—Pablo Santander es un enólogo y bodeguero muy conocido en su pueblo, y un día, rescata a su sobrina Antonella de un orfanato, quien vivió situaciones traumáticas, pero es carismática y sonriente. Con el paso del tiempo, Antonella va viendo la rivalidad en la que se ve involucrada sin desearlo.
Muchos adolescentes/jóvenes inexpertos descubriendo el amor por otro lado.
—<<<Rivalidades, amor, amistad, amor sano, romance, amistad, romance estilo "RyJ", infidelidades, dr, problemas de autoestima, mafia, negocios, realismo, bodegas, viñedos, familia disfuncional, clasismo, amor eterno, etc>>>
—Idioma: español (Argentina)
—Pueblo de Buenos Aires.
—Ambientado en: Junio 2002- Febrero 2006.
—Cantidad de temporadas: 4.
—Duración de capítulos: 45/50 minutos.
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T1 E3
*Antonella, tras escuchar la conversación, se quedó pensativa y asustada. Decidió dar un golpecito en la puerta para que pensaran que acababa de llegar. Al escuchar el ruido, Pablo y Lorenzo se giraron hacia ella, sorprendidos*
Pablo: ¡Antonella, volviste!
Antonella: (forzó una sonrisa) Eh... ¡sí! Claro que volví... se me fue la hora, perdón.
Pablo: (sonrió) No pasa nada, lo bueno es que volviste.
Lorenzo: ¿En qué se te fue la hora, qué hacías?
Pablo: Sí... ¿estabas sola o con Giuliana?
Antonella: (jugando con sus dedos, nerviosa) ¡Ehh, sí, sí! ¡Tal cual, estuve con Giuliana! No sabés, nos re divertimos...
Pablo: Ahh, entiendo... ¿vos todo bien? Te noto algo... no sé, nerviosa, ansiosa.
Antonella: (sonrió, tensa) ¡Sí, sí! Está todo re bien. Solo... estoy cansada. Voy a subir un rato.
*Antonella apretó los labios, dio media vuelta y subió las escaleras casi sin respirar*
*Se sentó en su cama, mirando sus manos sucias y la ropa manchada de tierra. Las palabras de Lorenzo sobre Mariano resonaban en su mente*
[Antonella: No puede ser... no pueden estar hablando del mismo Mariano... ese chico que conocí no es el que dicen...]
*Suspiró, conteniendo las lágrimas en sus ojos. Se frotó los brazos como si sintiera frío*
~En el living~
*Pablo y Lorenzo intercambiaron miradas preocupadas*
Lorenzo: Está actuando raro, ¿no te parece?
Pablo: (frunció el ceño, inseguro) No... ¿vos decís? Ella ya es así. Espontánea...
Lorenzo: Sí, pero... vino rara, no como siempre. Jugaba con sus dedos, como si estuviera ansiosa o algo...
Pablo: (lo miró, serio) ¿Vos creés que nos escuchó hablar?
Lorenzo: (asintió) La verdad es que sí... estaba perturbada. A no ser que algo le haya pasado afuera, pero si estuvo con Giuliana, lo dudo...
Pablo: (exhaló, preocupado) Ay, ojalá que no nos haya escuchado. No me gustaría haberla asustado.
Lorenzo: ¿Querés que le preguntemos mas tarde si escuchó algo?
Pablo: No, no, seríamos muy obvios... mejor veremos como se comporta.
*Lorenzo asintió mientras desviaba la mirada, pensativo. Al igual que Pablo, quien suspiró nuevamente mientras observaba la escalera por donde se había ido Antonella*
~Después de dos horas, en el comedor~
*Mientras todos cenaban, reinaba un silencio que solo era interrumpido por el ruido de los cubiertos contra los platos*
Antonella: (sonrió, radiante) ¡Hmm, cocinás muy rico, Gina!
Pablo: La verdad que sí, te sale riquísimo...
Gina: (sonrió, con gratitud) Muchas gracias, chicos. Gracias, Anto, sos un amor.
Antonella: (levantándose, entusiasmada) ¡A partir de ahora, decido que esta es mi comida favorita! ¡Fideos con tuco!
Lorenzo: (la miró de reojo, extrañado) Hablás como si nunca la hubieras comido, Antonella...
Antonella: (bajó la sonrisa, incómoda) Eh... porque nunca lo hice...
*Por 5 segundos, un silencio incómodo reinó la sala. Así que Pablo decidió intervenir, con una sonrisa*
Pablo: ¡Bueno! Entonces brindemos por la comida favorita de Antonella. ¡Salud!
*Todos levantaron sus vasos con alegría, menos Antonella, que los miraba sin entender nada*
Antonella: ¿Brindar? ¿Eso qué es?
Lorenzo: Brindar significa celebrar un logro, o desear el bien. Y levantamos los vasos como un... un festejo. ¿Entendés?
Antonella: (rió nerviosa) Ah... ya entendí...
*Gina dejó los cubiertos a un lado, y se levantó de la silla*
Gina: Bueno, ¿ya terminaron todos de comer?
*Todos asintieron*
Gina: Bueno, entonces voy a lavar los platos, buen provecho a todos.
Antonella: (confundida) Pero... ¿no deberíamos llevar los platos nosotros mismos? Pregunto nomás...
Gina: (rió suavemente) No, Anto, este es mi trabajo y lo hago encantada. Vos no te preocupes.
Antonella: Ah... ya entendí, de nuevo mil disculpas...
Pablo: No pasa nada, es cuestión de que te adaptes a las nuevas costumbres y listo...
*Gina comenzó a recoger los platos, llevándolos a la cocina. Antonella sacó su teléfono, revisando si tenía mensajes. Al hacerlo, Lorenzo y Pablo intercambiaron miradas inquisitivas*
Lorenzo: ¿Y eso, Antonella?
Antonella: (volteó a verlo rápidamente) ¿Qué cosa?
Pablo: No sabía que ya tenías un teléfono...
*Ante la presión, apretó el teléfono entre sus dedos, como si temiera soltarlo*
Antonella: (esquivando su mirada) Ehh, sí, tengo. No te preocupes...
Lorenzo: (frunció el ceño, sospechando) ¿Y de dónde lo sacaste? ¿Te lo regalaron?
