Pasiones Ocultas.

Advertencia: palabra despectiva sin la intención de humillar a nadie.

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Samuel se quedó en silencio, dándole el tiempo a Derek para contarle lo que había detrás de la mala relación con su padre. Cuando él lo conoció, aunque no había mucha interacción, su padre siempre alardeaba de lo bueno que era Derek en los deportes y los estudios.

—Cuando tenía diez años y regresé del colegio, las cosas de mi madre habían desaparecido y la casa donde vivíamos estaba hecha un desastre, como si alguien hubiera entrado a robar—dijo, con la mirada fija en el cielo nublado. Samuel no sabía nada sobre la madre de Derek; incluso llegó a pensar que había muerto—, ese día mi madre nos abandonó. Yo no entendía qué había ocurrido, mi madre nos amaba, era buena y mi padre siempre nos trató bien a pesar de no tener mucho dinero. Éramos una familia feliz y amorosa, por eso su abandono me desconcertó tanto que, incluso después de meses, aún sentía que estaba en una horrible pesadilla.

La voz de Derek se escuchaba entrecortada y Samuel sabía que estaba luchando para no romper en llanto. El agarre en su mano se hizo más fuerte. Lo miró, y esos ojos negros estaban cristalinos. Sufría. Sufría mucho. Estaba a punto de pedirle que parara, pero Derek habló primero.

—Le preguntaba todos los días a mi padre por qué ella nos había abandonado. ¿Por qué mami no está?, ¿está enferma?, ¿cuándo volverá mamá?... pero él nunca respondió, simplemente bajaba la mirada y me decía que me fuera a mi habitación. Yo siempre le obedecí y pensé que él estaba sufriendo; había perdido a su esposa, ¿cómo no iba a sufrir?... pero realmente fui un estúpido.

Para este punto, la voz de Derek era una mezcla de odio, rabia, tristeza y dolor. Samuel mantenía la vista en él sin parpadear siquiera. De perfil, con las cejas arrugadas y la mirada fija en la nada, Derek parecía estar pasando un infierno interior. Sintió la enorme necesidad de abrazarlo y arroparlo, pero se contuvo.

—El tiempo pasó y yo seguí extrañando a mi madre. Recuerdo que todas las noches lloraba bajo las sábanas, cerraba los ojos y rezaba para que ella volviera y me abrazara, pero eso nunca pasó, al menos, no en los meses posteriores —Derek dejó salir un leve sollozo que se perdió con el sonido del agua. Guardó silencio por varios minutos antes de continuar—. Fue hasta que cumplí doce años que ella regresó.

Era sábado por la mañana. Alaan, el padre de Derek, salió como de costumbre a su empleo prometiendo regresar temprano y llevarle un pastel de cumpleaños. Habían pasado dos años ya desde que su madre se fue sin mirar atrás, y aunque la seguía extrañando como el primer día que se fue, no se atrevió a preguntar si ella vendría, porque él ya conocía la respuesta.

Derek se quedó solo, no tomó ni un bocado del desayuno que su padre le había preparado, ni mucho menos se atrevió a abrir el regalo que Alaan dejó sobre el comedor. Sus ojos pronto se llenaron de lágrimas al recordar cómo en años anteriores los tres desayunaban juntos, su madre le cocinaba un pastel y su padre lo cargaba mientras le cantaban la tradicional canción de cumpleaños.

Su garganta estaba seca y los gritos ahogados llenaron por completo la pequeña casa. Lloró y lloró hasta que ya no hubo lágrimas y su garganta dolió. Después de horas estando en el mismo lugar, el joven Derek se paró y tiró la comida, después se fue a su habitación y se tumbó en la cama para dormir y olvidar el desagradable cumpleaños.

—Derek, mi amor, despierta, mami está aquí —escuchó entre sueños. Había soñado innumerables veces con su madre, pero este sueño parecía muy real. Las manos sobre su rostro, el olor de su perfume y la suave voz despertándolo lo hicieron abrir los ojos rápidamente. Para su sorpresa, no era un sueño. Ella estaba ahí, siendo tan hermosa como la recordaba.

Sin pensarlo mucho, el lastimero Derek se abalanzó contra ella y lloró de felicidad repitiendo una y otra vez "mami, te extrañé, te extrañé mucho".

—Tranquilo, mi niño, estoy aquí, estoy aquí. —Su voz era tranquilizadora y él pudo sentir que todo volvía a ser como antes. Por la tarde su padre regresaría y estarían nuevamente los tres, juntos y felices como solía ser.

Anna, su madre, había llevado un pastelillo y un regalo. Los dos comieron y jugaron por un tiempo, pero aunque Derek estaba feliz, aún quería saber la razón por la que ella se había ido por tanto tiempo. En su joven mente, incluso había pensado que ya no lo amaba, pero estaba ahí, viendo su película favorita mientras le acariciaba el cabello, ¿cómo podría no amarlo?

—Mamá... ¿por qué... por qué te fuiste? —las caricias en su cabello se detuvieron y un silencio estremecedor inundó la acogedora sala. Derek se sentó recto en el sofá y encaró a su madre con los ojos llenos de lágrimas. Ella limpió con cariño sus mejillas y le dio un suave beso en la frente.

—Anna—la voz de Alaan los hizo mirar hacia la entrada. El hombre llevaba una bolsa de regalo y un mini pastel. Ella ni siquiera le sonrió, en cambio, sus ojos mostraron frialdad y desprecio.

—Qué bien que llegas, estaba a punto de decirle a Derek por qué su madre ya no puede estar aquí. —Derek no entendía las miradas de sus padres en ese momento, y deseaba no haberlas entendido nunca.

—Hablemos de ello, él es un niño, no tiene por qué enterarse de nuestros problemas —su padre dejó las cosas sobre el comedor y se acercó a ella, tratando de agarrarla del brazo, pero Anna retrocedió y lo miró con rabia.

—¡No me toques, sucio maricón! —le grito. Derek habia escuchado ese término, incluso su padre le había hablado de ello, pero, ¿por qué su madre lo llamaba así?—. Derek, hijo, ¿quieres saber por qué me fui por dos años?

—Anna, por favor, no lo hagas —escuchó a su padre suplicar con la voz entrecortada.

—Derek, cariño, me fui porque tu padre me engañó con un hombre. Sí, tu padre es un maldito maricón de mierda y es su culpa que yo me haya ido. —La mirada de su madre era de completa rabia e incluso su rostro amable se había deformado en una horrible mueca de desagrado—. Mira esto —sacó de su bolso varias fotografías impresas y las lanzó contra él, y aunque su padre se apresuró a recogerlas, él las vio. Lo vio. Vio a su padre besando a otro hombre, era el amigo que había ido hacia una semana—. Tu padre es un puto maricón que me usó para cubrir su asquerosa realidad. Derek, escucha bien, ¡nunca, nunca te enamores de un hombre, o te olvidarás de que soy tu madre! —después de esa advertencia, ella se marchó, para siempre.

Samuel estaba helado por la historia, ¿cómo una madre podía decir eso? Estaba enojada, pero eso de ningún modo justifica su actuar. Derek es su hijo, su responsabilidad. Pero más allá del abandono, ¿cómo pudo revelar un secreto así, usando palabras despectivas y después marcharse para siempre? ¿Por qué tuvo que hacerlo el día su cumpleaños? Ya no solo Derek estaba llorando, él también sollozó en silencio. No imaginaba lo traumático que había sido para adolescente escuchar todo eso.

—¿Te digo algo?... esa noche fue la primera vez en dos años que desee que ella nunca hubiera regresado. Pensaba, si mamá no hubiera vuelto, yo sería feliz con papá —Derek se rió con burla. Burla hacia él mismo—. Todos los días le reclamaba a mi padre, me volví rebelde y lo odié con toda el alma. Aún lo odio y nunca voy a perdonarle lo que le hizo. Ella era tan buena, lo amaba y éramos felices... pero, pero ese cabrón lo destruyó todo.

