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Hombres De Negocios

Hombres De Negocios

Status: En proceso
Genre:Acción / Aventura / Venganza / Época / Mafia
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Alejandro Romero Robles

Marcelo Fanin llega a Estados Unidos en pleno principio de la década de 1920 tratando huir de un pasado muy oscuro en el bajo mundo italiano y tratando de encontrar paz. Pronto se verá envuelto por las circunstancias con gente muy peligrosa tratando de descubrir la verdad sobre la muerte de su padre teniendo que formar el grupo criminal más violento para poder sobrevivir.

NovelToon tiene autorización de Alejandro Romero Robles para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 4: LOS PLANOS DEL SILENCIO

El reloj marcaba las nueve de la mañana cuando Marcelo abrió la puerta trasera de su restaurante. El aire olía a pan recién horneado, cebolla frita y café fuerte. Ese aroma lo había acompañado desde sus primeros días en Los Ángeles, y aunque la ciudad hubiese cambiado, ese olor nunca lo hacía. Era lo más parecido a un hogar que Marcelo podía aceptar. Caminó con paso firme hacia la oficina del fondo, donde una mesa larga estaba cubierta por papeles, fotografías y planos esparcidos con un orden casi matemático. Las persianas estaban medio cerradas, permitiendo que la luz entrara en franjas delgadas que cortaban la habitación como cuchillas. Luca ya estaba ahí, apoyado contra la pared, revisando un fajo de documentos con gesto serio. Vincent, en cambio, estaba sentado con los pies sobre la mesa, afilando un cuchillo con una sonrisa tranquila.

—Llegas tarde —dijo Vincent sin levantar la vista.

Marcelo cerró la puerta sin responder. Tan solo dejó el sombrero sobre la mesa y comenzó a revisar los planos con movimientos lentos, precisos, casi quirúrgicos. Luca fue el primero en hablar.

—Tenemos una ventana de trece minutos —dijo mientras señalaba con el dedo una sección del plano del Banco Central de Los Ángeles—. El cambio de turno es a las 10:17. Dos guardias salen, dos entran, y durante ese lapso no hay jefe de vigilancia en la entrada sur.

—La bóveda tiene seguridad reforzada desde el incendio del año pasado —añadió Vincent—. Pero con las cargas que conseguimos no debería ser un problema.

Marcelo asintió lentamente.

—No usaremos cargas.

Vincent levantó la mirada, sorprendido.

—¿Entonces cómo piensas abrir la bóveda? Ese metal es más duro que tus capos más fieles.

Marcelo lo miró con frialdad.

—Con precisión, no con ruido.

Luca entendió primero.

—¿Te refieres al mecanismo hidráulico?

Marcelo asentó.

—Hay una falla en el sistema. Un defecto que solo se presenta al final del día, cuando la presión baja. Si manipulamos la válvula en el punto exacto…

—La compuerta se destraba sola —completó Luca.

Vincent soltó una carcajada.

—Cristo… extrañaba esto. Siempre haces que un robo parezca cirugía.

Marcelo no sonrió. Simplemente fijó los ojos en la línea del plano que había marcado la noche anterior.

—Hay algo más —dijo con voz baja—. Las calles cercanas al banco estarán vigiladas por hombres de Degeneras. Bill ha estado moviendo dinero por esa zona estas semanas. No sabemos por qué. Pero significa que debemos ser invisibles. Y rápidos.

—Invisible es mi segundo nombre —bromeó Vincent.

Marcelo lo ignoró.

—Nadie dispara a menos que yo lo ordene. Si veo una bala salir cuando no toca… yo mismo lo entierro.

La amenaza cayó en la habitación como un bloque de hielo. Ni Luca ni Vincent respondieron. Ambos sabían que Marcelo ya no era el hombre impulsivo de años atrás.

Ahora era algo más… Algo más peligroso.

A las once en punto, Marcelo salió del restaurante. El cielo estaba despejado, pero un aire frío cruzaba la calle como si el invierno hubiera decidido llegar un mes antes. Caminó hasta su coche, un Lincoln negro impecable, y se sentó detrás del volante. Pero en lugar de arrancar, se quedó mirando fijamente a través del parabrisas. En la acera opuesta, una mujer joven tomaba fotografías de la calle. Tenía cabello oscuro recogido en un moño suelto, gafas redondas y un cuaderno lleno de papeles arrugados bajo el brazo. Su ropa era sencilla, casi descuidada, pero sus movimientos estaban llenos de determinación. La vio inclinarse hacia un vendedor de periódicos.

