Lauren Rossi, creía tener la relación perfecta con su amado novio, Paul, hasta que lo descubre en la cama su mejor amiga. Cegada por el dolor, Lauren decide ir a un bar a ahogar sus penas en alcohol; lo que ella no sabía que en ese bar se encontraría con el mismísimo diablo, llamado Alexei Kutnezcov.
NovelToon tiene autorización de Nix Agriche para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 6
Suspiré con frustración, ocultando mí mano y las observé avergonzada.
—Escuchen... –Comencé, hablando en voz baja para que nadie más pudiera oírnos, ambas se acercaron más para poder entender lo que estaba ocurriendo–. Lo cierto es que anoche, luego de ver a Paul con Kate, fuí a un bar, bebí demasiado. –Expliqué–. Allí conocí a un hombre, él me invitó una bebída y ya no recuerdo nada. –Comenté con frustración–.
Ambas me observaron confundidas.
—Lauren... ¿Te drogaron? –Indagó Lisa y negué–. No, bueno, no lo sé. Lo que sí sé es que bebí demasiado, eso es cosa que yo nunca hago y sufrí efectos secundarios.–Ambas guardaron silencio, permitiéndome continuar–.
—La cosa es que ésta mañana, desperté en la cama de un desconocido. –Ambas jadearon con incredulidad y se acercaron aún más, les encantaba el chisme–. Es obvio que tuvimos intimidad. –Les conté–. Pero eso no es todo, él dijo que anoche nos casamos. –Les comuniqué y ambas gritaron en shock–.
—¡¿ESTÁS CASADA?! –Soltaron en un susurro alto, mientras me observaban anonadadas–.—¡No! Bueno, ¡No lo sé! –Comenté frustrada–. Pero, ¿Qué otra explicación hay? Desperté, ví a ese hombre desnudo y dice que estamos casados de forma legal. ¿Qué otra cosa debo creer? –Me dejé caer en la mesa, mientras trataba de afrontar la realidad–.
—Espera, no pueden casarse de la noche a la mañana, así no funciona. –Dijo Lisa–. Nada es imposible para un hombre como él, eso fue lo que me dijo. –Les expliqué–.—¿Bueno? ¿Y quién es él? –Insistió Jenna–.
—Alexei Kutnezcov. –Dije su nombre y pude ver cómo un tono pálido cubrió el rostro de Jenna–. ¿Jenna? –Indagué, buscando una explicación–.
Jenna se recuperó del shock y entonces habló.
—Debés estar bromeando... –Murmuró y negué–. No, él dijo que así se llama, incluso le dijo a nuestros profesores que deben llamarme «Señora Kutnezcova». –Rodé los ojos al recordar–. ¿Por qué? ¿Lo conoces acaso? –Cuestioné, enarcando una ceja en su dirección y ella asintió–.
—No lo conozco en persona. –Comunicó–. Pero, ya saben que mí padre conoce a muchas personas malas y, una vez lo escuché nombrar a ese hombre, Alexei Kutnezcov, es el líder de la Bratva. –Verbalizó con incredulidad, dejándome estupefacta–.
¿Había tenido una aventura con el líder de la mafia rusa? ¿Y ahora era su esposa?
—¿Es un mafioso...? –Murmuré, sin poder creer lo que oía–. Bueno, tiene algo de sentido, eso explica sus cicatrices de balas en su cuerpo. –Comenté sin pensarlo demasiado–.
—Por dios... –Exclamó Lisa, sin poder creer lo que acaba de oír y, siendo honesta, tampoco podía creerlo, ésto parecía alguna novela barata de Wattpad escrita por una niña de trece años sin supervisión de sus padres–.
Enterré mi rostro en mis manos, sin saber que hacer a continuación.
—¿Qué voy a hacer ahora? Él no va a matarme... ¿Verdad? –El temor me invadió en cuestión de segundos, quiero decir, es un mafioso que puede matarme cuando quiera–.
Pero no lo hará, ¿Cierto?
Soy su esposa... Técnicamente hablando.
—Dios, encima le grité antes de venir aquí... –Murmuré, maldiciendome en voz baja por ser tan estúpida–.
—¿Le gritaste a un mafioso? Eso es tener ovarios –Comentó Jenna con incredulidad, haciéndome rodar los ojos–. Necesito irme. –Me puse de pie para salir del lugar, pero ambas me siguieron–. ¿A dónde van? –Pregunté, observándolas–.
