Nadie recuerda cómo comenzó, pero en los viejos cuentos se dice que Sombravelo era un reino bañado en luz dorada, donde las estrellas brillaban en el día y la magia fluía como el agua en los ríos. Sin embargo, algo oscuro se apoderó del reino. Una sombra antigua, nacida de los miedos más profundos de la humanidad, comenzó a extenderse, transformando a sus habitantes en figuras retorcidas y grotescas. Este mal, llamado La Niebla Devora-Sueños, era invisible para el ojo humano, pero dejaba marcas en el alma.
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Capítulo 11: El Reloj de Sombras
Elías continuó su viaje por el sendero del bosque, sintiendo un peso diferente en su corazón. Después de enfrentar el Laberinto de las Verdades, algo en su interior había cambiado; la carga de sus miedos parecía más ligera, pero no desaparecida. Sombravelo, con sus misterios y susurros, lo atraía aún más profundamente, como si el mundo mismo estuviera vivo y lo guiara hacia un destino desconocido.
El camino se abrió a una amplia explanada, donde se erguía una estructura extraña e imponente: un reloj monumental, de piedra negra, cuyos engranajes eran visibles y giraban con lentitud. Sin embargo, en lugar de marcar las horas con números, el reloj tenía símbolos en sus marcadores, imágenes que parecían representar diferentes etapas de la vida, desde la niñez hasta la vejez, desde la luz hasta la oscuridad. En el centro, una aguja de obsidiana se movía con una precisión inquietante.
—"El Reloj de Sombras," murmuró una voz familiar. Nox, el cuervo, apareció en una rama cercana, observando a Elías con sus ojos rojos e insondables. —"Este reloj no mide el tiempo como tú lo conoces. Aquí, el tiempo no es lineal; se mueve en espirales, se entrelaza con los sueños y las memorias. Cada vuelta de su aguja revela una verdad oculta o un secreto olvidado."
Elías se acercó al reloj, sintiendo cómo su presencia emanaba una energía profunda y misteriosa. Al examinarlo más de cerca, vio que las sombras de los engranajes proyectaban figuras en el suelo, escenas de momentos perdidos, recuerdos que no siempre eran suyos, sino fragmentos de las vidas de otros que habían atravesado Sombravelo.
—"¿Qué debo hacer aquí?" —preguntó Elías, mirando a Nox con una mezcla de curiosidad y aprehensión.
—"Para avanzar en tu viaje, debes ajustar el Reloj de Sombras," respondió el cuervo. —"Debes alinear la aguja con el símbolo que resuene en tu corazón. Pero ten cuidado, Elías: el tiempo es caprichoso, y una elección errónea podría sumergirte en un ciclo del cual no hay escapatoria."
Elías miró los símbolos en el reloj, tratando de descifrar su significado. Había un sol brillante, una luna en cuarto menguante, una hoja seca que caía al suelo, una máscara partida en dos, y un niño con los brazos extendidos. Cada uno parecía representar algo importante, una etapa o un desafío que debía enfrentar. Pero, ¿cuál era el que resonaba en su corazón?
Recordó sus últimos encuentros: la Fuente de los Recuerdos, el Laberinto de las Verdades, las palabras de Fennel y las advertencias de Nox. En todos ellos, las sombras y la luz se habían entremezclado. La máscara partida en dos llamó su atención; le recordaba a su propia lucha por aceptar las partes de sí mismo que había ignorado. Sin embargo, el símbolo del niño también lo atrajo, pues representaba la inocencia perdida y la curiosidad que lo había llevado hasta aquí.
Finalmente, con el corazón palpitante, decidió alinear la aguja con el símbolo del niño. Al hacerlo, el Reloj de Sombras emitió un sonido grave y profundo, como el tañido de una campana distante. La aguja se movió rápidamente y se detuvo con un chasquido, mientras las sombras proyectadas en el suelo comenzaban a cobrar vida, formando una figura que emergía lentamente de la oscuridad.
Frente a él apareció una versión más joven de sí mismo, con los ojos llenos de inocencia y miedo. El niño lo miraba con una mezcla de esperanza y desesperación, como si fuera un reflejo de las partes de Elías que habían quedado atrapadas en el pasado.
—"¿Por qué me dejaste atrás?" —preguntó el niño con una voz temblorosa. —"Olvidaste tus sueños, tus promesas. Dijiste que siempre serías valiente, pero cuando el miedo llegó, te escondiste."
Elías sintió un nudo en la garganta. Recordaba claramente esos momentos de su infancia, cuando el miedo lo paralizaba y no encontraba las palabras para expresar lo que sentía. Había soñado con ser fuerte, con explorar mundos fantásticos, pero en algún punto, la realidad había apagado parte de su fuego interior. Ahora, al ver esa versión de sí mismo, comprendió que había olvidado la promesa de nunca dejar de soñar, de nunca permitir que la oscuridad apagara su luz.
—"No te dejé atrás," respondió Elías, dando un paso hacia el niño. —"Solo me perdí. Dejé que el miedo me dominara, pero estoy aquí ahora para recuperar lo que perdí."
El niño lo miró en silencio por un momento, y luego asintió lentamente. Al hacerlo, su figura comenzó a brillar con una luz cálida, y las sombras que lo rodeaban se disolvieron en el aire. El niño se acercó a Elías y lo abrazó, fusionándose con él en un destello de energía. Al instante, Elías sintió una oleada de fuerza y claridad, como si una parte de sí mismo hubiera vuelto al lugar al que siempre perteneció.
El Reloj de Sombras dejó de moverse, y el sonido de los engranajes se desvaneció. En el centro del reloj, apareció una nueva inscripción, tallada en la piedra: "El tiempo es el guardián de todas las cosas, pero solo el corazón puede elegir el momento adecuado para enfrentarlas."
Elías entendió entonces que su viaje en Sombravelo no solo era hacia adelante, sino también hacia adentro. Cada paso que daba, cada prueba que enfrentaba, lo llevaba a descubrir más sobre sí mismo y a reconciliarse con las partes de su historia que había olvidado o ignorado. Sombravelo era un reflejo de su propia alma, un lugar donde el tiempo y la verdad se entrelazaban para guiarlo en su transformación.
Con renovada determinación, Elías dejó atrás el Reloj de Sombras, sabiendo que la próxima etapa lo acercaría aún más a las respuestas que buscaba y a las sombras que aún debía enfrentar. Pero ahora, sentía que estaba más preparado que nunca para lo que Sombravelo tuviera reservado para él.