Grace Pons trabajaba en una casa de citas hasta que escapó de esa vida llena de peligros y vergüenza, para acabar dando su consentimiento a un matrimonio de conveniencia. Sin embargo, no viviría mucho tiempo como una mujer respetable si no conseguía mantener su pasado y su corazón bajo siete llaves.
El amor era lo menos importamte en el matrimonio para un hombre que había empezado de cero, y tenía aspiraciones políticas. Bruno Valverde necesitaba una esposa adecuada para garantizar su elección y darle una madre a sus hijos.
Aún así, el deseo hacia su bella esposa comenzó a ser irresistible, hasta que los secretos de su pasado empezaron a descubrirse...
NovelToon tiene autorización de Maria Esther para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
No parece una aventurera...
El placer es mío, señorita Pons, Bruno miró a los hombres, ¿ha podido comer algo?
Todavía no. Tengo un poco de hambre.
Los demás captaron la indirecta y se alejaron.
Bruno le ofreció el brazo y la llevó hacia el buffet.
Es muy poco frecuentes disfrutar de la compañía de jóvenes tan bellas por esta parte del estado, estos hombres la acapararían toda la noche si se les permitiera.
Todo el mundo ha sido muy amable hasta el momento. Nos han dado unas habitaciones magníficas en el hotel. El personal es muy atento y la comida buena. Bruno no quitaba la mirada de su boca, se veía divina con sus dientes blancos como perlas y sus labios de color carmín, muy apetecibles.
Él le entregó un plato y tomó otro. Ella se sirvió un trozo diminuto de pastel de chocolate y unos dátiles. Luego, se quedó mirando los flanes de nueces más tiempo del necesario para elegir uno.
¿Pasa algo?, le preguntó él.
No, contestó ella con una mirada de cierto bochorno, no suelo comer postre, pero estos tienen un aspecto Irresistible.
Ella tomó una paleta de plata y eligió dos. Bruno tomó un tenedor y se lo entregó a ella.
¿Le gustaría sentarse?
Sí, contestó ella aunque siguió dando la vuelta a la mesa.
Pasó de largo los diminutos sándwiches, fue directamente hasta los pastelillos rellenos de crema y tomo uno con las pinzas de plata. Luego, se sirvió un bombón de chocolate recubierto de azúcar glaseada.
Él la llevó al jardín iluminado con luces led y le indicó un banco de piedra. La señorita Pons se sentó y se realizó la falda. A él le gustó que se comportara con elegancia y seguridad. Le gustaba todo de ella; su cuello esbelto y la suave piel que podía verse por encima del borde del escote, donde un pequeño estuche de oro resplandecía en el jardín iluminado. Su cintura era increíblemente estrecha.
Exquisito comentó ella después de probar el flan.
Él no pudo disimular la sonrisa, tenía medio plato lleno de dulces.
¿Sabe cocinar, señorita Pons?
Ella arrugó la frente por la preocupación, pero fue un gesto muy fugaz.
La cocina no entró en mis estudios, pero aprendo enseguida si hace falta. ¿Cocinar es un requisito para una esposa en Sonora?
Le pido perdón. Mi pregunta ha sido un torpe intento de entablar conversación. Estoy seguro de que podría aprender a cocinar. Apostaría que a la mayoría de los hombres que hay aquí esta noche les da igual los conocimientos de cocina que tenga.
Ella dejó su plato sobre el regazo y lo miró con curiosidad.
¿Usted busca esposa, señor Valverde?
Bruno había participado en esa iniciativa porque Sonora necesitaba más mujeres. Había atendido a las recomendaciones del consejo, no se había comprometido. Ya había tenido una esposa y no había pensado en tener otra. Una mujer no había sido prioridad durante los dos últimos años, pero había conocido a esa mujer.
Mis compañeros del consejo territorial creen que una esposa daría cierta sensación de estabilidad y transmitiría la imagen de una familia sólida cuando me presente a la elección.
Los ojos azules de ella lo miraron con interés evidente.
¿A qué elección se refiere?, perdone mi ignorancia, dijo ella.
A él le pareció que detrás de esa superficie deliciosa Había algo más que una joven hermosa y segura de sí misma.
De gobernador de la comarca, quizá algún día, del estado.
¿Y usted? ¿Qué piensa usted?, le preguntó ella.
Esta vez ella lo preguntó en un tono muy delicado.