*Antonella se sintió incómoda bajo la mirada de Lorenzo, y tensó los hombros*
Antonella: (gritó hacia la cocina) ¡Gina! ¿Querés ayuda con los platos?
Gina: (desde la cocina) ¡Bueno, dale, querida!
*Antonella se levantó rápidamente y se dirigió a la cocina a las corridas, evitando la situación*
Lorenzo: ¿Te diste cuenta, papá?
Pablo: (se encogió de hombros) ¿De qué?
Lorenzo: Me evitó la pregunta totalmente, y salió disparada a la cocina.
Pablo: Lorenzo, no exageres... capaz se sintió incómoda ante nuestras miradas, nada más. No debe significar nada...
Lorenzo: (entrecerró los ojos, preocupado) Espero que sea eso que vos decís...
Pablo: ¿Y sino qué más sería, Lorenzo?
Lorenzo: No sé, papá, vos lo sabés bien...
Pablo: (lo miró, con fastidio) Lorenzo, no empieces a pensar mal de ella, apenas la conocés. Ya habíamos hablado de esto.
Lorenzo: Papá, ¿qué querés que piense si actúa de esta forma? Huyendo como culpable sospechosa...
Pablo: Apenas nos conoce, ¿tan rápido esperás que nos tenga confianza? ¡Es normal que tenga secretos! Y eso no significa que oculte nada malo, Lorenzo.
Lorenzo: Solo digo... ¿vas a negar que hay algo raro ahí? No todo lo que brilla es oro, papá.
Pablo: (exhaló profundo) Lorenzo, haceme el favor... ¿podés llevarte bien con ella? ¿Confiar? ¿Aunque sea porque te lo pido yo?
Lorenzo: Bueno, está bien. Tampoco hace falta que me lo pidas así... como si yo fuera irracional.
Pablo: (sonrió apenas) Eh... no, para nada lo sos...
*Lorenzo volteó a verlo con el ceño fruncido, y Pablo no pudo evitar soltar una risa*
~Al día siguiente, en la casa de Chiara~
*Giuliana y César estaban en la sala, conversando de pie. Si bien ella hablaba sin parar, él no quitaba la mirada de sus papeles*
Giuliana: (voz suave) Amor...
César: (sin levantar la vista de sus papeles) Sí, decime, Giuli.
Giuliana: ¿Todavía seguís ocupado?
César: (suspiró, distraído) Sí, un poco. ¿Por?
Giuliana: Es que... no sé, te noto medio... desentendido...
César: ¿Cómo?
Giuliana: Sí, a lo que voy es que... no te ocupaste de casi nada de la boda y ya es mañana...
César: (la miró rápidamente, sorprendido) ¿Mañana?
Giuliana: Sí, ¿te habías olvidado?
César: (rápidamente, nervioso) Ehh... ¡No! ¡Para nada!
Giuliana: (sonrió, pero triste) No parece...
César: ¿Pero por qué la queja, mi amor? Te estás ocupando vos, como debe ser, ¿o no?
Giuliana: Pero la boda es de los dos, no mía solamente.
César: (sonrisa falsa) Vos quedate tranquila, no hay nada que me moleste de lo que vos hagas con la boda.
Giuliana: ¿Y si... si la posponemos, mejor?
César: (la interrumpió, alterado) ¿Posponerla? ¡Imposible, mi amor! Si tenemos que posponerla, tendrá que ser para dentro de una semana más, y es mucho tiempo.
Giuliana: (se acercó un paso, triste) Pero es que César, no es posible que ni tiempo tengas para nosotros dos...
César: Es que tengo tiempo, contado, pero lo tengo. Y lo que no entiendo es por qué querés posponerla. ¿Solo porque no te ayudé?
Giuliana: No es solo por eso, el tiempo está demasiado ajustado, y no tengo ni vestido.
César: (ladeó la cabeza, confuso) ¿Cómo? Pero si ayer vi que te estabas probando vestidos, de pasada, te vi.
Giuliana: (algo insegura) Sí, pero me quedan muy apretados...
César: Hmm... ya entiendo. Capaz ese vestido era medio chico, ¿no...? Capaz te convenía otro talle...
Giuliana: (abriendo los ojos, perpleja) ¿Cómo?
César: Eso... vos me entendiste. ¡Pero no quiero que lo tomes a mal ni te angusties! Solo quisiera que...
Giuliana: ¿Qué cosa?
César: Es el día de nuestra boda, que aguantes un vestido apretado UN día no creo que sea tan grave... ¿no? Aunque si no podés, voy a entenderlo. Pero algo sí te digo, la boda no se puede posponer. Imposible.
*César se levantó y se fue, dejando a Giuliana sola en la sala. Ella se quedó allí, triste y pensativa, mirando al suelo*
Giuliana: (susurrando, angustiada) ¿Qué me habrá intentado decir?
~Después, en la casa de Pablo~
*Estaban todos almorzando, excepto Lorenzo. Antonella jugaba con el tenedor, absorta en sus pensamientos*
*El sonido del tenedor golpeando el plato desconcentró a Pablo de la charla. Él volteó a verla, algo inquieto*
Gina: Che, Anto, ¿en qué pensás?
*Antonella volvió a la realidad y sonrió, tratando de disimular*
Antonella: (sonrió forzado) ¿Yo? En nada, en nada...
*Después de unos segundos de silencio y reflexión, se aclaró la garganta y decidió hablar*
Antonella: Bueno... en realidad, sí que pienso en algo.
Pablo: (se inclinó hacia ella, sonriendo) ¿Nos querés contar en qué?
Antonella: Sí, claro. ¿Te puedo preguntar algo, Pablo... digo, tío?
Pablo: Claro, decime.
Antonella: ¿De qué trabajás? Porque en la casa hogar me dijeron que eras alguien muy importante, y ayer cuando fuimos con Lorenzo a lo de Giuliana, le pregunté qué hacían y nunca me dijo...
*Se produjo una pausa incómoda entre todos, mientras Pablo intercambiaba miradas con Gina*
Antonella: (sonrió, comprensiva) Si no me querés contar no pasa nada, en serio. Solo quiero conocerte más, por eso pregunto...
Pablo: (levantándose de la mesa) Vení conmigo, Antonella, te quiero mostrar algo...
Antonella: (frunciendo el ceño) ¿Mostrarme?
Pablo: Sí, claro, vení conmigo.
