¿Podría un hombre marcado por la sangre cambiar al encontrarse con una mujer que veía la esperanza en todo?
¿O el pasado de ambos sería demasiado fuerte para escribir una nueva historia?
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Cap. 21
El silencio después del ruido
Eran las 2:05 de la madrugada cuando Lucifer salió del club con paso firme. Eva lo siguió unos metros detrás, aún con el abrigo que él le había lanzado sobre los hombros. El aire nocturno de la colonia Roma estaba frío y húmedo.
—Señor... gracias por ayudarme. Si usted no hubiera estado... —empezó Eva.
—Cállate y vete a casa —interrumpió Lucifer, encendiendo un cigarro sin mirarla.
El coche negro se acercó. Hendra bajó del asiento del conductor y se dirigió directo a Eva.
—¿Señorita Eva? ¿Está bien?
Lucifer lo miró con desdén. Hendra ni siquiera había abierto la puerta para él.
—¡Hendra! ¡Abre la puerta del coche! —ordenó Aris.
—Perdón, patrón —dijo Hendra, rascándose la cabeza mientras corría a abrir la puerta trasera.
Lucifer estaba a punto de subir cuando Eva lo detuvo, tomándolo del brazo.
Aris y Hendra se quedaron congelados.
—Lo siento... —dijo Eva, soltándolo de inmediato.
Lucifer se quedó quieto, esperando.
—Señor... quiero devolverle el dinero. No fueron doscientos mil pesos, fueron cien. Mi papá me engañó. Yo no sabía nada —dijo Eva, con voz firme.
—¿Y?
—Lo pagaré.
—No hace falta. Vete —respondió Lucifer, girando para subir al coche.
Pero Eva volvió a tomarlo del brazo, esta vez con más fuerza. Lucifer se golpeó la cabeza contra el marco de la puerta.
—¡Ay! —exclamaron Eva, Aris y Hendra al mismo tiempo.
—¿Qué estás haciendo? —gruñó Lucifer, sobándose la frente.
—Perdón, señor. Fue sin querer —dijo Eva, nerviosa.
—¿Ahora qué?
—Quiero trabajar para usted. Para pagarle. No quiero deberle nada. Ni por el coche, ni por esta noche.
Lucifer la miró en silencio.
—No tengo malas intenciones. No quiero seducirlo ni aprovecharme. Solo quiero saldar mi deuda —dijo Eva, con la voz quebrada.
Hendra soltó una risa contenida. Aris lo fulminó con la mirada.
—Sé cocinar. Sé limpiar. Puedo ser su empleada. Lo que sea —agregó Eva.
Lucifer frunció el ceño.
—¿Y tus fideos de pollo?
—Tengo amigos. Mi hermano Aldo. Ellos pueden encargarse. Yo puedo dividir mi tiempo.
Lucifer no respondió. Eva sacó un papel y un bolígrafo de su mochila, escribió su número y lo metió en el bolsillo del pantalón de Lucifer.
Aris y Hendra se miraron, sorprendidos.
—Espero que no piense mal, señor. Solo quiero que me llame si decide algo —dijo Eva, avergonzada.
—Ya vete —dijo Lucifer, subiendo al coche.
Eva se giró hacia el estacionamiento.
—¿No quiere que la llevemos? —preguntó Hendra.
—No, gracias. Mi moto tiene gasolina —respondió Eva.
—¿Y si te pierdes?
Eva se detuvo. Se giró lentamente.
—Sí... tengo miedo —admitió.
Aris sonrió.
—Dile que venga. Pon la moto en la cajuela —ordenó Lucifer desde el asiento trasero.
—Sí, patrón —respondió Aris.
Eva se dejó ayudar. Aris subió la moto al coche con cuidado.
—Listo. Súbete —le dijo.
Eva entró al coche y se sentó en el asiento delantero, junto a Hendra.
—¿Qué haces? El patrón va atrás —dijo Aris.
—No... yo me quedo aquí —respondió Eva, con una sonrisa nerviosa.
—Señorita, no es por nada, pero estoy más nervioso que usted —murmuró Aris.
—¿Crees que yo no? Mi corazón está a punto de salirse —susurró Eva.
Parecían hablarse con la mirada.
—¡Ya basta! Si no se acomodan, los tres se bajan y manejo yo —gritó Lucifer desde atrás.
—¿Por qué me regaña a mí? Yo no hice nada —dijo Hendra, confundido.
—¡Silencio! —ordenó Lucifer.
Eva se bajó y se sentó junto a él en el asiento trasero. En su apuro, se golpeó la frente contra el marco de la puerta.
—¡Ay! —exclamó, sobándose.
—Señorita, eso fue karma instantáneo —bromeó Hendra.
Lucifer soltó una risa breve, casi imperceptible. Todos lo miraron, sorprendidos.
—¿Fue usted? —preguntó Eva, mirando a Lucifer.
—¿Qué pasa? ¿Nunca han visto reír a alguien? ¿O quieren que me baje? —dijo Lucifer, con tono seco.
—No, señor. Todo bien —respondieron los tres al unísono.
El coche arrancó. El silencio reinó por unos minutos.
Eva sonrió. El camino de regreso apenas comenzaba.
Te felicito
espero que ese tipo le diga a Eva que su padre la vendió a el para pagar la deuda que tenia con el aver si con eso ya habré los ojos y se da cuenta que ellos no la quieren y solo la ven como un objeto que pueden usar del cual desacerse
y así ella se aleje y corta lazos con esa gente que si la buscan con escusas barata no los escuche ni les de dinero que solo se preocupe por ella y su hermano que se ve que la quiere y se preocupa por ella