Antonella, una mujer fuerte, luchadora y divertida. Desde muy joven comenzó su carrera como profesora. Siempre dispuesta, luchó durante años al lado de su esposo, solo para ser traicionada y reemplazada por otra mujer cuando él estaba en la cima de su carrera y con una vida cómoda. La única cosa buena que sacó de esa relación fue su hija, que ahora tiene 17 años.
Enrico, mafioso o mejor dicho, el Don o Capo de la Mafia, como la mayoría, no por elección, sino por herencia familiar. Vio a sus padres ser asesinados y, después de eso, se convirtió en un hombre frío, cruel y temido por todos. Dueño de una belleza poco común, es autoritario, peligroso y posesivo. No conoce el amor. Estuvo casado durante 10 años con Brigite, como muchos, por alianzas. Brigite fue asesinada en una emboscada, dejándolo con dos hijos pequeños.
Ella cree en el amor, aún sufre por haber amado demasiado, pero quiere empezar de nuevo, aunque con pocas expectativas. Él necesita a alguien que lo ayude con sus hijos y está considerando tener otra esposa.
El destino de Antonella se cruza con el de Don Enrico para salvar a su hija.
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Capítulo 9
Antonella
Llegamos a su mansión, bueno, creo que es suya... ¡y guau! ¡¿Qué es esto?!
Sabes esas mansiones de revistas de gente famosa, pues estas parecen pequeñas al lado de la suya.
Primero, no se puede ver nada desde fuera, hay muros inmensos que ni un superhéroe podría saltar, después de una puerta gigante, entramos por un pequeño camino con cocoteros y muchas plantas hasta que después de unos metros se va viendo la mansión.
¡Hay un jardín enorme! ¡Me encanta! Flores, árboles, plantas, muchos guardaespaldas por todos lados y parece que estoy en el ejército, todos con armas, o podría decir que en México, con esos contrabandistas, está bien que esté con un mafioso, pero confieso que me está encantando.
Bajamos y creo que estos hombres no tienen dientes, porque no muestran ni una sonrisa.
Cuando Enrico bajó, parecía que había llegado el rey, observé que no le miran a los ojos, ¡qué mal educados! Yo en fin...
Los sigo, no sé a dónde vamos, bueno, al menos estamos en lo que creo que es su casa, creo que voy a cuidar de sus hijos, bueno, si él quiere también puedo cuidar de él...
Entramos en la mansión y ¡Dios mío! Todo aquí es grande, imponente y bonito. Como él....
Enrico - Venga, Antonella, voy a presentarte a Anastasia.
Antonella solo asiente y lo sigue, él va pasando por varias partes de la casa,
ya estoy perdida, si me dejara aquí, creo que tardaría muchas horas en encontrar la salida.
Entra en una puerta enorme.
Llegamos a la cocina ¡y qué cocina! Dios mío, parece más bien un restaurante, todo lo que te puedas imaginar, lo tiene...
¡Guau! una cafetera de las más modernas y de cafetería, no de esas que se compran en las tiendas.
Hay varias neveras y congeladores, hay una encimera en la que cabe un batallón, claro, con la cantidad de gente que hay aquí, imagino que el tamaño de esta casa debe tener muchas, pero que muchas empleadas.
Aparte del ejército que hay ahí fuera, ¡y por el tamaño de esos hombres deben de comer mucho!
¡Dios mío, cómo extraño ser pobre o era pobre, antes de que me robaran, me secuestraran, me vendieran...!
Dios mío, ¿me habrán vendido?
No lo había pensado así, bueno, ahora ya estoy aquí ¡y mira esas cocinas! Son las industriales con las que sueño ¡y los lavavajillas!
Enrico
Vi que miraba admirada por donde pasábamos y no sé por qué aminoró el paso, yendo más despacio, esto es una locura.
Llegamos a la cocina y vi lo deslumbrada que estaba, que me vi obligado a esperar unos segundos a que volviera en sí.
Enrico iba a hablar y...
Antonella - ¡Dios mío, mira esas cocinas y esos lavavajillas, por Dios! el mío era minúsculo, ¡una tortura! siempre se rompía y claro, no era el pobre de Fillipo el que fregaba los platos en invierno.
