Margaret O'Brien y su familia abandonan la ciudad y se mudan a un pequeño pueblo donde nacieron sus padres, pero nada funciona como debe ser. Desde que llegan Margaret se siente constantemente vigilada. ¿Quien es? y ¿Que quiere?
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Un Nuevo Día
CAPITULO 10
UN NUEVO DÍA
Margaret se quedó sentada en el mueble junto a la ventana, su mente aún tratando de procesar la aparición de Henry. El silencio de la habitación era casi palpable, roto solo por el suave susurro del viento afuera. Decidió que necesitaba más luz para despejar sus pensamientos y se levantó de la silla.
Al poner los pies en el suelo, sintió el frío del piso de madera bajo sus pies descalzos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero no se detuvo. Caminó lentamente hacia el interruptor de la luz, cada paso resonando en el silencio de la habitación. El contraste entre el calor de su cama y el frío del suelo la hizo sentir más despierta, más consciente de su entorno.
Encendió la luz y la habitación se llenó de un resplandor cálido y acogedor. Margaret miró a su alrededor, buscando algún indicio de que lo que había visto no era solo un sueño. Pero todo parecía normal, como si la aparición de Henry hubiera sido solo una ilusión.
Se acercó de nuevo a la ventana y miró hacia afuera. El jardín estaba tranquilo, Margaret se preguntó si su abuela también había tenido visiones de Henry, si él había sido una presencia constante en su vida.
Con un suspiro, se apartó de la ventana y se dirigió a su escritorio. Sabía que no podía ignorar lo que había visto. Tenía que investigar más sobre la vida de su abuela y descubrir la verdad detrás de estas apariciones, también necesitaba calmar sus nervios y despejar su mente. Decidió bajar a la cocina para beber un vaso de leche. Con pasos silenciosos, salió de su habitación y comenzó a descender las escaleras, cada peldaño crujía suavemente bajo su peso.
Al llegar a la cocina, abrió el refrigerador y sacó una botella de leche. Vertió un poco en un vaso y se lo llevó a los labios, disfrutando del frescor del líquido mientras sentía cómo sus nervios comenzaban a relajarse. Se quedó allí, apoyada en el mostrador, mirando la cocina en penumbra.
Después de terminar su leche, se dirigió a la sala de estar. Se sentó en el sofá, abrazando una almohada contra su pecho, y miró por la ventana mientras el cielo comenzaba a aclararse con los primeros rayos del amanecer. La casa estaba en silencio, y Margaret se dejó llevar por sus pensamientos, reflexionando sobre la aparición de Henry y lo que podría significar.
El tiempo pasó lentamente, y finalmente, el sol se alzó en el horizonte, llenando la sala con una luz cálida y dorada. Margaret escuchó el sonido de pasos en el piso de arriba y supo que su padre se había despertado. Poco después, él bajó las escaleras y la encontró sentada en el sofá.
—Buenos días, Margaret —dijo su padre, con una sonrisa adormilada—. ¿Qué haces despierta tan temprano?
Margaret levantó la vista y lo miró, sintiendo una mezcla de alivio y nerviosismo. Sabía que tenía que contarle lo que había sucedido.
—Papá, necesito hablar contigo —dijo, con su voz temblando ligeramente—. Anoche, tuve un sueño muy extraño, y luego... vi algo.
Su padre frunció el ceño, preocupado, y se sentó a su lado en el sofá.
—¿Qué viste, Margaret?—
Ella tomó una respiración profunda y comenzó a relatarle todo: La historia que le había contado su vecina Molly hace algunos meses, el sueño con Henry, la aparición en su habitación, y cómo había desaparecido cuando intentó verlo mejor. Su padre la escuchó en silencioso, pronto su mirada de preocupación se transformó en una mirada tranquila.
—No sé qué significa todo esto, pero siento que hay algo importante que debo descubrir — concluyó Margaret mirando a su padre con ojos llenos de incertidumbre esperando su respuesta. Él suspiró profundamente, como si estuviera reuniendo fuerzas para no reírse.
—Hija, es obvio que te has dejado llevar por una leyenda y solamente tuviste una pesadilla mezclando esa historia con el diario de Margaret—
—Papá lo que te cuento es cierto, no estaba dormida cuando lo ví sentado en mi ventana—
—Margaret, hay algo que debes saber sobre tu tararabuela —comenzó, con voz suave—. Tu abuela Margaret tuvo una vida muy dura. Pasó por muchas dificultades y, lamentablemente, también falleció muy joven.—
Margaret sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Sabía que su abuela había enfrentado muchos desafíos, pero no se había dado cuenta de cuán profunda era su tristeza.
—Tu abuela Elizabeth siempre decía que Margaret enfermó de tristeza —continuó su padre—. Se decía que después de que la obligaron a casarse, nunca volvió a ser la misma. La tristeza la consumió lentamente, hasta que su cuerpo ya no pudo soportarlo de allí viene esa vieja historia de hay fantasmas en la casa, o que su espíritud se quedo en la casa, pero todo es mentira de los vecinos.—
Margaret sintió una oleada de dolor al imaginar el sufrimiento de su abuela. La historia que había leído en el diario cobraba un nuevo significado, y comprendió cuán profunda era la conexión entre su abuela y Henry
—La abuela Elizabeth se mudó a esta casa para cuidar de su madre en sus últimos días —dijo su padre, mirando alrededor de la sala—. Quería estar cerca de ella, asegurarse de que no estuviera sola. Fue una época muy difícil para todos. Cómo ya lo sabes tu te llamas Margaret en honor a ella y tu abuela Elizabeth lo escogio con mucho amor ya que le recordabas a su mamá.—
Margaret asintió, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud. Sabía que su abuela Elizabeth había hecho todo lo posible para cuidar de la tararabuela Margaret, y eso le daba un poco de consuelo.
—Gracias por contarme esto, papá. Ahora entiendo mejor lo que pasó—
Su padre le sonrió con ternura.
—Es importante que conozcas la historia de tu familia, Margaret. Te ayudará a entender quién eres y de dónde vienes. Y quizás, también te ayude a encontrar tu propio camino, debemos aprender de los errores del pasado para no volver a cometerlos.—
Margaret asintió, sintiendo una nueva determinación. Sabía que tenía que seguir investigando la vida de su tatarabuela y descubrir más sobre Henry. Había mucho más por aprender, y estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara.