Lyra Blackwood es ultrajada por el hombre que creía amar que además es su mate, Pero este que no quiere nada con aquella niñita, la rechaza, Pero no contento con eso también la humilla y maltrata, por lo que lyra vuelve a casa y piensa en vengarse de todos.
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La boda
Los autos estaban listos, y las manadas se habían reunido en un solo lugar. El estanque, centro del ritual, brillaba con su característico resplandor bajo la luz de la luna. La energía que emanaba era casi palpable, pura y llena de fuerza. Todos los invitados habían llegado, y la noche prometía ser inolvidable. Sin embargo, en la habitación de Lyra, los nervios estaban a flor de piel.
Lyra caminaba de un lado a otro, incapaz de mantenerse quieta. Ness, que estaba a su lado, hacía lo posible por calmarla.
—Tranquila, todo va a salir perfecto —dijo Ness, dándole una palmadita en la espalda.
Lyra trató de sonreír, pero la ansiedad seguía ahí, latente. Afortunadamente, Lucian no había mostrado interés alguno en cuestionar la presencia de Ness como su asistente. Parecía estar demasiado atrapado en su propio tormento. Las visiones que Lyra le enviaba lo habían llevado al borde del pánico. Cada vez que ella lo veía huir despavorido por los pasillos, no podía evitar reír a carcajadas.
Caelan compartía su diversión. Disfrutaba de la astucia y malicia de su luna, y no ocultaba su orgullo. Ahora, mientras esperaba el inicio de la ceremonia, estaba vestido con un elegante traje negro adornado con detalles dorados, un homenaje a su lobo interior. De pie junto a su tía Morgana, quería calmar a su inquieto lobo, que no dejaba de preguntar: "¿Cuánto falta para desposar a nuestra luna?"
—Solo un poco más —le respondió mentalmente Caelan con paciencia—. Espera a que la luna llena esté en su punto más alto.
— ¿Cómo está Lyra? —preguntó a Morgana, disimulando su propia impaciencia.
Morgana, que no podía contener las lágrimas de emoción, sonriendo ampliamente.
—Deja de preocuparte tanto, querido. Liona ya fue a acompañarla. Está en buenas manos.
Caelan asintió, pero seguía ansioso. Todo estaba listo para que Lyra se convirtiera oficialmente en su luna esa misma noche.
En la habitación, Lyra seguía batallando con sus nervios cuando la puerta se abrió y apareció Liona, sonriente como siempre.
—Caelan está que se vende de su traje y realiza la boda antes de tiempo —dijo, riendo. Ness soltó una carcajada, y hasta Lyra logró esbozar una sonrisa, aunque seguía algo tensa.
Liona se acomodó en la cama, con una actitud relajada, pero su mirada tenía un brillo de diversión.
—Por cierto, Lucian anda raro. Bueno, más raro de lo normal. Aunque, no te voy a mentir, disfruto viéndolo con ese terror constante. Creo que sus pecados finalmente lo están alcanzando —comentó, sin molestarse en ocultar su satisfacción.
Lyra y Ness intercambiaron una mirada rápida, pero decidieron no añadir nada.
—Seguramente es así, querida Liona —respondió Lyra, manteniendo la compostura.
Liona inclinó la cabeza y comentó, con una sonrisa más amplia:
—Tu don, Lyra, es impresionante.
Lyra la miró con curiosidad.
—¿De qué hablas?
— ¿Recuerdas la vez que nos conocimos? —preguntó Liona.
Lyra asintió, intrigada.
—Ese día intenté entrar en tu mente, pero me fue imposible. . Al parecer, tienes la capacidad de bloquear otros tipos de magia.
Lyra frunció el ceño, confundida. ¿Su don acaso era más complejo de lo que había imaginado? La idea le dio vueltas en la cabeza, despertando una inquietud que decidió abordar más tarde. Por ahora, tenía una boda que preparar y un destino que vender.
La luna llena brillaba en todo su esplendor, alcanzando su punto máximo en el firmamento. Sus rayos atravesaban los inmensos rascacielos que coronaban el gran salón dorado, iluminando el Pozo Lunar con una luz plateada que parecía bailar sobre la superficie del agua. El salón estaba repleto de invitados, desde las manadas más cercanas hasta los aliados más lejanos, como los hechiceros y los elfos. La atmósfera estaba cargada de expectación y magia.
Caelan, de pie frente al Pozo Lunar, lucía imponente en su traje negro con detalles dorados que reflejaban la luz de la luna. Su expresión era solemne, pero en sus ojos brillaba una emoción contenida. A su lado, la anciana sabia, guardiana de las tradiciones de las manadas, sostenía un cáliz de plata y murmuraba bendiciones en un idioma antiguo. Los murmullos entre los invitados cesaron cuando los primeros acordes de la música llenaron el aire.
Lyra apareció en la entrada, su figura envuelta en un vestido blanco que parecía hecho de la misma luz de la luna. Cada paso que hacía hacía que el salón se llenara de una energía cálida y poderosa. A su lado caminaba su padre, Magnus, con la puerta majestuosa de un alfa experimentado. Sin embargo, su mirada estaba fija en su hija, llena de orgullo y una pizca de melancolía.
