Precuela de la saga colores
Emiliana Roster quedará atrapada en un matrimonio impuesto que sus hermanos arreglaron para salvarla del despiadado Duque Dorian Fodewor. Creyendo que todo fue una conspiración para separarla del que creía ser el hombre de su vida, intentará luchar en contra de lo que siente por Lord Sebastian, el desconocido que ahora es su esposo.
NovelToon tiene autorización de thailyng nazaret bernal rangel para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
24. Convivencia familiar
...EMILIANA:...
Me levanté del sillón cuando Sebastian y Lean se colocaron de pie. Todavía podía sentir la tensión al ver a mi hermana con el duque, pero ya no me causaba nada su presencia, ni enojo, ni dolor. Perdoné a mi hermana de corazon, pero al duque nunca podría tratarlo como parte de la familia, ni siquiera se molestó en pedir disculpas, pero tampoco las esperaba, solo quería estar en paz y tener a Sebastian a mi lado todo el tiempo que pudiera, porque pronto tal vez tendríamos separarnos. Ni siquiera en la hacienda pude escapar de ese hecho, mi esposo tenía un hijo y merecía saberlo, pero todavía no podía decirle, porque no soportaba perderlo y más cuando ni siquiera era suya, no de forma carnal.
Lean fue el primero en acercarse a saludar a Eleana.
— ¿Nos acercamos a saludar? — Preguntó Sebastian en forma baja y asentí con la cabeza con firmeza.
Ambos nos acercamos a la entrada del salón.
— Imaginé que tendrías otros planes para fin de año — Gruñó Lean al duque.
Dorian sonrió, estaba vestido como si estuviera a punto de tener una batalla, con ropas de cuero y algunas armas a la vista.
Demostrando una vez más, que no era un caballero, ni tampoco una persona decente. Definitivamente, estaba ciega como para considerarlo un hombre adecuado para mí, tampoco lo era para Eleana, pero ella parecía bastante a gusto a su lado y tal vez no le costaba demasiado tratar con un sujeto como él.
— Mis planes pueden esperar, tengo todos los días de mi vida junto a Eleana, señor Lean, también es un gusto verlo — Dijo, con ironía, a mi hermano no le gustó nada que su falta de formalismo.
Me aproximé y abracé a mi hermana, luego me separé de ella.
— Eleana... Un gusto verte — No sabía que decir.
— A mí también me da gusto verte.
Observé hacia Dorian.
— Señorita Emiliana — Inclinó su cabeza, un poco incómodo.
Al parecer al duque no le habían enseñado a usar correctamente los títulos en otras personas, yo ya no era una señorita, no frente a la sociedad, pero no discutiría con él por eso.
Trataría con ese sujeto, lo menos posible.
— Señor Dorian — Dije, sin tratarlo como un duque.
Sebastian se aproximó, saludando con una reverencia, más reservado que yo.
Mi madre colocó sus manos en los hombros de ambos.
— ¿Por qué no se sientan? Conversen un rato mientras alistan la habitación para que descansen.
Nadie quiso objetar la petición de mi madre, claramente mi hermano no estaba encantado con la idea.
Ni siquiera me percaté de que Joshua estaba también en el salón, con Julián en sus brazos.
Me senté al lado de Eleana y Sebastian tomó asiento al frente, junto a Lean, Dorian se sentó al lado de mi hermana.
Hubo un silencio incómodo.
Observé a mi esposo, tenía expresión neutral, me sorprendía que fuese tan sereno, pero eso me gustaba.
Estaba agotada por el viaje y quería ir con él a la habitación a descansar.
Sebastian tenía rostro agotado y la barba un poco descuidada, ni hablar de su cabello despeinado.
Él notó mi mirada y se me cortó la respiración.
Una de sus comisuras se elevó.
— ¿Cómo estuvo el viaje? — Ni siquiera me percaté de que mi hermano cortó el silencio.
— Bien, el camino estuvo un poco difícil — Dijo Eleana y me percaté de que estaba tensa, con sus manos firmes en el bastón.
Tomé la copa de mi mesa y bebí.
— Si, es muy cierto, había mucho barro y árboles caídos — Dije, para calmar la tensión, volví a dar un buen trago.
Mi esposo observó mi forma de beber, con el rostro un poco serio, al parecer estaba tomando demasiado vino y dejé de beber.
Las mejillas se me sonrojaron.
Joshua pregunto por la lesión de Eleana.
Observé como el chico se tensaba ante la mirada del duque.
— ¿Haz estado haciéndote los masajes nocturnos? — Preguntó mi madre.
— Me he encargo de hacerle los mensajes nocturnos sin falta — Se adelantó el duque y Lean se atragantó con el vino.
¿Me pregunto qué es lo que pensó para ahogarse con el vino? Observé a mi esposo.
Pensando detenidamente, las palabras de Dorian podía malinterpretar, de no ser por Sebastian y lo que me estuvo mostrando durante nuestro tiempo de casados, no habría visto nada de malo en ese comentario, pero mis pensamientos me llevaban a otra parte.
