Sabrina Taylor una bella joven de 24 años enamorada a punto de casarse, el día de la despedida de soltera consigue a su prometido con una compañera de trabajo, Sabrina molesta dolida junto con su mejor amiga Eleonor se va a las Vegas con los boletos de la luna de miel, para vengarse de Martin su prometido pero ella no contaba con encontrar en las Vegas un Dios griego como ella le llama, y que en medio de una noche loca iban a terminar casándose, el motivo de Sabrina despecho, pero ¿cuál será el motivo por el cual Logan se casó con esta desconocida? Acompáñame a descubrirlo.
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Cual es tu historia
Logan, su amigo Richard que ahora sí sé cómo se llama, el señor de este casino se fueron a otro lado, y nos dejaron en la mesa solas, mi amiga se sienta a mi lado.
—Amiga, esto está bello, me encantan las Vegas—Dice emocionada.
—Pues a mí no, mira nada más la locura que hice—Digo frustrada.
—Pero una locura que está bien buena, amiga, además no es como que él te obligó, tú fuiste quien le pidió matrimonio.
—Y el de fácil, ahí están pintados los hombres, además creo que tiene mujer, el tipo ese le nombró a una tal Kitty.
—Bueno y tú estás a una semana de casarte con Martín, no es mucha la diferencia entre ambos.
—ay si ya ni me acuerdes de eso, desgraciado, infiel—Digo molesta.
—Vamos a caminar por ahí, — me dice Eleonor.
—Ok vamos que aburrido es todo esto, no se para qué me trajeron si nos van a dejar aquí como tontas.
Nos levantamos y comenzamos a caminar, miré al otro lado y Logan no dejaba de mirar hacia nosotras, caminamos por todos lados, mi amiga es muy curiosa, aquí hay de todo, la gente viene a este lugar a disfrutar a olvidarse de todo a casarse con desconocidos.
—Amiga me gustaría jugar—Dice con emoción.
—Eso no me gusta, imagínate, te pongas a jugar y te vuelvas ludópata, cancelado y transmutado.
Estamos caminando y conversando sobre todo lo que vemos y de repente siento unas manos en mi cintura, doy un brinco del susto.
—¿Te diviertes?—Dice con esa cara de funeral.
—Oye si, no me ves que muero de tanta dicha—Le digo con ironía.
—Vamos a comer—me dice tomando mi cintura.
—No me has dicho lo que te pregunté —Le digo haciendo que me mire por un momento.
—No recuerdo cuál fue tu pregunta— Cruzo mis brazos—Ya entendí, no me quieres decir bien—Le digo y me acomodo en la silla para no mirarlo, decidí ignorarlo.
Él conversa con su socio Richard, Eleonor, si como que encontró su media naranja o está disfrutando el viaje como es.
Pedimos la comida y una botella de vino, cenamos y tomamos más de dos botellas de vino, la verdad ya estaba un poco ebria si es que no mucho.
—Porque no vamos a otro lugar, aquí es muy aburrido—Les digo casi arrastrando las palabras—Quiero bailar, divertirme, a eso vine aquí a divertirme.
—¡Sabrina!—Me dice Eleonor—Ya siéntate, estás ebria.
—Ebria yo, no mi amor, lo que estoy es sabrosa, le digo tocando mi cuerpo por encima de la tela del vestido, Logan se levanta y me toma de la mano.
—Nos vamos, hasta mañana, señores—dice con esa seriedad y la mandíbula tensa.
Me saca de la mano—Suelta me lastimas—Digo intentando zafarme de su agarre.
Esperamos mientras llega la limusina me mete a empujones.
—¡Eres un animal!—¿Para dónde me llevas?—¡Quiero bailar!
—¡No!.
—Anda vamos— como estoy sentada frente a él, coloco mis manos en sus rodillas para impulsar me hacia delante tanto que quedó a solo unos centímetros de él —Me quieres llevar— le digo sensual, sé que estoy exagerando, pero qué carajo hoy será la última vez que lo vea.
Él mira mis ojos sin ninguna emoción, en un movimiento me toma de la cintura con ambas manos y me coloca sobre su regazo, una mano la deja en mi cintura y con la otra aparta el cabello que tengo en la cara, pasa sus largos dedos por mi mejilla sin dejar de mirar mis ojos, tampoco pudo dejar de mirarlo, este hombre es tan misterioso esa mirada que dice y a la vez no dice nada, la mano que está en la cintura se cierra haciendo que de mi boca salga un suspiro Aun paseando sus dedos por mi rostro.
—Eres hermosa Sabrina—me dice casi en un susurro.
No sé si será por qué estoy ebria, pero tengo unas ganas inmensas de besarlo, no quiero ser yo quien lo provoque, cuando pasa sus dedos por mis labios no puedo evitar que salga un jadeo de mis labios, creo que eso fue la chispa que él necesita para apoderarse de ellos colocando su mano en mi nuca, respondo el beso con la misma intensidad.
