Nerea, luego de terminar con una relación por más de diez años, se ve en la obligación de buscar otro prometido antes de que su familia se entere que ya no se va a casar.
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capítulo 24
Nerea...
Miro a Dylan sin saber que responder y es entonces cuando él vuelve a preguntar.
— ¿De verdad aún no te has dado cuenta de que hace mucho tiempo yo deje de jugar?
Mi mirada se clavó en la suya y contesté.
— No lo sé, ya no sé que está pasando entre nosotros. No distingo la verdad de la mentira, hemos mentido tanto que no sé si lo que dices sentir por mí es verdadero o es solo mi deseo de que entre nosotros haya algo más. Dijimos sin sentimientos, pero no sé en que momento todo se comenzó a mezclar.
Dylan al oír mis palabras saco de su billetera varios billetes y sin esperar tomo mi mano para luego salir del restaurante.
— Sí mis palabras no bastan voy a demostrarte que es lo que me pasa.
Sin más nos dirigimos a su auto y luego de subir me llevó a su departamento. Allí sin mediar palabras comenzó a devorar mis labios y mientras me desvestía, agregó.
— Nerea te amo...– Me quede fría al oír esas palabras salir de su boca, aún sin poder decir nada este agregó — No me dejes, no sé si pueda ya vivir sin ti.
Sus labios empezaron a bajar por mi cuello y separándolo de mí, mire bajo la tenue luz de la habitación su rostro, y al notar su mirada de súplica lo atraje nuevamente hacia mí y besando sus labios conteste.
— Repítelo... dime que me amas.
Dylan sonrió, pero aun así contestó.
— Te amo, me enamoré de ti hace mucho tiempo, solo que no estaba listo para aceptarlo. Prométeme que no vas a dejarme, te quiero en mi vida... te necesito.
Pronto ambos llegamos a la habitación y allí volvimos a dar rienda suelta a nuestra pasión. Estaba tan feliz de escuchar esas palabras que por fin mi corazón empezó a latir con normalidad y mi mente dejo de pensar en cosas absurdas. Dylan sentía lo mismo que yo y eso me bastaba. Mientras hacíamos el amor pude escucharlo decir que me amaba infinidades de veces, era como si se lo estuviera callando desde hace rato y había llegado el momento exacto para decírmelo. Cuando ambos terminamos, caímos rendidos y con su rostro en mi pecho acaricié sus cabellos y conteste por fin.
– Yo también te amo... no sé en qué momento paso esto, solo sé que no iba a poder quedarme a tu lado siendo solo tu amiga.
Veo como levanta su cabeza y mirándome a los ojos dice seriamente.
— Entonces sé mi prometida, de verdad.
Detuve mis movimientos y negando con una sonrisa contesté.
— No juegues con eso, aún debemos cancelar nuestra falsa boda.
— No la cancelemos...– su mirada tan seria me decía que estaba hablando de verdad y antes de poder contestar agregó — si quieres podemos retrasarla un poco más, pero estoy seguro de lo que te estoy pidiendo. Casémonos.
— Dylan no podemos tomar esa decisión a la ligera, sí... me enamoré de ti, pero de ahí a casarnos. ¿Y si esto no funciona?
– Por qué no lo haría, llévanos viviendo tres meses juntos y no hay nada que deteste más que estar sin ti, en este departamento solo. Hoy cuando me dieron la noticia de que sería el próximo presidente de la empresa, la única persona con la que quería compartir mi felicidad eras tú. Estás en mi mente día y noche, soy vulnerable frente a ti. Nunca había sentido esto que siento por ti y quiero seguir sintiéndolo el resto de mi vida. No necesito años para saber que tú eres la mujer que me complementa.
Al escuchar todas esas palabras sonreí y besando sus labios conteste.
— Aun así es muy pronto... déjame pensarlo...
— Te doy cinco segundos, – Veo como me mira y agrega –¿Quieres convertirte en mi esposa y ser la mujer más feliz por el resto de tu vida?
Mi sonrisa creció al ver como se había puesto y conteste.
— Mmmm... déjamelo pensar. No lo sé...
Pronto se subió encima mío y con una gran sonrisa contestó.
– ¿Estás jugando conmigo?
— Tal vez...
— Vas a aceptar ser mi esposa, ya lo verás... yo nunca pierdo señorita Nerea.
Sin más comenzó a besarme una vez más, y esa noche volvió a hacerme suya, pero esta vez lo sentí más mío, lo sentí real...