Sentí un dolor entre las piernas al recordar como mi esposo me besaba y tocaba, como lo tocaba yo.
Era una impura y no me avergonzaba de ello.
— Veo que ya has adornado para las festividades — Dijo Eleana a mi madre.
— Estuve toda la noche trabajando en la decoración.
— Yo le ayudé en los últimos detalles — Comenté.
— Quedó hermoso, me hubiese gustado ayudar, solía hacerlo con papá.
Otro silencio cargado de sentimientos.
— Señor Dorian ¿Cómo suele festejar estos días? — Preguntó Sebastian.
— No suelo celebrar.
Mi hermano no dejaba su mirada despectiva.
— ¿Por qué? — Insistió mi esposo.
— Porque me mantengo ocupado en mis negocios.
— ¿Qué clase de negocios lleva a cabo? — Mi hermano juzgó, sabía que iba a empezar una discusión por su mirada, siempre que le disgustaba algo entornaba una expresión crítica.
No pude ver la reacción del duque, porque estaba del otro lado de mi hermana.
— Soy dueño de una minería en las serranías.
Se oyó neutral.
Mi esposo alzó las cejas.
— ¿Una minería de qué?
Sebastian me hizo un gesto de impaciencia ante el tono de mi hermano y casi me reí.
— De diamantes.
Todos se sorprendieron.
— Supongo que tienes esclavos trabajando día y noche para explotar el diamante — Mi hermano agitó su copa, cuando se empeñaba en ser odioso, lo era, pero el duque se lo merecía.
— No necesito esclavos, tengo obreros.
— Debe tenerlos amenazados para que no se atrevan a robarle — Gruñó Lean ¿De dónde sacaba tantos comentarios desdeñosos?
De su rabia.
Necesitaba una esposa, siempre estaba estresado.
Siguieron discutiendo y me distraje con la copa en mis manos.
Quería beber otro trago, pero con Sebastian vigilando que no me sobrepasara, no podía moverme.
— ¿Y los impuestos?
— La Reina Vanessa — Incluso él, que trabajaba para la tirana, pronunciaba su nombre como una maldición — Me exonera por estar a su servicio.
Siempre oía las atrocidades de la reina, pero la mayoría las llevaba a cabo el duque y los demás hombres a su cargo, eso no la libraba de culpa. Era un ser despreciable y todos los nobles, aunque no lo reconocieran abiertamente, temían por su bienestar.
Puede que se le ocurriera quitar propiedades y títulos, siendo la reina, tenía ese poder.
Dorian tenía que ser leal,si se le ocurría darle la espalda, mi hermana y toda la familia estaríamos en peligro.
— ¿Toda esa matanza y delitos para no pagar impuestos? — Mi hermano tenía muchas agallas para hablar así frente a un hombre de la reina — Me parece un costo demasiado alto... Claro, para una persona que le importa matar, esas vidas no valen nada.
— ¡Lean, ya basta! — Gruñó mi hermana en advertencia.
¿En serio lo quería tanto cómo para molestarle una verdad sobre su esposo?
Dorian solo se mantuvo neutral, levantando su copa.
— Salud, señor Lean, por los negocios próspero.
Comentó algo sobre el vino.
Bebí toda la copa y Sebastian me reprendió con la mirada.
...****************...
Subimos a la habitación para alistarnos para la cena.
Todavía tenía mis ropas de viaje así que entre para buscar en mi valija, la ropa que iba a colocarme.
Sebastian entró observando todo.
los colores rosa de las paredes, la cama delicada y una cómoda con flores pintadas y un espejo con borde dorado.
— Linda habitación — Elogió cuando estaba rebuscando en la valija abierta, la tenía sobre la cama.
— Gracias.
— Todo es muy delicado, como tú — Dijo, sonriendo y se aproximó — ¿Estás bien?
— Sí, lo estoy ¿Por qué preguntas?
— Quería saber si estabas cómoda con la presencia de tu hermana y el duque.
— No puedo afirmar que los trataré con mucha confianza, pero estoy tranquila — Confesé.
— Estabas bebiendo demasiado y por eso creí que no estabas cómoda — Dijo, volviendo a su expresión seria.
— No, solo era una copa.
— Estabas sonrojada, pensé que se te estaba subiendo el vino a la cabeza — Estrechó sus ojos.
Me torné nerviosa — ¿Sonrojada yo?
— Así es ¿Si no era por el vino? ¿Por qué era?
— La hacienda es cálida por dentro, así que voy a colocarme una ropa menos gruesa — Dije, sacando un vestido tono azul y un abrigo pequeño.
— Emiliana — Insistió.
— Deberías ir buscando la ropa que te vas a poner en la cena — Corté, cerrando la valija.
Me rodeó por detrás.
— No me apetece cenar, al menos no en el comedor — Dijo contra mi oído y me tensé.
