Sinopsis
Emilia Bernade fue forzada a casarse con el duque Mazheón, quien era descrito por todos como alguien cruel y de corazón frío, ella atemorizada por el futuro que le esperaba decidió acabar con su vida, no obstante alguien reencarnó en su cuerpo, sin saber absolutamente nada de su anterior vida, cargando consigo pequeños fragmentos de como había muerto. Esa nueva Emilia para no estar sola decidió aferrarse al duque a pesar de sus rechazos.
¿Se ganará su amor o su odio?
NovelToon tiene autorización de Alex Buenos para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Siendo querida
En el salón de baile, la primera pieza había acabado cuando Iruen y yo regresamos adentro. El príncipe heredero se alejó de Elena acercándose a nosotros, específicamente a mi, algo que se me hizo extraño.
—Duquesa, ¿me concede la siguiente pieza? —No pude evitar arrugar las cejas mientras las miradas chismosas se clavaron sobre mí. ¿A qué estaba jugando?, miré la mano del duque, él la cerró con molestia. —Oh, pensé que podía conocerla mejor, ya que Iruen es como mi hermano. —Suspiré. Y él seguía con eso, que molesto. Miré a Iruen unos segundos y luego le entregué mi mano al príncipe heredero.
—Ahora que la observo mejor, usted es muy bella. —Dijo llevándome al centro del salón, observé a Iruen unos segundos, él tenía una mirada fría y algo pensativa.
—Ah, gracias, su alteza.
—Kai, puedes llamarme por mi nombre. —Asentí algo abrumada por su actitud tan complicada. —¿Sabes que los reyes pueden tener varias concubinas? —Me sorprendí mucho que incluso le pisé sin querer el pie. —Auch, eso me dolió.
—Lo siento, intentaré no volver a hacerlo.
Aunque ganas de arrancarle la boca no me faltaban, era muy hablador, no se quedaba callado ni siquiera un segundo.
—Me dijeron, aunque también es notable que su matrimonio fue solo por interés.
—Al igual que el suyo va a serlo. —Eso salió de mi boca sin pensarlo tanto, él abrió los ojos con sorpresa y luego intenté disculparme, no estaba lista para perder mi bonita cabeza.
—En este momento estoy teniendo más interés en ti, —él mostró una sonrisa y yo simplemente asentí. No veía la hora para que se acabara ese maldito baile. —No me dijiste tú nombre antes, pero ya lo investigué, Emilia.
—Diríjase a mi como se debe, soy la duquesa Mazheón, que no se le olvide. —En ese , momento la música se detuvo, hice una reverencia rápida y volví donde el duque. —Regresemos, tengo sueño.
Él asintió. Nos despedimos de los reyes, del príncipe heredero ( fue un momento incomodo) y luego nos subimos al carruaje. Estaba algo cansada, así que me recosté en el hombro de Iruen, él solamente sostuvo mi mano jugando con mis dedos.
Nos mantuvimos en silencio varios minutos hasta que él decidió hablar, seguía acariciando mi mano con calma.
—¿De qué hablaste con el príncipe heredero?
—¿Por qué quieres saber? —Levanté la cabeza un poco, a veces sentía ganas de hacerle bullying. Supongo que me gustaba verlo hacer una expresión distinta que esa cara de siempre.
—¿No puedo saber?, tal vez si estas interesada en él.
Carcajeé divertida, él estaba alucinando demasiado. Por mucho que el príncipe heredero fuera guapo jamás me iba a gustar, era alguien realmente molesto.
—Y todavía osas reírte.
—Deja el trauma, el príncipe heredero no es de mi agrado, me gusta Ian e incluso nuestro mayordomo que ese tipo.
Sentí como su agarre se hizo más fuerte sin llegar a lastimarme, él me miró con las cejas arrugadas.
—¿Te gusta Ian?
—Sí, es muy amable.
Él soltó mi mano volteando su rostro mirando en dirección a la ventanilla. ¿Cuál era esa actitud infantil?, a veces se comportaba como un niño, era tierno.
—Iruen —lo llamé tomando su mano, él me miró fijamente y luego bajó la mirada a mis labios. Pero luego apartó la mirada como si se estuviera reprimiendo. Vaya, él ya cayó por mi, me reí mentalmente, debería molestarlo un poco más de ahora en adelante. —Tengo sueño.
