En el corazón de lo que alguna vez fue una ciudad vibrante, solo quedan sombras y ecos de una humanidad extinguida. Hace meses, un brote inexplicable convirtió a la población en una horda de seres desalmados, impulsados únicamente por un insaciable deseo de cazar a los pocos sobrevivientes.
Las calles, antes llenas de vida, ahora son un laberinto de ruinas, donde los edificios se inclinan bajo el peso del tiempo y del silencio. Los habitantes que quedan luchan por sobrevivir en un mundo donde la esperanza es un lujo y cada día podría ser el último.
Nadie sabe con certeza cómo comenzó el brote. Se rumorea sobre un experimento fallido, una maldición liberada, o un simple error humano que desató el caos. Lo único seguro es que la ciudad, que alguna vez simbolizó el progreso, ahora es un monumento a la desesperación y al fin de los tiempos.
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21
La noche en la base de las Montañas es oscura y silenciosa, solo interrumpida por el leve susurro del viento que atraviesa las ramas de los árboles cercanos. El refugio, que durante el día parece un lugar de relativa seguridad, ahora se alza como una fortaleza sombría al final del Sendero de las Cumbres.
^^^Los focos apenas iluminan la entrada, y las torres de vigilancia se perfilan contra el cielo nocturno como guardianes silenciosos. La estructura de metal y concreto, robusta y fría, parece impenetrable, aunque todos dentro saben que esta paz es frágil, un simple velo ante los horrores que acechan más allá de sus muros.^^^
...Lia, incapaz de dormir, decidió adelantar su turno de guardia. Caminó por el patio, el crujido de sus botas sobre la grava resonando en la tranquilidad de la noche. Al llegar a la entrada, encontró a Morgana, una mujer de aspecto severo, con el rostro parcialmente iluminado por la tenue luz que caía desde la torre de vigilancia. Morgana la miró de reojo, con una leve sonrisa en sus labios....
^^^—Lia, quería disculparme por haber sido tan dura contigo el primer día. No fue justo, pero vi que tienes un carácter fuerte. No quería que pensaras que te consideraba una niña. Es solo que... aquí todos estamos bajo mucha presión. Lia asintió, dejando que la tensión entre ambas se disipara.^^^
—No te preocupes. Estoy acostumbrada a que la gente me mida de esa forma al principio. Es algo que me pasa a menudo. Morgana asintió, más relajada ahora, y ambas continuaron conversando, compartiendo anécdotas de las últimas semanas, susurrando en la oscuridad mientras vigilaban los alrededores.
^^^La noche era fría, pero la compañía y la conversación aliviaban la sensación de soledad que la base a veces imponía. Justo cuando la conversación empezaba a fluir más naturalmente, Erick apareció, caminando hacia ellas con una sonrisa tímida.^^^
—Disculpen la interrupción... —dijo, rascándose la nuca con nerviosismo. Morgana, notando la mirada que Erick le lanzó a Lia, sonrió para sus adentros.
—No te preocupes, Erick. De hecho, creo que necesito un poco de descanso. —Se levantó con un ligero estiramiento y le dio una palmada a Lia en el hombro antes de dirigirse hacia las sombras del refugio. —Buena guardia, chicos.
^^^Ahora solos, Lia y Erick se quedaron en silencio por un momento, la noche envolviéndolos en una burbuja de quietud. El brillo de las estrellas se reflejaba en los ojos de Erick mientras este, algo torpe, se sentaba a su lado.^^^
—Siempre he encontrado que estas noches son las peores... cuando todo está tan tranquilo que empiezas a pensar demasiado. —La voz de Erick era suave, casi un susurro, como si temiera romper la calma nocturna. Lia lo miró y asintió lentamente.
—Sí, lo sé. A veces, el silencio puede ser más aterrador que cualquier grito.
^^^En ese momento, una luz brillante iluminó el horizonte en la dirección de la ciudad. Ambos giraron la cabeza, observando cómo un resplandor anaranjado se extendía lentamente en la distancia, seguido de un estruendo sordo. Era una explosión, probablemente otra batalla en la ciudad devastada, donde los militares luchaban sin descanso. Erick tragó saliva, preocupado.^^^
—Eso no suena bien… —murmuró.Lia sintió un nudo en el estómago. Pensó en los soldados, en los civiles atrapados allí, y en cómo esa base temporal en las montañas era todo lo que quedaba de un mundo que se desmoronaba. Después de un largo silencio, Erick se acercó un poco más a Lia, buscando su mirada.
^^^—Lia, me alegra que estés aquí. —dijo, con sinceridad en cada palabra. Lia lo miró, notando por primera vez la calidez en su voz, la cercanía de su presencia. El viento frío soplaba, pero el calor que sentía al tenerlo cerca le hizo olvidar momentáneamente el peligro que los rodeaba. Se permitió un pequeño instante de intimidad, recostándose ligeramente hacia él. Erick, torpe, pero decidido, le tomó suavemente la mano. Ambos permanecieron así, compartiendo un momento de calma en medio del caos.^^^
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En la quietud de la noche, en lo alto de la torre de vigilancia, donde el mundo exterior parecía un recuerdo lejano y el silencio solo se rompía por el suave murmullo del viento, Erick y Lia se encontraban cara a cara, sus manos entrelazadas con una timidez que contrastaba con la dureza del entorno que los rodeaba.
^^^Las luces lejanas de la explosión en la ciudad habían disminuido, dejando solo la pálida luz de la luna para iluminar sus rostros. Erick, sin soltar la mano de Lia, tomó una respiración profunda. Había estado reuniendo valor durante días para decir lo que sentía, y este momento, aquí en la torre, parecía ser el único refugio donde podían hablar sin ser interrumpidos por el caos y la desesperación que invadían la base.^^^
...— Lia... — comenzó, su voz apenas un susurro, como si temiera que las palabras fueran demasiado frágiles para el aire frío de la noche—....
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