa Braulio te llevará a una de las habitaciones por el momento no puedes salir nadie se debe de enterar que estás aquí—

Rafaela no pudo dormir, ya estaba amanecido cuando llegó doña Lucrecia con documentos en mano.

—Firma— le ordenó y ella lo hizo sin dudar después de eso doña Lucrecia le entrego un pasaporte al nombre de Rebeca aunque en la foto era ella al igual que una visa para viajar a los Ángeles California, junto con los boletos de avión, después de todo no fue difícil conseguir la visa ya que doña Lucrecia tenía muchos conocidos.

—Gracias, señora— dijo Rafaela por un momento doña Lucrecia tuvo un ligero remordimiento pues apreciaba a la muchacha le dio algo de dinero y le dijo:

—Espero que algún día encuentres la felicidad — Rafaela asistió y salió de ahí en compañía de Braulio que la llevo hasta el aeropuerto, tomo el avión llegó a California tomo una de las direcciones que le dio doña Lucrecia pues la había recomendado para el trabajo, vi la dirección se la mostró al taxista pero algo extraño sucedió el taxista se metió a un callejón desolado Rafaela quiso gritar pero el comenzó a golpearla con mucha brutalidad le quitó el dinero que ella llevaba —Haz que parezca un robo— pudo escuchar Rafaela la voz de una mujer, después sintió una patada en el vientre sintió como algo caliente corría por sus piernas, su mente se comenzó a nublar pero antes escucho: —Nunca debiste de meterte con Rafael, eres una gata mugrosa — la siguieron golpeando con saña hasta que quedó inconsciente, cuando la creyeron muerta la dejaron, cuando pasaron los recolectores de basura no podían creer lo que estaban viendo llamaron una ambulancia, por suerte la chica aún estaba viva aunque sus signos vitales eran débiles, tomaron la bolsa que llevaba y solo estaba una identificación a nombre de Rebeca.