—Vas a enfrentarte a un mafioso, mujer, no te vamos a dejar sola. –Ambas caminaron a cada lado de mí, tranquilizandome con su compañía–.
Al salir del campus, pude ver cierto auto negro que me trajo ésta mañana.
—Maldición, ahí está. –Murmuré y las chicas observaron hacia donde les indiqué–
La puerta del coche se abrió, dejando ver a mí sexy, musculoso y tatuado ruso, quien comenzó a caminar hacia nuestra dirección.
—Joder... Eres una zorra con suerte... –Jenna comentó en voz baja, haciendo asentir a Lisa, quien prácticamente estaba babeando al ver a Alexei–.
Él se detuvo frente a nosotras, pero sus ojos estaban puestos en mí.
—¿Qué hacés aquí? –Cuestioné, cruzándome de brazos, dejando en claro que no estaba feliz de verlo. Él simplemente me tendió el mismo teléfono que me había dado ésta mañana–.
—Olvidaste tu celular. –Respondió con voz ronca y pude oír a mis amigas jadear–.
Dios, sé que es sexy, pero al menos disimulen. No sé por qué me molestaba que lo admiraran de forma tan abierta.
Tomé su brazo, aferrándome a él.
—Vamos a casa. –Murmuré sin mirarlo, podía sentir mis orejas arder y juro por dios que lo vi sonreír por mí acción–.
Él rodeó mí cintura y me guió hacia el auto, sin reconocer a mis amigas. Abrió la puerta del coche y me ayudó a entrar.
Una vez solos, sus ojos negros se posaron en los míos.
—No tienes que ponerte celosa, Milashka. –Extendió su mano, acariciando mí mejilla–. Sólo tengo ojos para ti. –Afirmó, causando que un tinte rojo cubriera mí rostro–.
Aparte su mano de mí rostro, cruzándome de brazos.
—¿Quién dice que estoy celosa de ti? –Intenté refutar, sabiendo que era en vano–. Estoy molesta, ¡Molesta! –Repetí, intentando convencernos a ambos de aquéllas palabras, aunque ambos sabíamos que era una mentira mediocre–.
Él tomó mí barbilla en sus manos, sujetándome con fuerza mientras me obligaba a mirarlo.
Su boca cubrió la mía y su lengua ingresó de forma brutal en mí interior, deslizándose por cada lugar que pudiera alcanzar.
Jadeé por la sorpresa de aquélla accion y, debido a la inercia, mí boca se abrió aún más; dándole acceso y permiso de hacer lo que quisiera.
Debía apartarlo, eso sería lo más cuerdo pero, mí cuerpo me traicionó. Mis manos fueron directamente detrás de su cabeza y se enterraron en su cabello mientras le devolvía el beso, sus manos bajaron a mí trasero, masajeandolo a su gusto, mientras nuestras lenguas se enfrentaban en una batalla por el dominio, una batalla que estaba claro que no ganaría, aún así, no me aparté.
Su sabor, su tacto, todo en éste hombre hace que pierda cualquier sentido de razón.
Me atrajo hacia su regazo, quedando a horcajadas sobre sus muslos; sin despegar nuestras bocas del otro.
Como si estuviera en trance, comencé a mover mis caderas sobre su duro miembro que se encontraba a punto de explotar debajo de aquéllos pantalones.
Lo escuché soltar un gruñido bajo contra mí boca, mientras tomaba mis caderas moviéndome con más fuerza, buscando aún más fricción entre nuestros cuerpos.
Podía sentir el calor entre mis piernas y, la única forma de calmarme era que éste hombre me hiciera el amor.
Al romper el beso, un hilo de saliva se hizo visibles, conectando nuestras bocas.
Estaba sonrojada, mí cabello estaba desordenado y sólo quería que volviera a besarme.
Él acomodó mí cabello detrás de mis hombros y habló.
—No debes sentirte celosa de nadie, Milashka. –Su pulgar rozó suavemente mí mejilla–. Para mí, no existe nadie, ninguna mujer; excepto tú. –Aclaró–. Me casé contigo y, es por eso que no quiero que pienses que seré un jodido infiel como tú ex-novio. Para mí, sólo existes tú, Milashka, sólo tú. –No conocía a éste hombre, es por eso que no entendía porque me hablaba con tanta devoción y entrega pero, aquélla voz hipnótica y gutural me obligaba a creer en sus palabras–.
No lo conozco, pero éste hombre es el mismísimo Lucifer en persona.
La perfección hecha hombre y la representación misma del pecado, lo prohibido, la tentación.