—¿Oye, has visto a un tal Marcelo Fanin por aquí? —alcanzó a escuchar Marcelo desde la distancia.

El vendedor rió.

—¿Y quién no lo ha visto? Es dueño de media cuadra.

Ella anotó algo con rapidez. Marcelo tensó la mandíbula. Otra periodista… maldita sea.

Por un segundo pensó en arrancar el auto y marcharse, pero la curiosidad lo mantuvo quieto. Observó cómo ella se acercaba a su restaurante, como si buscara pistas en las paredes, en la gente, en el aire mismo. Entonces sintió esa punzada irritante en el pecho. Esto no me faltaba ahora. Cuando ella levantó la vista y lo vio dentro del auto, sonrió con una mezcla extraña de sorpresa y descaro. Se acercó caminando con pasos decididos.

Marcelo suspiró.

—Dio mio…

La mujer golpeó suavemente la ventanilla. Marcelo bajó el cristal apenas unos centímetros.

—¿Qué quieres? —preguntó seco.

—Buenos días —respondió ella con un tono demasiado alegre para su gusto—. Soy Angelina Morgan. Periodista del Los Angeles Herald. Estoy trabajando en un artículo sobre los cambios en el crimen organizado tras la Prohibición. Me preguntaba si—

—No —cortó Marcelo, subiendo un poco el vidrio.

Pero Angelina puso la mano en la abertura para que no se cerrara.

—Ni siquiera escuchaste la pregunta.

—No necesito escucharla.

Ella sonrió con una tranquilidad irritante.

—Bien. Entonces la reformulo. ¿Es cierto que la Familia Fanin controla siete negocios nuevos desde enero?

Marcelo entrecerró los ojos.

—No respondo preguntas.

—Oh, perfecto —dijo mientras anotaba algo en su libreta—. Entonces pondré que evitó dar declaraciones. Eso siempre suena sospechoso, ¿sabe?

Marcelo cerró los ojos, respiró hondo, y volvió a bajar el vidrio.

—Escucha, señorina. Hay dos tipos de periodistas: los que hacen preguntas para informar… y los que hacen preguntas para meterse en problemas.

—¿Y cuál crees que soy yo?

Marcelo la miró a los ojos. Había algo allí. Algo que no le gustaba… pero que no podía dejar de mirar.

—Eres la clase de problema que no tengo tiempo para resolver.

Angelina sonrió como si acabara de ganar una partida invisible.

—Entonces supongo que volveré mañana.

—No vengas —gruñó Marcelo.

—Lo tomaré como un “sí”.

Marcelo subió el vidrio sin darle más oportunidad. Pero cuando arrancó el auto, se sorprendió a sí mismo mirando por el retrovisor. Ella seguía ahí. Mirándolo. Como si supiera algo que él no. Esa tarde, Marcelo llegó a una casa en la colina, donde vivía su hijo con Amelia su cuidadora. La casa era cálida, limpia, llena de juguetes y olor a vainilla. Nada que ver con el mundo al que él pertenecía. Su hijo, Matteo, corrió hacia él apenas cruzó la puerta.

—¡Papá!

Marcelo se agachó y lo levantó con un abrazo firme, casi protector.

—Ehi, ragazzo mío —susurró con una voz que no usaba con nadie más—. ¿Cómo estás?

—Hice un dibujo para ti.

Marcelo acarició su cabeza con suavidad.

—Muéstramelo.

Matteo regresó con una hoja llena de colores. Un dibujo torpe pero afectuoso de un hombre alto con un sombrero, junto a un niño sosteniendo un helado.

—Somos nosotros —dijo Matteo orgulloso—. ¿Te gusta?

Marcelo sintió algo que hacía años había olvidado: calor. Un calor real. Humano.

—Es perfecto —respondió—. Lo guardaré conmigo.

Desde la cocina, Amelia observaba en silencio. El rostro duro que solía mostrarle siempre desapareció por un momento. Allí, con ese niño en brazos, Marcelo no parecía un capo criminal. Parecía simplemente un padre intentando salvar lo único puro que tenía. Pero luego Matteo corrió de nuevo a jugar, y la realidad volvió a entrar en la habitación como una sombra inevitable.

—¿Qué quieres esta vez? —preguntó Amelia sin rodeos.

Marcelo guardó el dibujo en su abrigo.

