Después de dos años de matrimonio, me di cuenta de que nuestra relación era un fracaso. Durante ese tiempo, intenté ganarme el amor de James, pero el heredero de la corporación Sterling simplemente me despreciaba.
James, un hombre atractivo, codiciado y rico, hacía que yo fuera la envidia de muchas mujeres. Sin embargo, nadie sabía que detrás de las puertas cerradas de nuestro hogar, James me trataba con frialdad y desdén.
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CAPÍTULO# 9: RESPUESTAS
⪻James Starling ⪼
Me encontraba en mi oficina, esforzándome por concentrarme en mis tareas, pero mis pensamientos se mantenían centrados en Ana. Decidí comunicarme con Valeria, la asistente de Ana, para averiguar si tenía alguna novedad sobre su ubicación. Marcé su número y aguardé su respuesta.
—¿Hola? —contestó Valeria, manteniendo su tono profesional como de costumbre.
—Hola, Valeria. Soy James. ¿Ha venido mi esposa hoy? —pregunté.
—No, señor James. La señorita Ana estará ausente y no tengo información sobre su tiempo de ausencia —respondió Valeria con un tono firme.
Senti un nudo en el estómago.
—¿A qué se refiere con que estará ausente? —pregunté, tratando de mantener la calma.
—No lo sé, señor. Solo me llamó y me solicitó que me encargara de todo —respondió Valeria, su voz sin titubeos.
La frustración comenzó a crecer dentro de mí.
—¿Por qué no me informaste en cuanto te enteraste? —reproché, elevando el tono de mi voz.
—Lamento informarle, señor, que la persona encargada de proporcionarle esa información es Ana. A pesar de que trabajo en esta empresa, mi función es asistir a la señorita Ana. Por lo tanto, no puedo facilitarle información a menos que ella lo solicite. Si me permite, debo atender una reunión —respondió Valeria con un tono profesional y firme.
Antes de que pudiera ofrecer una respuesta, Valeria se despidió y finalizó la llamada. Experimenté una mezcla de frustración y desesperación.
Llamé a Emma, mi asistente.
—Emma, por favor, cancela mis reuniones de hoy. Necesito salir —le indiqué, con firmeza.
—Señor, pero hoy es la reunión con el señor Johnson. Viene de Suiza exclusivamente para invertir en nuestro proyecto —replicó Emma, con un tono de preocupación.
Me di la vuelta antes de salir y le dije:
—Haz lo posible, Emma, pero evita cualquier inconveniente.
Salí de la oficina, sintiendo el peso de la preocupación en mi pecho, y me dirigí hacia mi auto. Sabía que necesitaba encontrar a Ana, así que mi meta era llegar a casa de Sara, quien creía que podía tener información sobre su paradero. Aceleré un poco, mis pensamientos se agolpaban en mi mente como un torbellino de dudas y preguntas que no dejaban de atormentarme. La incertidumbre era abrumadora, y el reloj parecía avanzarse con cada segundo que pasaba.
Finalmente, llegué a la casa de Sara. Me detuve, tomé una rápida respiración para calmarme y, con un poco de nerviosismo, golpeé la puerta con los nudillos. Después de un breve instante, fue la madre de Sara quien vino a abrirme. La vi aparecer en el umbral, con una expresión amable pero también algo inquisitiva.
—Hola, señora Mónica —saludé, intentando que mi sonrisa sonara natural, aunque sabía que era forzada por la tensión que sentía.
—Hola, James —respondió ella con un tono cordial, correspondiendo a mi saludo mientras me miraba con una mezcla de curiosidad y emoción.
—¿Está Sara en este momento? —pregunté, intentando sonar despreocupado.
En ese instante, Sara apareció detrás de su madre. Su expresión evidenciaba claramente su descontento al verme.
—Sara, ¿podríamos conversar? —dije, esforzándome por mantener la calma.
—No tengo nada que discutir contigo —respondió ella, con un tono de voz helado.
—Es importante , por favor —insistí.
Tras un breve silencio y mis reiteradas solicitudes, Sara finalmente accedió, aunque visiblemente contrariada. Me hizo pasar y me condujo a la sala, donde me indicó que tomara asiento.
