Mientras Tu Dormias

El trayecto hacia la cabaña de Jackson, no era mucho, pero era suficiente como para aburrirse y hasta quedarse dormido en caso de que no se diera una charla al menos. Y como ninguno de los dos abrió la boca en todo el camino, Camila terminó por quedarse dormida mientras Adrián al darse cuenta simplemente la observaba.

La muchacha tenía la cabeza recostada sobre el cristal de la ventanilla del coche, llevaba sus ojos cerrados, la expresión de su rostro denotaba tranquilidad aquella posición le pareció a Adrián muy incomoda, así que con mucho cuidado se acercó a ella, la tomó por la cintura suavemente, acercando sus cuerpos hasta tener la espalda de la muchacha casí pegada su costado, intentó llevarla más cerca, pero ella se removió, entonces él desistió de su loca idea.

Adrián cerró una vez más sus ojos, y sin darse cuenta se quedó dormido. Tras pasar aproximadamente una hora, el hombre volvió a abrirlos para encontrarse el cuadro más bello que pudiera haber imaginado jamás, Camila ya no se encontraba sentada a su lado, ahora tenía la cabeza apoyada en su hombro, los pies sobre el asiento del vehículo y su mano prendida de la Cintura de él. Sú corazón

La sensación de tranquilidad que se expandía en su interior con el simple hecho de tenerla así, abrazándolo era indescriptible, el hombre sentía infinidad de cosas, las cuales necesitaba sacar de alguna forma. Aunque no estaba muy seguro de cómo lo haría, emitió un largo suspiro y volvió a cerrar los ojos, deseando que el camino se hiciera eterno.

Cuando llegaron a su destino...el chófer detuvo el vehículo, miró por el espejo retrovisor y la imagen que este le devolvió le pareció de alguna manera extraña, allí en el asiento trasero del coche, su jefe, uno de los hombres más poderosos del lugar, temido por muchos debido a sus implacables estrategias de negocios, estaba profundamente dormido abrazando a sus esposa y esta abrazándolo a él, sin dudarlo el hombre sacó su móvil del bolsillo de su chaqueta y con mucho cuidado les tomó una fotografía.

-Señor, señora, hemos llegado- les dijo luego el chófer intentando despertar a la pareja.

Camila fue quien abrió sus ojos primero, al hacerlo se paralizó, sintió mucha vergüenza al darse cuenta de la posición en la que se encontraba, que si bien no era extraño para un matrimonio como se suponía que eran ellos, para ella sería lamentable si Adrián despertaba y la veía prendida a su cuerpo como si fuese un salvavidas. Con mucho cuidado, lentamente la muchacha se enderezó y poco a poco fue moviendo el brazo, para quitarlo de encima del torso masculino, cerró los ojos, respirando pausadamente mientras lo hacía y cuando estaba a pocos centímetros de lograr su objetivo la mano de Adrián se envolvió en su muñeca llevándola nuevamente hacia su cuerpo.

-No. Por favor...no te alejes- murmuró el hombre estando aún dormido.

La muchacha trago saliva, se puso más nerviosa de lo que estaba, no entendía por qué la reacción del hombre, se dijo que seguramente él estuviera soñando, así que no le quedó otra opción que despertarlo.

-Adrián, Adrián- le dijo casi al oído.

-Sí, mi amor- respondió él entre sueños, ella sintió que su corazón se aceleraba.

-Despierta, Adrián. Hemos llegado- dijo ella quitando su brazo, entonces el hombre abrió los ojos, la observó y le sonrió.

La sonrisa que Adrián le regaló, a Camila le pareció encantadora y tratando de no pensar se giró para abrir la puerta del coche y bajar. El muchacho no entendió la actitud de ella, quien ya se encontraba en la parte trasera del automóvil esperando por su bolso.

Sin entender demasiado, luego de que el chófer le ayudara a bajar y acomodarse en la silla de ruedas, Adrián se dirigió al lado de su esposa y juntos entraron al lugar.

-¿Todo bien?- indagó él.

-Sí. Todo muy bien- respondió ella mientras observaba el interior de la cabaña.

-Bueno, señor- intervino el chófer- Me retiro, cuando me necesiten para alguna cosa me llaman y aquí estaré.

-Bien, muchas gracias- dijo Adrián viendo como el hombre se retiraba- ¡Un momento!- agregó y el chófer detuvo su andar.

-¿Dígame?- preguntó

-¿Sabes donde está el servicio?- el hombre frente a él arqueó una ceja- Los empleados que van a atendernos durante la semana.