—Solo verlo.

—Y después volverás a tu mundo de balas y sangre.

Marcelo no respondió. Ella suspiró, frustrada.

—No quiero que Matteo crezca como tú —dijo finalmente—. Esa oscuridad tuya… se le pega.

Marcelo caminó hacia la puerta.

—No lo verá. Nunca —prometió.

—¿Tú crees? —preguntó Amelia.

Marcelo se detuvo sin darse vuelta.

—Lo juro.

Salió de la casa sin mirar atrás. El cielo ya estaba oscuro, y la ciudad comenzaba a encender sus luces. Los negocios, los bares, los callejones. Todo parecía respirar tensión, como si supiera lo que estaba por venir. En su auto, sacó el dibujo. Lo miró un largo rato. Y entonces, con voz casi imperceptible, susurró:

—Para ti, Matteo… haré este mundo mío. Y no dejaré que nadie lo toque.

Ni periodistas. Ni policías. Ni Bill Degeneras. Ni el destino.

Marcelo llegó de nuevo al restaurante cuando Luca y Vincent lo esperaban para ultimar los detalles.

—Comenzamos el atraco en dos días —anunció Marcelo con su voz fría y perfecta—. Quiero que todo esté listo. Sin errores. Sin improvisaciones.

Luca asintió. Vincent también.

—Y recuerden —continuó Marcelo, guardando el dibujo en el bolsillo interior—: esta vez no robamos por dinero.

—¿Entonces por qué? —preguntó Vincent.

Marcelo levantó la mirada.

—Porque es el primer movimiento de una guerra que no he declarado… pero que ya empezó.

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Gertrudis Abreu Robles
☕✨🔥❤️💪🤗 me gusta obra aunque el autor debería revisar bien a la hora de publicar pero son errores pequeños que con el tiempo mejorará, así que ánimo y sigue escribiendo!!!!💪💪💪
Li Alex
Ostia, como comentan, me encanta la interactividad.👏
Ailisec Riana
mmmmm será que papaíto no está muerto sino de parranda/Blush//Sly//Sly/.

me encanta el misterio /Applaud//Applaud/
Ailisec Riana
ayaya ese padre es la clave de lo que es..después de su muerte tiene muchos clavos que sacar
Ailisec Riana
Marcelo .querido calma..hay que pensar la cosas con la cabeza fría y sensatez
Ailisec Riana
mmm no me lo creo...para mí era un plan armado por gente mafiosas que quería su cabeza..pueda que le hayan cortados los cables del frenos y suuuuuaaa/Determined//Determined/ accidente sin.sospechas /Grievance//Grievance//Grievance//Coffee//Coffee/
Ailisec Riana
salutte también para ti Uomo/Chuckle//Chuckle//Chuckle/
Ailisec Riana
esoooo.... comadres de viajes /Proud//Proud//Proud/🐯
Ailisec Riana
ay caray .. esto es interesante ...al papito lo mataron. y quiiere venganza ...esto va a traer giros inesperados más adelantes
Ailisec Riana
mmmm un italiano /Chuckle//Chuckle//Chuckle/ interesante...
Li Alex
Entendiste bien el c...🤭
꧁»@//ClAN//«꧂
me imaginé la escena apezar de tener a mi hermano menor molestando para que le preste mi teléfono, es un buen trabajo.
꧁»@//ClAN//«꧂
😰😰que le está comiendo que ...
꧁»@//ClAN//«꧂
Luca tiene razón , ¿Qué estabas pensando Marcelo? /Curse/
Li Alex
por qué comentas cada línea de los que lees? /Sweat/
Li Alex: Ostia perdón no eta mi intención que creyeras que te estoy hablando malo. Créeme que lo dije en bien, mi amor, mi corazón, mi comadre.
total 6 replies
꧁»@//ClAN//«꧂
/Slight//Slight/ pero Marcelo...
꧁»@//ClAN//«꧂
sí, bien accidente /Smug//Smug/ como no.
Li Alex
Es un tipo común pero tiene la sangre más fría que el hielo.
꧁»@//ClAN//«꧂
Me acabo de imaginar a Marcelo 🤭🤭 uff!!
Sayker FF
Vaya, esas imágenes que proyectan el pasado del criminalismo ✨ exelente ✨
Li Alex: Me alegra que te hayan gustado las imágenes con ellas puedes hacerte una idea de lo que vaya pasando en la historia
total 1 replies
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