*Pablo se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta. Antonella se quedó quieta, mirando a Gina con confusión. Segundos después, se encogió de hombros y fue tras él*
*Después de unos segundos, ambos se dirigieron hacia un pequeño galpón que los llevaba a un lugar subterráneo. Antonella estaba muy confundida, pero también intrigada*
*Llegaron a un amplio sótano lleno de barricas de vino. El ambiente era fresco y olía a madera y uvas fermentadas*
Antonella: (sonrió) Epa... ¿y esto...? ¡Es gigantesco! Que rico olor a uvas...
Pablo: (sonrió, orgulloso) Todo esto es mío...
Antonella: (mirándolo, asombrada) ¿En serio? ¡Me encanta! Parece como de esos lugares... me olvidé el nombre... ¿cómo era?
Pablo: Esto es una bodega...
Antonella: ¡Ese nombre! ¡Ese! ¡Me encanta! ¿Pero cómo que es tuyo? O sea... ¿vos los hiciste a los vinos?
Pablo: No, bueno, no del todo yo... sino que, también mi papá los hizo...
Antonella: (desvió la mirada, perpleja) ¿Tu papá? O sea... ¡mi abuelo! ¡Mi abuelo es un mazo, y vos también! ¿Pero cómo? ¡Contame más!
Pablo: Esto es de generaciones... primero mi abuelo, después mi papá, ahora yo... y pronto será Lorenzo...
Antonella: (asintió, impresionada) ¿En serio? Wow... toda una generación de 'enológicos'. Me fascina, es asombroso...
Pablo: (rió suavemente) "Enólogos"... y sí, lo somos. Es más, te cuento que... somos muy conocidos.
Antonella: (curiosa) ¿Cómo? O sea... ¿el pueblo los conoce?
Pablo: Y me juego a decir que gran parte del país también. La bodega "Santander"... ¿nunca la escuchaste por ahí?
Antonella: No... el apellido me sonaba, no tenía ni idea que venía de ahí. ¡Es tremendo! ¿Son internacionales? ¿Hacen festivales?
Pablo: Eh... sí, digamos que sí. Por eso te traje acá, quería explicártelo, pero sentía que con simples palabras no alcanzaba. Así que quería mostrarte...
Antonella: (dando saltitos, entusiasmada) Bueno, es hermoso... ¡tengo un tío bodeguero! ¡Me encanta!
Pablo: (rió, con ternura) Me alegro que te guste y que estés feliz...
Antonella: ¡Obvio que estoy feliz! ¿Algún día me vas a dejar probar? ¡Por favor!
Pablo: Hmm... cuando seas un poquito más grande, por ahora no. Sos muy chiquita...
Antonella: (ladeó la cabeza) ¿Chiquita? ¡Pero es solo de altura! ¡Voy a tener 18 en un par de meses!
Pablo: (mirándola fijamente) Antonella...
Antonella: (pensativa unos segundos, luego sonríe) Hmm... hagamos un trato, en mi cumpleaños de 18, me vas a dejar probar un sorbito. Uno pequeñito, solo para sentir el sabor... ¿te parece?
Pablo: Hmm... me parece un buen trato. Después veremos, no te apresures.
Antonella: ¡Gracias! Te tomo la palabra, eh. Ahora contame un poquito más de esto... ¿la gente los prueba y eso? ¿Alguien los degusta o algo?
Pablo: Obvio, en algunos eventos, fiestas, y demás. Como festivales también. Justamente hay uno que se acerca. Por eso también hay como... competencia...
Antonella: (ladeó la cabeza, confusa) ¿Competencia?
Pablo: Sí...
Antonella: O sea son varias bodegas peleando por un primer puesto... wow, suena de película o novela. ¿Me contás con quienes compiten?
Pablo: Bueno... ¿viste a la casa que Lorenzo te llevó?
Antonella: Claro, me acuerdo... la de los Montero. Donde estaba Giuliana, su mamá... y un señor bastante gruñón que no dejaba de mirarme.
Pablo: Bueno, ellos también tienen su bodega. Y ellos vienen compitiendo hace años contra nosotros.
Antonella: Ah... con razón el hombre que estaba ahí nos miró a Lorenzo y a mí de reojo, como enemigos.
Pablo: Pero escuchame, no quiero que te dejes llevar por esas cosas, ¿sí? No te quiero involucrar en esa rivalidad que hay. Sobre todo porque Lorenzo me dijo que con Giuliana te estás llevando bien.
Antonella: (sonrió, emocionada) Sí... eso es cierto. Se veía como una buena chica...
Pablo: Por eso mismo, esa "rivalidad" es tema de mayores, no tuyo. Que eso no sea un impedimento para hacer las relaciones que quieras...
Antonella: (entre risas nerviosas) Entiendo... ¿ni siquiera si me hiciera amiga o enamorara de un tal "Mariano Santana"?
*Pablo abrió los ojos con terror, y se volteó a ver a Antonella de un golpe*
Pablo: ¿Qué dijiste? ¿Mariano Santana dijiste?
Antonella: (perpleja) Eh...
Pablo: (se inclinó, asustado) ¡Antonella, es serio!
Antonella: (levantó las manos, riendo) ¡No, tío! Vos tranquilo, solo era un decir... ¡estaba jugando! ¿No sabías que a mí me encanta jugar y hacer bromas pesadas?
Pablo: Ah... entiendo. Perdón que me puse así, no te quise asustar. Solo me preocupé...
Antonella: Ah... ¿puedo saber por qué o es tema "de grandes"...?
Pablo: (titubeó, rascándose la nuca) Por nada importante, Anto, disculpame. ¿Sí?
*Antonella suspiró despacio, bajando la mirada*
Pablo: (sonrió, nervioso) ¿Sabes una cosa? A Lorenzo también le gusta el lugar. Cuando quiere estar solo, algunas veces viene acá.
Antonella: (alzó las cejas, interesada) ¿Acá al sótano?
Pablo: Sí, pero mayormente al galpón.
Antonella: Lo entiendo... se ve como un lugar tranquilo y silencioso. Es... tiene un aura cálida, no sé si te diste cuenta...
Pablo: Sí, opino tal cual. ¿Volvemos arriba? (rió suavemente) Sino Gina se va a enojar por la comida...
Antonella: Bueno, dale.
