Una profesora de campo muere tras un accidente en su escuela-casa. Reencarna en Arlette, la protagonista de una historia donde la verdadera villana es ella. pero ella no seguirá la trama y creará a su propio villano para protegerla
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capitulo 3: No hay matrimonio.
Arlette se encontraba sentada en la cama, el sol de la mañana se veía tan cálido que provocaba sentarse y recibir un poco de la luz solar. A pesar de la belleza del día, su corazón estaba pesado. Había pasado días en este estado de confusión, atrapada en una historia que no había elegido pero que si leído en su tiempo libre cuando era profesora. Su mente divagaba entre los recuerdos de su vida anterior y la extraña realidad en la que ahora se encontraba. ¿Cómo había llegado a reencarnarse en el cuerpo de una joven noble en un mundo de fantasía? No lo sabía, y en ese momento, no le importaba. Lo que realmente le preocupaba era el futuro que se le presentaba; un matrimonio por obligación, una competencia con su hermana, y la presión de cumplir con un destino que no deseaba.
La historia que la rodeaba era clara; dos hermanas compitiendo por el amor del príncipe, un matrimonio que aseguraría su estatus y el de su familia. Pero Arlette no quería ser parte de eso. No quería ser la rival de su hermana, ni la futura esposa de un hombre al que apenas conocía. En su corazón, sabía que debía tomar una decisión, y esa decisión era rechazar el matrimonio. No iba a ser una pieza más en este juego de poder y ambición.
Mientras reflexionaba sobre su situación, un suave toque en la puerta la sacó de sus pensamientos. Era la voz de Alejandra, su hermana mayor. Arlette se sorprendió al escucharla, pero, por cortesía, le permitió entrar. Alejandra era una mujer de apariencia elegante, con su cabello rubio perfectamente peinado y unos ojos rubí que parecían brillar con determinación. Sin embargo, Arlette podía ver más allá de la fachada de confianza de su hermana; podía notar la presión que también pesaba sobre ella.
— Arlette, padre nos llama a una reunión familiar — anunció Alejandra, con un tono que intentaba ser casual, sin quitar la serenidad al ver a su hermana desarreglada y con el rostro pálido.
Arlette asintió. Sabía que la razón de la convocatoria era el compromiso con el príncipe, y que su padre esperaba que ambas hermanas compitieran por su mano. Sin embargo, no podía soportar la idea de ser parte de ese espectáculo. Alejandra, al ver que su hermana no se movía, se retiró, dejando a Arlette sola con sus pensamientos, no si antes de mirarla de reojo para seguir analizándola.
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Suspirando, Arlette se levantó de la cama y se arregló lo mejor que pudo. No tenía ganas de hacerlo, pero sabía que debía presentarse ante su padre. Al llegar al salón, su padre, el gran duque, la recibió con una mirada de preocupación.
— te he visto muy triste estos días, Arlette —dijo él, con un tono paternal— creo que tengo la solución perfecta para ti... He oído que el príncipe Murphy está buscando una prometida para que se convierta en su reina una vez suba al trono. Así que con mi influencia, hice que solo se fijará por mis hijas.
— matrimonio... Un matrimonio hará que tú cabeza y pies estén estable en el piso de la vida.— anunció la madre.
Ambos padres parecían la perfecta pareja de aristócratas.
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Arlette sintió que su corazón se hundía. No podía creer que su padre y madre estuvieran hablando como si nada sobre comprometer a dos personas que no se conoce, pero así era la vida en esta época. Sin embargo, él continuó, como si no hubiera notado su desdicha.
— podrías competir con Alejandra por su mano. Sería un gran honor para nuestra familia —añadió, con una pequeña sonrisa.
Arlette, con una determinación renovada, levantó la cabeza y lo miró a los ojos.
— no quiero casarme con el príncipe —declaró, su voz firme y clara.
El salón se llenó de un silencio tenso. Su padre se quedó boquiabierto, y Alejandra, que había estado a su lado, se sorprendió visiblemente. Arlette sintió que el aire se volvía denso a su alrededor, pero continuó.
— le dejaré el camino libre a Alejandra para que se case con él. Ella es la que realmente lo desea, y yo no quiero competir con ella por algo tan estúpido; un hombre no es motivo para pelear.
Alejandra, aún en estado de shock, logró recuperar la compostura y, con una voz templada, dijo.
— yo también lo rechazo.— ahora es Arlette que se asombra.
Las palabras de su hermana resonaron en el aire, creando una atmósfera de incredulidad. El gran duque miró a ambas con una mezcla de asombro y frustración.
—¿Qué están diciendo las dos? —preguntó, incapaz de entender la decisión de sus hijas— ¡Es una oportunidad única para nuestra familia!
Arlette sintió que la presión aumentaba, pero se mantuvo firme. No iba a dejar que su vida se definiera por un matrimonio forzado. No iba a ser un peón en el juego de su padre.
— padre, por favor, entiéndelo. No somos objetos para ser intercambiados. No quiero que mi vida dependa de un príncipe. Quiero vivir por mí misma, tomar mis propias decisiones.
Alejandra, aunque aún sorprendida, se unió a su hermana.
— sí, padre. No podemos ser forzadas a hacer algo que no queremos. Merecemos la libertad de elegir nuestro propio camino.
El gran duque se quedó en silencio, mirando a sus hijas con una mezcla de molestia y de no entender su actitudes. Sabía que sus palabras eran valientes, pero también sabía que desafiaban las expectativas de la sociedad.
— esto no es lo que esperaba. Las conozco y se que ambas querían casarse. ¡Lo habían dicho el mes pasado!... No comprendo.— suspiró, levantándose. Continuó.— deben entender que la familia necesita este matrimonio. No tenemos problemas económicos. Ni mucho menos social. No será bien visto rechazar a alguien de la realeza ¿Que dirá la sociedad de ustedes por rechazar esto?
— no importa lo que la sociedad espere. Lo que importa es lo que nosotras queremos. No seremos parte de este juego, padre.
— estoy de acuerdo.— mencionó Alejandra.
El gran duque se quedó en silencio, sopesando las palabras de sus hijas. Arlette sintió que había dado un paso importante, pero sabía que el camino por delante no sería fácil. La historia en la que se encontraba era compleja, llena de engaños y una pelea absurda por un hombre, pero estaba decidida a forjar su propio destino, sin importar los obstáculos que se interpusieran en su camino.