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Prisionera De Sus Ojos

Prisionera De Sus Ojos

Status: En proceso
Genre:Embarazo no planeado / Embarazada fugitiva / Malentendidos / Traiciones y engaños / Matrimonio arreglado
Popularitas:45.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Eliza Márquez

Jalil Hazbun fue el príncipe más codiciado del desierto: un heredero mujeriego, arrogante y acostumbrado a obtenerlo todo sin esfuerzo. Su vida transcurría entre lujos y modelos europeas… hasta que conoció a Zahra Hawthorne, una hermosa modelo británica marcada por un linaje. Hija de una ex–princesa de Marambit que renunció al trono por amor, Zahra creció lejos de palacios, observando cómo su tía Aziza e Isra, su prima, ocupaban el lugar que podría haber sido suyo. Entre cariño y celos silenciosos, ansió siempre recuperar ese poder perdido.

Cuando descubre que Jalil es heredero de Raleigh, decide seducirlo. Lo consigue… pero también termina enamorándose. Forzado por la situación en su país, la corona presiona y el príncipe se casa con ella contra su voluntad. Jalil la desprecia, la acusa de manipularlo y, tras la pérdida de su embarazo, la abandona.

Cinco años después, degradado y exiliado en Argentina, Jalil vuelve a encontrarla. Zahra...

NovelToon tiene autorización de Eliza Márquez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Lo que rompimos

Jalil avanzó entre los árboles, el bosque otoñal lo envolvía con sus tonos encendidos; hojas enrojecidas, otras aún verdes resistiendo el descenso del sol. El aire frio traspasaba su ropa, y cada exhalación salía convertida en un pequeño fantasma.

—Perfecto… —murmuró, con una risa seca—. Moriré congelado en un bosque remoto.

El caballo bufó detrás de él, inquieto por el terreno desconocido. Jalil soltó las riendas, dio dos pasos más… y entonces lo escuchó.

Ese rumor.

No viento. No animales. Un murmullo constante, profundo que no terminaba nunca. Avanzó hacia la vibración sonora, apartando ramas que parecían querer retenerlo. El suelo estaba húmedo, esponjoso, y ese olor a tierra humeda.

Y entonces lo vio.

Frente a él, abriéndose entre la espesura, la cascada estallaba en un descenso múltiple. El agua caía desde distintos niveles, deslizándose entre las rocas tapizadas de musgo. La bruma que levantaba el golpe del agua se mezclaba con las hojas anaranjadas que caían desde los árboles.

Era un altar natural. Un sitio que invitaba al descanso.

Jalil tragó saliva. Por un instante, sintió que el paisaje lo miraba.

Ató el caballo a un tronco y se dejó caer sobre una roca plana, como si el bosque hubiera dispuesto un asiento exclusivamente para él.

El murmullo del agua se mezcló con sus pensamientos, arrancándolos uno por uno; la expresión de Khalil recibiendo su regalo la dulzura de ese niño.

El vacío espinoso que habia dejado Zahra en su memoria y ese bebé que había existido apenas lo suficiente para doler.

Se llevó una mano a la frente. El frío le rozó la piel.

Si hubiera tomado otras decisiones.

Si no hubiese sido tan soberbio.

Si no hubiese sido tan ciego.

Pero la vida no aceptaba reescrituras, solo consecuencias.

La cascada siguió hablándole con su voz incesante. Entre el vapor y las hojas.

El recuerdo lo envolvió con la misma suavidad con la que la bruma de la cascada lo alcanzaba ahora. Jalil parpadeó, y de pronto ya no estaba sentado sobre una roca fría en el sur del mundo, sino caminando por un sendero cálido bordeado de árboles tropicales, con una mano pequeña y tibia enlazada a la suya.

El sendero hacia la cascada de la isla Hazbun serpenteaba entre la vegetación como un secreto que solo ellos conocían. La luz se filtraba a través de las hojas.

 La humedad perfumada del lugar acariciaba la piel, anticipando lo que vendría.

