Eva Winchester a la edad de 7 años pierde a sus padres quedando al cuidado de sus tíos que la toman como hija adoptiva.
Eva se encierra en su mundo de soledad con el dolor en su corazón por la pérdida de sus padres, donde sus emociones son contradictorias, sobre todo al aislarse de las personas que la rodean.
Llega el momento que alcanza su adolescencia donde ella cree haber encontrado a la persona que le cambiaría la vida... sin embargo, al confiar en la persona menos indicada la llevará a hundirse más en la depresión y la ansiedad.
Su vida dará un giro de 180° donde se muda de país encontrando personas que la ayudarán a salir adelante...
Acompáñame en esta nueva historia donde nos hará erizarnos la piel en apoyo a Eva quien necesita ayuda de urgencia.
Mi instagram: Lucymomhistorias...
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Capitulo 21
Alana Cavalli:
Los de seguridad me detuvieron a la entrada, metí mi mano en mi bata mostrando mi gafette, abrió la puerta despejando mi caminar, los hospitales eran un trampolín, llevaba un poco alejada de ellos, con mi consultorio es más que suficiente…
La recepcionista me miró era mi segundo día de acudir a este lugar, me entregó la lista de pacientes que querían darle prioridad a mi estadía.
Alana: La doctora Siena.
Hizo seña que esperara, miré hacia un lado cuando la miré que venía algo apresurada con las enfermeras dando indicaciones, firmé mi entrada, me entregó un gafette de visita, pero con el mío me bastaba, asentí con la cabeza, la esperaba con tanta felicidad, poniendo mi gafette que se viera.
Siena: Alana.
Alana: Siena, cariño.
Siena: Te tengo una noticia.
Alana: La paciente que me habías comentado.
Entrelazó su brazo con el mío, caminábamos hacia la sección donde me había dicho el señor que se encontraba.
Siena: Si, este es su expediente, solo que su padre es un poco recio.
Alana: Acaba de terminar mi llamada con él.
Siena: Que bueno que aceptó.
Corrimos apresuradas hacia el ascensor que estaba con tres personas más, me entregó el expediente, leí el nombre Eva Winchester.
Abrí la carpeta cuando las puertas se cerraron, oprimí el botón de la sección 5… leía con mucha atención todo lo que había en su expediente.
Alana: ¿Quién recetó esas dosis a una chica de 15 años?
Siena: Es la necesidad de la chica.
Miré a Siena, no me lo podía creer, hablamos de dosis elevadas para su edad, negué con la cabeza, levanté la mirada cuando las puertas se abrieron, este era nuestro piso y nuestra paciente, entonces a conocer un poco de esta pequeña y escuchar de ella misma lo que se necesita.
(…)
Gian:
Escribía mensajes a Luz ya que me avisó que había entregado todo a la chica de la casa, le agradecía que por fin tenía todo en mi poder.
Naima: Me da pena por Luz.
Gian: Le estoy escribiendo que vea a los Molina o en su caso a los Porter, sé que le darán empleo, me gustaría que no estuviera en ese lugar, bastante mal ya está como para que otros tomen la administración.
Naima: ¿Quién será?
(Escuchen: Na Le, Omiki)
Se escucharon unos pasos marcados por zapatilla de tacón, Naima y yo miramos hacia donde provenían, ahora hasta las dos parecían ángeles que venían con la sonrisa en el rostro, sin tener ninguna preocupación, Naima me sujetó de la mano reconociendo perfectamente a esa mujer que venía con la doctora Siena. Me incorporé sin soltar la mano de Naima, la miré fijamente, por lo que veía ella tenía en su mano el expediente de Eva, lo sé por el nombre que venía marcado.
Extendió su mano hacia mi directamente, estreché su mano asintiendo con la cabeza.
Alana: Soy la Doctora Alana Cavalli.
Gian: Gian Ferré y mi esposa Naima Winchester.
Alana: Me he leído el expediente de Eva.. ¿Es ella?
Señaló hacia la habitación donde estaba Eva, Naima asintió con la cabeza, se acercó quedando de frente a la ventana, abrió la carpeta, estaba como leyendo y por momentos levantaba la mirada, ¿ahora era adivina o que?
Naima: (susurrando) ¿Qué hace?
Siena: No se preocupen, es la mejor en su especialidad, la está estudiando.
Gian: ¿a través de una ventana? ¿es de broma?
Siena: No señor Gian, es Clínica, tiene que observar rasgos que en el expediente marcan. No por nada es la mejor. Solo confíen en su experiencia.
Suspiré negando con la cabeza, pasé mi mano por mi rostro apartándome de la loca 1 la doctora Siena, y la loca 2 la doctora Alana, Naima estaba atenta, que quede claro que solo acepté por Naima… Pero esto no era como las terapias que tenía Eva…
Cerró la carpeta cruzando los brazos, movía su dedo como si estuviera contando, asintió con la cabeza. Se dio la media vuelta mirándonos.
Alana: Eva, ¿cierto?
Gian: Si.