*Ellos dos se dirigieron de regreso a la casa, abrazados de costado. Sin embargo, la preocupación en el rostro de Antonella era evidente*
[Antonella: ¿Por qué todos se espantan cada vez que lo menciono o está en el medio? Algo tengo que averiguar, sea como sea.]
*En un segundo, disimuló su preocupación con una sonrisa*
~En casa de la abuela de Mariano~
*Era una casa situada en el campo, rodeada de árboles y todo verde. Por dentro, era una casa chapada a la antigua, con papel tapiz color naranja y muebles anticuados*
*Allí, en la cocina se encontraba Mariano frente a su abuela, Esperanza. Ella era una mujer de cabello canoso y ondulado, vistiendo un vestido holgado de botones verdes*
*Mariano sostenía unas bolsas, mientras sonreía. En cambio, ella estaba sentada en la mesa, tomando un té y delante suyo unas cartas*
Mariano: (rió, enternecido) Sabía que te iba a encontrar así, eh... tomando té y jugando cartas.
Esperanza: (sonrió, acomodándose) Ay, hijo, no seas pesado... ¿qué querés que haga a mi edad y en un campo? ¿Que me ponga a cabalgar?
Mariano: (ladeó la cabeza, riendo) Hmm... no sé, mirar la televisión...
Esperanza: Acá no llega la señal, hijo. Y estar sentada en ese sillón durante horas me hace doler la espalda.
Mariano: Bueno... ¡ah, hablando del tema! Traje tus medicamentos...
Esperanza: (tono dulce) Hijo... ¿otra vez te pusiste en gastos, tesoro?
Mariano: No, no es ponerme en gastos, es cuidar de mi abuela tierna y dulce. ¿Cómo te estuviste sintiendo estos días? ¿Mejor?
Esperanza: (se llevó una mano a la espalda) Y... la verdad es que a veces me agarra el dolor, pero así, cada tanto...
Mariano: Perdón que me retrasé con esto, pasa que la situación económica y... tampoco es que yo esté ganando mucho en la cafetería.
Esperanza: Hijo... no pasa nada. No quiero que hablemos de cosas aburridas, sos muy joven para preocuparte por esas cosas. Más bien, contame... ¿cómo fue tu vida?
Mariano: (dudó) Ehh... bien, supongo... es decir, lo de siempre, trabajar, estar con mi amiga Malena...
Esperanza: ¿Nada nuevo? ¿Ninguna novedad?
*En ese momento, Mariano desvió la mirada en un punto fijo, recordando algo que lo hizo sonreír de ternura, inevitablemente*
~FLASHBACKS~
~Mariano: (voz temblorosa) ¡Señorita, cuidado!
*Los brazos de Mariano rodeaban la cintura de Antonella, y sus miradas se cruzaron*
*Ambos se quedaron en silencio, la respiración de Antonella aún agitada por el susto, mientras Mariano la sostenía firmemente. Una sonrisa nerviosa se dibujó en los labios de Antonella, mientras sentía el calor de las manos de Mariano en su espalda*
Mariano: (mirándola a los ojos, titubeando) Casi se cae, señorita...
Antonella: (sonrisa traviesa) Y me salvaste, caballero...
*Mariano la ayudó a ponerse de pie con cuidado, sus manos todavía en su cintura*
Mariano: (mirándola con curiosidad y admiración) ¿Cómo te llamás?
Antonella: (extendió la mano, enérgica) ¡Antonella!
Mariano: (tomó su mano suavemente) Un gusto, Antonella, yo soy Mariano...
Antonella: Mariano...
*Ellos se seguían mirando a los ojos, ambos sintiendo una conexión extraña*~
~FIN DE FLASHBACK~
Esperanza: Shh, hijo... te desconcentraste...
Mariano: (mirándola de repente, sorprendido) ¿Eh? ¡Ah, perdón! Me quedé pensando un poco...
Esperanza: (sonrió, juguetona) Hmm, y por esa mirada tierna que pusiste... yo diría que es por una chica.
Mariano: (intentando disimular) Eh... ¿qué, Abu? Para nada, ni ahí...
Esperanza: Mariano, no me mientas, yo en el amor soy experta. Quizá no lo parezca, pero lo soy. Decime... ¿conociste a alguien?
Mariano: (pausa unos segundos, luego sonrió) ¿Te soy sincero? Sí, conocí a alguien...
Esperanza: ¡Hablame de ella, quiero entretenerme!
Mariano: Es... es petisa, de pelo corto, se viste así como en el campo... es hermosa, pero eso es lo que menos me importa. Hay algo en ella que... se diferencia de las demás. Ella logró lo que nadie en años, sacarme una sonrisa...
Esperanza: (frunció los labios, sonriendo) Aww... qué bonito, dichosa sea esa muchacha que finalmente logró algo imposible.
Mariano: O sea... no sé, es tan enérgica, tenaz, alegre... es talentosa, es dulce. Y sobre todo... es la única que no me juzga por quien soy, la única que no me busca con doble interés...
Esperanza: (riendo) Uff, alguien quedó flechado, eh... ¿y cómo se llama?
Mariano: (tono de voz dulce) Su nombre es... Antonella. Así se llama. La conocí antes de ayer, en una pequeña fuente frente del lugar donde trabajo. Ella casi se cayó, pero yo la agarré... y ahí nos vimos. Desde ahí no puedo dejar de pensar en ella, abuela...
Esperanza: (sonriendo) Hmm... a eso, si fuera doctora, lo diagnosticaría con "dolor de amor".
Mariano: ¿Qué? ¡No, abu! Sé que a veces no me tomo muy en serio las relaciones con chicas pero ella... es distinta, con ella es distinto. Ella tiene algo... no sé qué es, pero me hace sentir en paz, como si me entendiera sin conocerme. Somos amigos.
Esperanza: ¡Bueno, por algo se empieza! Cuando necesites consejos de amor... cómo invitarla a salir, o regalarle algo, acá estoy yo.
*Mariano sonrió, mirando con cariño a su abuela. Segundos después, su mirada se perdió en la ventana, mientras pensaba en ella*
~Después de varias horas, en casa de los Santander~
*En el comedor, solo estaban Pablo y Gina, conversando tranquilamente. Mientras tanto, Antonella buscaba algo por todas partes, moviendo objetos y revisando cada rincón*
*Pablo y Gina se dieron cuenta de su agitación y se detuvieron por un instante*
Gina: ¿Se te perdió algo, Antonella? Das más vueltas que una calesita...
Antonella: (exhaló, frustrada) La verdad, sí. ¿No vieron un cuaderno por acá?
Gina: (negó, pensativa) ¿Un cuaderno? No, para nada. Yo limpié y no lo vi.
Antonella: No puede ser, soy taruga, eh. ¿Cómo lo voy a perder? Tengo que acordarme donde lo dejé...
*Antonella suspiró, y miró hacia el techo. Comenzó a darse golpecitos con el dedo en la cabeza, y ambos la miraron, sonriendo*
Gina: ¿Qué hacés, Anto?
Antonella: Es un ritual que hago para acordarme de las cosas... ahora debería seguir por las letras del abecedario de los lugares más recónditos donde pude haber dejado mis cosas..
Pablo: (rió apenas) Tranquila, no hace falta ese "ritual", yo puedo ayudarte. Ayer saliste con el cuaderno, no sé si te acordás... ¿si lo dejaste en algun lugar donde hayas ido? Alguna tienda o...
Antonella: (se detuvo un momento, pensando) A algún lugar...
*De repente, Antonella abrió los ojos con sorpresa, y pegó un saltito, entusiasmada*
Antonella: ¡Pero claro! ¡Gracias, tío, sos el mejor!
*Sin esperar más, Antonella salió corriendo del comedor, dejando a Pablo y Gina mirándola con sonrisas en el rostro*
Pablo: Ay, ay, esta chica...
*Gina negó con la cabeza, sonriendo también*
Gina: Siempre tan despistada, pero llena de energía. Aunque me hubiera encantado ver ese ritual raro...
*Pablo y Gina intercambiaron una mirada cómplice, sonriendo por la energía contagiosa de Antonella*
~Minutos más tarde, en la cafetería~
*Antonella apareció corriendo, respirando un poco agitada. Al entrar, vio a Giuliana con dos amigas sentadas en un sillón, riendo y charlando. Mariano estaba limpiando la mesada y, al ver a Antonella, su rostro se iluminó con una sonrisa*
Mariano: ¡Ey, Antonella!
Antonella: (devolviendo la sonrisa) Hola, Mariano.
*Antonella quiso entrar, pero un tropezón con el bordillo la detuvo. Al caer el suelo, el golpe sonó fuerte, sin poder evitar que Giuliana y sus amigas se voltearan, confundidas*
*Mariano se lanzó hacia ella, lleno de preocupación, dejando el trapo a un lado*
Mariano: ¡Antonella! ¿Estás bien?
Antonella: (sonrió, voz adolorida) Sí, estoy bien... solo me rompí la rodilla...
Mariano: (se inclinó, preocupado) ¿Qué? ¿En serio te duele tanto? ¡Vamos al médico!
Antonella: (rió suavemente) Era chiste, era chiste... dichoso aquel que creó esos bordillos en las entradas... ¡son la misma muerte!
Mariano: Bueno, menos mal que estás bien... ¿te ayudo a levantarte?
Antonella: (levantó una mano) No, señor, yo puedo sola.
*Antonella se levantó con mucho cuidado y dificultad, haciendo movimientos raros. Mariano inclinaba sus manos hacia ella por inercia, pero ella finalmente pudo*
*Antonella sonreía, intentando disfrazar la mueca de dolor. Mariano la observó, riendo con cariño*
Mariano: Bueno... ¿cómo estás? ¿Querés que te sirva algo?
Antonella: Un juguito de naranja... ¿puede ser?
Mariano: (asintió) Por supuesto... ¿algo más?
Antonella: Eh... ¡ah, sí! Algo muy importante. ¿Te acordás que ayer limpiamos la 'cafe' hasta tarde, y nos ensuciamos un poco, yo me fui corriendo porque era tarde y...?
Mariano: Siendo tan especifica... sí, me acuerdo. ¿Qué pasa?
Antonella: (sonrió apenas) Bueno, verás... me olvidé algo acá. Viste que yo soy una colgada que vive en Júpiter.
Mariano: (riendo) Ahh, sí, sos olvidadiza, eh.
Antonella: (abrió los ojos, feliz) ¿Lo viste?
Mariano: ¡Obvio que lo vi! Vení por acá...
*Mariano la llevó hasta un cajón y sacó un cuaderno y un lápiz de ahí. Se los entregó con una sonrisa*
Antonella: (sonrió, aliviada) ¡Me lo guardaste! Muchas gracias, en serio...
Mariano: Te habría llamado, pero no sé tu número y era de noche, así que esperé a que vinieras hoy, viste...
Antonella: Gracias, en serio. Pensé que lo había perdido...
Mariano: (apoyando una mano en su hombro) No pasa nada, tranquila.
*Antonella le sonrió, pero su mente estaba ocupada con pensamientos y preocupaciones, y movía un poco las piernas, nerviosa*
Mariano: ¿Te preparo un jugo, dijiste?
Antonella: (asintió, entusiasmada) ¡Sí, dale!
Mariano: ¡Bueno, marchando entonces, un jugo de naranja para la señorita!
*Antonella se sentó en una mesa cercana, observando a Giuliana y sus amigas de reojo. Cada tanto veía al mostrador por donde Mariano se había ido, con una ligera sonrisa*
*Mariano se dirigió a la barra y comenzó a preparar el jugo de naranja, trabajando con soltura y una sonrisa en el rostro. Mientras tanto, Antonella miraba su cuaderno, sintiéndose agradecida por haberlo recuperado*
~En casa de los Montero~
*Marco estaba en su despacho, sentado frente al escritorio con una expresión de cansancio y seriedad. Sostenía entre sus manos un papel que arrugaba con fuerza entre sus dedos*
*En ese momento, un golpe interrumpió su atención. César entró apresurado, y cerró la puerta con fuerza*
César: Señor Marco, temo interrumpir.
Marco: (exhaló lentamente) Ya está, ya interrumpiste... ¿qué pasa?
César: ¿Se encuentra bien?
Marco: No, estoy revisando los gráficos de las ventas. Este último mes no vendimos casi nada... en realidad, hace meses estamos así. Pero pensé que habíamos mejorado.
César: (desvió la mirada, algo incómodo) Bueno... precisamente de algo así venía a comentarle.
Marco: (levantó la cabeza y alzó las cejas)¿Qué pasa, César?