Nuestras lenguas bailan al mismo ritmo, después de un largo beso nos separamos con la respiración agitada y es cuando me doy cuenta de que la limusina está frente al hotel, me bajo de sus piernas arreglo mi cabello y el vestido él tarda un momento en salir después lo hace me toma de la mano para entrar al hotel, en el ascensor solo me sostuvo de la cintura mirando al frente, estoy nerviosa, anoche fue una noche loca, bebí mucho y bueno ya mis recuerdos llegaron, pero hoy estoy más consciente de todo y los nervios me invaden, soy igual que Martín, soy una infiel.
Entramos a la habitación y él se deshace de la corbata del saco y abre su camisa, se sirve un trago, lo bebe de una vez, suelta su cinturón, entonces me mira enarcando una ceja, a qué se debe esa mirada no lo sé, después se quita los zapatos y me dice con su dedo que me levanté, así lo hago él me coloca las manos en los hombros los acaricia suavemente.
Luego baja las manos por los brazos hasta tomar mis manos, deja un beso en cada una de ellas y comienza a deslizar el vestido por mi cuerpo, la piel que va quedando al descubierto, la va rozando con sus dedos y siento una especie corriente en mi piel, un hormigueo, el vestido cae a mis pies estoy prácticamente desnuda, ya que no tenía sostén, solo mis bragas, él sigue rozando mi piel con sus manos, me deja allí parada y gira a mi alrededor observando mi cuerpo me sentí intimidada nunca antes me habían mirado de esta manera.
Bueno, en realidad el único hombre que ha estado conmigo es Martín, pero ni en sueños me ha mirado de esta forma, queda detrás de mí, agarra mi cabello y lo coloca aún lado para quitar la gargantilla, después que lo lanza por hay, me da un beso en la nuca haciendo que mi piel se erice.
Paso mi mano derecha por el brazo izquierdo haciendo movimientos de arriba abajo, él me toma de los hombros y me gira para quedar frente a él.
—¡Eres hermosa!—dice pasando sus labios por mi cuello—Eres perfecta—Creo que a estas alturas, la poca cordura la he perdido, cualquier sentimiento de culpa de ser una mujer infiel se ha ido, en este momento lo único que quiero es disfrutar de esto, de este hombre misterioso, mi dios griego.
Después que se cansó de mirarme, me toma de la cintura y me pega a él haciéndome sentir su erección, la cual llega justo donde tiene que llegar, gracias a mis tacones.
Empieza otra vez mordiendo mi labio inferior, pasa su lengua por ellos, arrancando un jadeo casi imperceptible de mis labios, nuevamente eso hace encender la chispa y comienza a besar mis labios con desenfreno como si su vida dependiera de aquello.
Es tan divino un beso que te haga subir al cielo, nuestras lenguas nuevamente se entrelazan en un Vaivén casi celestial, paso mis brazos por su cuello, me toma del pompis y me levanta haciendo que enrolle mis piernas en su cadera, pegando mi cuerpo a la pared, restregando su dureza en mi vientre, sacando más gemidos.
Besa mi cuello, muerde el lóbulo de mi oreja, yo solo me dejó hacer, me siento una tonta delante de este hombre que parece tener mucha experiencia.
Estruja mis pechos mientras los besa y yo sigo enrollada en sus caderas acariciando su cabello.
Después de un par de horas de sexo duro, por qué esto fue sexo duro, estamos acostados en la cama, las sábanas son color vino tinto, este color hace resaltar el color de mi piel, me hace ver mucho más blanca, estoy recostada en su pecho con los ojos cerrados.
—¿Te gustaría venir a Londres conmigo? —No, digo, no sé—me muerdo el labio.
—Bueno, a decir verdad no era una pregunta, te vas a ir conmigo a Londres, ahora eres mi esposa y tu deber es estar conmigo.
—No te parece absurdo, todo esto nosotros no nos conocemos para nada lo único que se es tu nombre y nada más.
—Tendremos toda una vida, para conocernos.
—¿Qué?, pero es que no te amo ni nada que se le parezca.
—Bueno, pronto me amarás—Dice con arrogancia.
—¿Por qué te casaste conmigo?
—Porque me lo propusiste—Dice encogiéndose de hombros—Estoy cansado de esta vida de excesos, de mujeres vacías, interesadas, que lo único que quieren de mí es dinero posición.
Me quedo sorprendida, será que tiene mucho dinero, bueno es que nada más mira, está habitación, su ropa, la limusina, el vestido, la gargantilla y todo lo demás.
—¿Cómo sabes que no soy una de esas mujeres?—Me atrevo a preguntar.
—Sencillo, tú no tienes idea de quién soy, no me conoces en absoluto.
—Buen punto, entonces lo hubieras hecho con cualquier otra tonta desesperada que te lo hubiera pedido.
—Posiblemente—Dice con una sonrisa de medio lado—¿Y tú, cuál es tu historia? —Estaba ebria, muy muy ebria, y me dejé llevar por las Vegas.