-¡Ah! Bueno, a decir verdad el señor Jackson, pidió a todos que se marcharan, por qué al ser está su luna de miel, necesitarían mucha privacidad- respondió el hombre.

-¡Maldito, Jackson!- murmuró Adrián- Pero nosotros hemos venido a descansar- agregó-¿tienes manera de contactar al personal?

-No, yo no, señor- respondió el chófer.

-¿Y ahora?- agregó Adrián con preocupación.

Camila por su parte solamente oía la charla y muchas cosas pasaban por su mente luego de conocer la situación.

-Por mi no hay problema- dijo de repente- Yo puedo encargarme del aseo y la comida- agregó la muchacha.

-¡Oh, no! No me parece correcto que te hagas cargo de todo- dijo Adrián apenado.

-De verdad, no hay problema- acotó ella- Además a mí me gusta hacer las cosas por mi misma.

-Bien, si así lo quieres- terminó cediendo su esposo.

-Bueno, entonces si ya no me necesitan me retiro- intervino el chófer- que tengan una buena semana.-Y tras despedirse, el hombre se marchó.

El silencio reinaba en el lugar, ninguno de los dos sabía qué decir o hacer, ya que gracias a las ocurrencias de Jackson Adrián y Camila pasarían una semana completa solos en aquella cabaña alejada de todo y de todos.

-Bueno- dijo la muchacha rompiendo el silencio- Me parece que deberíamos conocer el lugar- agregó tras el silencioso asentimiento de Adrián, colocándose detrás de la silla para comenzar a empujarla y así dar un recorrido a la cabaña.

No se podía negar que Jackson tenía muy buen gusto, la cabaña no era inmensa, pero tenía el espacio suficiente para ser habitada y disfrutada. Las paredes exteriores eran de madera, muy rústica, pero el interior era sumamente moderno, tenía todo lo necesario para llevar una estadía más que placentera.

La cocina era pequeña, en ella además de los electrodomésticos necesarios había en el centro una isla, la cual servía para desayunar y quizás también almorzar o cenar. A pesar de que allí había un bonito comedor, la cocina se sentía más acogedora.

Luego pasaron por una puerta que los dirigió a un pasillo iluminado por los rayos del sol gracias a los enormes ventanales que tenía. Desde ellos se podía vislumbrar un pequeño lago que circundaba una cadena de cinco montañas cercanas. Siguiendo el pasillo llegaron hasta un par de puertas, Camila las abrió y así descubrieron que esas indudablemente eran las habitaciones.

-¿Derecha o izquierda?- preguntó Camila, Adrián observó ambas puertas.

-Mmm... derecha- respondió y ella abrió la puerta, encontrándose así con una habitación igual de bella que el resto del lugar, en la cual había una amplia cama, un juego de mesas de noche a los lados y un ventanal que a la vez hacía de puerta hacia el exterior.

La muchacha empujó la silla de ruedas hasta el interior de la habitación y luego se despidió rumbo a la que sería su propia habitación los días que estuviesen allí. Al entrar, no le sorprendió que está fuera igual a la otra, dejó si bolso sobre la cama, y caminó hacia la puerta, la abrió y quedó embelesada con el paisaje que desde allí podía observar. Giró su rostro hacia los lados y vio a Adrián admirando al igual que ella el paisaje, la tarde estaba cayendo, dándole paso a la noche, los rayos del sol se perdían en el interior del lago dándole al lugar cierta especie de magia.

Ambos se miraron...sonrieron y luego cada uno regresó al interior de la casa.

Adrián no estaba seguro si agradecerle a su amigo el hecho de que estuvieran absolutamente solos o mandar a golpearlo por su idea, no sabía como iba a manejar la situación, pero estaba convencido de que debía aprovechar cada momento.

Camila por su parte, se sentó en la cama y cayó en cuenta de que sería toda una semana a solas con Adrián, y aunque debía reconocer que él la ponía muy nerviosa, no podía echarse atrás y, ya que estaban allí, iba a hacer lo que había venido a hacer, descansar.

La muchacha se cambió de ropa, y decidió salir de la habitación dispuesta a preparar la cena, al hacerlo se encontró con Adrián en medio de la sala.

-Hola- le dijo él.

-Hola- respondió ella- Tal parece que entramos solos.

-Así es- replicó él.

-Bueno...entonces así será- terminó diciendo ella, mientras se alejaba rumbo a la cocina.

-Estaremos solos, entonces...- susurró Adrián, observándola alejarse.