*En ese momento, César dejó caer el diario delante de Marco, mirándolo con seriedad*
César: "Los vinos Santander, los más elegidos de todo el año".
*Marco tomó el diario entre sus manos, apretándolo con mucha fuerza y una expresión de frustración en el rostro*
Marco: ¡Esto no puede ser! ¿Qué estamos haciendo mal, me podés decir? ¡Vengo haciendo casi lo mismo que ellos!
César: ¿A qué se refiere?
Marco: (casi gritando) Yo hace años conseguí su receta, y este tiempo la he copiado al pie de la letra. ¡Y ahora resulta que no conseguimos ni un 40% de ventas que ellos consiguen! ¡¿Es chiste?!
César: (se acercó, bajando la voz) Yo no soy experto, pero... ¿y si ellos se dieron cuenta y cambiaron la receta? O quizá la mejoraron...
Marco: Claro... ¡no es de extrañar que los últimos dos festivales lo hayan ganado los Santander! ¡¿Cómo se atreven a dejarme en ridículo de esta manera?!
César: Yo creo que esa es la clave, don Marco. Si uno quiere prosperar tiene que ir... no sería "cambiando", sino "mejorando". ¿Me entiende? Es la clave de un buen negocio...
Marco: ¿Te pensás que no somos un buen negocio? ¡Nosotros traemos TODO de buena calidad! ¡Los mejores productos, los mejores ingredientes!
César: Por lo que yo veo, pienso que... ellos tienen un truco. No es normal que siguiendo la misma receta, a ellos les vaya mejor.
Marco: (frunció el ceño) O sea... ¿me estas hablando de la fórmula?
César: (asintió lentamente) Hmm... yo creo que puede ser. Cada bodeguero tiene su propia fórmula, y revelarla no es conveniente para ellos.
Marco: (se dejó caer en el respaldar de la silla) Claro... ahora voy entendiendo bien...
César: Ahora que ya sabemos la raíz del problema, debemos... contraatacar. No podemos dejar que los Santander nos sigan robando el puesto.
*Marco asintió, dejando escapar un leve suspiro mientras pensaba*
~Mientras, en la cafetería~
*En el sillón, las amigas de Giuliana conversaban despreocupadamente, ignorándola a ella, quien estaba sumida en sus pensamientos*
Giuliana: (titubeando, tímida) Chicas...
Florencia: (la miró, con fastidio) Ay, ¿qué, Giuliana? Hablamos de algo importante.
Camila: Hablamos de nuestro viaje por Milán.
*Antonella frunció el ceño, y volteó hacia Mariano, sonriendo con timidez*
Antonella: ¡Mariano! Acercate un segundito...
Mariano: (acercándose) Claro, decime...
Antonella: Milán quedaba en Francia, ¿no?
Mariano: Ehh... no, no. Es una ciudad de Italia... ¿por?
Antonella: (sonrió, nerviosa) Eh... ¡curiosidad! Te estaba poniendo a prueba, no es que no sabía algo TAN obvio...
Mariano: (sonrió, confundido) Hmm... bueno, si vos decís, Nella. Ya casi termino con el jugo, lo hago y estoy con vos.
Antonella: (asintió, entusiasmada) ¡Dale, perfecto! Tomate tu tiempo, yo te espero...
*Mariano volvió a la barra, y Antonella volvió a dirigir su atención a las chicas, que ahora parecían estar hablando de algo serio*
Giuliana: Les quería preguntar algo...
Florencia: ¿Qué pasa?
Giuliana: ¿Ustedes... cómo me ven?
*Antonella frunció el ceño con seriedad, pero decidió no intervenir, para seguir escuchando*
Camila: (sonriendo, despectiva) ¿Además de sencilla?
Giuliana: ¡No! Me refiero a... ¿ustedes me ven distinta a como estaba yo antes?
Florencia: Ahh, entiendo...
Camila: Yo pienso que más bien es la ropa que te ponés. Ese vestido... marca mucho. Algo más tirante estaría mejor...
*Antonella sintió una mezcla de confusión y molestia al escuchar los comentarios. Se erguió sobre la silla, preparada para levantarse*
Giuliana: (voz temblorosa) ¿En serio?
Florencia: ¿Por qué esa pregunta?
Giuliana: (mirando al suelo, triste) No, solo me vi al espejo y lo pensé...
Camila: Es que sí... yo en tu lugar me fijaría... Y probaria cuidarme un poquito más.
Florencia: (asintiendo) Camila tiene razón. Si querés salir bien en las fotos... tendrás que fijarte...
Camila: Exactamente.
*Giuliana asintió en silencio, mordiéndose el labio, sin animarse a decir nada más*
*Antonella no pudo contenerse más y se acercó a ellas, visiblemente enojada*
Antonella: (cruzándose de brazos) ¡Shh, ey! ¿A ustedes qué les pasa, eh? ¿Cómo se les ocurre decir esas cosas? ¿Les falla el carburador?
*Giuliana y sus amigas la miraron con confusión, y las amigas de Giuliana, con desprecio*
Florencia: (la miró de arriba a abajo) Perdón, ¿vos sos...?
Camila: Ay, parece una camionera.
Florencia: (riendo) ¡Ay, yo pensé lo mismo!
Antonella: Yo pregunto... ¿ustedes se escuchan lo tontas que suenan hablando así? Seguro que lo que dicen les retumba en la cabeza...
Florencia: (frunció el ceño, disgustada) Ay, ¿qué te pasa, chinita? ¿No ves que estamos hablando de algo importante? No te corresponde meterte.
Antonella: ¿Por qué mejor no se van a ver a un espejo? ¡O pueden ir a comprarse un par de neuronas acá a la esquina!
Camila: (frunció el ceño, despectiva) Ay, mejor vamos, ¿sí? No vaya a ser que nos vean hablando con esta 'cateta' y nos contamine su ordinariez...
*Las dos amigas de Giuliana se levantaron y se fueron, dejando a Giuliana sola. Entonces, Giuliana comenzó a llorar un poco*
*Antonella, sintiéndose compadecida y triste, se acercó más a Giuliana. Mariano llegó con el jugo, y al ver a Giuliana llorando, su sonrisa se desvaneció*
Antonella: Giuli...
Giuliana: (se secó las lágrimas, sonriendo) Antonella, hola...
