La Luna Del Beta

Al otro día por la mañana, unos golpes despertaron a Akela, que como nunca se había quedado dormida. Eran las diez de la mañana, muy tarde para ella, solía despertar a las seis o con los primeros rayos del sol. Ella se sobresalto y se vistió rápido, al abrir un joven hombre estaba allí parado.

- Ak.. Akala? Akala Zair?.- Pregunto con duda.

- Es Akela Zaer.

- Ah si, bueno, debo dejarle ésto.Necesito su firma por favor.- El hombre dejo varias bolsas y le entrego una planilla para que firmara, Akela la tomó y firmó sin entender.

- Qué.. qué es ésto?.

- Es para la cena, lo envía Teresa.

- Pero.. no se supone que debe ser el día de la cena?.- El joven la miró algo perdido.- Digo, para que no se estropee nada y esté todo fresco

- Señorita, la cena es hoy.

- Qué?!!!.- Akela casi grito por la sorpresa, sus ojos parecían que iban a explotar de lo abiertos que estaban.

- Recibió un sobre? Ayer con el camión y los muebles?.

- Un sobre?.- Akela pensó y luego recordó el sobre, había estado tan ocupada con los muebles que se olvidó de él por completo y ni siquiera lo abrió.

- Por su expresión supongo que si, bueno en el sobre tiene yoda la información necesaria y las recetas. Teresa me pidió encarecidamente que le diga que las haga al pie de la letra, por favor.

- Sss.. si.

- Bien, adiós y suerte.- El joven dijo ésto último casi resignado. Akela lo vió partir y entro raudamente a buscar dicho sobre. Lo encontró en su habitación sobre la silla, donde dejo el vestido y la caja que le había gustado. Lo abrió y efectivamente, decía que la cena sería hoy, a las 20 hs. El Alpha llegaría a su casa a ésa hora y ya todo debía estar listo, pulcro, aseado y ella bien vestida y maquillada. En varias partes de la carta, Teresa le pedía que la receta fuera tal cuál estaba escrita, no debía usar otro ingrediente ni pasarse de las medidas designadas para cada cosa. Aquello puso nerviosa a Akela, ya que no contaba con nada con lo cual pudiera pesar cada cosa. Suspiro resignada y se dirigió a la cocina a preparar todo, con las recetas en su mano. Debía preparar una entrada, un plato principal, un postre y un café especial traído de Nepal, cosechado exclusivamente para el Alpha Kinnaman. Ésto le pareció demasiado pretencioso a Akela. Empezó con todo enseguida, ya que no sabía si su horno a leña lo tendría listo para la hora de la cena. Aquello le llevo todo el día. Cuando tuvo todo en el horno, se dispuso a limpiar la casa y acomodar todo. Luego tomo un baño. Al dirigirse hacía la pequeña caja, noto que era maquillaje, eran varios de muchos tonos y colores, ella decidió que usaría un tono natural y tranquilo, no queria estar demasiado llamativa, ni parecer vulgar. Y ya que jamás se habia maquillado, no sabía ni siquiera si lo haría bien. Estaba ya lista, cuando salió a ver la comida, su horno a leña era algo lento para cocinar un corte de carne tan grande y grueso, además de que debía hacerse al mínimo para que éste salga justo en su punto. Al verlo ella quedó más que satisfecha con su trabajo, decoró todos los platos como se veían en las imágenes, y parecía que lo había hecho un cocinero profesional.

Akela había estado tan ocupada que no pudo ni notar la hora que era. Cuando quiso acordar sintió el ruido del auto afuera, se giro y observó por la ventana, era él. Éste bajo del auto, se veía imponente y elegante. No sé podía negar que a pesar de que era una persona maliciosa, era muy apuesto y varonil, aunque Akela no podía verlo con esos ojos, solo con terror. Ella acomodo su vestido y lo vió olfatear el aire con desagrado, fue a ver los aromatizantes y éstos estaban bien colocados y largaban su bello perfume, ella olía la casa y no podia oler otra cosa que no fuera el perfume de aquellos artefactos, no entendía que era lo que le desagradaba al oler. Entonces el Alpha golpeó la puerta, Akela se congelo en su lugar, y largo un suspiro lento. Acomodo su vestido y un poco su cabello y se dirigió a abrir, no quería hacerlo esperar.

El Alpha se había dirigido al lugar con cero espectativas. Él no quería ésta cena, no estar allí nuevamente con aquella chica, pero no le quedaba de otra. El consejo había estado presionando y si bien él era un Alpha poderoso, no se podía pasar sobre el consejo. ellos estaban allí para mantener a raya a Alphas como él. Chasqueo su lengua molesto. Estacionó fuera de la casa y la miró desde su asiento, estaba molesto, lo último que quería era perder tiempo aquí y con aquella muchacha que él aborrecía. Al bajar, no pudo evitar olfatear el aire, el olor que le llegó a sus cosas nasales le desagrado. Él se dirigió a la puerta y tocó molesto y de mala gana. La puerta se abrió casi enseguida. Él observó a Akela, ella llevaba un sencillo vestido rojo, de mangas cortas, con unos botones al frente, se ajustaba a su cintura y luego solo caía. Ella llevaba el cabello suelto, él noto que ella se había maquillado un poco, algo muy tranquilo, nada llamativo, apenas un poco de labial rosa, y algo de color en su pálida piel, pero muy poco. Realmente se sorprendió, no pensó encontrarla así, ella se veía bien y estaba bien vestida. Siempre la había visto con ropa enorme y suelta y con aquel vestido pudo notar su pequeña cintura, y la belleza de su piel a simple vista. Akela se sintió incómoda bajo su mirada, trago grueso y eso fue lo que saco al Alpha de estado absorto y lo regreso a la normalidad.

