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Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Cuando Abrió Los Ojos, Descubrió El Amor

Status: Terminada
Genre:CEO / Amor-odio / Amor eterno / Enfermizo / Completas
Popularitas:35.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Luciara Saraiva

La puerta chirrió al abrirse, revelando a Serena y a la enfermera Sabrina Santos.

—Arthur, hijo —anunció Serena—, ha llegado tu nueva enfermera. Por favor, sé amable esta vez.

Una sonrisa cínica curvó los labios de Arthur. Sabrina era la duodécima enfermera en cuatro meses, desde el accidente que lo dejó ciego y con movilidad reducida.

Los pasos de las dos mujeres rompieron el silencio de la habitación semioscura. Acostado en la cama, Arthur apretó los puños bajo la sábana. Otra intrusa más. Otro par de ojos recordándole la oscuridad que lo atrapaba.

—Puedes irte, madre —su voz ronca cortó el aire, cargada de impaciencia—. No necesito a nadie aquí.

Serena suspiró, un sonido cansado que se había vuelto frecuente.

—Arthur, querido, necesitas cuidados. Sabrina es muy experta y viene con excelentes recomendaciones. Dale una oportunidad, por favor.

NovelToon tiene autorización de Luciara Saraiva para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 1

El brillo frío de las joyas se reflejaba en los ojos castaños de Arthur mientras escuchaba el torrente de palabras apasionadas de Vivian Miller. Ella era deslumbrante, una socialité con la belleza esculpida y la cuenta bancaria envidiable, el tipo de mujer por la que muchos hombres implorarían una mirada. Pero para Arthur, Vivian era solo otro trofeo, una conquista pasajera en su colección de placeres efímeros.

Vivian provenía de una familia de médicos famosos que construyeron un gran imperio de hospitales y clínicas médicas por todo el país. Un gran imperio en la medicina de varias generaciones.

-- Arthur\, -- susurró ella\, la voz embargada por la emoción\, las manos delicadas buscando las de él sobre la mesa de caoba pulida del restaurante exclusivo. -- Me he enamorado de ti. Completamente.

Una leve sonrisa, más sarcasmo que gentileza, curvó los labios finos de Arthur. Retiró la mano, el toque de ella pareciendo ahora pegajoso e incómodo. -- Vivian, -- comenzó él, la voz un tono por debajo de lo habitual, cargada de un tedio elegante. -- Te has enamorado de la fantasía de Arthur Maldonado, el encantador CEO billonario... No de mí.

Tomó su copa de vino tinto, el líquido rubí girando perezosamente mientras la observaba. Había una tristeza genuina en los ojos de ella, una vulnerabilidad que él invariablemente ignoraba. Para Arthur, el amor era una debilidad, una brecha en la armadura que él cuidadosamente construyó a su alrededor. Las declaraciones apasionadas eran un inconveniente previsible, un efecto secundario tedioso de su riqueza y belleza.

-- No digas eso\, -- insistió ella\, las lágrimas ahora empañando sus ojos verdes. -- Yo te conozco...

Arthur soltó una risa corta y seca. -- Conoces la fachada, Vivian. Aquella que aparece en las portadas de revista y participa en subastas benéficas. El verdadero Arthur Maldonado es un hombre de negocios implacable, con tiempo limitado y cero interés en cuentos de hadas.

Se levantó, la mirada recorriendo el salón con una impaciencia calculada. -- Ha sido agradable, Vivian. Pero tengo compromisos.

Sin esperar una respuesta, se alejó, dejándola sola con el corazón roto y la dolorosa constatación de que, para Arthur, el amor era una palabra vacía, tan insignificante como un cero a la derecha de sus incontables dígitos bancarios. Esa era su rutina, un ciclo vicioso de conquistas y descartes, hasta que la oscuridad repentina y forzada lo confrontara con una vulnerabilidad que nunca imaginó ser posible.