Antonella: (sonrió, con cariño) Hola, "chica fuerte", ¿estás bien?
Giuliana: (asintiendo débilmente) Sí, sí... gracias por eso...
Antonella: No les hagas caso a esas tarugas, tienen el coco vacío. ¿Querés que te traiga agua?
Giuliana: (negó con la cabeza, triste) No, quisiera otra cosa, pero no podés traerlo...
Antonella: (frunció el ceño) ¿Cómo que no? Depende de qué... si es un elefante, claramente no puedo... pero sacando eso, nada es imposible.
*Giuliana soltó una pequeña risa, en medio de todas las lágrimas*
Antonella: ¿Qué? Ay, ya dije una pavada... ¿no? Vos toda tristona y yo con mis metáforas raras nada serias...
Giuliana: (negó, riendo suavemente) No, no... te agradezco... en medio de tanta soledad me hiciste reír.
Antonella: Bueno, al menos te hice reír... pero, ¿por qué te sentís sola?
Giuliana: (su voz se quebró) Porque es asi, Antonella... yo solo necesito alguien con quien hablar pero parece que NADIE tiene tiempo para mí...
Antonella: (sonrió apenas) Hmm... yo tengo tiempo y quiero escucharte... solo si querés, sino me quedo acá al lado, callada...
Giuliana: Gracias...
Antonella: Mirá... yo amigos así, de verdad, no tuve nunca, pero... no creo que se los deba tratar así como ellas te trataron, ¿no?
Giuliana: (suspiró profundo) Si lo decís por lo de recién, ellas tienen razón, Antonella...
Antonella: No, no tienen razón. Creo que vos debés verte por vos misma, no hacerle caso a lo que un par de huecas superficiales puedan decir. Son opiniones, no verdades.
Giuliana: Pero si hasta mi prometido me lo dijo, si todos me lo dicen, es por algo...
Antonella: ¿Eso te dijo tu prometido?
Giuliana: Sí... te juro que me dolió tanto.
Antonella: Pero no porque todos lo digan, es cierto. Todos podemos equivocarnos. Pero y si no, si así fuera, ¿qué problema hay, Giuli?
Giuliana: Lo hay, sabés bien que lo hay. Critican todo, absolutamente todo. Todo lo que no sea estéticamente "lindo"...
Antonella: Pero ese es problema de ellos, ¿quién define lo que es o no es lindo? ¡Lo importante es que vos te veas y te sientas linda! ¡Tu mirada es la que importa! ¿Me entendés? Deberías ver compañía en otras personas, porque esas tontas no suman nada, más bien, restan.
Giuliana: No lo sé, solo las tengo a ellas de amigas... después no tengo a nadie más...
Antonella: (sonrió suavemente) ¿Cómo que no? ¿Y yo? O sea... no somos amigas, pero podés contar conmigo siempre y puedo intentarlo si querés...
Giuliana: (volteó a verla, con cariño) ¿Sabés algo, Antonella? No hace falta que lo intentes, porque te estás portando como una amiga ya.
Antonella: (alzó las cejas, sorprendida) ¿En serio?
Giuliana: (asintió, sonriendo) Claro, vos me escuchaste, escuchaste mi descargo, me aconsejaste, algo que las amigas hacen. Y que ellas nunca hicieron conmigo.
Antonella: Me alegro de haberte ayudado y de que me digas esto. A partir de hoy, como tu amiga, ¡no pienso dejar que pienses que no valés o que dejes que la opinión de otros te importen! Promesa de meñique.
*Antonella extendió el meñique, sonriendo. Giuliana también sonrió con ternura, y le correspondió*
Giuliana: Bueno, promesa... ¿y sabés una cosa? Ahora voy entendiendo que tenés razón en lo que dijiste... personas que me hacen daño, no son mis amigos.
Antonella: Vos tenés que rodearte de gente que te quiera, que te valore, que te escuche... que te dé muchos abrazos y amor, eso tenés que hacer...
*Giuliana se limpió las lágrimas del rostro y sonrió, mirando a Antonella con ternura*
Giuliana: En serio, muchas gracias. Lo necesitaba... vos sí que sos alguien que vale la pena, Antonella...
*Antonella sonrió y Giuliana la abrazó, sorprendiendo a Antonella. Sin embargo, le correspondió el abrazo con afecto*
*Después de un momento, Giuliana se levantó del sillón, limpiándose las lágrimas de la cara*
Giuliana: Chau, Anto, tengo que irme a casa ya.
Antonella: (asintió, enérgica) ¡Bueno, está bien!
Giuliana: Ya que ayer me diste tu número, te llamo por cualquier cosa, ¿sí? Y mandale saludos a Mariano, que no alcancé a saludarlo...
Antonella: ¡Dale, claro que sí!
Giuliana: ¡Bueno, chau, Anto!
Antonella: ¡Chau! Y no se te olvide sonreír, señorita hoyuelos...
*Giuliana rió con ternura*
Giuliana: A vos tampoco, peti...
*Giuliana se fue de la cafetería, sintiéndose un poco más ligera. Antonella la vio irse, sintiéndose satisfecha por haber podido ayudarla. Mientras tanto, Mariano observaba la escena desde la barra, con una sonrisa de orgullo en el rostro*
*Después de la conversación con Giuliana, Antonella se dirigió nuevamente hacia Mariano y se sentó en el taburete. Comenzó a tomar su jugo lentamente, reflexionando*
Mariano: Alcancé a escuchar todo... sos poderosa, eh. Un par de palabras y le alegraste el día a Giuliana...
Antonella: No sé si tanto, pero... gracias. ¿Ya la conocías? Me dijo que te mande saludos.
Mariano: (sonriendo) ¿Que si la conozco? Desde la infancia. Fuimos a la primaria juntos. Somos muy amigos. Solo que ahora no hablamos mucho porque se está por casar y está muy ocupada...
Antonella: (asintió) Ah, sí, claro. Mañana es la boda.
Mariano: (alzó las cejas, sorprendido) Sí... ¿Cómo sabes? ¿Ella te dijo?
Antonella: (riendo) Sí, me invitó... o mas bien, yo me auto-invité.
Mariano: Ah... entiendo. A mí me encantaría ir, pero no sé si pueda.
Antonella: ¿Cómo? ¿Por qué no?
Mariano: No sé... porque tengo que conseguir más ventas. Para los medicamentos de mi abuelita, viste...
