Dentro De Tus Redes.

Juwon park

...****************...

El permanece en silencio durante unos segundos.

—Solo quería lo mejor para ti, pero ya has decidido estar con ella, así que lo aceptaré por ti. ¿Cómo va tu relación con ella? ¿Ha aceptado ser tu novia o en tu delirio crees que lo es?

Ruedo mis ojos y le respondo con un tono tranquilo, aunque algo molesto.

—No tengo ningún delirio, padre; ella ya forma parte de mi vida y no tiene escapatoria a su destino, y ese destino soy yo.

—Está bien, Juwon. Sabes cuáles son nuestras tradiciones y no puedes romperlas una más. En cuanto ella acepte casarse contigo, espero que sea pronto, debes informarme. Debemos llevar a cabo la tradición como corresponde.

—Padre, ella no pertenece a nuestra cultura; tiene sus propias tradiciones. Además, sus padres aún no saben de mí, así que debemos proceder con calma.

Escucho cómo maldice y luego respira profundamente.

—Juwon, tú decidiste unir tu vida con ella, sabiendo que son dos culturas diferentes. Nuestra organización se basa en nuestras leyes y costumbres. Ya rompiste una, al querer convertir a una extranjera en emperatriz, y ahora no quiero que rompas otra. Ella debe aceptar nuestras tradiciones si desea formar parte de nosotros, y tú lo sabes. No pienso discutir contigo; te doy dos meses para que te comprometas con ella. Para esa fecha, yo iré a Italia y cumpliremos con la tradición como corresponde. Si no lo haces, significará que no hay compromiso.

—Está bien, padre, pero no te alteres, puede afectar su corazón —le digo en voz baja, pasando mi mano por mi rostro en un gesto de frustración.

—Entonces no hagas que me altere, Juwon, porque tú serás el culpable de que tu padre sufra algún día un paro cardíaco —me responde irritado.

—Padre, ya debo dormir; hablaremos después.

Al colgar la llamada, me dirijo hacia la cama, acostándome a su lado y abrazándola. Tengo dos meses para comprometerme; será más complicado, pero sé que estoy ganando su cariño.

Almass Vannecelli

...****************...

Al despertar, observo a Juwon dormido mientras me abraza. Muerdo mi labio; me gusta dormir a su lado y que me cuide tanto. Esto hace que me sienta atraída hacia él de una manera que no sé cómo describir. Si continúo así, me enamoraré de él muy pronto, aunque eso también me da cierto miedo. No quisiera pasar por el mismo sufrimiento que experimenté en el pasado, aunque Juwon es diferente, aún así el temor persiste.

Siento algo sólido en mis glúteos y al volverme, al levantar las sábanas, descubro que su amigo ya está despierto. Muerdo mi labio; nunca pensé que el sexo me gustaría tanto, y menos con un hombre que sabe cómo hacerme experimentar tanto placer. Me escapo de sus brazos, bajo hasta su amigo, lo tomo con mi mano y lo acerco a mi boca, deslizando mi lengua alrededor de la punta. Aumentando el ritmo, solo escucho sus gemidos. Lo sigo tocando mientras continúo, él toma mi cabello con fuerza y finalmente se viene en mi boca, lo que yo trago, saboreando su esencia. Al terminar, paso mi lengua por su amigo y luego me recuesto en su pecho, dándole un pequeño beso en los labios.

—Buenos días, mi Juwon —le digo mientras coloco mis manos en su pecho y reclino mi cabeza sobre ellas.

—No hay mejor forma de despertar que esta, mi almass —me dice, colocando su mano en mi trasero y apretándolo.

Me coloca boca abajo y comienza a moverse con un ritmo intenso, mientras escucho el roce de nuestros cuerpos durante varios minutos. Esa conexión me mantiene en un estado de éxtasis. Luego, él se aparta de mí, se baja de la cama y me levanta, llevándome hacia la pared, apoyándome de espaldas mientras su mano me sostiene del cuello. Su respiración agitada me susurra cuánto me desea y que soy lo mejor que le ha pasado. Me muerde suavemente la oreja hasta que siento que mis piernas tiemblan, al borde de la excitación hasta llegar al clímax. A los pocos segundos, él también alcanza su punto culminante, sintiendo un líquido caliente descender por mis piernas. Me voltea y me ofrece un tierno beso en los labios. Caminamos hacia el baño, donde compartimos una ducha. Después de unos minutos, ya estamos vestidos, aunque aún recostados en la cama.