Tengo hijos, una influencia refinada le sentaría muy bien.
¿Hijos, es usted viudo?, le preguntó a ella con un poco de vacilación en su voz.
Sí.
Oh, mis más sinceras condolencias. ¿De cuántos tiene que ocuparse?
De tres.
Aquello empezaba a parecerse a una entrevista, y, efectivamente, podía serlo. Bruno supuso que esa señorita con el pelo color caoba podía elegir a cualquier hombre de los que estaban allí.
¿Por qué una joven encantadora como usted ha contestado al anuncio y se ha venido a Sonora?, no me parece una aventurera.
No, creo que no lo soy. Mi amiga Celeste ya había mandado un telegrama y me pareció normal acompañarla. Empezar de cero era preferible a las perspectivas que tenía en mi ciudad.
¿Ha dejado familia?, preguntó él.
No. Mis padres están muertos, no tengo familia.
Eso es una desgracia.
Bruno lo dijo sinceramente, porque le pareció que ella era demasiado joven para tener que tomar decisiones trascendentales. Sin embargo, se comportaba con una seguridad en sí misma muy sofisticada.
Es evidente que es una mujer de ciudad. Esta tierra está muy poco civilizada. Nuestra vida social no es como la que usted está acostumbrada a llevar.
Ella replicó bajando la mirada, se sorprendería si supiera a lo que estoy acostumbrada.
Ella tomó aliento, lo que hizo que él se fijara en los pechos que se escondían debajo de la tela rosa, y se quitó unas migas inexistentes de la falda.
Se me dan bien las cuentas y puedo llevar una contabilidad, siguió ella, sé leer música y toco bien el piano. Hablo inglés con fluidez y sé bordar. Tengo conocimientos y puedo enseñar distintas asignaturas si algún niño necesita mi ayuda.
Él seguía pensando que esa joven hermosa e inteligente podía elegir marido en Sonora. Le parecía asombroso que hubiera dejado su entorno familiar y que hubiera viajado a Sonora con la intención de casarse.
Casi por lo general las chicas casamenteras son las que se sentían quedadas y por eso andaban buscando esposo a como diera lugar.
Pero esta chica en especial le parecía muy distinta a las otras, tenía un aire de misterio que cubría su alma. De pronto ella se sintió cohibida porque él no le quitaba la vista de encima. Sintió que un rubor le cubría todo su rostro...
Estoy impidiéndole que coma cuando quería haber evitado que otros lo hicieran. Por favor disfrute y perdone.
Grace le sonrió con agradecimiento, tomó el pastelillo relleno de crema y lo mordió levemente.
Maravilloso, dijo ella con un agrado evidente.
¿Quiere una taza de té?, le preguntó él acabo de unos minutos.
Estaría bien... pero...
¿Qué?
¿He visto champagne?, dijo ella con la mirada divertida.
Él tuvo que hacer un esfuerzo para no arquear las cejas. Era un cambio estimulante en comparación con la mayoría de mujeres abstemias que él conocía.
Le traeré una copa.
Él volvió con dos copas y ella aceptó una dándole las gracias.
Nunca me había dado el placer de satisfacer mi afición por los dulces y discúlpeme por haber aparecido una glotona.
Al contrario, tiene muy poco apetito, replicó él sentándose a su lado. ¿En su ciudad no había pastelitos rellenos de crema?, Discúlpeme la pregunta.
En el colegio para señoritas de la señorita Sara no nos dejaban comer nada que pudiera estropear nuestra figura.
Efectivamente, todas las jóvenes que él había visto hasta el momento estaban demasiado delgadas.
Todas las personas se merecen un capricho de vez en cuando, comentó él con una sonrisa.
Ella dio un sorbo de champagne como si estuviera acostumbrada a su sabor.
¿Cuántos años tienen sus hijos, son chicos o chicas?, preguntó ella con evidente curiosidad.
Ella no estaba acostumbrada a cuidar niños, pero si habría que sacrificarse lo haría por su bienestar.
Chris es el mayor y tiene 6 años, Betty...
Vaya, la hemos encontrado señorita Pons, Ricardo Quintero eligió ese momento para aparecer con un grupo. Observo que Bruno tiene cautiva a nuestra invitada.
EXPLÍCAME POR FAVOR AUTORA.
¿QUE PASÓ CON EL VIERNES Y EL SÁBADO, Y COMO LLEGARON A LA NOCHE DEL SÁBADO?