La brisa fría de la noche acariciaba el rostro de Arthur mientras salía del restaurante, el sonido ahogado de la música clásica siguiéndolo brevemente antes de ser sofocado por el ronroneo potente del motor de su McLaren negro. Se deslizó dentro del coche deportivo, el cuero suave del asiento envolviéndolo en un abrazo familiar y reconfortante. La ciudad centelleaba frente a él, un mar de luces que siempre le pareció un testimonio silencioso de su poder e influencia.

Con un leve toque en el acelerador, el coche rugió, impulsándolo hacia la avenida concurrida. Arthur apreciaba la sensación de la velocidad, el viento aullando alrededor del coche, la adrenalina corriendo en sus venas. Era una de las pocas emociones genuinas que aún lo alcanzaban en medio de su existencia opulenta y, para él, superficial.

Sumergido en sus pensamientos, repasando mentalmente los detalles de la adquisición de aquella mañana, Arthur no notó las luces ofuscantes de un camión descontrolado que invadía la pista contraria a alta velocidad. El sonido ensordecedor de la bocina sonó como un grito de alerta en el último instante, arrancándolo de su concentración.

Hubo una fracción de segundo de reconocimiento helado, la constatación tardía del peligro inminente. Arthur intentó frenar, las manos crispándose en el volante, pero era demasiado tarde. El impacto fue brutal, un choque violento que sacudió el coche hasta la médula, como si un gigante invisible lo hubiera aplastado con un golpe.

El sonido de metal retorcido y vidrio astillado resonó por la noche, seguido por un silencio sepulcral y opresor. El cuerpo de Arthur fue arrojado contra el cinturón de seguridad con fuerza lancinante, la cabeza golpeando violentamente contra el airbag que se infló. Un dolor agudo y lancinante explotó en sus ojos, como si agujas incandescentes los perforaran.

Humo acre comenzó a llenar el interior del coche destruido, el olor a gasolina flotando en el aire. Arthur intentó abrir los ojos, pero todo lo que encontró fue una oscuridad impenetrable, un vacío negro que lo engulló por completo. El dolor pulsaba en su cabeza, ondas de náusea lo invadían, y una confusión desorientadora le impedía entender lo que había sucedido.

Intentó moverse, pero su cuerpo parecía pesado, extrañamente desconectado. El gusto metálico de la sangre invadió su boca. En medio del caos de su mente aturdida, una única y aterradora certeza comenzó a emerger: la luz, el mundo que él siempre dominó con una mirada fría y calculista, se había apagado. La oscuridad, antes una metáfora para su alma, ahora era una realidad física e implacable.

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Yolanda Vaca
Ella tiene que arreglar su pelo ,piel ect ect para se digna de alguien con plata !!!!🤣
Yolanda Vaca
No era que Vivían era rica ?? Ahora salió médica y trabaja en una clínica !!!!
Yolanda Vaca
Y....ya se olvidó del padre ??
Yolanda Vaca
Ese golpe le devolvió la vista y no lo dice !!!!
hilda betancourt
excelente
hilda betancourt
que linds tierna. que amor tan bello CONTINÚA ESCRIBIENDO Y SEGUIRE LEYENDO LO QUE HACES. SALUDOS
luz del cielo.
Estoy empezando, hasta el momento espero un poco, quiero ver la trama de esta novela, cómo se desempeña. /Proud/
luz del cielo.
Estoy empezando, hasta el momento espero un poco, quiero ver la trama de esta novela, cómo se desempeña. /Proud/
luz del cielo.
Es demasiado, la intriga lo carcome.☺️
luz del cielo.
Es demasiado, la intriga lo carcome.☺️
Lulu Malagon
exelente novela felicidades autora
Lulu Malagon
que bonito es el amor
Lulu Malagon
si de verdad estubiera enferma no fuera así
Lulu Malagon
ummm la enojada que se va a dar
Lulu Malagon
siempre impulsivo
Lulu Malagon
ojalá y sea cierto y no una yrampa
Lulu Malagon
así que nada de enferma
Lulu Malagon
hay que despistar al enemigo
Lulu Malagon
por traidor que más esperabas
Lulu Malagon
ese no la quiere
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