La doctora caminaba hacia la puerta, di pasos grandes sosteniéndola del brazo, bajó la mirada hacia mi agarre levantando una ceja en forma de advertencia, la solté levantando las manos en forma de rendición.
Alana: Le diré una cosa, he llevado casos como el de su hija Eva, a estas alturas, más que favorecerle le han hecho un daño que si no se atiende, las consecuencias serán graves.
Gian: ¿Cómo sabe?
Sonrió dando un ligero golpe en mi brazo con la carpeta en mano.
Alana: Deje que haga mi trabajo, ustedes se mantendrán a una distancia que no se atreverán a entrometerse, al menos no cuando esté entablando algo con ella, así sea miradas o solo el silencio. ¿Entendido?
Abrió la puerta sin pedir permiso, caminó cerca a la base de la cama, extendió su mano entregando el expediente a la otra doctora, Naima y yo nos quedamos cerca de la puerta, sacó una mini tableta, me miró haciendo una seña que cerrara la puerta. Dejó sobre la cama aun lado la tableta que tenía, reposó sus manos sobre sus pies apretando un poco y masajeando.
Aseché a Eva viendo que no había tenido reacción de ella.
Alana: cierra un poco el medicamento.
Gian: No se puede…
Levantó su dedo índice en forma de advertencia, negó con la cabeza, soltó a Eva acercándose hacía mi.
Alana: (susurrando) La próxima vez, verá a través de la ventana…
Rodé los ojos, estas payasas me estaban empezando a molestar, nada como su terapeuta que si sabía lo que hacía.
Alana: Eva… Eva…
Aseché viendo que estaba abriendo sus ojos lentamente, miré hacia Naima, entrelazó sus dedos mordiendo sus nudillos suavemente. La doctora Alana no dejaba de masajear sus pies, luego iba subiendo a sus talones, noté cuando Eva contrajo sus pies haciendo que la soltara.
Alana: hola Eva, soy doctora, me llamo Alana Cavalli.
Parpadeaba sin entender lo que estaba sucediendo. Se removía sin concentrarse. La doctora levantó sus manos mostrándoselos.
Alana: Mi mano derecha…
Sacudió su mano derecho dando repetición 3 veces en decir que era su mano derecha. Levantó la otra mano ahora especificando que era la mano izquierda. Caminaba a pasos cortos y lentos hacia ella, Eva nos estaba buscando con la mirada, quedó frente a ella, levantó dos de sus dedos en de en medio y el índice llevando a sus ojos de Eva, presionó un poco, lo sé al notarse la fuerza que ejerció, Eva por fin la miró, la doctora llevó sus dedos hacia sus ojos.
Alana: Siempre a los ojos Eva, no te pierdas.
Dio varios pasos hacia atrás, Eva reposó sus manos en la cama queriendo sentarse, la doctora Siena al igual que nosotros hicimos por querer ayudarla y se sentara bien. Pero la doctora nos fulminó con la mirada levantando la mano hacia la doctora Siena impidiendo que la tocara.
Alana: Así es, tú sola puedes salir de ese espasmo muscular, eres quien tiene el control de tus emociones y de tu cuerpo. Nadie más. Eres la que concilia la forma de las altas y bajas de tus emociones. El medicamento solo es un complemento. Soy la doctora Alana Cavalli, vine desde muy lejos para conocerte…
Eva: E… E…
Alana: Tranquila… concéntrate, tu cuerpo está contraído por la tensión que has tenido y los medicamentos tardan en liberar cada músculo.
Entreabrí los labios, en verdad que Eva nunca había respondido de esa manera después de sus crisis, miré a la doctora, ella me miró sonriendo, se sentó en la cama, pero Eva para nada la evitó, recuerdo que en sus crisis anteriores, nunca dejó a Leslie acercarse a ella.
Alana: Tu nombre…
Eva: E… Ev… Eva.
Alana: Muy bien Eva… una pequeñita por allí con suerte puede ser igual Psicologa clínica, me dijo que hay una chica hermosa, pasando por un momento difícil de su vida, pero te diré una cosa…
Levantó su dedo índice al aire, los ojos de Eva se fueron hacia el dedo de ella, moviéndose mientras la doctora lo llevaba a su oído.
Alana: ¿Puedes oír?
Asintió con la cabeza, sonrió la doctora, demostrando que en este momento ella era quien tenía el control sobre Eva, cosa que nunca pasó por mi mente si apenas la conoce.
Alana: No te puedo oír.
Eva: Si.. (carraspeo) Si, la escucho.
Alana: No Eva, te pregunté si me puedes oír.
Di un paso hacia Eva, Naima me sujetó y la doctora Siena me miró negando con la cabeza.
Eva: La oigo.
Alana: Oír, es el sonido, escuchar es entender de lo que se está hablando. Ahora Eva… escúchame.
Apartó su dedo índice de su oído llevando al de Eva, la siguió en todo el movimiento, rehuyó un poco de ella, pero se detuvo antes de tocarla.
Alana: Muy bien Eva, hay que trabajar en esa confianza… Dime donde te duele… Por que donde te duele es donde debes amarte más.