Lyra respiró hondo y dio el primer paso hacia el altar. El murmullo de admiración entre los invitados era inevitable. La magia del momento era palpable, y todos podían sentir que estaban presenciando algo trascendental.
Cuando frente a Caelan, Magnus se detuvo. Lyra lo miró, emocionada, mientras él le daba un beso en la frente. Luego, Magnus dirigió una mirada seria a Caelan.
—Cuidala con tu vida —dijo con voz firme—. Ella sigue siendo mi tesoro.
Caelan inclinó ligeramente la cabeza en señal de respeto.
—Con mi vida y más —respondió, tomando con suavidad la mano de Lyra.
Magnus ascendió y, con un suspiro profundo, dejó la mano de su hija en las de Caelan. Luego retrocedió unos pasos, uniéndose a los demás invitados.
En una de las esquinas del salón, Elira observaba la escena con evidente disgusto. Su mirada buscaba a Lucian, a quien finalmente encontró parado junto a Dorian. Al verle, una sonrisa maliciosa apareció en su rostro, pero Dorian, siempre alerta, no pasó por alto ese gesto y frunció el ceño, aunque decidió no darle demasiada importancia. Su atención volvió a Helena, la reina de los elfos, quien observaba la ceremonia con una gracia serena. A su lado estaba Alaric, el hechicero, cuya puerta oscura y magnética contrastaba con la luminosidad de Helena.
La anciana sabia dio un paso adelante, levantando las manos para invocar silencio. Su voz, cargada de poder y sabiduría, resonó en todo el salón.
—Hoy, bajo la luz de la luna llena, somos testigos de la unión de dos almas destinadas. Caelan, Rey Alfa, y Lyra, su Luna, se prometen ante la manada, los ancestros y los dioses antiguos. Esta ceremonia no es solo un lazo entre ellos, sino una unión que fortalecerá nuestras tierras y protegerá a nuestras familias.
La sabia levantó el cáliz de plata, y la luz de la luna pareció intensificarse al tocarlo.
—Caelan, Rey Alfa, di tus votos.
Caelan sostuvo la mano de Lyra, mirándola directamente a los ojos. Su voz era firme, pero cargada de emoción.
—Lyra, mi Luna, mi guía, prometo protegerte con cada fibra de mi ser, amarte en la calma y en la tormenta, y caminar a tu lado como tu igual, tu compañero y tu guardián. Ante nuestra manada y la luna que nos bendice, te ofrezco mi vida, mi corazón y mi alma.
La sabia se acercó con una sonrisa y luego miró a Lyra.
—Lyra, Luna de nuestra manada, di tus votos.
Lyra respiró profundamente, sintiendo la fuerza de las palabras que estaba a punto de pronunciar.
—Caelan, mi Alfa, mi refugio, prometo ser tu fuerza en los días oscuros, tu luz en los momentos de duda, y tu aliada en cada batalla. Ante la luna y nuestras manadas, entrego mi amor, mi confianza y mi lealtad, ahora y siempre.
El salón quedó en completo silencio, roto solo por el murmullo del agua en el Pozo Lunar. La sabia extendiendo una daga ceremonial hacia Caelan, quien la tomó con ambas manos.
—Con este corte, compartimos nuestra esencia —dijo Caelan, antes de hacer una pequeña incisión en la palma de Lyra. La sangre comenzó a brotar, roja y viva.
Lyra tomó la daga y repitió el acto en la mano de Caelan, sus movimientos seguros a pesar de los nervios. Luego unieron sus manos, dejando que su sangre se mezclara.
En ese instante, el Pozo Lunar brilló con una intensidad deslumbrante, como si la luna misma hubiera descendido para bendecirlos. La luz plateada se envolvió alrededor de sus manos, y en sus muñecas aparecieron dos sellos dorados, grabados con símbolos ancestrales.
Un murmullo de asombro recorrió a los invitados, mientras la sabia levantaba las manos.
—Los ancestros han hablado. Caelan y Lyra están unidos por la eternidad. Que esta unión traiga prosperidad y fuerza a nuestras tierras.
Sin esperar más, Caelan se acercó a Lyra hacia él y la besó con una intensidad que hizo que los aplausos resonaran en todo el salón. Los lobos aullaron en señal de celebración, y los hechiceros y elfos se unieron con vítores y bendiciones.
El poder del vínculo de Caelan y Lyra se expande como una onda por todo el salón. Los presentes lo sintieron, desde el más joven hasta el más viejo. Era el inicio de una nueva era para las mandadas, y todos lo sabían.
Caelan, aún sosteniendo a Lyra, la miró con una sonrisa que solo ella conocía.
—Mi Luna —murmuró.
—Mi Alfa —respondió ella, sintiendo que, en ese momento, el mundo entero les pertenece.
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Nota:
Nueva novela disponible el 23 de diciembre, estoy trabajando en ella para entregarles un buen trabajo. Aquí les muestro portada y nombre de la novela.