Espero que esta carta te encuentre bien, aunque mi corazón late con dolor al pensar que ya no estaré aquí para verte sonreír. Si la estás leyendo, es porque mi tiempo se ha agotado y mi cuerpo ya no puede luchar más.
Quiero que sepas que te perdono. Te perdono por todo el dolor que me causaste, por todas las noches que pasé llorando por ti, por todas las mañanas que desperté con la esperanza de que regresaras a mí.
Te perdono por no estar allí para mí cuando lo necesité, por no escuchar mis súplicas, por no sentir mi dolor. Te perdono por dejar que el tiempo y la distancia nos separaran.
Aunque decidí rendirme y dejar de luchar por nosotros, nunca dejé de amarte. Siempre te amé, y siempre te amaré. Recuerdo cada momento que pasamos juntos, cada beso, cada abrazo, cada mirada...
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capitulo 23
Recuerdo ese día como si fuera ayer. Estaba sentado en el café con Emir, el hombre que me había mentido y me había separado de mi verdadera madre. Pero yo ya sabía la verdad. En mi vida anterior, había descubierto que Elena era mi madre biológica, la mujer que más me amo, me ama y me amara.
Me sentí nervioso y emocionado al mismo tiempo. Sabía que esta era mi oportunidad para cambiar el curso de mi vida y estar con mi madre.
Cuando Elena llegó, mi corazón se aceleró. Era tan hermosa, igual que la recordaba. Me sonrió y yo me sentí inmediatamente atraído hacia ella.
Emir se levantó y se presentó, mintiendo sobre su enfermedad y su necesidad de encontrar un cuidador para mí. Pero yo sabía que era una trampa.
Pero cuando Emir le pidió que me conociera, yo supe que era mi momento. Me acerqué a ella y la abracé. La llamé "mamá" y ella se sorprendió.
Pero yo sabía que era mi mamá. La había estado buscando durante tanto tiempo. Y ahora que la había encontrado, no la dejaría ir.
Mi mamá me miró y me sonrió. Yo le devolví la sonrisa y supe que todo iba a estar bien. Esta vez, iba a hacer que todo saliera bien. Iba a hacer que ella me amara y me cuidara.
No iba a dejar que Emir se interpusiera entre nosotros. Esta vez, iba a proteger a mi madre y asegurarme de que nunca nos separáramos de nuevo.
Mi corazón latía con emoción y determinación. Esta era mi segunda oportunidad y no la iba a desperdiciar.
Seis meses habían pasado desde que Emir y Elena se casaron. Michel había hecho todo lo posible para evitar conflictos entre ellos. Era como si hubiera desarrollado un sexto sentido para detectar cualquier tensión en el aire.
Cada vez que Emir empezaba a mostrar signos de irritación o impaciencia, Michel se apresuraba a intervenir. Le hacía un dibujo o le contaba un chiste para distraerlo. O simplemente se sentaba en su regazo y lo abrazaba, mirándolo con sus grandes ojos inocentes.
Elena se sorprendía de cómo Michel parecía entender a Emir mejor que nadie. Era como si hubiera nacido para ser un pacificador.
—Michel, eres un ángel —le decía Elena, abrazándolo—. No sé qué haríamos sin ti.
Emir sonreía, aunque a veces parecía un poco incómodo con la cantidad de atención que Michel le prestaba. Pero Michel no se detenía. Sabía que su misión era mantener a su madre y a Emir separados pero en paz.
Un día, Emir llegó a casa del trabajo visiblemente estresado. Michel lo vio enseguida y se apresuró a acercarse a él.
—Papá, ¿estás bien? —preguntó, mirándolo con preocupación.
Emir suspiró y se sentó en el sofá.
—Sí, Michel. Solo he tenido un mal día.
Michel se subió a su regazo y le dio un abrazo.
—Te quiero, papá —dijo—. Y mamá también te quiere.
Emir sonrió y abrazó a Michel.
—Los quiero a ambos —dijo—. No sé qué haría sin ustedes.
Elena se acercó y se sentó junto a ellos.