Zahra caminaba a su lado, ligera, con ese andar que él siempre había encontrado imposible de descifrar del todo; mitad princesa educada, mitad niña salvaje.

—Está hermoso… —susurró, alzando la vista hacia el salto de agua que se intuía al final del camino—. ¿Qué haremos aquí?

—Buscaremos a nuestro hijo —respondió Jalil.

Ella soltó una carcajada que parecía romper la gravedad del bosque. Jalil no pudo evitar sonreír. El sol rozaba el rostro de Zahra, y su cabello rubio ondulado brillaba como si estuviera hecho de hilos de luz. Él llevó una mano a esa cabellera, la sintió tibia y real, y la besó.

El murmullo de la cascada crecía a cada paso, hasta que por fin llegaron. El agua caía desde las alturas en un telón brillante, dispersándose en miles de gotas que flotaban como diminutos espejos.

—¡Ven, echemos un vistazo! —exclamó él, entusiasmado .

Los ojos de Zahra se agrandaron con asombro. Jalil pasó un brazo por su cintura, acercándola más.

—Detrás de la cascada —dijo, en voz baja— hay una cueva secreta.

Ella entrecerró los ojos, divertida y curiosa. El agua golpeaba la laguna con un ritmo constante, y detrás del velo líquido, la cueva esperaba: silenciosa, fría, y aún así íntima, como si hubiese sido construida para ellos dos.

Entraron.

La luz que entraba a través de la cortina de agua teñía las paredes de un resplandor azul suave. El eco de sus respiraciones se mezclaba con la cadencia de la caída del agua.

Jalil se sentó en una roca y tiró suavemente de ella hasta que quedó frente a él. La rodeó por la cintura. Zahra apoyó una mano en su mejilla, recorriendo su piel con la yema de los dedos.

—Me gustan tus ojos —dijo en un susurro que parecía rozarle el alma.

—¿Solo mis ojos te gustan? —preguntó él, fingiendo ofensa.

Ella sonrió. Subió los dedos hasta el cabello castaño de Jalil, donde las hebras más claras parecían brillar con el reflejo del agua. Luego le acarició el contorno de los labios. No hacía falta decir nada más.

Jalil llevó las manos a los tirantes del vestido de Zahra. Fue un movimiento lento, íntimo, casi reverente. El tejido se deslizó por su piel como una hoja que cae sin hacer ruido. Ella, en respuesta, le abrió la camisa. Sus manos recorrieron los músculos de sus brazos, subiendo por los hombros anchos, como si confirmaran que ese hombre fuerte era suyo.

El aire se volvió más denso. Más cálido.

Las gotas que caían desde la cascada alcanzaban la entrada de la cueva y los salpicaban con una frescura que contrastaba con el calor creciente entre ellos.

Zahra apoyó las palmas en su pecho, sintiendo cómo subía y bajaba con cada respiración contenida. El toque de sus dedos en su espalda hizo que Jalil aspirara hondo, como si el cuerpo le respondiera antes que la razón.

Él deslizó las manos por su cintura desnuda, subiéndolas por su espalda, sintiendo cómo la piel de ella temblaba bajo sus dedos. Zahra inclinó el rostro y rozó con los labios los hombros de Jalil, dejando un rastro cálido que lo recorrió como una corriente inevitable. Él cerró los ojos, sintiendo el abrazo silencioso del deseo.

La cascada seguía cayendo frente a ellos, brillante y viva, como un testigo.

Ellos dos, entre sombras azules y gotas suspendidas, respiraban uno en el otro, enredándose sin prisa, desnudándose más allá de la piel.

—Deseo– dijo Zahra

 Jalil la acalló con otro beso. Luego se apartó lo justo para poder mirarla a los ojos.

 —Me encanta que lo digas —susurró—. Quiero que lo digas, Zahra. Porque ésa es la única verdad que cuenta. No importa las demás cosas que pueda decirte.