—Puedes seguir usando mi hombro. —Me sostuvo el rostro acostándolo en su hombro. Cerré los ojos con tranquilidad, pronto quedé dormida.
Me desperté en medio de la noche, abracé a la almohada sintiendo la dureza y abrí los ojos, Iruen estaba durmiendo a mi lado. Miré la habitación dándome cuenta de que era mi habitación, ¿se metió a mi cama sin mi permiso?, tenía unas ganas de empujarlo al suelo, pero detuve mis pensamientos intrusivos.
Él me arrastró con su brazo, mi rostro quedó pegado en su pecho. En ese momento noté su camisa fina, le podía ver los expectórales. ¿Me estaba seduciendo? Me reí mentalmente por mi pensamiento pervertido, bueno, había pasado un tiempo desde la última vez que había tenido relaciones, como ese cuerpo era virgen, no sentí tantos deseos por ese acto, pero uno siempre volvía donde era feliz. Quería carcajear debido a mis pensamientos, a veces si parecía una loca.
—Hum, ¿Por qué te mueves tanto? —alcé la vista encontrándome con sus ojos violetas algo achicados. Me escapé de su brazo sentándome rápidamente algo nerviosa y en ese momento, varios objetos cayeron al suelo produciendo un sonido de quiebre. —¿Qué fue eso?
—Ni idea, —dije mirando a mi habitación vuelta un desastre, ¿Qué había pasado?, antes todo estaba bien.
—Tu cuerpo está muy caliente, —él unió su frente con la mía. —Creo que has despertado magia.
—¿Qué?, ¿cómo? —eso me sorprendió bastante, obviamente era una razón para estar feliz, pero no esperaba que sucediera en ese momento.
—Fue mi culpa, viste esa escena horrible, —él bajó la mirada, sostuve su mano acariciándolo.
—Piensa en que me ayudaste, yo realmente quería despertar.
—Pero no todos son capaces de soportar el maná… —Su rostro estaba preocupado, incluso sus cejas se elevaron de una manera melancólica.
—Soy fuerte, no puedo morir dos veces. —Dije con tranquilidad.
—¿Has muerto antes? —sonreí, luego me reí nerviosa. Debía ponerle un freno a mi boca.
—Es que casi moría y por eso perdí la memoria, es lo mismo que morir, creo.
Él achicó los ojos, pero luego asintió. Después me jaló volviendo a envolverme en sus brazos, ¿desde cuándo le gustaba el contacto físico?
—No te muevas y duerme.
—No creo que pueda hacerlo tampoco. —Él dejó salir una risilla mientras abrazaba mi cintura.
Los días habían transcurrido con bastante normalidad, Iruen me ayudó con mi magia, enseñándome como absorber el maná de una manera eficiente. Él también se acercó a mí más que antes, supongo que al final ambos nos sentíamos bien con la presencia del otro, era lo mejor que llevar un matrimonio en malos tratos y rechazos.
Ese día el cielo estaba nublado, pronto Paulette me daría mi primera paga, estaba feliz por eso. Cada quince días recibía mis sueldos, era genial trabajar con ella, aunque quería tener mi propia tienda. Eso sería para más adelante en el futuro.
Bran estaba sentado frente a mi, ambos estábamos en el jardín de la mansión del duque. Él se ofreció para ser mi maestro de magia cuando descubrió que desperté, él se centraba en la parte práctica, mientras que Iruen me explicaba todo lo relacionado con la teoría.
—Dijiste que pudiste levantar varios objetos, ¿Por qué te volviste débil?
¿Débil? Observé la enorme piedra que estaba haciendo levitar, Bran me ordenó hacerlo mientras bebía el té, según el era una manera de dominar la magia de control. Exactamente, esa magia era como una especie de fuerza invisible, aunque también parecía un motor. Anteriormente pude hacer girar el molino como si fuera una especie de viento.
—Lo hice inconsciente, estaba pensando en… —me quedé callada al recordar esa escena vergonzosa, ese día estaba pensando en reproducirme más que en otra cosa.
