una mirada una obsesión o amor a primera vista? su ángel misterioso o su demonio personal? que será de la vida de Mariana y Mauricio viconti.
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Capítulo 9 – Primer Encuentro
[Punto de vista de Mariana]
El colectivo vibraba levemente mientras las ruedas giraban sobre la ruta.
Mariana apoyó la frente contra la ventanilla, viendo alejarse los campos y las calles familiares de su pueblo.
Atrás quedaban la panadería, los olores a levadura tibia, el techo donde dibujaba, y los abrazos eternos de su familia.
—Prometé que vas a venir los fines de semana, ¿eh? —le había dicho franco abrazándola fuerte esa mañana, ocultando que también él tenía los ojos brillosos.
—Y no te enamorés de ningún porteño engominado —le dijo Elias, bromeando mientras le ponía un sándwich en la mochila.
—Y si se te acaba el dulce de leche, avisá —dijo Damián como si fuera una cuestión de estado nacional.
Su mamá la había abrazado largo, callado, acariciándole el pelo como cuando tenía cinco años.
Ahora, con la ciudad acercándose en el horizonte, el estómago le bailaba como en una montaña rusa.
Cuando llegó al departamento asignado por la universidad, se sorprendió.
Era sencillo pero hermoso. Luminoso, con un pequeño balcón y una cocina con espacio para sus moldes y recetas.
Al terminar de dejar las valijas, se tiró en el sofá, exhalando todo de una vez.
—Bueno... acá estamos.
De pronto, un ruido la sobresaltó.
El pomo de la puerta giró.
Mariana se incorporó de golpe, pero antes de que pudiera preguntar algo, un hombre entró con un juego de llaves en la mano.
Alto, imponente.
Traje oscuro, tatuajes escapando del cuello hacia las muñecas.
Ojos intensos. Inmensos.
Y una energía que hacía temblar el aire.
—¿Perdón? —preguntó Mariana, frunciendo el ceño.
Él la miró por una fracción de segundo. Y luego…
[Punto de vista de Mauricio]
Él maldijo por dentro.
Lucio le había dicho “es el 5B”.
Y claramente, se había confundido.
—Disculpá. Error mío. Soy tu vecino. Quise entrar al mío, pero… me pasé de puerta.
Mariana lo observó con desconfianza, pero también con una curiosidad imposible de ocultar.
—Ah. ¿Vecino nuevo? ¿También de la universidad?por qué no te ves del estilo universitario??
Mauricio tragó una sonrisa.
—Eh… algo así —dijo, sin agregar más. No podía decirle que era CEO de una empresa multimillonaria ni que era el jefe de una de las organizaciones más temidas del país.
Ella no insistió, pero sí se acercó a la puerta y la abrió un poco más.
—Bueno, señor vecino, si algún día necesita azúcar o… recetas de torta, avise.
Mauricio ladeó la cabeza. Ella era todo lo que él recordaba, pero multiplicado.
Fresca. Natural.
Hermosa.
—Tomaré la palabra.
Ella sonrió.
Esa sonrisa…
La misma que lo había cautivado desde la distancia tantos años atrás.
—Mariana, por cierto. Mucho gusto.
—Mauricio —respondió, extendiendo la mano.
La sintió pequeña y cálida en la suya.
Cuando ella cerró la puerta, él se quedó un instante quieto, mirando al vacío.
Lucio no lo iba a creer, pero el siempre está en contra de todo esto le parece una locura, pero así es el amor no?
El primer encuentro había sido una deliciosa casualidad.
O quizás… destino.