—Estamos aquí para ti, Emir —dijo—. Aunque Elena solo sentía respeto por él
Michel sonrió, sintiendo que había logrado su objetivo. Su familia estaba en paz y su madre no peligraba, él estaba determinado a mantenerla así.
Pero aunque Michel no lo sabía, Emir estaba luchando con sus propios demonios. Y pronto, su verdadera naturaleza saldría a la luz.
Tiempo después los tres se subieron a un avión rumbo a Londres, emocionados por su viaje familiar. Michel había estado esperando este momento durante mucho tiempo.
Mientras sobrevolaban el Atlántico, Michel no podía evitar recordar su vida pasada. Recordaba el viaje a Londres, cuando su madre Elena se había encontrado con Checo, su padre biológico.
En su vida pasada, ese encuentro había desencadenado una serie de eventos trágicos. Emir había estallado en celos, encerrando a Elena en su habitación durante una semana sin comida. Michel había sufrido mucho al ver a su madre sufrir, pues en ese entonces aún no sabía que ella era su madre.
Pero esta vez, Michel estaba determinado a cambiar el curso de los eventos. Quería asegurarse de que su madre y Checo se encuentren, pero sin que Emir se enterara.
—Mamá, ¿podemos ir al British Museum? —preguntó Michel, con una sonrisa inocente.
Elena sonrió.
—Claro que sí, cariño. ¿Por qué quieres ir allí?
—Quiero ver las momias —dijo Michel, mintiendo.
En realidad, Michel sabía que Checo estaría en el museo. Había investigado antes del viaje.
Al llegar al museo, Michel se separó de Emir y Elena, pretextando que quería ver las momias solo. En realidad, estaba buscando a Checo.
Lo encontró en una de las salas, mirando una vitrina con una sonrisa.
—Señor —dijo Michel, llamándolo.
Checo se sorprendió al ver al pequeño Michel.
—¿Si, se te ofrece algo pequeño? ¿Qué haces aquí?
—Mi mamá está aquí —dijo Michel, mirando a su alrededor—. Quiero que la conozcas.
Checo se sorprendió, pero Michel le hizo un gesto para que lo siguiera.
—Vamos —dijo Michel—. La encontrarás en la sala de arte egipcio.
Checo sonrió y siguió a Michel. Pronto, se encontró con Elena, que se sorprendió al verlo.
—Sergio —dijo Elena, sonriendo—. ¿Qué haces aquí?
Michel se escondió detrás de una vitrina, observando la escena. Sabía que había logrado su objetivo.
Ahora solo tenía que asegurarse de que Emir no se enterara. Pero eso sería un desafío mayor.
Michel rápidamente sacó a Emir del museo, intentando evitar que se encontrara con Elena y Checo. Emir, confundido, se resistió un poco, pero Michel logró convencerlo de que salieran a tomar un poco de aire fresco.
Mientras caminaban por la calle, Michel se sintió aliviado de haber evitado el encuentro. Pero de repente, un carro que iba a alta velocidad dobló la esquina y los impactó.
Michel fue lanzado al aire y cayó al suelo, inconsciente. Emir, que había sido golpeado con más fuerza, yacía inmóvil en el pavimento.
Elena, que solo habia intercambiado saludos con Sergio escucho el ruido del impacto, salió corriendo del museo, buscando a Michel y Emir. Cuando los vio en el suelo, su corazón se detuvo.
—¡Michel! ¡Emir! —gritó, arrodillándose junto a ellos.
La policía y los servicios de emergencia llegaron pronto, y Elena se enteró de que Emir había fallecido en el acto. Michel, por otro lado, había sido gravemente herido y estaba en coma.
Elena se sintió destrozada, perdiendo de vista a Checo en el caos. No sabía qué hacer, solo podía llorar y rezar para que Michel se recuperara.
—Por favor, Michel —susurró, tomándole la mano—. No me dejes. Por favor, despierta.
Los médicos la sacaron de la escena del accidente y la llevaron al hospital, donde Michel fue ingresado en la unidad de cuidados intensivos.
Elena se quedó sentada junto a su cama, esperando y rezando por su recuperación. Pero no sabía qué había pasado con Michel,no sabía si se recuperaría .