Está es la historia de una joven pastelera que anhela desde el fondo de su corazón tener su propia confitería y deleitar al mundo con sus inigualables sabores; pero su sueño se verá interrumpido cuando en un evento muy importante se entrega a un desconocido. Desde ese momento su vida cambia por completo al descubrir que está embarazada y su hijo se convierte en su única y mayor prioridad. Sin embargo cinco años más tarde, Trevor Hamilton, el padre de Dylan, reaparece en sus vidas intentando reconquistar a su hermosa morena y formar la familia que tanto anhelaba, desestabilizando así la armonía en la vida de Carolina.
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Capítulo N°9
Los meses transcurrieron muy rápidamente y la bella pastelera se veía enorme con su gran vientre abultado, ya estaba en la etapa final del embarazo y se sentía nerviosa porque en cuestión de días sería madre de un bello varón.
La relación de Franco con Carolina cada día se afianzaba más, sin secretos de por medio ambos se volvían muy confidentes y ahora que Lucas se había vuelto una parte importante en la vida de los amigos, los tres formaron un gran equipo.
Ellos estaban terminando de organizar los últimos detalles en el pequeño local para la gran inauguración de la confitería, cuando de repente Carolina sintió una fuerte punzada en su espalda, como si nada siguió acomodando unos pastelitos en la vitrina, hasta que otra vez un dolor similar la dejó sin aire y la obligó a sostenerse del mueble.
Intentando respirar con normalidad se incorporó y llamó a Lucas que estaba en frente ordenando una repisa con chocolates.
⎯ Lucas… Lucas…. ¡Ahhh! ⎯ gritó al sentir como sus caderas parecían desgarrarse.
⎯ Caro ¿Qué sucede?⎯ preguntó viendo como ella estaba sudando frío y caminaba con dificultad.
⎯¡Ya viene!
⎯Si, Franco fue a traer los refresco y ya viene. ⎯ respondió y siguió acomodando las cajas de bombones.
Carolina lo miró sorprendida, todos los hombres necesitaban un manual de instrucciones para entender las cosas; entonces sosteniendo su vientre se acercó a Lucas y agarrando su brazo con fuerza a tal punto que sus uñas se clavaron en la piel
⎯ ¡Auch! ¿Qué te pasa? Eso duele y me lastimas.
⎯ ¡¿Eso duele?! Eres gracioso, solo son unas uñas.⎯ comentó con ironía y le aclaró.⎯ Esto realmente duele⎯ señaló su vientre.⎯ Lucas, necesito ir al hospital… aggg… ¡Ya viene el bebé!.
⎯ ¡¿Qué?! ¡No puede llegar ahora, estamos solos! ⎯ dijo y dejó caer las cajas y miraba a la pastelera con terror.
Ella no podía creer esta situación y su mala suerte, de los dos hombres justo le tocó estar con el más histérico.
⎯ Necesito que te calmes, aún tenemos algo de tiempo.⎯ él asintió.⎯ Ve por mi bolso, está en la cocina junto con mi cartera y llama a Franco, él sabrá qué hacer.
⎯ Ok.⎯ obedeció a las indicaciones y en menos de cinco minutos Franco llegó en un auto.
⎯ Carito, amor ¿estás bien?
⎯ No, realmente esto duele.⎯ respondió.
⎯ Vamos, no perdamos tiempo.
Franco ayudó a Carolina a caminar con cuidado mientras que Lucas guardaba un bolso maternal en el baúl, ya que la morena no salía de casa sin sus cosas, desde su último control. Carolina se detuvo a tomar aire, el dolor había mermado y ella se sentía un poco mejor, entonces buscó las llaves en su cartera para cerrar la puerta del lugar. Ella estaba distraída intentando buscar su celular para llamar a Eve e informarle de la situación, cuando vio como Franco subía al auto seguido de Lucas y ambos hombres se fueron sin ella. Su plan original de llamar a su hermana se vio interrumpido; entonces llamó a su amigo.
⎯ Idiotas. Se fueron sin mí.⎯ gritó pero el auto siguió su marcha.
Dentro del vehículo el celular de Franco no dejaba de vibrar, con cuidado el conductor lo sacó de su bolsillo y se lo dio a Lucas para que responda.
⎯ Ponlo en altavoz.⎯ le indicó.
⎯ De acuerdo.⎯ contestó y así lo hizo.
⎯ Hola.
⎯ Hola, ¿no se olvidaron nada?
⎯ No Caro, tenemos todo.
