Bajo La Sombra Del Miedo

Capitulo 5

La Primera Noche

Margaret se encontraba caminando por un sendero solitario hasta que a un joven blanco de ojos azules que jamás había visto y este le extiende la mano, ella intenta tomarle la mano pero es de aleja Dejando a una Margaret sumamente ansiosa y triste.

Tal fue el impacto de ese sueño que Margaret despertó sobresaltada y pronto una sensación inquietante comenzó a apoderarse de ella. Miró alrededor de la habitación, pero no vio nada fuera de lo común. Aun así, no podía deshacerse de la sensación de que estaba siendo observada.

Se sentó en la cama, su corazón latiendo más rápido. La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, creando sombras danzantes en las paredes. Margaret intentó convencerse de que solo era su imaginación, pero la sensación persistía.

Decidió levantarse y encender la lámpara de la mesita de noche. La luz cálida llenó la habitación, disipando algunas de las sombras, pero no la inquietud que sentía. Caminó lentamente hacia la ventana y miró hacia el jardín, esperando encontrar alguna explicación lógica. Todo estaba en calma, el viento susurraba entre las hojas de los árboles, pero no había señales de vida.

De repente, un ruido suave, casi imperceptible, rompió el silencio. Margaret se giró rápidamente, su mirada recorriendo cada rincón de la habitación. Nada. Pero el sonido se repitió, esta vez más claro, como un susurro.

—¿Quién está ahí?— preguntó con voz temblorosa, aunque no esperaba una respuesta.

El silencio fue su única respuesta. Margaret se acercó a la cama y se sentó de nuevo, tratando de calmarse. Quizás solo era el viejo caserón, con sus crujidos y susurros nocturnos. Pero en el fondo, sabía que había algo más. Algo que la observaba desde las sombras, esperando el momento adecuado para revelarse.

Margaret se encontraba aún sentada en la cama, con la sensación de ser observada. Y la luz de la lámpara apenas lograba disipar las sombras que parecían moverse por la habitación. Mientras intentaba calmarse, un recuerdo emergió en su mente.

Recordó la conversación que había tenido con su vecina Molly poco después de la muerte de su bisabuela hace varios meses.

"Muchos creen que tú casa está embrujada," había dicho Molly con su voz suave.

La mente de Margaret iba a explotar, en ese momento le había parecido algo supersticioso y gracioso, pero ahora que estaba viviendo la experiencia no le quedaban dudas de que esta casa era extraña. Tal vez la hayan remodelado, pero no deja de ser vieja y quien sabe las cosas que pasaron en el transcurso de todos esos años, ahora sentada en la habitación de su tatarabuela, esas palabras resonaban con una nueva intensidad. ¿Podría ser que la casa guardara secretos más allá de lo visible?

Decidió investigar un poco más. Se levantó y comenzó a examinar la habitación con detenimiento. Cada mueble, cada cuadro, cada rincón parecía normal, ella había pedido a su padre que le decorara la habitación con algunas cosas antiguas que habían en la casa y ahora se estaba arrepintiendo. Se detuvo frente a un antiguo espejo de pie, su marco dorado desgastado por el tiempo. Al mirarse en el espejo, por un instante, creyó ver una figura detrás de ella. Se giró rápidamente, pero no había nadie.

El corazón de Margaret latía con fuerza. Recordó otra advertencia de Molly: "A veces, las casas viejas se asientan. Y muchas cosas son causadas por la imaginación."

Respiró hondo y trató de calmarse. Quizás era verdad y solo era su imaginación, influenciada por la historia de Molly. Pero en el fondo, no podía ignorar la sensación de que algo, o alguien, la observaba desde las sombras, recordó muy bien esa sensación de cuando había estado en la casa de su abuela Janeth, y la tuvo por todos esos días, en ese momento ella creia que era normal por la perdida de un familiar pero ahora ya han pasado meses no lo habia sentido hasta que volvio a Niagara.

Decidió que no podía quedarse en la habitación sin hacer nada. Se volvió a levantar con sus pies descalzos tocando el frío piso de madera, salió cuidadosamente al pasillo y se dirigió a la cocina, ya que quería preparar un té de manzanilla para poder calmar los nervios y dormir nuevamente, en la cocina se sentia como una gacela en medio de la sabana africana lista para ser cazada por cualquier depredador, se bebió el té rápidamente mientras respiraba profundamente, y busco en la sala entre sus cosas que aún no habían sido desempacadas un libro que había estado leyendo, en total eran 7 pero iba por el cuarto, trataba de una escuela magica y tres amigos, ya era la segunda vez queblos leia todos, busco un poco mas en la caja de libros hasta que lo encontró, ahora con libro en mano subio hasta su habitación y encendio todas las luces para leer un poco. No sabía que sucedía, pero estaba segura de que si lo ignoraba nada podría salir mal.