— ¿Quieres cenar aquí? — Pregunté, girando mi rostro hacia él.
Besó mi mejilla — Me encantaría.
— Pero, no tengo una mesa apropiada para la comida, además, sería una grosería hacerle eso a mi familia, Eleana se lo tomaría muy mal — Dije y él respiró contra mi cuello.
— Todavía eres demasiado inocente.
— ¿Eso qué tiene de malo? — Gruñí, muy disgustada.
— Nada, me fascina.
— Pronto dejaré de serlo ¿Te seguiré gustando? — Elevé una ceja y rozó su nariz en mi mejilla.
— Claro que sí, preciosa. No me cansaré de comerte cuando este dentro de ti, jamás.
Entendí lo que quiso decir — Yo no soy comida.
— Para mí si lo eres, te quiero comer, la espera me consume, me quema — Mordió su oreja — Estoy desesperado — Encajó su firmeza en mi espalda baja.
Empezó a tocarme las caderas y el abdomen.
—Sebastian...
— Vamos, hagamos el amor.
Tomé sus manos — Ahora no, estamos en casa de mi familia, me avergüenza.
Él soltó un gruñido de protesta y me giré un poco.
— Emiliana, somos esposos — Gruñó de forma firme — No hay nada de malo en que tengamos intimidad, aunque seamos huésped y estemos bajo el mismo techo que tu familia, podemos hacerlo, porque estamos casados, no es algo indigno, ni que nos fueran a ver en pleno apogeo.
— De todas formas, será mi primera vez.
Parecía muy frustrado.
— Lo que nos sucede no es normal, Emiliana, no podemos seguir retrasando la consumación — Dijo y me sentí un poco decaída — Imagínate, si alguien llegara a saber que no tenemos intimidad...
— ¿Quién podría enterarse de algo así? — Me espanté.
— Es una metáfora, puede que alguien nos escuche o de que pase demasiado tiempo y no estés embarazada, puede que tu familia no diga nada, pero la mía, mi padre no es muy discreto y es demasiado tradicional — Dijo, muy preocupado — Emiliana, no podemos esperar más.
— Lo sé.
— ¿Por qué me detienes?
— Es que quiero que nuestra primera vez sea en casa, en tu cama — Dije y apretó su boca en una línea, tomé su mano — Por favor, solo unos días más.
— No quiero esperar más, pero respetaré tu decisión — Me soltó la mano y buscó su valija.
— Sebastian, no te sientas frustrado, me tendrás dentro de poco.
— Eso espero, Emiliana, tienes que recompensar tanta abstinencia — Gruñó y me tensé.
— Lo haré.
Sacó su ropa.
...****************...
Bajamos y nos dirigimos al comedor.
— Aún están poniendo la mesa — Dijo Lean, junto al umbral, observé desde allí como los sirvientes colocaban las bandejas repletas de resueltos platillos de comida típica de la temporada.
Eleana y Dorian no estaban por ningún lado, al parecer aún no bajaban de la habitación. La de ellos estaba junto a la de nosotros.
— ¿Dónde está mi madre?
— En la cocina, le gusta supervisar — Dijo él y observó a Sebastian — Pensé que los marqueses vendrían con ustedes.
— No, tal vez en otra oportunidad, ellos tenían planes para el festival — Dijo Sebastian, más guapo que de costumbre, con un traje gris platinado y un pañuelo atado al cuello, tenía el cabello peinado de esa forma que me fascinaba, hacia atrás.
Ni siquiera me quiso agarrar la mano, tampoco me dió un beso, estaba un poco distante.
Se sentía como un castigo.
— Entiendo — Lean pasó sus manos por su traje café — Emiliana, te ves muy bonita.
— Gracias, Lean, tu te ves guapo — Dije, sonriente — Presiento que pronto te veré casado.
Él se incomodó con mi comentario.
— Casarme no está en mis planes.
— El conde tiene muchas responsabilidades sobre sus hombros — Dijo Sebastian — Los negocios requieren tiempo.
— Exacto — Lean suspiró aliviado — Pienso tomarme un tiempo, las bodas de ustedes fueron demasiado estresantes para mí y no quiero pasar por eso tan pronto.
— No creo que sea más estresante que para mí — Resoplé.
— Emiliana, no me hagas ver como un mal hermano — Se quejó — Menos frente a Lord Sebastian.
Una sirvienta salió con las bandejas y se quedó viendo a Sebastian, fruncí el ceño ante la irritación que me surgió cuando le sonrió a mi esposo y él correspondió a la sonrisa mientras se apartaba para dejarle pasar.
Lo fulminé con la mirada y él ignoró con indiferencia.
— Conde Lean, su vino es de excelente calidad, no tenga tanto apuro en casarse — Dijo Sebastian y fruncí el ceño — La vida de soltero tiene sus ventajas.
— Gracias por el consejo.
— ¿Qué tipo de ventajas? — Gruñí y mi hermano se rió.
— La cena está servida — Informó la madre de Joshua.