Las palabras salieron con odio. Samuel comprendió el miedo de Derek y por qué huía siempre de lo que claramente sentía.

—Mi padre siempre me ha pedido perdón, pero no puedo perdonarlo. Odio lo que le hizo a mi madre, por su culpa ella se fue —dijo con rabia. Samuel arrugó las cejas al sentir el apretón en su mano—. Fui al hospital para verlo, pero cuando entré, el bastardo de su amante estaba ahí, ¡se estaban besando! ¿Sabes lo desagradable que es eso? Es hasta antinatural.

Samuel sacó su mano rápidamente y se puso de pie. Para cuando Derek reaccionó, ya era demasiado tarde para retractarse. Se levantó e intentó acercarse, pero Samuel lo alejó.

—Entiendo que estés enojado con tu padre por el abandono de tu madre, pero no tienes ningún derecho de hablar de esa manera. Es cierto que Alaan no hizo las cosas bien, él debió hablar con tu madre y divorciarse, pero ¿por qué eres tan malditamente despectivo? —Samuel pasó una mano sobre su cabello. Derek estaba pasando por un pésimo momento; no obstante, para él no era una excusa válida para sus palabras retrógradas—. Las personas tenemos derecho de amar a quien queramos, ¿besarse? ¿Qué tiene eso de antinatural? ¿Acaso tú no besas a la persona que te gusta?

—¿Qué no entiendes? ¡Mi madre me abandonó, Samuel! Ella se fue por su culpa y por la culpa de Erik. No puedo aceptarlo, porque si un día ella regresa y sabe que no tengo nada en su contra... Se volverá a ir y ni siquiera me verá como un hijo —la voz entrecortada estremeció el corazón de Samuel, sin embargo, no se iba a doblegar por ello.

—¿Te ha buscado? —se atrevió a preguntar—. Ella te dejó a tu suerte siendo su hijo, se fue sin importarle si llorabas o no. Tu padre fue quien estuvo ahí para ti, quien te educó y alimentó, quien te dio amor, ¿lo odias tanto que no puedes ver todo lo bueno que tienes? Él tiene derecho a amar a quien se le plazca y tú no tienes ningún derecho de juzgarlo. Las cosas entre ellos son problemas de ellos, tú no tenías nada que ver. Solamente fuiste una víctima en todo este embrollo.

—Para ti es fácil decirlo, tienes una familia amorosa, dinero y eres feliz, pero no pensarías lo mismo si uno de tus padres te abandona por culpa del otro, ¿o sí?

—Si eso ocurriera, nunca culparía a quien me da amor y todo lo necesario, culparía a quien me abandonó porque no sabe diferenciar el matrimonio de sus responsabilidades como padre o madre. —Dijo completamente serio.

—¿Y qué esperas que haga? ¿Que les aplauda y les desee felicidad cuando repudio lo que hacen?

—¿Tanto te molesta que sea gay? Es igual que una pareja heterosexual.

—No, no es lo mismo. Los dos son hombres y pensar en ello me da...

—¿Ganas de vomitar? —preguntó con sarcasmo—. Pensé que eras más evolucionado, Derek.

—No me interesa lo que digas, no pienso aceptarlo nunca. Además, ¿por qué los defiendes tanto? ¿Te gustan los hombres o qué? —Samuel hizo una mueca de rabia. Pensó en las cosas que habían ocurrido entre ellos y comprendió el miedo de Derek, pero estaba cansado de lidiar con alguien que no se aceptaba ni a sí mismo.

—Sí, ¿y qué? ¿Tienes algún problema? Me gustan los hombres, me he besado con hombres y me he acostado con ellos, ¿tienes algún problema con eso?

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Lamento la tardanza, estuve un poco enferma estos días y no tenía ganas de nada 🫠

¿Justificable o no justificable el odio de Derek y el miedo sobre sus sentimientos?

¿Cómo creen que será su reacción en el siguiente capítulo?

¿Qué creen que pase?

Leo sus respuestas, besos 😘.