—Almass, me gustaría que te quedaras unos días conmigo mientras llegan tus padres. Quiero disfrutar de más tiempo contigo —me dice mientras acaricia mi cabello.

—Me encantaría, pero no puedo. Mis hermanos mayores llegan mañana y podrían darse cuenta de que no estoy en casa de mi amiga. Sin embargo, puedo venir a verte en un par de días y pasar la noche contigo. Hoy, podemos disfrutar el día juntos.

Su rostro se torna serio, pero asiente. Me acerco a sus labios y le doy un tierno beso.

—Juwon, quiero que hagamos esto. Haré lo posible para que pasemos más tiempo juntos, te lo prometo.

Él sonríe y me brinda un beso. En ese momento, mi estómago comienza a sonar; tengo hambre. Él se aleja un poco y me mira con curiosidad.

—¿Qué fue eso?

Sonrío de manera apenada y señalo mi estómago. Él observa mi rostro nuevamente.

—¿Tienes hambre, pequeña Minsuk? Ven, te prepararé algo para desayunar —me dice con preocupación.

—Sí, tengo mucha hambre —le respondo con sinceridad.

Toma mi mano y salimos del cuarto hacia la cocina, donde las empleadas nos ven y nos saludan con respeto. Él les pide que se retiren y comienza a remangarse la camisa mientras se pone a cocinar. Lo observo con atención; se ve increíble mientras prepara la comida, muerdo mi labio, deleitándome con cada parte de su cuerpo. Estoy absorta mirándolo hasta que, minutos después, termina de cocinar. Me sirve un delicioso desayuno y él también se sirve. Comenzamos a comer, pero él, con un gesto tierno, empieza a darme de comer a la boca como si fuera una niña, lo que me provoca una sonrisa ante su amabilidad.

Pasamos el día juntos, conociendo su hermosa casa y disfrutando de la vista exterior. Me lleva al edificio donde vive Esmeralda, y antes de irse, nos despedimos con un beso en los labios. Tras esto, me retiro para llegar al apartamento de Esmeralda, pero ella no se encontraba. Me doy una ducha y, una hora más tarde, llega, visiblemente nerviosa. A pesar de mis preguntas, no me cuenta nada.

Al día siguiente, antes de irme, un hombre me entrega un ramo de flores y una carta que resultó ser de Juwon. Esto hace que mi corazón se llene de emoción. Luego voy a la universidad; las clases transcurren con normalidad, pero los mensajes de Juwon mantienen una sonrisa constante en mi rostro, con sus dulces palabras y pequeños detalles. No puedo sacarlo de mi mente.

Al salir de la universidad, acompañada de Esmeralda, vemos tres autos y de uno de ellos baja un hombre que reconozco, el imprudente que casi me atropella. Se acerca a nosotras.

—Buenas tardes, ¿te acuerdas de mí?

—Buenas tardes, sí, te recuerdo. Eres el que casi me atropella.

Él sonríe de manera avergonzada y responde:

—Sí, lo siento mucho. Ese día te pregunté tu nombre, pero no me lo dijiste. ¿Podrías decírmelo?

—Mi nombre es Almass Vannecelli y mi amiga es Esmeralda.

—Vannecelli... es un gusto, Esmeralda. Almass, qué bellos nombres. No he podido dormir bien desde aquel día. Me siento culpable y quiero redimirme. ¿Les parecería si las invito a comer?

—Gracias, pero no aceptamos invitaciones de extraños —respondí con firmeza.

—Volveré todos los días hasta que acepten la invitación. Solo busco tener una amistad con ustedes, especialmente contigo, Almass.

Se despidió y se dirigió hacia su auto. Solo miré a Esmeralda, quien me observaba con curiosidad, pero yo simplemente encogí los hombros. Pasaron dos semanas en las que este hombre continuó apareciendo y me invitaba a cenar. Suspiré y decidí aceptar la invitación.