El Beso Del Dolor

_ ¡Madre mía! ¿Qué fue lo que ocurrió, Naomi? - preguntó su suegra acongojada.

_ Yo no hice lo que él cree, yo jamás - no podía hablar del llanto.

_ La encontré besándose con otro hombre, casi a punto de tener relaciones sexuales, de parada en un rincón, como la puta más barata - la mirada de Anselmo estaba llena de odio y reproche.

_ ¡No es cierto! Basta de llamarme así. Yo jamás te he sido infiel. Yo creí que eras tú.

_ ¿Me crees imbécil? La vista se te fue de repente, para no ver qué te estabas por follar a otro y mágicamente volvió después.

Su suegra la miró con pena, ella si le creía. Pero sabía muy bien que él no y tampoco lo haría. No estando en ese estado.

_ Basta hijo, por favor. Despertarás al niño. Tranquilízate y hablen de esto mañana.

_ No. Yo, ya no tengo nada que decir, lo he visto todo y quién sabe que más habrás hecho durante mis viajes - dijo mirándola con desprecio.

Tomó las llaves de su auto y se marchó. Mientras Naomi lloraba desconsolada en los brazos de su suegra. Transcurrido un tiempo, ella intentó hablar con su esposo, llamándolo varias veces a su celular, pero no le respondió.

Dos días pasaron, Anselmo se apareció en la casa en el horario en que su hijo se encontraba en la escuela.

_ Anselmo, mi amor. Déjame explicarte lo que pasó ese día - se acercó a él e intentó tomar su brazo. Este le dio un empujón que la hizo trastabillar.

_ No me toques, y tampoco quiero escuchar ninguna estúpida excusa de ti. Lo nuestro se terminó. Estos son los papeles del divorcio.

Naomi se arrojó al piso y se arrodilló frente a él abrazándole las rodillas. Lloraba y le suplicaba.

_ Por lo que más quieras, escúchame. No me hagas esto, por favor. Yo te amo, Anselmo.

El hombre le volvió a dar un empujón.

_ Deja de actuar tan patética. Debiste pensarlo mejor antes de traicionarme. Mañana mandaré a alguien a buscar los papeles del divorcio. Y más te vale que estén firmados, porque o si no seré yo mismo quien le diga la verdadera razón de nuestro divorcio a nuestro hijo.

Naomi recostó su cabeza sobre su brazo y siguió llorando, ahí, tirada en el piso.

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El mismo día de la fiesta de disfraces. Luego de que Anselmo y Naomi tuvieron intimidad en el auto, muy temprano en la mañana. Este se dirigió a casa de Silvia. Afortunadamente, la mujer estaba todavía dormida cuando él llegó. Se dio una ducha rápida y se metió a la cama con ella. La mujer lo sintió, lo abrazó y comenzó a besarlo a los dos minutos estaban teniendo relaciones sexuales.

_ Me encanta que me despiertes así, amor - acarició su pecho - ¿Ya está todo listo para lo de esta noche?

_ Sí. Me costó conseguir dos disfraces iguales, pero lo logré. Solo ten cuidado de que nadie te vea. Eso arruinaría todo y tal vez no tengamos otra oportunidad así.

_ No te preocupes, amor. Ahí estaré con mi cámara, lista para tomarle la foto - rio feliz con solo imaginar el resultado - ¿Crees que el tipo ese, lo haga bien?

_ Tiene que. Pagaré toda la deuda de su madre y la colegiatura de su hermana pequeña, por todo un año.

_ Tu abogado es un genio, amor. Mira que incluso recomendarte a ese hombre.

_ Más que genio, es un interesado. La deuda de la madre del joven es con él. Y obviamente, le pagaré por sus servicios. Él gana seguro en todo esto.

_ Por fin, nos liberaremos de esa idiota.

_ No hables así, por favor. Ella es la madre de mi hijo y es una buena mujer. Yo soy un canalla por hacerle esto. Aprovecharme de su debilidad visual y contratar a alguien para que la bese. Y así poder tomarle fotos y pedirle el divorcio, acusándola de infiel. Soy un maldito. Un maldito que es capaz de cualquier cosa por ti.

La mujer lo beso ardientemente, se deslizó debajo de él y abrió sus piernas invitándolo a entrar una vez más.

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El día anterior a la fiesta.

_ Señor Anselmo. Un joven lo busca, dice que usted le dijo que viniera. Su nombre es Rodrigo Solís.

_ Oh, sí. Olvidé avisarte. Hazlo pasar y que nadie nos moleste, por favor.

La secretaria asintió y salió de la habitación, al instante la puerta se abrió y un hombre unos años más joven que él, la traspasaba enérgicamente.

Enseguida notó que era un poco más robusto que él. Y su piel era un poco más bronceada, pensó que con un poco de maquillaje no habría problema. Era un hombre muy apuesto, con pesar debió reconocerlo.

_ Buenas tardes, señor Echeverría - le extendió la mano. No se sentó hasta que Anselmo se lo indicó.

_ Bien, Rodrigo ¿Puedo llamarlo así?

_ Sí, por supuesto, señor.

_ Mi abogado me habló muy bien de usted. Me dijo que era una persona de confianza. Y eso es justamente lo que necesito, alguien en quien pueda confiar. Pero antes de hacerle la propuesta, Hábleme de usted, por favor. Cuénteme lo que se le venga a la mente.

El hombre asintió con evidente agrado.

_ Bueno, a ver. Tengo 27 años. Me gradué en arquitectura en la universidad estatal. Luego estudié historia del arte y actualmente estoy enseñando en un colegio para adultos. No he tenido la oportunidad de trabajar en el campo de la arquitectura, tengo muchos proyectos, pero al no ser conocido ni de una universidad de renombre me ha costado conseguir inversionistas. En lo personal, no tengo esposa ni hijos. Mi padre murió hace dos años y desde entonces me he hecho cargo de mi madre y mi hermana de doce años.

_ De eso me ha hablado un poco, el doctor Klauss. Tal vez le parecerá un poco raro el ofrecimiento que le haré, pero desde ya sepa que si acepta le pagaré muy bien.