Ser la más bella del mundo no es fácil. Mil enredos, aventuras, romances, amor y buen humor, se suscitan en la vida de la mujer elegida como la más hermosa del planeta. Luego de ser proclamada Miss Sideral, Marisol pondrá en riesgo el amor que siente por Jonathan, su novio, viéndose acosada por hombres millonarios, deportistas campeones y cotizados actores que intentarán conquistar su corazón, atraídos por su belleza. Deslumbrada por una vida de ensueño, lujos, viajes y rodeada de grandes personalidades, Marisol se verá tentada de mil maneras para dejar su tranquila vida de estudiante de abogacía, pero también encontrará engaños, traiciones, proposiciones indecentes y de matrimonio convenido, de parte de hombres de toda posición social, queriendo conquistar a la más hermosa del mundo. Ella deberá enfrentar a todas esas tentaciones pero también tendrá que lidiar con el peligro, pues su vida correrá peligro atacada por mafias de apuestas, tratas de personas y políticos corruptos y maquiavélicos que la ven como una rival influyente en la opinión pública. Marisol, igualmente, pondrá a prueba su temple envuelta en guerras y conflictos y saldrá en defensa del bien contra la maldad en todas sus formas, aprovechando su vigencia como belleza mundial. Una novela apasionante, diferente, audaz, divertida y con mucha adrenalina, que cautivará al lector de principio a fin. En sus capítulos encontraremos amor, romance, peligro, crímenes, mafias y toda suerte de enredos e hilarantes situaciones que hacen de "Los enredos de la más bella del mundo" una novela imperdible.
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Capítulo 22
La caravana donde supuestamente nos estábamos trasladando con destino al aeropuerto para volver a Nueva York, fue atacada con bazucas. Las bombas reventaron los autos, haciéndolos volar en pedazos, haciéndolos añicos, convirtiéndolos en un montón de fierros retorcidos, en una cruel y sanguinaria embestida. Otros fueron pasto de las llamas y las balas tabletearon astillando los restos de los carros humeantes. Sin embargo, los soldados reaccionaron, llegaron por pelotones por las lomas contiguas, cerca de la colina donde habían estado esperando, y cercaron a los atacantes, desatándose una infernal balacera que se prolongó por muchos minutos. Muchos hombres de los atacantes, viéndose embestidos por los militares, trataron de ganar las lomas, pero fueron alcanzados por los disparos y quedaron con los sesos reventados, esparcidos en los encrespados, convertidos en masas informes, en grandes charcos de sangre.
No quedó un auto en pie por el estallido de las bombas y el jeep donde supuestamente debía estar yo, y que estaba al medio de la caravana, se incendió por completo, quedando reducido a pura chatarra. Una bomba de un bazuca le dio de lleno, haciéndolo explotar por completo.
Todo lo vi desde el campamento provista de unos potentes catalejos. Morgan mandó la caravana sin nosotras y los sicarios contratados para matarme, cayeron en la trampa que tendieron los militares. Fueron sorprendidos por los soldados, abatidos y eliminados.
Le informé además de los tipos que coordinaron el ataque desde el campamento, y fueron detenidos. Los militares también apresaron a otros sujetos que estaban detrás de las movilizaciones de inmigrantes. Cobraban miles de dólares por un traslado inhumano, recorriendo miles de kilómetros hacia la nada.
-Pudieron haberte matado-, me dijo Andrea. Nos sacaron en helicópteros y nos llevaron hasta un hotel cerca a la frontera donde nos alojamos, pudimos bañarnos y cenar. Allí pernoctamos una noche.
-No entiendo por qué me temen tanto, yo no decido nada en el mundo-, sorbí la sopa de verduras que ordenó me sirvieran la señora Reynolds.
-Es que la prensa destaca lo que dice, Miss Sideral, tu voz es importante-, sonrió Jaclyn.
No dije más. Traté de serenarme, pero me era imposible. Las imágenes de las bombas estallando, reventando los blindados, los tenía grabados en mi mente y se repetían una y otra vez delante de mis ojos. Estaba demasiado turbada.
Me dieron una suite grande y allí también se alojaron Sandra y Melissa. Ya acostada, no pude contener el llanto.
-Han muerto mucha gente inocente por mi culpa-, dije llorando sin detenerme.
Sandra se arrodilló junto a mi cama y tomó mis manos. -No, Marisol, no es tu culpa, atrás de todo hay gente malvada, ambiciosa y avara que usa a la gente inocente-, intentó consolarme, pero yo seguía llorando.
-Ustedes podrían haber muerto, todas mis amigas, por mi culpa-, renegaba llorando.
-Eres valiente, Marisol, y nosotras somos fuertes contigo-, me dijo. Yo me hundí en su pecho y seguí llorando sin consuelo, impactada de lo que había visto en las lomas de la frontera, sin que pudiera evitarlo.
Quién sabe de que tamaño tiene los cuernos que le pusiste
y sin remordimiento