En esta apasionante novela, "María" Gómez, una joven y talentosa periodista, se encuentra con un misterioso hombre llamado Alejandro, cuya sonrisa enigmática la deja sin aliento. A medida que se conocen mejor, María descubre que Alejandro esconde un secreto que podría cambiar su vida para siempre
NovelToon tiene autorización de mile vivero para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
la sorpresa del día siguiente
Capítulo 4
...María se sorprendió al ver el nombre de Alejandro en la pantalla de su teléfono.
—Hola —dijo Alejandro, con una voz cálida y familiar—. ¿Cómo estás?
María se sintió emocionada.
—Estoy bien —respondió—. ¿Y tú? ¿Cómo conseguiste mi número?
Alejandro se rió.
—Bueno, confieso que tuve un poco de ayuda —dijo—. Resulta que Sofía, tu amiga, es una vieja amiga mía.
María se sorprendió.
—¿Sofía? —repitió—. ¿Cómo la conoces?
—Nos conocimos en una fiesta hace unos años —explicó Alejandro—. Y anoche, después de dejarte en tu edificio, la llamé para preguntarle sobre ti.
María se rió.
—Sofía es una traicionera —dijo, sonriendo.
Alejandro se rió también.
—Bueno, creo que solo quería ayudar —dijo—. Y yo aproveché la oportunidad para pedirle tu número.
María se sintió emocionada.
—Me alegra que lo hicieras —dijo.
...María y Alejandro estaban disfrutando de su almuerzo en un restaurante acogedor. La conversación fluía con facilidad y María se sentía cada vez más cómoda en presencia de Alejandro.
De repente, la puerta del restaurante se abrió y un hombre alto y moreno entró. María reconoció inmediatamente a su ex novio, Luis.
Luis se acercó a su mesa, con una expresión de enfado en su rostro.
—María, ¿qué estás haciendo? —preguntó, su voz elevada.
María se sintió incómoda.
—Luis, ¿qué pasa? —respondió, intentando mantener la calma.
—¿Qué pasa? —repitió Luis—. ¿Qué pasa es que te veo con otro hombre?
Alejandro se puso de pie, su expresión tranquila pero firme.
—Creo que deberías calmarte —dijo—. No hay nada que justifique este comportamiento.
Luis se volvió hacia Alejandro.
—¿Y tú quién eres? —preguntó, desafiante.
—Soy Alejandro —respondió—. Un amigo de María.
Luis se rió.
—Un amigo —repitió—. No te creo.
María se puso de pie, su voz firme.
—Luis, ya hemos terminado. No tienes derecho a aparecer aquí y montar una escena.
Luis se enfureció aún más.
—Tú siempre has sido mía —dijo—. No puedes simplemente pasar a otra persona.
Alejandro se interpuso entre Luis y María.
—Creo que es hora de que te vayas —dijo, su voz firme.
Luis se volvió y se marchó, dejando a María y Alejandro en un silencio incómodo.
...María y Alejandro estaban sentados de nuevo en el restaurante, después de la escena con Luis.
María se sintió incómoda, sabiendo que Alejandro había visto una parte de su pasado que ella hubiera preferido mantener oculta.
—Lo siento —dijo María, finalmente—. No esperaba que eso pasara.
Alejandro se tomó su mano.
—No tienes que disculparte —dijo—. Pero ¿quieres hablar sobre lo que pasó?
María asintió.
—Luis y yo estuvimos saliendo durante tres años —empezó—. Al principio, todo parecía perfecto. Pero con el tiempo, se volvió controlador y posesivo.
Alejandro escuchó atentamente.
—Me decía que no podía salir con mis amigas, que no podía vestirme de cierta manera —continuó María—. Me hizo sentir como si no fuera lo suficientemente buena para él.
Alejandro apretó su mano.
—Lo siento mucho —dijo—. Nadie merece ser tratado de esa manera.
María se sintió aliviada al compartir su historia con Alejandro.
—Pero lo peor fue cuando empecé a creer que era culpa mía —dijo—. Que si hubiera sido una mejor pareja, él no habría necesitado controlarme.
Alejandro se inclinó hacia ella.
—Eso no es cierto —dijo—. La culpa es siempre del que abusa, nunca de la víctima.
María se sintió agradecida por las palabras de Alejandro.
—Gracias por entender —dijo.
Pero de repente, Alejandro se puso serio.
—María, ¿te das cuenta de que eso puede haber dejado cicatrices? —preguntó.
María asintió.
—Sí, lo sé —dijo—. A veces siento que no soy lo suficientemente buena para nadie.
Alejandro la miró fijamente.
—Eso no es cierto —dijo—. Eres increíblemente valiosa y mereces ser amada sin condiciones.
María se sintió emocionada por las palabras de Alejandro, pero también se dio cuenta de que aún tenía inseguridades.
—¿Y si no puedo confiar en mí misma? —preguntó.
Alejandro sonrió.
—Entonces confía en mí —dijo—. Estoy aquí para ti.