"Mi vida cambió en un abrir y cerrar de ojos. Tenía todo lo que siempre había deseado: padres amorosos, una hermana que era mi mejor amiga y un novio que se suponía que me amaba desinteresadamente. Pero un día, al descubrir secretos ocultos que giraban en torno a mí, sentí que el suelo se desvanecía bajo mis pies. ¿Cómo podría haber estado tan ciega?, ¿cómo puede confiar tanto en esas personas?; estos secretos estaban a punto de sacudir los cimientos de mi familia y destruir mi relación."
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Capitulo III Recuerdos del pasado
Deje a la joven sobre mi cama, no sé cuál fue la razón para no dejarla en una de las habitaciones de invitados, pero fuese cual fuese la razón, aquí estaba, durmiendo plácidamente sobre mis sábanas negras que hacían un buen contraste con ese vestido rojo que no dejaba nada a la imaginación y esa piel blanca, tan suave y tersa como la de una muñeca de porcelana. Una sensación extraña se apoderó de mí, tenia unas ganas enormes de poseer ese delicado cuerpo que me invitaba al placer y la lujuria. Pero yo no era de esos, nunca me aprovecharía de una mujer y menos estando inconsciente. Tenía que sacarme esos pensamientos de la mente, así que fui a darme un baño de agua fría, estuve en la ducha por más de una hora y hasta que no controle mis instintos no salí de ahí.
Cuando logré controlar mis instintos me fui a dormir a una de las habitaciones de invitado. Sin poder conciliar el sueño, los recursos del pasado llegaban a mi mente como un huracán que destruye todo a su paso. Los recuerdos de Patricia, mi más grande amor, pero también mi más grande decepción; quien me engaño con el que se suponía era mi mejor amigo: Sergey Montenegro. Desde ese entonces nació la rivalidad entre él y yo, ya que él se quedó con mi prometida y yo me quedé con cada negocio que él tenía en la mira.
Sergey siempre quiso todo lo que yo tenía y mi prometida no era la excepción, ellos se casaron y según se rumorea son muy felices juntos; sin embargo, soy de los que piensan que si estás bien con una mujer, no deberías buscar en la calle lo que tienes en casa. Sin dudas Patricia es una mujer hermosa, rubia, voluptuosa, sensual y apasionada en la cama, ella sede a todos tus deseos y hasta más si así se lo pides, no obstante por lo que vi esta noche a Sergey eso no le es suficiente, nunca imaginé que fuera el tipo de hombre que forzaría a una mujer a estar con él.
Casi amanecía y aunque al día siguiente era sábado, tenía una rutina que seguir, así que me puse de pie y fui a mi habitación a buscar algo de ropa para ejercitarme, al entrar a la habitación encontré a la hermosa mujer temblando de frío. Me acerqué a ella para ponerle una sábana encima, pero sus largas y esbeltas piernas llamaron mi atención. Aparte la mirada y le puse una sábana encima, ese movimiento hizo que la chica despertara y nuestras miradas se quedarán fijas la una en la otra. De repente ella pareció entrar en razón y me empujó haciendo que casi cayera al suelo.
“¿Quién eres tú?, ¿Qué hago aquí?, ¿dónde estoy?, ¿qué me hiciste?”, varias preguntas salieron de su boca como una ráfaga de viento sin control. Ella empezó a revisar su cuerpo y suspiró aliviada al verse aún con ropa.
“Tranquila, no te preocupes no te hice nada. No eres mi tipo”, respondí de mala gana.
Ella me miró molesta, y ni idea de por qué me miraba así, estaba despeinada y su maquillaje desordenado, pero aun así se veía linda. «Espera ¿en qué estoy pensando?», dije para mí mismo.
“Eso no responde a mi pregunta, ¿quién es usted?, y ¿qué hago aquí?”, pregunto la joven confundida, pero con voz firme.
“Anoche te arrojaste a mis brazos y me suplicabas que te hiciera el amor, pero como te dije no eres mi tipo y no despertaste nada en mí”, respondí con indiferencia y mucha seguridad.
“Eso no es cierto, yo jamás le hubiera pedido a un tipo como tú que me hiciera nada. Mírate eres arrogante y altanero, seguramente me asusté al ver tus pequeños atributos y me arrepentí de haber venido a tu casa”, contesto la muy descarada despertando la ira en mí.
“Cuando quieras te muestro mis grandes atributos”, le dije acorralándola en la cama haciendo que nuestras respiraciones se entrelazan.
Ella se quedó inmóvil ante mi reacción, bajo esa mirada fría se veía que tenía miedo, su actitud hizo que algo se despertara nuevamente en mí y sin pedir permiso me adueñe de sus labios, al principio se resistió a mis besos, pero después se dejó llevar y respondió con pasión. Cuando estaba a punto de ir más lejos, me detuvo y con una mirada de triunfo se rio, para después lanzar un fuerte golpe con sus palabras.
"Pensé que no despertaba nada en ti”, dijo con burla mirando a mi amigo muy despierto.
Con rabia me aparté de ella y fui a buscar mi ropa de entrenamiento, esa mujer era irritante, como pudo ser tan descarada y seducirme de esa manera, solo para después burlarse. Cuando salí de mi armario, la conseguí mirándose al espejo. Tenía la mirada perdida y ni cuenta se había dado de mi presencia.
“¿acaso piensas quedarte todo el día en mi casa?”, le pregunté con frialdad.
“No, ya me voy. Solo quería agradecerte por lo de anoche y bueno por no propasarte conmigo”, aquellas palabras me dejaron sin habla. Ella recordaba lo que pasó anoche en el club, que clase de droga le habrán dado.
Sin decir nada más agarró su bolso y salió de la habitación. No fui tras de ella, ya que solo quería que saliera de mi vida. Esa mujer despertaba algo en mí que no me gustaba y lo mejor era no volver a verla.