León es un reconocido diseñador de modas, famoso por su elegancia y su estilo impecable, un hombre dandi que vive rodeado de lujo y sofisticación. Su reputación como un hombre delicado y perfeccionista lo ha llevado a ser considerado gay .
Todo cambia cuando Sophia, una joven asistente recién llegada, entra en su vida , que cautiva a León de una manera que jamás había experimentado. Aunque ella parece un "bombón " su encanto va más allá de lo físico, y su aura de frescura e ingenuidad pone a León al borde de la desesperación.
A medida que trabajan juntos, la tensión entre ambos crece, una mezcla de deseo reprimido y una conexión que desafía las expectativas de ambos.
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Capítulo 24 : Llegada teatral
La puerta de la casa se abrió con un leve chirrido, y Sophia entró tambaleándose ligeramente, con una sonrisa divertida en los labios. Al cruzar el umbral, lo primero que vio fue a León, sentado en su gran sillón de terciopelo, acariciando lentamente a Emperatriz, quien ronroneaba como si estuviera conspirando con él. La tenue luz del salón apenas iluminaba su figura, dándole un aire teatral, casi como si fuera el villano de una película clásica.
—¿Qué hace tan oscuro aquí? —preguntó Sophia, riendo mientras se quitaba los zapatos y tambaleaba un poco al caminar.
—La oscuridad ayuda a pensar —respondió León, sin levantar la mirada, acariciando a Emperatriz con movimientos calculados. Luego añadió con tono serio—: Llegaste tarde.
Sophia se detuvo a mitad de camino y lo miró, todavía riendo.
—Las discotecas cierran a esta hora, León. No exageres.
Él finalmente levantó la vista, sus ojos brillando con algo indescifrable.
—¿Te divertiste?
Sophia dejó caer su bolso en la mesa y se dejó caer en el sofá frente a él, riéndose aún más.
—Me divertí muchísimo. Me meneé hasta no poder más.
Emperatriz maulló como si estuviera interrogándola también, y León sonrió de lado, sin soltar a su fiel compañera.
—¿Meneándote, eh? —repitió León, con un dejo de ironía mientras se acomodaba en el sillón, cruzando una pierna sobre la otra—. ¿Y Lucas? ¿También "se meneó"?
Sophia alzó las cejas, sorprendida por la pregunta, y luego se rió más fuerte.
—¿Celoso, León?
Él chasqueó la lengua y negó con la cabeza, aunque el leve rubor en sus mejillas lo traicionaba.
—Por favor, querida. Solo pregunto por cortesía.
Sophia se inclinó hacia él, aún con una sonrisa juguetona.
—Claro, claro. Porque tú siempre eres tan cortés.
León soltó un suspiro dramático, dejando a Emperatriz en el suelo, quien se fue caminando con aire ofendido.
—¿Sabes? No sé por qué me molesto en esperarte despierto.
—Porque me quieres —respondió Sophia sin dudar, mientras se recostaba en el sofá, mirándolo con una mezcla de picardía y ternura.
León se quedó callado por un momento, sus ojos encontrándose con los de ella. Luego, con un leve encogimiento de hombros, dijo:
—Tal vez.
Sophia se rió suavemente, cerrando los ojos mientras se acomodaba.
—Bueno, señor "tal vez", debería apagar su pose de villano y dejarme dormir.
León negó con la cabeza, aunque una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
—Eres un desastre, Sophia.
—Y tú me adoras por eso —respondió ella con voz somnolienta, antes de quedarse dormida en el sofá, dejando a León mirándola con una mezcla de exasperación y afecto.
- Verdad querida , ¿ cómo llegaste hasta aquí? recuerda que estamos algo lejos de la ciudad .- dijo León alzando la ceja .
- Con autobús , no sabía pero ya llegan hasta aquí bueno no tan aquí pero te dejan cerca .- León frunció el ceño .
- Ay , me tendré que mudar , si ya llegan autobúses es por algo , seguramente ya van a venirse a vivir aquí otras gentes arruinando mi tranquilidad . - dijo mientras hacía un gesto para que ella se echara junto con él .
León estaba recostado en el sofá, con Sophia acurrucada a su lado. Su mano recorría suavemente su cabello mientras ella cerraba los ojos, disfrutando de la tranquilidad del momento. Emperatriz y Thalos estaban acomodados cerca, como si también quisieran formar parte de aquella calma que llenaba la habitación.
—Sophia —murmuró León, rompiendo el silencio.
—¿Mmm? —respondió ella, sin abrir los ojos, demasiado cómoda como para moverse.
—¿Qué somos? —preguntó, su tono despreocupado, pero con una pizca de curiosidad que no pudo disimular.
Sophia abrió los ojos lentamente, alzando la cabeza para mirarlo con una sonrisa divertida.
—Jefe y asistente, por supuesto.
León arqueó una ceja, claramente insatisfecho con su respuesta.
—Eso no... —dijo, sacudiendo la cabeza con una leve sonrisa—. Me refiero a nosotros.
Sophia lo miró durante unos segundos, tratando de leer su expresión. Finalmente, se incorporó un poco, apoyando la barbilla en su pecho.
—¿Nosotros?
León asintió, manteniendo sus ojos fijos en los de ella.
—Hemos estado durmiendo juntos desde hace algunas semanas. Pasamos todo el tiempo juntos, incluso fuera del trabajo. Entonces... ¿qué somos?
Sophia dejó escapar una risa nerviosa, apartando la mirada por un momento.
—No sé, León. ¿Qué crees que somos?
León deslizó su mano hacia su cintura, acercándola un poco más a él.
—Creo que somos algo más que jefe y asistente, ¿no crees?
Ella lo miró nuevamente, su sonrisa volviendo poco a poco.
—Tal vez... aunque técnicamente sigues siendo mi jefe.
—Y tú sigues siendo mi asistente, pero eso no responde mi pregunta —insistió León, con un brillo travieso en los ojos.
Sophia suspiró, fingiendo estar pensativa.
—Bueno, supongo que... somos dos personas que se quieren mucho y que, de alguna manera, han terminado compartiendo más de lo que esperaban.
León sonrió, satisfecho con su respuesta.
—Eso me gusta.
—¿Sí? —preguntó Sophia, apoyando la cabeza en su pecho nuevamente.
—Sí —respondió él, acariciando su cabello con ternura—. Aunque debo decir que ser tu jefe tiene sus ventajas.
—¿Ah, sí? —preguntó ella, riendo suavemente.
—Claro. Puedo pedirte que me traigas café y también que te quedes conmigo toda la noche.
Sophia rió más fuerte, dándole un suave golpe en el pecho.
—Eres imposible, León.
—Y tú me adoras por eso —respondió él, con una sonrisa satisfecha, mientras la abrazaba más fuerte.