—¿En que?, las tazas… —Las tazas de té comenzaron a levitar, suspiré calmando mi respiración haciendo que los objetos volvieran a su posición anterior sin sufrir daño alguno.
—Pensamientos, ¿No puedes enseñarme a hacerme más fuerte?, quiero decir, deseo aprender a lanzar los objetos como si fueran un arma.
—Deberías saber lanzarlos.
Parpadeé varias veces, y luego levanté la silla con Bran encima de el. Quería lanzarlo a él, se supone que él era mi maestro, pero siempre esperaba que supiera las cosas sin que él me lo explicara.
—Tu personalidad se ha vuelto más fuerte que la última vez que te vi, —carraspeó la garganta saltando de la silla, se rascó el cabello y luego dijo. —Recuerda que te comenté que todo está en la mente, en vez de hacer que dejen de levitar simplemente aplica más maná para que esa presión haga que puedan ser lanzadas.
Vaya, entendí. Claramente no, pero supongo que sabía un poco a lo que se refería. Por la tarde las clases finalizaron, despedí a Bran mientras escuchaba el cielo rugir, la lluvia estaba a nada de caer.
Entré a mi habitación, me tomé un baño y luego me vestí con un vestido suave de tela fina, cogí el libro que Iruen me obsequió la semana pasada y comencé a leerlo, era una recopilación de poesías de un autor sumamente conocido en Galia. Minutos después escuché como tocaron la puerta, Ian comunicó sobre la presencia del duque, después de dar mi permiso la puerta se abrió, de esa manera Iruen se adentró a la habitación. Él vestía prendas cómodas y su mirada era algo cansada, los anteriores días estuvo muy sumido en el trabajo.
—¿Qué necesitas? —Ian cerró la puerta. Iruen se acercó subiéndose a mi cama, me preguntaba que le hizo tomar tanta confianza conmigo, en serio. —¿Por qué te metes a mi cama?
—¿No puedo dormir con mi esposa? —achiqué los ojos y él sonrió acercándose a mi rostro y depositando un beso corto en mi mejilla. —El trabajo me impidió verte estos últimos días, —él se acomodó acostándose. —Quiero dormir contigo esta noche.
—Ah, entiendo. —Dejé el libro a un lado, luego me acomodé y pronto el rodeó mi cintura con sus brazos. Estaba algo caliente, parecía estar con fiebre. —¿A qué fuiste al castillo hoy?
—El rey me mandó a llamar, siempre me manda a llamar por nada. —Él suspiró profundamente, presionó un poco mi cintura antes de volver a hablar. —Desde que fui reconocido como el general de las tropas de el rey, pareciera que las responsabilidades aumentaran día tras día, ni siquiera entiendo que tengo que ver con las minas, pero ahí debo estar también.
—Estás muy cansado.
—Sí, pero me siento cómodo hablando contigo. Antes simplemente me escuchaba Hans. —Hans era su secretario, por lo que sabía, él estuvo con Iruen desde siempre y de esa manera consiguió ese trabajo cuando Iruen adquirió el ducado.
—Eso me halaga, aunque no me olvido de que la primera vez me hablaste de una mala manera. —Me refería a la noche de bodas, su agarre se soltó un poco pero seguía en mi cintura.
—No quería hacerte daño, no quería que vivieras infeliz aquí. Escuché sobre el intento… —se quedó callado en ese momento. Oh, eso, supongo que lo mal interpretó, bueno yo también pensaba que la anterior Emilia si se quiso suicidar; Elena era una maldita.
—¿Cómo, ya sabías que te ibas a casar conmigo?
—¿Y cómo no lo sabría?, días antes el marqués me lo había comentado.
Espera… ¿Entonces, por qué no se negó a casarse?, en ese momento mi cabeza estaba llena de incógnitas. Iruen era tan difícil de comprender.
En ningún momento el estuvo enamorado de Elena, solo le gustó
sigue sin gustarme el duque, por qué no aclara las cosas desde el principio y se hace la víctima
Debe salir conocer mejor donde está, seguir con sus negocios, aprender magia y combate cuerpo a cuerpo, entrenar físicamente.
Salir de ese matrimonio, que lo único que hace el duque es actuar de manera inmadura. ni el sabe que siente..
Cuando va dejar al duque, se deja envolver por él