La ciudad despierta alarmada y aterrada con un horrendo triple crimen y Fiorella descubre, con espanto, que es una mujer lobo, pensándose, entonces en un ser cruel y sanguinario, lo que la sume en desesperación y pavor. Empieza, por ende, su agonía, imaginándose una alimaña maligna y quizás la única de su especie en el mundo. Fiorella es acosada por la policía y cazadores de lobos que intentan dar con ella, iniciándose toda de suerte de peripecias, con muchas dosis de acción y suspenso. Ella se enamora, perdidamente, de un humano, un periodista que tiene la misión de su canal de noticias en dar con la mujer lobo, sin imaginar que es la muchacha a quien ama, también, con locura y vehemencia. Fiorella ya había tenido anteriores decepciones con otros hombres, debido a que es una fiera y no puede controlar la furia que lleva adentro, provocándoles graves heridas. Con la aparición de otras mujeres lobo, Fiorella intentará salvar su vida caótica llena de peligros y no solo evadir a los cazadores sino evitar ser asesinada. Romance, acción, peligros, suspenso y mucha intriga se suceden en esta apasionante novela, "Mujer lobo" que acaparará la atención de los lectores. Una novela audaz, intrépida, muy real, donde se conjuga, amor, mucho romance, decepción, miedo, asesinatos, crímenes y mafias para que el lector se mantenga en vilo de principio a fin, sin perder detalle alguno.
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Capítulo 22
Fui a la playa para tomar Sol y olvidarme de todo. Estaba demasiado deprimida, angustiada y confundida por lo que me pasaba. Viviana seguía en coma y no habían encontrado el cuerpo de Anthony. Yo estaba segura que se lo había llevado Dembrovshi. También me extrañó que no me llamara el teniente Weston. Imagino que era porque su tesis de que yo había matado a esa chica, se derrumbó como castillo de naipes, luego de rescatarla de ese callejón abandonado. No volví a ir allá, tampoco, porque me asustaba, pensando que, quizás, era un lugar protegido por alguna bestia descomunal.
Por eso me fui a la playa. Siempre lo hago cuando estoy muy desalentada pues el vuelo y canto de gaviotas, las olas rebotando en la playa, el aroma húmedo que contornea el litoral y el sosiego del mar tan inmenso como una gran alfombra, me relajan, me hacen sentir bien y recupero la fe pues me convenzo que dentro de lo feo que es sentirse asustada, aterrada y angustiada, hay cosas lindas, rodeándote y haciéndote percibir bien.
Me puse una tanga roja súper diminuta y microscópica porque quería asegurarme un buen bronceado, aparte, por supuesto, de lograr imantar las miradas de los hombres y mejorar mi ego. A mí me gusta mucho que me miren y admiren y que me deseen, porque no hay sensación más ególatra de sentirme deseada y era lo que realmente necesitaba en esa horas tan difíciles de mi existencia.
Gasté un chisguete de bloqueador, me acomodé un sombrero grande, me puse mis lentes oscuros, me tumbé sobre mi perezosa a rayas y empecé a disfrutar de las cálidas caricias del Sol pensando en cosas lindas como el cielo límpido el inmenso océano y el cántico monótono de las gaviotas .
-Hola-, me interrumpió alguien. Alcé mi sombrero y corrí los lentes a la punta de mi nariz.
-¿Sí?-, arrugué mi boca.
-Eres muy hermosa-, me dijo un tipo confianzudo, con sus ojos imantados en mis pechos y el ombligo, deleitándose con mis curvas y la lozanía de mi piel. Mis piernas le excitaban. Lo noté de inmediato.
Él era alto, musculoso, de brazos grandes y su pecho estaba alfombrado de vellos. Tenía los músculos bien marcados y llevaba una barba perfectamente recortada y atractiva.
-Gracias-, no más le dije y volví a a acomodar mis lentes y mi sombrero.
-Soy Richi Hallow-, me dijo, sentándose a mi lado, incluso pegó sus piernas velludas a mis muslos.
-No me importa-, intenté desanimarlo para que me deje en paz.
-Soy contador, tengo mi asesoría y trabajo para tres empresas, me va muy bien-, empezó a decirme. Se echó a mi lado y se imantó ahora a mi busto que apenas contenía la tanga. Le encantaron mis pechos. Le parecían globos flotando insinuantes en el pedacito de tela que los contenía.
No le contesté. Seguí indiferente quemándome al Sol. Estaba acostumbrada a las insinuaciones de los hombres. Me gustaba que me afanen, me silben o me digan cosas bonitas. Me preguntan por la hora, alguna dirección, del clima o si conocía a tal o cual persona.
-Usted o es una gran campeona de atletismo o voleibol o es reina de belleza o modelo de pasarela-, siguió tratando de hablarme. Al menos fue original. Nunca me habían dicho eso.
-Estudio veterinaria-, le respondí tratando de contener mis risas.
-Entonces, tengo suerte-, me dijo. Estrujé mi naricita.
-¿Por qué tienes suerte?-, quedé sorprendida.
-Por que soy un burro je je je-, dijo riéndose y eso también me hizo reír mucho.
-Idiota-, le dije sin poder contener mis risotadas.
-Vaya, sabía reír y qué hermosa su risa-, se acarameló el sujeto con el blanco de mi sonrisa.
-¿Qué desea?-, me incomodé.
-Conocerla. Es usted muy hermosa, ya le dije-, se insinuó aún más el tipo.
-Podría ser casada o tener novio-, intenté desanimarlo.
-Imposible, nadie en su sano juicio dejaría sola a tan bellísima mujer-, adivinó él de inmediato.
-¿Y tú eres casado?-, me puse a la defensiva.
-Terminé con mi novia hace un mes. Ella se enamoró de otro sujeto y pues, no tuve otra opción que resignarme-, me dijo. Pensé que esa chica era tonta porque ese tal Richi Hallow era lindo, guapo, muy atractivo, y tenía muchos atributos en su pecho, brazos y piernas.
Por un momento me había olvidado que era una mujer lobo.