Sinopsis: Camila es una apasionada estudiante de arte que decide participar en un programa de voluntariado en un hospital, buscando dar un sentido más profundo a su vida y su arte. Allí conoce a Gabriel, un joven carismático que enfrenta una dura batalla contra el cáncer. A pesar de la gravedad de su situación, Gabriel irradia una energía contagiosa que transforma el entorno del hospital.
A medida que Camila y Gabriel pasan tiempo juntos, su amistad florece. Camila descubre que el arte puede ser una poderosa herramienta de sanación, mientras que Gabriel encuentra en ella una fuente de inspiración y alegría. Juntos, crean un mundo de colores y risas en medio de la adversidad, compartiendo sueños, miedos y momentos de vulnerabilidad.
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En la biblioteca.
El aire en la biblioteca era fresco y cargado de un silencio reverente, interrumpido solo por el suave susurro de las páginas al pasar y el ocasional crujido de una silla. Camila se acomodó en una mesa junto a su mejor amiga Amanda, rodeadas de libros y el aroma familiar de papel. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, dibujando patrones de luz sobre sus rostros. Aunque estaban allí para estudiar, Camila sentía que había algo que necesitaba compartir.
—Amanda, tengo que contarte algo —dijo Camila, con un tono de voz muy bajo para no perturbar la tranquilidad de los presentes.
Amanda levantó la vista de su lapto, sus ojos brillando con curiosidad. —¿Qué pasa? Te veo rara desde esta mañana. ¿Sucedió algo con Gabriel?
Camila tomó una respiración profunda, buscando las palabras adecuadas. —Con Gabriel estoy bien. Ayer tuve un encuentro con Alex en el hospital.
El nombre de su ex resonó en el aire como un eco. Amanda frunció el ceño, dejando sus obligaciones a un lado. —¿Alex? ¿Ese idiota estaba en el hospital?
—Sí —respondió Camila, sintiendo que su corazón se aceleraba—. Fue una conversación breve, pero… complicado. Me hizo sentir incomoda y enojada. Quería que le perdonara.
Amanda se inclinó hacia adelante, su interés completamente capturado. —Espero que lo hayas puesto en su lugar, aún no se me olvida en el estado en que te dejo.
Camila miró hacia abajo, jugando con los bordes de su cuaderno. —Él… él intentó disculparse. Me dijo que quería explicarme todo.
Amanda hizo una mueca de desagrado. —¡Qué cinismo! ¿Y tú qué le dijiste?
—Estaba en shock. Le dije sobre el daño que me había causado. No quiero verlo más, esa breve conversación me hizo enojar.
—Y con justa razón, no se merece ni que le dirijas una palabra —dijo Amanda, con el ceño fruncido —Estúpido. Fue muy afortunado que en ese momento me tuviera que ir.
—No sabes lo que quería alejarme de el… Y… Me sentí mal por Gabriel, porque él estaba allí, y tuvo que escuchar todo.
Amanda puso una mano en el brazo de Camila, su expresión se tornó seria. —Camila, no deberías sentirte mal por eso. Gabriel te apoya, él es una buena persona. No puedes dejar que Alex tome el control de tu estado de ánimo.
—Lo sé —respondió Camila, sintiendo un nudo en el estómago—. Pero Alex… era parte de mi vida. Me sentí muy preocupada cuando lo ví allí, en la sala de espera. Tuvo una caída y se falseó el brazo.
—Eso no significa que debas permitir que vuelva a entrar en tu vida —interrumpió Amanda, su voz firme —Voy a hablar con él. Necesito ponerlo en su lugar y hacerle entender que se mantenga alejado de ti.
—No, Amanda, por favor —imploró Camila, agitando la mano como si pudiera deshacer la idea—. No quiero más drama. Yo resolveré esto a mi manera, más adelante. No quiero que te metas en problemas.
—Pero es por tu bien —insistió Amanda, su mirada fija en los ojos de Camila —No puedo quedarme de brazos cruzados mientras ese tipo intenta arruinar de nuevo tu relación contigo misma, no sabes lo que nos costo a tu familia y a mi sacarte de ese agujero oscuro.
Camila sintió una mezcla de gratitud y amor. Sabía que Amanda tenía razón, pero también comprendía que enfrentarse a Alex no sería tan simple. —Lo sé, de verdad, pero no quiero que pienses que necesito que alguien pelee mis batallas. Puedo resolverlo, lo juro. Terminaré de cerrar el ciclo.
—Entiendo, pero… —Amanda dudó, buscando las palabras—. Conozco como juega, no quiero que intente confundirte.
Camila sonrió, apreciando la preocupación de su amiga. —Lo entiendo, pero necesito hacer esto sola.
—Está bien, pero prométeme que si él vuelve a aparecer, me lo dirás —dijo Amanda, su tono de voz suavizandosé un poco.
—Prometido —respondió Camila, sintiéndose un poco más aliviada—. Solo necesito tiempo para procesar esto. Y encontrar la solución.
Amanda asintió, Camila observó que la conversación la había liberado un poco, retomo su lectura. La presencia de Amanda era un ancla en medio de la tormenta emocional que había desatado el encuentro con Alex.
Ambas amigas se sumergieron en un silencio reflexivo, cada una pensando en las palabras que se habían compartido. Camila sabía que había un camino largo por delante, pero también sentía que tenía el apoyo incondicional de Amanda y, sobre todo, de Gabriel. Miró nuevamente a su amiga.
—Gracias, Amanda. Realmente no sé qué haría sin ti.
—Eso es lo que hacen las amigas —respondió Amanda, sonriendo—. Siempre estaré aquí para ti, aunque a veces tenga que ser dura.
Camila rió suavemente, su corazón un poco más ligero. —Deberíamos volver a estudiar. No quiero que esto nos distraiga más.
Ambas se sumergieron en sus libros, pero la mente de Camila seguía pensando en Alex. ¿Realmente estaba arrepentido? ¿Podría haber un futuro en el que pudiera perdonarlo? En ese momento, una sombra de duda se deslizó por su mente, pero la imagen de Gabriel, su apoyo constante, la ancló a la realidad.
Mientras las páginas se pasaban, Camila sabía que tenía que enfrentar sus sentimientos. Había un tiempo para el pasado y otro para el presente, y su futuro estaba en juego. Pero una cosa era segura: no quería que Alex interfiriera en su vida otra vez.
La tarde avanzó, y las luces de la biblioteca comenzaron a atenuarse. Camila y Amanda se pusieron de pie, listas para salir. Mientras caminaban hacia la salida, Camila sintió la mano de Amanda en su espalda, un gesto de apoyo que la llenó de calidez.
—Todo saldrá bien —dijo Amanda, como si pudiera leer los pensamientos de su amiga.
—Lo sé —respondió Camila, sintiendo una renovada determinación. A pesar de las sombras del pasado, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara. Y con Gabriel a su lado, sabía que no estaba sola en este camino.