Ella negó con la cabeza sin entender lo que la doctora le estaba diciendo, es más ni yo lo entendía.
Alana: Si te duele la garganta… canta, si te duele el pecho… amate, si te duele los oídos… escúchate, si te duele el estomago… nútrete, si te duelen las manos… suelta, si te duelen las piernas… baila, si te duelen las rodillas… inclínate, si te duele la espalda… aliviánate, si te duele los pies… descansa. Tú Eva, tú eres la medicina de ti misma. ¿Lo escuchaste?
Asintió con la cabeza, acercó su mano a la de Eva, pero se la apartó no dejando que la tocaran, se puso de pie la doctora, sonrió con una ternura.
Alana: Una vez que elijas que quieres una vida mejor, el universo comenzara a mover piezas para que la tengas. Conocerás a las personas correctas, las puertas que necesitas se abrirán, tu salud mejorara, tu piel brillará, tu sistema nervioso estará en paz, todo simplemente llegara a ti. Una vez que elijas de verdad, sinceramente, los milagros ocurren. Serás ese milagro deseando estar En Otra Vida.
Dio pasos hacia atrás la doctora, la miró fijamente llevando sus dedos hacia sus ojos, Eva la siguió en todo momento mientras salía del cuarto, Naima se acercó a Eva sosteniendo su mano, le dejó un beso sin ayudarla a recostarla Eva lo hizo por si sola. La soltó dejando que descansara, esperé a que Naima saliera, me miraba con una sonrisa en los labios, salí cerrando la puerta.
La doctora estaba escribiendo algo en su mini tableta. Sin mirarnos…
Alana: ¿Qué tal los perritos para Eva?
Gian: ¿Disculpe?
Levantó la mirada con una ceja confusa a mi pregunta que estaba también confundido a sus palabras. Respiró mirando hacia Eva.
Alana: La vida de Eva se ha sometido a medicamento a dosis elevadas, no sé quien ni que historial tenga su terapeuta o su doctora de cabecera, pero en vez de ayudar con tanto medicamento, sus emociones colapsan día a día. A sus 15 años su cuerpo no debería presentar esos espasmos de tanto dolor, si los han arrollado por un auto alguno, ese dolor que sienten no es nada a los que ella está presentando, mi deber es ayudarla emocionalmente, no sé si ustedes sigan conmigo en terapia, sinceramente aquí solo estoy de paso. Mi residencia está en Italia, tengo mi clínica especializada con otros socios que son médicos, no le estoy diciendo que tenga que recidir allí, pero me gustaría que me dieran la oportunidad de conocer mejor a su hija. Si me lo permiten, un perrito de asistencia en este momento, le ayudaría bastante en sus emociones, quizá sea otro tipo de terapia pero ella necesita sanar esas heridas que las lleva muy adentro, hacer que todo lo que la ha dejado mal, lo vaya liberando.
Gian: No estoy entendiendo… ¿una perrita de asistencia?
Naima: ¿Cómo para que sería?
Alana: Eva está enfermando cada día más la ansiedad, puede que no se nota, pero muy destructiva internamente, los espasmos son contracciones que impide que el oxigeno le llegue bien a su cerebro, cada vez que presenta una crisis la respiración se ve afectada, su corazón se acelera logrando una inflamación, cuando su cuerpo se contrae, lo hace despierta, corta todo tipo de conexión en su cerebro, no se está oxigenando. Emocionalmente, hay que equilibrar, hay que ser pacientes, no será de un día para otro, pero puedo ayudar a su hija.
Mi celular empezó a sonar, lo tomé mirando un mensaje de un número extraño, no lo tenía registrado. Leí el mensaje.
Alana: Le acabo de mandar el lugar donde puede encontrar los mejores perritos de asistencia, le recomiendo uno pequeña, los grandes la distraerán y peor, serán quien le puedan hacer daño físicamente al presentarse las crisis los perritos reaccionaran evitando varias cosas que ella pudiera sentir. Como golpearse la cabeza, están entrenados para asistencia. Eso si. El cachorro y Eva, tienen que hacer la conexión.
Gian: Pero.. pero..
Alana: Le firmarán el alta de Eva, pueden acudir desde hoy a la residencia, mientras más rápido actuemos mejor. Eso sí. Eva debe estar sola por unos días, hablo de no acudir donde haya muchas personas a su alrededor.
Extendió su mano, Naima estrechó la de ella, igual a la doctora Siena. Estreché la de ella. Sonrió asintiendo con la cabeza, la solté viendo que las dos se iban cada una a seguir en lo que estaban.
Miré hacia Eva, ella estaba mordiendo uno de sus dedos mirando hacia donde estábamos nosotros, no podía ni pensar en lo que acaba de suceder, que Eva haya accedido a una doctora desconocida, reposó su mano en mi hombro, la miré sonriendo.
Naima: Es buena esa doctora.
Pasé la mirada hacia Eva, esbozó una ligera sonrisa. Asentí con la cabeza.
Gian: Los milagros existen Naima..
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Eva
Alana Cavalli
Naima
Gian
Siena
ésta pareja es muy ardiente 💥