Te deseo, habiba.— La tumbó sobre el piso con exquisita lentitud y Zahra le enredó las piernas alrededor de las caderas y Jalil entró profundamente en su cuerpo.

El recuerdo se desvaneció como una exhalación.

Jalil abrió los ojos en la Patagonia.

Y el vacío que quedó después del recuerdo fue tan frío como el viento que lo atravesó...

Zahra tomó las frutas, se encontraba preparando el postre para Andy.

Solo esperaba que Jalil se fuera pronto, no dudo que lo haría en los próximos dias él era un hombre de ciudad como había quedado demostrado en su luna de miel, el recuerdo la atravesó ahi lo habia comprendido.

Zahra estaba tumbada sobre la arena blanca como el azúcar, apoyada sobre un codo mientras observaba a su esposo emergiendo del mar. El sol brillaba sobre él; las gotas de agua brillaban como pequeñas joyas sobre su cabello y su cuerpo duro y bronceado.

Los labios de Zahra se curvaron en una sonrisa. Era hermoso. Muy hermoso. Los hombros anchos, el pecho y los brazos musculosos, el vientre y las caderas lisas, las fuertes piernas… Y era suyo.

 Jalil así se lo había dicho cada dia y luego durante las noche plagada de estrellas, se lo había demostrado con palabras, con sus besos, sus caricias.

Fue cuando ella lo comprendió.

Ella lo sentía, lo sabía, lo creía con todo su ser. Aquel hombre fuerte, tierno y maravilloso le pertenecía. Y ella le pertenecía a él. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al pensarlo.

Jalil se había enterrado en su alma. En su corazón y ella lo amaba...

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neumidia ruiz
uff esto se pone bueno entre zhara y Jhalil 🤣
jmlanena
Los custodios salieron al rescate del ex princeso!!!😂😂😂
jmlanena
Por algo hay que empezar para perdonar y sanar!!!! 🙄
Marielba Carrasquel
Pobre Zahra 🤦‍♀️🤣
Marielba Carrasquel
Lo disfruto realizando ricos platillos 🤣
Marielba Carrasquel
Descarado 😤
Marielba Carrasquel
Sopresss🫣🤣
Marielba Carrasquel
Upaaa ,ya por aquí estamos con los Azzarini ,🤗
Marielba Carrasquel
Jajaja extrañas tus comodidades 🫣
Marielba Carrasquel
Tienes mas suerte, Mariana lo castiga y otros le permiten que siga siendo sinvergüenza 🤣
Eliza Marquez: 😂 también es como darle un caramelo y sacárselo
total 1 replies
Marielba Carrasquel
La emoción no te durará mucho Zahra , la alegría durará poco.🤦‍♀️🤣
Mabel Sandra Arias
Espero que no se cruce con Elena.....
Blanca Idalia España Lozano
Hoy me dió una alegría leerte , te extrañaba no se porque si escribes regularmente, Pero al ver el capítulo, me dió singular alegría , me hacía falta leerte
Blanca Idalia España Lozano
Creo que se le amargo la feliz mañana a Zhara 🤦, que pasará ahora ???.
Blanca Idalia España Lozano
Me encantó la frase, - Pero si es la señora Hazbun - Que bonito se oye 🥰 , estoy loca , Verdad ????
Blanca Idalia España Lozano
Apareció tu tormento Zhara , 🤦 que más puedo decirte 🥰
Blanca Idalia España Lozano
Me da mucho gusto que te Retes a ti mismo a salir adelante
Blanca Idalia España Lozano
Y no solo Raleigh, Kalill y todos ustedes , que no son una perita en dulce que digamos 🤦
Blanca Idalia España Lozano
Que bueno que te das cuenta , del reto tan grande que tienes por delante , déjate de ....... y se serio y trabajador y buena persona
Blanca Idalia España Lozano
Te darás cuenta, lo que cuesta ganarte esos privilegios, que gosaste siempre , sin que te costaran a tí . Eran privilegios de ser hijo de quién eres , Pero que no valoraste , ni supiste cuidar .
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