Él necesitaba con urgencia una solución inmediata a su problema, ella estaba en el lugar y momento justos.
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Divorcio
-Entonces... Señor Norton- dijo Mía sacudiendo sus manos con nerviosismo, mientras observaba a Matt sosteniendo en las suyas el acta de matrimonio- Ahora que estamos casados, ¿conoces a algún buen abogado que pueda hacerse cargo de nuestro divorcio?- indagó con una mezcla de diversión e incertidumbre.
Él sonrió de lado, mientras sus ojos leían el papel que estaba sosteniendo
-Muchas gracias por esto, ¿Mía?- le dijo levantando la mirada hacia la joven, ella asintió con un leve movimiento de su cabeza-¿Te molestaría seguir un poco más con esto?- preguntó él con seriedad.
-¿Cómo dices? ¿Seguir con qué?- indagó confundida la muchacha.
-Esto, del matrimonio- respondió Matt- porque mi abuela estará al pendiente como un águila.
-¿Y... por qué decidiste engañarla así? ¿Por qué simplemente no le dices la verdad?- indagó ella.
-Bueno... verás- comenzó a explicar Matt- Ella, mi abuela, hace tiempo que ha estado insistiendo en que debo tener una familia, establecerme, amar a alguien y ser feliz a su lado, pero sinceramente eso no está en mis planes.
-¿Eres gay?- comentó ella, Matt abrió los ojos sorprendidos por la suposición de Mía- porque si es así, me parece que lo mejor es decirle esa verdad. Por lo que pude notar tu abuela te quiere mucho, y creo que te aceptaría como eres.
-Supongo que sí lo haría- comentó él- pero no, no soy gay- agregó, la muchacha suspiró con alivio, ya que si él hombre frente a ella resultaba gay era un gran desperdicio- Simplemente estoy demasiado concentrado en el trabajo como para pensar en una relación- le aclaró, luego metió la mano en uno de sus bolsillos, sacó una tarjeta y se la extendió a Mía.
-¿Esto es?- indagó la joven.
-Es por las molestias- replicó Matt- la contraseña son cuatro seis, y si accedes a seguir un tiempo más con esto- agregó señalando a ambos- deberías mudarte conmigo para que sea más convincente.
Mía lo observó con duda, ladeó la cabeza...
-Espera- dijo- ¿Tú?- la muchacha estaba desconcertada, su cabeza era un lío y no sabía por dónde comenzar.
-¿Tú tienes novio?- preguntó Matt de pronto.
- Bueno...no- respondió la muchacha- Hace tiempo hasta comprometida estuve, pero ya no.
-¡Genial!- dijo el joven, Mía lo miró confundida, él sacó su móvil del bolsillo- Ahora, debo irme- dijo- hablamos luego ¿si?- agregó- caminó unos pasos, luego se giró para ver a la muchacha- nos vemos, esposa- dijo sonriendo, dándole a la muchacha un vistazo de pies a cabeza y sin decir nada más salió de la sala dejando a Mía desconcertada y con muchas más dudas que al principio.
-¡Espera, espera!- le gritó la muchacha aturdida- ¡No me has dicho! Quiero saber... ¿cuándo vamos a divorciarnos?
La joven no obtuvo respuestas a ninguno de sus interrogantes, luego de sopesar la extraña situación, observó el papel en su mano, negó con la cabeza y dijo angustiada.
-¡Esto es lo último que me faltaba!- luego salió del lugar y puso rumbo a su trabajo, porque se le había hecho tarde y de alguna manera debía ganar dinero para afrontar los gastos de la hospitalización de su madre.
Matt por su parte, llegó al estacionamiento del lugar, subió a su automóvil, uno muy caro y de alta gama, allí lo esperaba su asistente personal quien al verlo no dudó en preguntar...
-Señor, ya solucioné el asunto ese de la muchacha que su madre llevó a su oficina. Esa señorita no volverá a aparecer por allí.
-Eso es genial, sabía que podías solucionarlo- replicó el hombre mientras revisaba una carpeta de negocios.
-Pero, aunque su madre esté quieta por un tiempo, me temo que su abuela no va a descansar hasta verlo casado- comentó Marco.
-Bueno- dijo Matt alzando la mirada de los papeles- tengo una noticia para ti. Acabo de casarme.
Marco, su asistente, lo miró desconcertado y lleno de curiosidad, pero no dijo nada, simplemente se encogió de hombros y sonrió a la par de su jefe.