¿Y esta máquina de café? ¡Guau! ¿Puedo vivir en la cocina?
Enrico, una vez más, quiso reírse, su forma de ser es graciosa, vi que Ana la miraba y reía admirada.
Enrico - Antonella, ella es Anastasia, te ayudará al principio por si necesitas algo.
Antonella
Me acerco a ella y la saludo con un beso en la cara y un abrazo, soy así.... puedo sentir que es una persona amable y parece ser muy querida.
Y desde que entramos, es la única que le mira a los ojos.
Antonella sonriendo - Mucho gusto, Anastasia, me llamo Antonella ¡y estoy enamorada de esta cocina!
Anastasia sonriendo - El placer es mío, Antonella, y puedes llamarme Ana.
Enrico pensando - Vaya, a Anastasia le ha caído bien, no deja que casi nadie la llame Ana.
Antonella - ¡Me encanta! Ana, estoy encantada con esta mansión.
Ana
Me quedo mirando, Enrico fue a beber agua y la mira diferente, la trata diferente.
Nunca se quedó tanto tiempo aquí cuando traía a una mujer y lo más impresionante es que ¡ella lo mira a los ojos y él lo permite!
Enrico - Ana, ella va a ayudar a cuidar de los niños.
Ana sonriendo - ¡Qué bien!
Antonella sonriendo - ¿Dónde están? Tengo mucha curiosidad por conocerlos.
Ana - Están en la escuela, vuelven por la tarde.
Antonella - ¿Cuántos años tienen?
Ana - 4 y 6 años.
Antonella - ¡Dios mío! ¡Si son unos bebés!
Ana riendo - Sí, aún son pequeños.
Enrico - Hoy probablemente no los veas, vas a salir con Sofía.
Ana pensando me alegro, él no manda a Sofía a salir con nadie, solo mandaba a su difunta esposa...
No sé por qué, pero me ha caído bien.
Enrico - Ana, llama a Rosa y preséntasela a Antonella.
Ana - Sí, ahora mismo. - Ella la llama y enseguida viene Rosa.
Antonella
Llega una chica no tan joven, debe de tener unos 28 años, guapa, muy guapa, me parece muy vulgar, tiene cara de descarada.
Ella tampoco mira a Enrico a los ojos, solo lo saluda y se pasa la mano por el cuerpo insinuándose descaradamente.
Luego me mira de pies a cabeza, pone una cara que me da mala espina, ¡caray! Peor que el mafioso.
Ana - Rosa, ella es Antonella y va a ayudar con los niños.
Rosa - No necesito ayuda, doña Anastasia.
Anastasia - Son órdenes del Don.
Rosa con una sonrisa falsa - ¡Claro! ¡Será estupendo!
Antonella pensando ¡Falsa!
Voy hacia Enrico, que todavía está bebiendo agua y mirando el móvil, de hecho está respondiendo a algo en el teléfono y ni siquiera está bebiendo agua.
Me apoyo en su brazo.
Antonella - Enrico.
Enrico habla firme pero no brusco - Don Enrico.
Antonella - Como sea, se me olvida eso de que hay que llamarte todopoderoso.
Enrico se contuvo para no reírse, no puedo hacerlo delante de mis empleados.
Antonella - Sabes, esa tal Rosa me da miedo, me ha mirado como esas mujeres paranoicas, histéricas, maniáticas por los hombres, en este caso tú, y creo que quiere matarme.
Enrico quiso reírse y esta vez se le escapó una breve sonrisa, se acomodó, bebió agua y...
Enrico hablando muy cerca de su oído y solo para que ella lo oyera - Nadie te hará nada, SOLO YO PUEDO.
Él se va.
Antonella
Uy, se me puso la piel de gallina... Él se gira y la mira como diciendo "sé que te he puesto la piel de gallina".
Maldito, sabe que está bueno.
Enrico, antes de salir de la cocina, se para delante de Ana y...
Enrico - Ana, hoy Antonella saldrá con Sofía, así que mañana Rosa tendrá dos días libres.
E instala a Antonella en la habitación de al lado de los niños.
Ana sonriendo - De acuerdo, me parecen estupendas ambas órdenes.
Él sale.