Antonella: (se acerca, preocupada)¿Medicamentos? ¿Tu abuelita está enferma?
Mariano: Sí... y ella es mi prioridad, viste... soy lo único que ella tiene, y ella es lo único que yo tengo...
Antonella: Oh... qué mal, no sabía... ¿querés que te ayude?
Mariano: ¿Ayudarme? ¿Cómo lo harías?
Antonella: Puedo ayudarte con pedidos y cosas así, o puedo... no sé, promocionarte con un cartel enorme ahí afuera... comprar un megáfono y...
Mariano: (rió apenas, pero serio) ¿Todo eso para ayudarme a mí? Te agradezco mil, pero son mis luchas...
Antonella: (hizo un puchero) Oww... veo que sos orgulloso y que te cuesta aceptar la ayuda de Antonella...
Mariano: No... no me lo tomes mal, en serio. No es que no quiera tu ayuda, la valoro... pero no me gusta cargar a los demás con mis problemas.
Antonella: (lo señaló con diversión) No me engañes, eso es orgullo. O probablemente pienses que no me animo o que no sería de ayuda...
Mariano: Antonella, escuchame... no lo hago por orgullo, lo hago por vos. Es decir... no quiero que pierdas tu tiempo conmigo, preocupada... quiero que estés quieta, tranquila.
Antonella: ¿Quieta? (subió la voz de golpe) ¡Bueno, ya empezamos mal!
*Mariano retrocedió un paso, abriendo los ojos con sorpresa*
Antonella: (llena de entusiasmo) Yo detesto estar quieta... siempre necesito estar haciendo algo. ¡Y más si es sobre ayudar a mis amigos!
Mariano: (asintió, sin dejar de mirarla) Sí, me di cuenta... ey, escuchame, para que te quedes tranquila: si necesito tu ayuda, vos vas a ser la primera en quien voy a pensar.
*Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Antonella, y un calor subió por sus mejillas. Bajó la mirada, para ocultar el rubor de sus mejillas*
Mariano: (se acercó, preocupado) Te pusiste roja... ¿te sentís bien?
Antonella: (subió la mirada, avergonzada) ¿Eh? ¿Yo, roja? ¡No, para nada estoy bien! ¡Digo, estoy bien! No, o sea digo...
*Mariano rió suavemente, casi sin hacer ruido*
Antonella: (murmuró, frustrada) Perdón... ¿por qué no me puedo callar nunca...?
Mariano: No sé... pero no hace falta que te calles. No me molesta...
*Antonella asintió, sonriendo con una emoción que le costaba controlar y le subía por su rostro*
Antonella: Hace como calor... ¿no?
Mariano: Yo no siento, pero aún asi... ¿querés que te traiga una bebida fría? No con hielos, no quiero que te haga mal a la garganta...
Antonella: (sonríe apenas) No hace falta... ¿sabés algo, Mariano?
Mariano: ¿Qué...?
Antonella: No sos como todos dicen en el pueblo...
Mariano: (frunce el ceño, sonriendo) ¿Cómo todos dicen en el pueblo? ¿Y qué dicen?
Antonella: No sé... que sos así, rudo, frío... sin sentimientos y algo...
Mariano: (sin dejar de sonreír) ¿Algo qué? Decime...
Antonella: (titubea, apenas viéndolo) ¿E...egocéntrico...?
*Mariano desvió la mirada por un segundo, y tensó los labios, pensando*
Antonella: No me digas que... ¡te ofendiste! ¡Yo sabía, pero no me puedo callar! Lo mejor será que me vaya y...
Mariano: (ríe, relajado) Antonella... tranquila, estoy jugando. Mirá si me voy a ofender por eso. Yo creo que conociéndome, debes tener una idea de cómo soy... si ellos que hablan tanto, dicen la verdad o no...
Antonella: Eh... yo diría que...
*Mariano se acercó un paso e inclinó la cabeza hacia adelante. Sus rostros quedaron a escasa distancia, apenas separados por la barra*
*Antonella se ruborizó y su respiración se aceleró, sintiéndose cada vez mas pequeña. Mariano, por su lado, parpadeaba sin control, también algo nervioso*
Mariano: ¿Qué dirías, Antonella? ¿Te parece que yo soy así como ellos dicen?
Antonella: Eh... y-yo... yo creo que no, que no sos como ellos dicen. O sea... vos siempre sos tan bueno conmigo, servicial, te preocupás y... alguien egocéntrico no se preocuparía por nadie más que sí mismo..
Mariano: Uff, menos mal... no soportaría que pienses mal de mí.
Antonella: ¿Cómo que...? ¿Cómo que no lo soportarías?
Mariano: Sí, eso... no me gusta que piensen mal de mí, pero... vos menos. Vos... sos mi amiga, ¿o no?
Antonella: (sonríe forzado) Eh... ¡ah, claro! Amiga... entonces podés quedarte tranquilo. No pienso ni pensaría mal de vos.
*Mariano asintió, sin poder dejar de sonreír. Antonella le correspondió, mirándolo profundamente a los ojos*
Antonella: (bromeando) Bueno, sin más que decir, me marcho...
Mariano: (voz más suave) ¿Ya? ¿Tan rápido? No tomaste nada...
Antonella: No, pasa que afuera se está por largar un tormenton, y mi familia se va a preocupar. Creeme que me quedaría si pudiera...
Mariano: (asintió, triste) Bueno... ¿te puedo pedir un último favor?
Antonella: Obvio... ¿qué?
Mariano: (titubea) ¿Me podés dar tu número? Así... estamos comunicados, charlamos... si se te olvida algo de nuevo te puedo avisar...
Antonella: (asiente, entusiasmada) ¡Obvio que sí! ¿Tenés un papelito?
Mariano: Claro...
*Mariano le alcanzó un papelito, y ella sacó un bolígrafo de su pequeño bolso. Comenzó a anotar con rapidez, y luego se lo dio. Mariano tomó el papelito con mucha alegría*
Antonella: Ahí tenés mi numerito... me podés llamar cuando quieras.
Mariano: Perfecto... ahora sí, nos vemos y cuidate mucho, Nella.
*Finalmente, Antonella salió, cada tanto volviendo a mirarlo con una sonrisa afectuosa. Mariano observaba su figura marcharse, mientras cuidaba el papelito entre sus dedos*