Aproximadamente treinta minutos más tarde ...
Mía entraba sigilosamente a las oficinas de la editorial de noticias donde trabajaba. Al ver a su amiga sentada en su cubículo, ambas muchachas compartieron una sonrisa llena de complicidad.
-¿Y... Pudiste ver a Xavier?- le preguntó la muchacha.
-Sí, que lo hice- respondió ella- pero el muy desgraciado se negó a devolverme el dinero que le preste- agregó con enojo.
-¡Demonios! ¿Y como vas a hacer, ahora?- interrogó su amiga
-No lo sé, por lo pronto debo asegurarme de no perder mi empleo y si sigo llegando tarde eso es lo que va a pasar-comentó Mía poniéndose a trabajar de inmediato, pero una voz sumamente desagradable y que ella conocía a la perfección la llamó.
-Mía Miller- gritó la jefa de su piso acercándose a las jóvenes de manera prepotente y autoritaria- ¡Veo que te dignaste a llegar!- espetó la mujer poniéndose frente al escritorio de Mía para luego arrojar sobre el mismo una carpeta.
-Yoo.. Lo siento, pero es que mi madre está en el hospital y yo...-comenzó a explicar la muchacha
- A mí no me interesa tu vida privada- dijo la mujer con arrogancia- Fíjate como manejas tus asuntos personales para que no interfieran con tu trabajo- agregó la mujer y luego se marchó.
-Esa mujer tiene algo contra ti, no me cabe ninguna duda- le dijo su amíga torciendo la mirada.
-No lo sé, amiga- acotó Mía- jamás le hice nada malo, es más antes de conocerla aquí no la había visto en toda mi vida.
-Y bueno, tal vez está loca la tipa o le recuerdas a alguna mujer que le robó el novio- dijo la muchacha con diversión, Mía negó con su cabeza ante las ocurrencias de su amiga- Ahora cuéntame como sigue tu mamá.
-¡Ay!- suspiró la joven- ella está igual, debe seguir con el tratamiento y solo queda esperar lo mejor- respondió.
-Y bueno, a esperar entonces- replicó la muchacha- ¿Y del tonto de tu ex que sabes?
-¿Qué sé?- murmuró Mía- que es un infeliz, malagradecido y egoísta.
-Eso ya lo sé, cariño. Yo decía con respecto a su vida actual.- dijo ella.
-¡Ah, eso! Pues la verdad no sé nada de él, lo que si puedo decirte es algo muy extraño que me pasó, y por lo cual estoy ahora... casada.- comentó.
-¿Qué? ¿Casada? ¿Con quién?- espetó desconcertada la otra joven, entonces Mía comenzó a relatarle lo ocurrido en la calle con Matt y su abuela!- Entonces... ¿Estás casada con un desconocido?
-Algo así- contestó la muchacha.
-¿Y por qué mejor no averiguas si tiene dinero y simplemente le pides ayuda?- dijo con picardía la muchacha.
-A decir verdad, creo que si tiene dinero- comentó la muchacha- Pero sabes muy bien que no sería capaz de eso- le increpó Mía.
-Lo sé, amiga- dijo Liz sonriendo- era solamente una suposición, aunque pensándolo mejor, quizás deberías pedirle ayuda...
-Eres sumamente irritante cuándo quieres - le dijo Mía a su amiga- pero tal vez, solo tal vez tengas razón- agregó y la muchacha sonrió con autosuficiencia.
Así los días fueron pasando, estos se convirtieron en casi dos semanas, Mía iba y venía del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, del trabajo al hospital, y viceversa. Luego de quince días de intenso ajetreo de ir y venir, cuando Mía se encontraba haciendo una de sus tantas visitas la doctora García se acercó a ella y le pidió hablar en su cónsul. Cuando entraron, tras invitarla a sentarse, a médica le dijo que el tratamiento que le estaban dando a la mujer, al parecer estaba dando buenos resultados, Mía se sintió tan alegre que olvidó que debía ir a trabajar, salió del hospital fue a una tienda compró allí unas flores y unos chocolates.
Regresó al hospital, agradeció a cada médico y enfermera por ser parte del día a día de su madre, al entrar a la habitación abrazó a Ana, le dio un enorme beso en la cabeza y tras tomarle las manos le contó sobre la mejoría que estaba teniendo. Obviamente la mujer se alegró y agradeció al cielo por la hija voluntariosa que tenía.
pobre mía, se quedo frustrada jajajaja 🤣