⎯ ¡Idiotas, me dejaron en la puerta!
Ambos hombres se giraron y vieron que el asiento trasero estaba vacío.
⎯ Perdón Carito, estoy nervioso. ⎯ respondió Franco. ⎯ Voy a conocer a mi ahijado.
⎯ Si no te regresas para llevarme al hospital a tiempo, serás quien lo reciba.⎯ contestó y cortó la llamada
Franco giró en un en mitad de la calle causando un gran alboroto y regresó a buscar a su mejor amiga que ahora lo miraba molesta.
⎯ Perdón, perdón …. y mil veces perdón. ⎯se disculpó Franco y la ayudó a subir.
⎯ Descuida, al menos tendré algo divertido que contar en el futuro.
Pasaron cinco minutos y los dolores eran cada vez más intensos y Lucas ya había perdido la cuenta de cada cuento tiempo se repetía las contracciones.
⎯ Franco creo que me voy a morir… esto realmente duele.
⎯ Cariño, ya solo faltan dos cuadras.
⎯ Si me muero, quiero que cuiden de él.⎯ lloraba desconsoladamente.
⎯ Eso no va a pasar, estarás bien y tú cuidarás de tu bebé, nosotros no sabríamos qué hacer con un niño.
⎯ Sí, tienes razón seguro ustedes lo van a dejar olvidado en su primer paseo.
Todos se rieron por el comentario de la parturienta, realmente el trío de amigos estaban muy conmocionados y no actuaban con racionalidad.
⎯ Caro, mira ya estamos en la entrada.⎯ comentó Lucas y bajó a buscar una silla de ruedas.
Él reapareció con una enfermera que ayudó a Carolina a sentarse y le hablaba con ternura, mientras los hombres se abrazaban festejando su logro, había llegado a tiempo y sin causar ningún accidente.
Carolina fue ingresada a una sala para su control, tenía muchas contracciones; sin embargo no había roto la bolsa y el bebé se esforzaba muchísimo para intentar salir.
El doctor le aplicó cierta medicación para ayudar con la dilatación y calmar un poco el dolor, pero Carolina estaba angustiada, se encontraba sola y aún no tenía noticias de Eve.
⎯¿El padre va a entrar con usted al parto? ⎯ preguntó una enfermera.
⎯ No, yo estoy sola. ⎯ respondió con tristeza.
⎯ Muy bien. ⎯ anotó algo en la plantilla y la miró con ternura. ⎯ Calma, a veces es mejor que ellos no estén, solo molestan.⎯ comentó mientras le palmeaba su mano.
⎯ Tiene razón.
⎯ Ya falta muy poco para que conozcas a tu hijo, así que mejor intenta sonreir, tu bebé necesita a una madre fuerte que lo proteja.
⎯ Y la tendrá. ⎯ respondió.
Una hora más tarde Carolina era ingresada a sala de partos, sus gritos eran desgarradores, el niño era demasiado grande para sus caderas, pero ella seguía pujando con todas sus fuerzas.
⎯ No voy a poder.⎯ dijo de repente y apoyó su cabeza contra la almohada dándose por vencida.
⎯ ¡Claro que sí!⎯ la voz de Eve ingresando al quirófano fue el bálsamo que necesitaba para calmar el dolor de su alma y espantar el sentimiento de soledad que la embargaba.⎯ Vamos, ya es hora de que nazca ese pequeño.⎯ dijo y le tomo la mano con todas sus fuerzas.
Varios minutos después y tras una larga batalla, Dylan era acostado sobre el pecho de su madre, su piel morena y sus ojitos claros eran la viva imagen de su padre, una copia exacta de Trevor Hamilton.
Carolina fue trasladada a una sala común, junto a su niño. Ella no podía dejar de contemplar lo hermoso que era y Eve por impulso le tomó una foto, ya que se veía radiante y se las envió a sus padres.
Como era de esperar el matrimonio al ver a su nieto se olvidaron por completo del disgusto que sintieron al enterarse del embarazo y sin perder tiempo llamaron a su hija para hacer las paces.
Ese día las hermanas estaban muy felices, la doctora Angie, la especialista en neonatología les dijo que el niño estaba muy sano y en cuarenta y ocho horas podrían tener el alta médico y regresar a su hogar.
Después de recibir las novedades y de que sus amigos conocieron al nuevo integrante de la familia, madre e hijo se durmieron abrazados, Carolina al fin tenía a su bello tesoro entre los brazos y nada podía opacar su felicidad.