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1.3
La menor de la familia Green se dejó caer pesadamente en la silla, abanicándose el rostro con una mano mientas Alicia contabilizaba el efectivo. Al encontrar todo en regla, le extendió nuevamente el contrato a la chica, especificando que Aidan Haynes sería suyo por tres días completos a partir de la media noche de ese día.
—No puedo recibirlo a esa hora —protestó Carrie, sosteniendo un bolígrafo entre sus dedos.
—Tú solo firma —ordenó Alicia perdiendo la paciencia.
Carrie frunció los labios, dudando acerca del trato. No podía recibir a Aidan en casa estando su padre y hermano en el mismo lugar. Bueno, tal vez podría esconderlo en el sótano. Sí, definitivamente lo escondería ahí.
Alicia archivó el contrato en una carpeta, y le entregó la fotografía a Carrie.
—Es todo tuyo —suspiró, por fin la niña gruñoncita se marcharía.
Carrie tomó entre sus manos la fotografía de Aidan.
—¿Y qué rayos haré con esto? —gritó agitando el papel en el aire.
Alicia se masajeó la sien, se estaba cansando de dar el mismo discurso día con día. Hablaría con sus superiores para que la asignaran al área administrativa.
—Es tu novio, tú dijiste que crees en la magia, entonces espera por él.
Los ojos de Carrie comenzaron a escocer, ¡había sido estafada! ¡No iría a su graduación con un pedazo de papel!
Alicia se levantó y pasó un brazo por los hombros de la chica, ayudándole a incorporarse.
—El hechizo funciona de la siguiente manera —Alicia susurró con una armoniosa voz cantarina—: un minuto antes de la media noche, tienes que decirle a Aidan lo que deseas de él. También es importante que le cuentes algunas cosas de ti, para que cuando él sea real, ya te conozca un poco y no comiencen de cero. Cuando el reloj marque las doce en punto, debes besar la fotografía, y es así, cómo el hombre de tus sueños tomará vida.
—No te creo —masculló entre dientes la chica—. Quiero de vuelta mi dinero.
Alicia exhaló irritada, dirigiéndose a su ordenador.
—Te lo demostraré.
Carrie se cruzó de brazos, observando a Alicia imprimir la fotografía de un cachorro Golden Retriever.
La pelirroja estrelló la fotografía en el pecho de Carrie.
—Desea un perrito —ordenó retadoramente.
Carrie cerró los ojos, sosteniendo la fotografía contra su pecho.
—Deseo un perrito —farfulló, nerviosa por el enojo de la otra mujer.
Abrió los ojos percatándose de un peso entre sus brazos, el dichoso cachorro ahora de carne y hueso, la miró y le humedeció el rostro con su pequeña lengua pegajosa.
—Lo ves —decía Alicia admirando sus uñas—, por eso te preguntamos si creías en la magia. Las hadas madrinas no somos enanas, viejas y con alas como el mundo cree. Lo que sucede es que nos hemos modernizado, ya nada es gratis en la vida. Antes, creábamos carruajes con calabazas, blancos corceles con ratas, y lacayos con lagartijas; ahora, creamos novios con fotografías, ¿entiendes?
Carrie asintió con la cabeza. Ahora entendía porqué encontró el anuncio de la agencia en la boutique «Yeh Shen», todo comenzaba a tener sentido. ¡Aidan Haynes sería real dentro de unas horas! Y lo mejor de todo, que era completamente suyo.
—¡Un momento! —exclamó saliendo de su ensoñación.
—¿Y ahora qué? —sollozó Alicia.
—¿Quién me asegura que no existe otro Aidan Haynes? ¿Te imaginas la vergüenza que pasaré en mi graduación si alguien aparece con un modelo igual?
—Ah, no te preocupes —decía Alicia, haciendo un ademán desinteresado con la mano—. Es por eso que Aidan es tan caro, es un modelo exclusivo. Así que, nadie tendrá otro igual.
—¡Qué bien! —vociferó la rubia colocando al cachorro en el piso—. Prepararé la cena y luego pensaré en lo que le diré a Aidan.
Alicia la observó acercarse a la puerta dando brincos de alegría, esta vez, a Aidan le había tocado una niña un poco especial.
—Puedes llevarte al perrito, si quieres —gritó Alicia antes de que Carrie azotara la puerta.
—¡A mi hermano no le gustan los animales! —respondió desde afuera—. ¡Aunque tampoco le agradará Aidan!