El Amante

Capítulo 12

Heridas que duelen

Eliana

Veo que la puerta se cierra tras ese beso repleto de lujuria y mis lágrimas caen en cascada por mis mejillas.

Así que ella es la verdadera razón por la que mi esposo no ha vuelto a dormir en casa. Maldita sea. Que estúpida he sido al creer que Juan David era diferente.

"No puede ser... Él. No puede... Traicionarme"

Antes de derrumbarme les tomo unas cuantas fotos juntos, esta vez ese infeliz no va a negarme lo que está haciendo. No se va a hacer la víctima como siempre lo ha hecho.

Mis ojos se nublan y derraman lágrimas sin parar, el estómago se me revuelve enseguida y las ganas de vomitar se hacen presente, mi voz se quiebra en un instante, siento que no puedo mantenerme en pie, caigo de rodillas en ese sitio llorando y con el alma rota mientras que el aire a mi alrededor se va poniendo denso.

—¿Señora, le sucede algo? ¿Se siente usted bien?

Pregunta una adolescente quien me extiende la mano y me ayuda a levantarme de la acera.

Asentí con mi cabeza en respuesta a su pregunta y seco mis lágrimas con mis pulgares, la muchacha apenas sonrió.

Estando ya de pie vuelvo a entrar en razón, mientras que en mi cabeza miles de preguntas se van formulando por si solas.

¿Por qué lo hizo? ¿Por qué me engañó con una mujer así?

Ella es exactamente lo que Juan David dice odiar de una mujer, el tipo de mujer que él jamás quiso que yo fuera y ahora la besa a ella sin importarle nada.

¿Por qué me humilla de esta manera? ¿Por qué se mete con el tipo de mujerzuela que por tanto tiempo ha criticado? No entiendo, esto no tiene sentido alguno para mí.

—¿Seguro que está bien? ¿Puede regresar sola a casa? Su cara se ve palidecida y me preocupa, ¿Al menos sabe como regresar? Este vecindario puede ser un verdadero laberinto peligroso para quien no lo conoce bien —insiste la muchacha y yo niego con mi cabeza—.

—No puedo, No se como salir de aquí. Llamaré a un taxi.

—Vamos a mi ruta, estoy por ir a la preparatoria y créame, el transporte público es su mejor aliado en un lugar como este —me mira de arriba a abajo—. Usted se ve muy elegante y refinada, cualquier taxista de aquí podría secuestrarla para obtener dinero.

Dice ella haciéndome entrar en pánico. Así que decidí seguirla en silencio.

—La dejaré lo más céntrico que pueda y ahí si podrá pedir un taxi hasta su casa. ¿Qué hacía usted por aquí? ¿Cómo llegó a un lugar como este, se perdió?

—La verdad no, venía siguiendo a alguien y lo perdí de vista.

Me limito a responder y luego se me ocurre que esta niña por ser de aquí podría darme algunas respuestas que necesito, a cambio le daré suficiente dinero para su colegiatura.

Le presento el pequeño trato al sentarnos juntas dentro de ese bus y me sorprendo de cuan emocionada se pone la chica, me dice que conoce a cada uno de los habitantes de ese barrio y se emociona de recibir algo de dinero extra.

La verdad siento mucha pena, la muchachita me cayó bien y me dio un poco de información al respecto, aparte quedó en investigar más y mantenerme comunicada.

Yo aparte de darle dos mil dólares en efectivo, le entrego una de mis tarjetas para que se comunique conmigo y ella baja feliz, indicándome que debo quedarme en la siguiente parada y tomar mi taxi.

Luego de bajarme del bus me quedé caminando a la deriva en este lugar tan apartado de la ciudad, el cual no conocía y era realmente hermoso.

Está claro que este día no podré enfrentarme a esta situación, me siento derrotada, abatida y abrumada.

No permitiré que esa mujer me vea destruida. Eso no lo permitiré jamás. Esta situación me está matando por dentro y no tengo a donde ir.

Quisiera ir y golpear a esa mujer por atreverse a besar a mi marido, pero es inútil siquiera pensarlo porque claramente pude ver que él también lo quiere y lo desea tanto como ella.

Cosa que me destroza el alma en un instante.

Nuevamente llamo a mi salvavidas (Mi hermana Elsa), para que busque a mi hijo al colegio y lo lleve a su casa, yo... Ahora mismo no puedo hacerlo, luego de explicarle un poco lo que está sucediendo conmigo ella en seguida accedió a hacerse cargo de Eliot, no puedo permitir que mi hijo me vea en este estado, no quisiera preocuparlo y mucho menos que sepa de lo que su padre está haciendo ahora mismo.

Me senté en un parque a pensar. Frente a mi veo pasar todas aquellas imágenes de los momentos que pasamos juntos, cuando en los inicios de nuestra relación fracasó una y otra vez en sus intentos de salir adelante y yo siempre me mantuve ahí para él, motivándolo a ir por mas hasta lograrlo, no, no se vale.

Yo no merecía algo así. Es una bajeza de su parte y ahora en vez de sentirme mejor siento que le estoy poniendo sal a mi herida.

Con mi mente absorta en mis problemas camino bajo la lluvia sin rumbo alguno y en un rato ya me encontraba en casa de mi amigo Raúl, este sin mediar palabras me abrazó fuerte al verme en este estado.