— Bien, habla ¿Qué deseas? —preguntó mientras cruzaba los brazos.
—Quiero hablar sobre Ana. Tuvimos una discusión y ella... decidió abandonar la casa —comencé a explicar, pero Sara no me permitió terminar.
— Sí, y... Olvidaste su aniversario ah, y lo más importante la engañaste y, para colmo, la culpaste de tu falta de precocidad como hombre. ¿Qué más vas a decir? —respondió ella, su tono lleno de reproche.
La miré, sintiendo la desesperación aflorar en mí.
— Sara, solo quiero reparar lo que he hecho con ella. Por favor, ¿podrías decirme dónde se encuentra? —le rogué, casi suplicando.
Sara me observó con una combinación de compasión y desagrado.
—Por mucho que insistas, no tengo intención de revelarte su ubicación. Si deseas obtener esa información, te sugiero que investigues por tu cuenta. Debiste considerar con más detenimiento tus acciones antes de proceder. Ahora, por favor, retírate. Tengo asuntos importantes que atender —afirmó, con un tono resoluto y categórico.
⪻ Horas después ⪼
Ingresé a la casa de Samantha con el corazón acelerado y una mente colmada de inquietudes.
—¿Dónde se encuentra Ana? —inquirí, esforzándome por mantener la calma, aunque mi voz revelaba mi ansiedad.
Samantha levantó la vista lentamente, sin mostrar ninguna emoción.
—No lo sé, James. Tú eres su esposo. —Su tono era frío y distante.
—Y tú, su madre —respondí, sintiendo cómo la ira se apoderaba de mí—. ¿Cómo puedes mantenerte tan tranquila? ¡Tu hija ha desaparecido!
Samantha depositó la taza en la mesa y me miró fijamente a los ojos.
—El error que cometiste no es mi preocupación, James. Si se marchó, fue por tu culpa. —Su tono era contundente, sin indicio de compasión.
Me dejé caer en una silla frente a ella, esforzándome por regular mi respiración.
—¿Has hablado con su mejor amiga? —continuó Samantha, levantando una ceja—. ¿Cómo se llama? ¿Sara, cierto? ¿Ya la has contactado?
Asentí con la cabeza, conteniendo el malestar.
—Sí, le pregunté. Ella sabe dónde se encuentra Ana, pero no está dispuesta a decírmelo.
Samantha emitió una risa amarga.
—¿Te sorprende? Después de todo, te odia.
Golpeé la mesa con el puño, provocando que la taza de té temblara.
—¡Estoy harto del comportamiento de tu hija! —exclamé, levantándome de un salto del sofá, incapaz de contener mi enojo—. ¡Que haga lo que le plazca!
Con esas palabras, salí de la casa cerrando la puerta tras de mí con un estruendo que reverberó en el pasillo. El eco del golpe resonó en el aire, pero Samantha permaneció en su lugar, sin reaccionar ni un instante. Me invadió una sensación de impotencia y frustración, una mezcla de emociones que me dejó desorientado, sin saber cuál sería mi próximo paso.
⪻Samantha Hamilton ⪼
Apenas James cruzó la puerta de la casa, me levanté de mi asiento con una mezcla de frustración y alivio. Caminé con paso decidido hacia la cocina, donde abrí una botella de vino que tenía guardada. El sonido del corcho al desprenderse resonó en el aire, como un pequeño alivio en medio de mi creciente irritación. Me serví una copa generosa, sintiendo cómo el líquido tinto se deslizaba suavemente por el cristal.
Mientras lo hacía, no pude evitar soltar algunas palabras en voz baja, dejando escapar mi enojo.
—Maldito sea, James Stirling —murmuré, llevándome la copa a los labios con un gesto de desdén—. ¡Cómo detesto a esa familia!
El vino tenía un sabor robusto y profundo, y cada sorbo parecía aliviar un poco la carga que llevaba consigo mi agitación.
Dónde dejaste a la sanguijuela de la Débora ????!!!!
A sobarse pués 🤭
Nunca estuviste de acuerdo con ese matrimonio arreglado....
Espero las próximas líneas no sean de maldad desmedida y una mujer doliente, sumisa
ayyy Dëbora.... pobre de tï 🤭