No Debo Amar Al CEO

Luego de una mañana relajante, Roselin comenzó a dar vueltas por la ciudad en busca de trabajo, pero ella estaba calificada para trabajar en una empresa por lo que era realmente difícil encontrar algo, pues después de dejar su currículo debía esperar semanas solo para una entrevista y después pasar por un período de prueba.

Por ahora, Roselin decidió no estresarse, era algo casi imposible para ella, pero podía buscar distraerse, no sería una mala idea ir por la zona turística un rato.

Cuando Roselin terminó de ir a los lugares más recomendables para buscar trabajo el sol estaba ocultándose, esto causó que el cielo mostrará un paisaje rojizo que tranquilizó por un momento las preocupaciones de la chica.

Al caminar por la zona más movida de la ciudad pudo ver un montón de gente caminando de un punto a otro, esa zona en realidad era la zona central de la ciudad, pero también era conocida como zona turística por su gran cantidad de tiendas y atracciones.

Roselin no pudo evitar reír ligeramente al ver a un pequeño jugando con un perro en el suelo, el niño tenía ropa muy fina, pero estaba lleno de arena y suciedad a causa de su juego con el cachorro.

Repentinamente, el pequeño cachorro corrió lejos y el pequeño comenzó a perseguirlo, Roselin corrió y cargo al niño rápidamente, pues este corrió en dirección a los autos, el perrito corrió por la carretera hasta llegar al otro lado de la calle y pararse junto a una pequeña pelota. El corazón de Roselin latía rápidamente, pues un auto casi atropellaba al niño, las personas a su alrededor comenzaron a aplaudir mientras el niño se aferraba más a ella.

—Pequeño, no debes correr así.

El pequeño niño se separó levemente de Roselin y la observó con los llenos de lágrimas, la escena era totalmente adorable.

—Lo siento.

Roselin acarició la cabeza del pequeño y lo abrazo, de la nada una voz muy familiar comenzó a gritar el nombre del pequeño mientras corría a él.

—¡Santiago!

Roselin estaba sorprendida, mientras más intentaba evitar a aquel hombre, el destino se empeñaba más en ponerlo frente a ella. Sebastián le arrebato con suavidad al niño y lo abrazo con fuerza.

—¿Por qué te alejaste de mí? Estaba muy preocupado.

Cuando Sebastián miró a Roselin se sorprendió, llegó a ver como ayudó a su hijo, pero estaba tan preocupado que ni siquiera noto quien fue la persona detrás de la buena acción.

—Gracias por salvar a mi hijo.

—No es nada, de todos modos fue una casualidad.

Sebastián iba a responder hasta que vio a Roselin alejarse de forma repentina, Sebastián observó como esta cruzaba la calle y cargaba al cachorro el cual estaba muy entretenido jugando con una pelota.

Al pararse frente a Sebastián esta le ofreció al pequeño niño el cachorro, Santiago tomó al perrito entre sus manos y lo abrazo mientras dejaba de llorar.

—¿Cómo puedo pagarte por lo que has hecho?

—Ya te dije que fue una simple casualidad, no necesito nada a cambio.

—Insisto, mi hijo es lo más preciado que tengo, no sabría que hacer sin él, gracias a ti él está bien.

—Tengo hambre.

Después de calmarse, el pequeño habló a su padre, tal parecía que todavía estaba asustado por lo UE había pasado, pues, el pequeño jugaba con sus dedos mientras hablaba con pena, el cachorrito estaba ansioso entre sus brazos.

—¿Te gustaría venir a comer con nosotros?

Roselin iba a negarse rotundamente hasta que Santiago la miró con sus ojitos brillantes y expectantes.

—Si solo será una comida, por mí está bien.

—Entonces sígueme.

Roselin camino un poco hasta que Sebastián le abrió la puerta del auto en la parte del copiloto, después dejo a Santiago y al perrito en la parte trasera, Santiago se puso el cinturón y el perrito se sentó entre sus piernas.

—¿Te molesta que cenemos en mi casa? Como verás, mi hijo está demasiado sucio.

Roselin se sintió un poco nerviosa, pero ya era tarde para arrepentirse y de todos modos ya había aceptado.

—No, no tengo ningún problema, pero mi auto está estacionado aquí.

—Eso es fácil de resolver, al llegar puedes darle la llave a mi chófer y él lo llevará a mi casa.

Roselin se sentía muy humillada, ella apenas y tenía para hacer el servicio mensual de su auto y el hombre frente a ella tenía chóferes y estaba literalmente podrido en dinero.

Roselin quiso correr muy lejos cuando vio la enorme casa, corrección, mansión en la que vivía Sebastián, ¿Para qué necesitaba tanto espacio?.

Sebastián abrió la puerta para Roselin y después abrió la puerta de la parte trasera, el cachorro bajó por si solo mientras Sebastián cargaba a Santiago.

Al entrar a aquella espaciosa y gigante casa lo primero que noto Roselin, fue la gran cantidad de pertenencias costosas que variaban en toda la casa, un gran ejemplo eran los cuadros que estaban en todas las paredes.

El pequeño Santiago fue recibido por una sirvienta la cual sonreía y lo veía con cariño, el pequeño no dudo en ir a los brazos de la sirvienta.

—En veinte minutos estará listo.

—Perfecto.

Sebastián caminó hasta llegar a una sala con grandes ventanas y un sofá justo en el medio, la decoración de todo el lugar daba un pequeño aire victoriano, los muebles, mesas y alguna que otra pieza de decoración podían ser perfectamente modelos de decoración victoriana moderna.

Roselin se sentía un poco nerviosa, pero intentó disimular tal situación al menos un poco, aunque Sebastián por su parte, tenía un rostro sereno. Al sentarse en un sofá, el ambiente fue muy incómodo, Roselin miraba en todas las direcciones posibles para evitar la mirada de Sebastián, aunque Sebastián no era gran fanático de ser ignorado, dejó que Roselin lo evadiera por un largo rato hasta que este decidió hablar.

—Escuche que dejaste de trabajar con Máx, es una pena.

En ese momento Roselin recordó la razón principal por la que salió ese día, ni siquiera había encontrado un trabajo aún.

—Pues sí, aunque ya estoy buscando empleo.

—¿Te gustaría trabajar para mí?

Roselin lo veía como una oportunidad única, aunque sería realmente extraño trabajar junto a alguien con el que ya tuvo intimidad, estaba desesperada por encontrar un buen trabajo, pero no creía estar tan desesperada como para trabajar en un ambiente tan incómodo.

—No estoy muy segura.

“Bueno, por ahora solo necesitaba a una asistente, últimamente mi asistente no rendía lo suficiente y tuve que despedirlo, además la paga es similar a la de Máx, pero si no deseas aceptar está bien”

La propuesta era tentadora, pero Roselin no sabía las intenciones de Sebastián, era claro que él recordaba lo que había pasado aquella noche, sin embargo, se mostraba reacio a la situación.

—Supongo que puedo aceptar tu propuesta.

Sebastián sonrió y continuó hablando.

—Entonces Estás oficialmente contratada.

Roselin no sabía la razón, pero un escalofrío recorrió su cuerpo muestras observaba a Sebastián, quería que el pequeño Santiago bajará rápido par cenar.