- Buenas noches señor.- Akela lo saludo con timidez y sino respeto.

- Terminemos ésto de una vez por todas, no quiero alargarlo más.- Él dijo ésto e ingreso golpeando con su hombro a Akela al hacerlo, ella ahogó un quejido, puesto que el golpe casi le hizo girar su cuerpo entero. Ella cerró la puerta y suspiro bajo, pensó que aquello sería largo. Volteó y observó al Alpha parado allí mirando todo el lugar. Ella lo miró, él llevaba un jean negro que lo hacía lucir bien y mostraba sus músculos, una camisa negra, con sus mangas algo arremangadas, y los dos primeros botones iban abiertos. Cuando él se giro la vió allí observándolo.

- Qué te pasa pervertida? Te gusta lo que ves?.- Le hablo con un tono burlón, al notar que el Alpha la pescó observándolo Akela se ruborizo a más no poder, sentía que su cuerpo se encendía en llamas por la vergüenza, ella bajo su cabeza.

- No.. no señor, lo siento.- Él pudo notar la vergüenza en su voz, y en su olor, se acercó lento hacía ella solo para incomodarla más. Cuando estuvo a escasos pasos, tomo uno de sus cabellos y lo dejo detrás de su oreja y seguido a eso se acercó y le susurro.

- Puedes mirar todo lo que quieras, porque solo eso es lo que harás, mirar. Jamás te tocaría, ni aunque fueras la ultima mujer en la tierra. Eres un asco.- Dijo ésto y se giro dándole la espalda, dejo su saco en un silla y tomo asiento. Akela sintió que se le retorcía el corazón, sus palabras la herian.

- Bien, puedes servir la comida? No quiero estar mucho más aquí.

- Si señor.- Akela no demoró más y empezó por la entrada, la mesa ya estaba puesta, todo era cristalería fina y de calidad. Cuando estuvo cerca de la mesa y acomodando todo el Alpha levantó una ceja algo molesto.

- Qué es ésto?.

- La entrada señor- No, vé al plato principal, no quiero demorar mucho. Apúrate.

- Si señor - Akela dejo la entrada en el mueble de la cocina y saco el plato principal del horno, lo había dejado allí para que no pierda calor. Lo llevo a la mesa y acomodo todo. Le sirvió y le ofreció vino, supuso que era lo que él tomaba ya que se lo habían llevado con los ingredientes para la comida. El Alpha se veía molesto y su actitud era de que todo aquello le desagradaba y le parecía tedioso. Al ver qué la chica no podía abrir el vino, molesto le saco el abridor.

- Eres tan inútil!.- Akela se sentó avergonzada y observó como el abría la botella con aquel artefacto en absoluto silencio. La comida transcurrió en un incómodo y absoluto silencio, ninguno hablo ni se dirigió la mirada. El Alpha apenas y comió lo justo y necesario. Akela por su parte aprovecho y comió de buena gana, la comida le había quedado deliciosa y no sabía cuando volvería a probar un corte de carne así de rico. El Alpha la vió con desagrado.

- Veo que sigues comiendo como la cerda que eres.- Akela lo miró y soltó sus cubiertos.- Y qué es ese olor?.- Kyle no dejaba de olfatear el lugar, lo había hecho desde que bajo del auto.

- Son aromatizantes señor.- Respondió ella con vergüenza.

- Aromatizantes? Por qué?.

- Porqué usted me había dicho que no le gustaba mí olor y el de mí casa, pensé que quizás..

- Pensaste mal, porque este olor se mezcla con el otro y es un asco peor. Sabes qué, ya está no puedo seguir con ésto.- Él se levantó de la silla molesto y tomo su celular y su saco.

- Se va? Aún no probó el postre y tengo el café que le gusta para..

- No quiero nada, solo irme de ésta cueva. Pueden haberte dejado muebles de mi agrado y gusto, pero sigue siendo un asco. Porque sigues estando tú.- Akela lo miro con algo de miedo ante aquello, sus palabras tenían resentimiento y odio, se podía sentir. Cada vez que le dirigía la palabra enojado su aura parecía escapar y hacia que Akela se sintiera chiquita, inservible y aplastada. Luego de aquella cena, Akela no volvió a ver al Alpha Kinnaman hasta la noche de su transformación, en la cual todos sus mayores miedos, se hicieron realidad.

Vestido de Akela