Moría de vergüenza, pero en estos momentos necesito unos brazos fuertes que me sostengan y un par de oídos que me escuchen sin juzgarme. Porque así trate de negarlo o de justificarme diciendo que no me esperaba algo como esto, en el fondo sabía con exactitud a qué se debían todos sus cambios.

Estoy convencida de que no me saldrían las palabras para asumir todo esto y lo menos que quería escuchar era un "Te lo dije" de parte de mi hermana porque ahora mismo no tengo ganas de darle la razón a nadie.

Aún así debía hablar con alguien o terminaría muriendo asfixiada con el nudo que traía en mi garganta, así que ese debía ser Raúl. La persona en la que más confiaba luego de mis hermanas.

Sé muy bien que me equivoqué bastante tratando de mentirme a mi misma cuando en realidad estaba segura de que todo esto estaba sucediendo desde hace ya mucho tiempo y ahora que veo pasar la verdad frente a mis ojos, me doy cuenta de que todo estuvo claro desde el comienzo, era yo quien me negaba a aceptar que ya no era la dueña de su amor.

Raúl se queda en silencio y me observa, acaricia mi cabello con delicadeza esperando a que yo termine de calmarme y casi tiene que sacarme las palabras con cucharita.

A la final le cuento todo lo que sucedió y él no me interrumpe siquiera una vez, es lo que más amo de este hombre. Que me escucha sin importar que tan grave sea lo que tenga para contarle.

—Ya pasó, preciosa, lo importante es que salgas adelante, eres una mujer inteligente Eliana y muy bella, con un gran futuro por delante, créeme que más adelante vas a estar agradecida de todo esto, tu no mereces que un hombre te mantenga a su lado solo para aparentar que su vida es feliz y armoniosa, y que encima te prohíba perseguir tus propios sueños, tu no eres una pieza de un museo, mujer. Ni mucho menos el trofeo de ese hombre como para que te tenga encerrada —acuna mi rostro en sus manos—. A ese imbécil le va a pesar más adelante haberte cambiado por alguien que no vale la pena, esa mujer más temprano que tarde va a dejarlo por alguno de sus colegas o incluso por alguien más joven y el volverá de rodillas ante ti, eso tenlo por seguro, solo no lo aceptes de nuevo, por favor.

—¿Cómo es que sabes quien es esa mujer? Tú... ¿Sabías de todo esto? ¿La conoces?

Pregunto totalmente sorprendida y él me quita la mirada, acto que me hace comprender que tengo toda la razón.

—Hay Eli. No es que sabía con exactitud lo que estaba ocurriendo aquí, pero me lo imaginaba. Ese hombre es un cretino por cambiarte a ti por una mujer como esa. Sin carisma, sin educación, sin clase ni mucho menos modales. Jamás podrá llevarla algún evento sin ser juzgado por la sociedad entera y cuando se de cuenta de que con ella la vida no es lo que esperaba volverá a arrastrarse ante ti, buscando otra oportunidad. Todos estamos de tu lado, preciosa.

—¿Todos ustedes lo sabían? —pregunto desconcertada— ¿Por qué no me dijeron nada al respecto?

—Esa no es la pregunta —suspiró pesado—, la verdadera pregunta es que si tu nos hubieras creído a todos si te lo hubiéramos dicho basado solo en suposiciones.

—Tienes razón, aun hasta hace unas cuantas horas lo hubiera defendido a capa y espada. Raúl yo... Amo a ese hombre, siento que lo amé demasiado y me duele, di todo de mi parte para hacerlo feliz y juro que me estoy muriendo ahora mismo, Él no merecía tanto amor de mi parte.

—Y tu no mereces sufrir tanto por un imbécil como él, créeme que te entiendo, debes llorar todo lo que quieras, desahógate, grita, patalea, tira todo lo que se te atraviese, solo no vayas a rogarle a ese hombre para que vuelva, por favor —suplica y besa mi frente—. Debo irme a trabajar. Tengo turno de noche. Mi departamento es grande Eli, si no quieres ver a ese hombre, aquí podrás quedarte los días que quieras, puedes traer a tu hijo, sabes que me la llevo muy bien con ese pequeño diablillo —sonríe—. Has lo que quieras menos buscar a ese infeliz. Te hizo daño y lo volverá a hacer cada vez que quiera, si lo perdonas ahora luego no podrás detenerlo. Ya debo irme... Puedes comer y beber cuanto quieras, lo que desees pideselo a Carmen, es mi nana, Estará feliz de servirte de ayuda.

—Gracias Raúl. Gracias por estar siempre para mí.

—No agradezcas, lo hago con todo gusto —dice y se aleja hacia la puerta—. Mi casa es tu casa Eliana y eso está de más decirlo. Descansa preciosa.

La verdad este hombre me ayudó a pensar con más claridad, pero ver esas fotos en mi celular me llena de rabia y me impulsan a pensar en cosas que quiero hacer y no debo.

Quisiera volver a esa casa y recuperar lo que me pertenece. Traer a mi esposo conmigo, no es justo que mi hijo crezca sin su padre al lado y que esa mujercita de quinta se salga con la suya después de todo lo que yo he luchado para conservar a mi pequeña familia unida. No... Yo no quiero estar con él, pero tampoco quiero que él sea feliz con ella.