Héroes: Parte Uno

Era sábado por la mañana, y Junior, junto con sus amigos, se dirigía al mismo lugar donde el año pasado realizaron la prueba para pasar a décimo. En el ambiente había una mezcla de nervios y emoción; algunos no podían esperar para comenzar, mientras que otros se mordían los labios con inquietud. Un grupo de estudiantes de noveno intentó acercarse, pero los profesores los devolvieron a sus casas: esta prueba era solo para los de décimo y once.

Mientras esperaban, la impaciencia se apoderaba de todos. Salazar, con su típica arrogancia, soltó una carcajada:

—Voy a ser elegido y ganaré los exámenes. ¡Jajaja! —dijo, seguro de sí mismo.

Sofí, que había oído su comentario, le dirigió una mirada incrédula y le respondió:

—¿Tú? Qué niño tan creído… Te apuesto a que serás el primero en salir.

Salazar soltó una risita desdeñosa y respondió:

—Sí, claro, tú sigue soñando.

Junior, observando a sus compañeros discutir, sonrió.

—Esto va a estar interesante —comentó, mientras se estiraba y hacía algunos movimientos para relajarse.

—O tal vez termine siendo un desastre —murmuró Ome, mirando con preocupación el creciente número de estudiantes que llenaban el campo.

De repente, Junior sintió unas manos cubriéndole los ojos. Sorprendido, se dio la vuelta y sonrió al ver que era Camila, quien le dio un beso en la mejilla en señal de saludo.

—¡Hola! —saludó ella, sonriendo.

Nicole, que observaba la escena, alzó una ceja.

—¡Epa! ¿Qué está pasando aquí? —bromeó.

—No empieces, Nicole… —murmuró Junior, ligeramente sonrojado.

—¿Y estás listo para la prueba? —le preguntó Camila, ignorando el comentario de Nicole.

—Claro, no estoy nervioso para nada —respondió Junior, tratando de sonar confiado, aunque una chispa de ansiedad brillaba en sus ojos.

La conversación fue interrumpida de golpe por la voz del profesor Rubén, que llegó con paso firme y comenzó a dar las instrucciones:

—¡ATENCIÓN, JÓVENES! Como ya saben, nuestra amada Academia ha sido elegida para representar al país en los exámenes de admisión. Hoy haremos la prueba de selección para escoger a los tres participantes que representarán a Colombia. Escuchen bien: será una batalla campal. Los tres últimos en pie serán nuestros seleccionados. ¿Entendido?

—¡SÍ, SEÑOR! —gritaron todos al unísono.

El profesor asintió y alzó una mano.

—Muy bien. No se detengan, ataquen rápido, y recuerden que esto no se va a prolongar demasiado. ¡Jóvenes, comiencen ya!

Apenas se dio la orden, todos se lanzaron a la acción. En cuestión de segundos, el campo se llenó de explosiónes y estudiantes peleando, todo querían ser los elegidos para representar la academia en los exámenes de admisión. Los que salían fuera de los límites del campo quedaban eliminados y eran muchos los que caían.

Nicole y Ome, decididos a pelear juntos, se cubrían mutuamente mientras esquivaban a sus oponentes. Era una batalla caótica, y la cantidad de ataques que les llegaban de todos lados hacía que fuera difícil mantenerse en pie. A unos metros de distancia, Figueroa e Isabela intentaban esquivar ataques, pero solo conseguían acumular golpes, agotándose poco a poco.

En el centro del campo, Junior, Salazar, Sofí y Camila peleaban en conjunto, cada uno aprovechando sus habilidades para sacar del juego a sus adversarios. Junior derribó a dos estudiantes de undécimo, golpeándolos contra el suelo con fuerza antes de sacarlos de la zona. Salazar presumía de su agilidad, burlando a los atacantes, mientras que Camila, reservada, apenas comenzaba a mostrar destellos de su habilidad.

En otro lado del campo, Ordóñez, Suárez y Ricardo hacían equipo para eliminar rápidamente a varios oponentes. Eran eficaces, cada movimiento estaba calculado.

—¿Qué opinan, vamos por Saavedra? —sugirió Suárez, señalando hacia donde estaba Junior.

Ordóñez negó con firmeza.

—No, mejor no. Ese tipo es cosa seria. Después de lo que hizo con el Señor Luz, no quiero arriesgarme.

—Buena idea. Dejemos que otros se encarguen de él —murmuró Ricardo, observando cómo los demás intentaban derribar a Junior sin éxito.

Mientras tanto, más de ciento veinte estudiantes ya habían sido eliminados, y solo quedaban la mitad. Junior esquivaba ataques y lanzaba a sus oponentes fuera del campo con destreza. Sin embargo, un grito llamó su atención:

—¡Adiós, Quintero! —gritó Salazar, burlón, mientras expulsaba a Sara Sofía de la competencia.

Junior lo miró con rabia y le reclamó:

—¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Ella es tu amiga!

Salazar lo miró con desdén y respondió:

—En este mundo no existen los amigos, Saavedra. Esta es mi gran oportunidad para convertirme en un héroe, y no voy a desperdiciarla.

Junior frunció el ceño, decepcionado.

—¿A qué costo, Salazar?

—Eso no te incumbe —dijo Salazar, transformándose en un enorme oso.

Salazar se lanzó al ataque con una garra poderosa, pero Junior lo esquivó ágilmente. En un movimiento rápido, Salazar se convirtió en un león e intentó golpearlo, pero Junior, con su híper movilidad, evitaba cada uno de sus ataques. Finalmente, aprovechando un descuido, Junior le dio una fuerte patada en el rostro, seguido de un puñetazo que lo dejó tambaleante. Luego, lo levantó y lo estrelló contra el suelo con tal fuerza que Salazar volvió a su forma humana, escupiendo sangre.

Junior lo tomó del cuello con su super fuerza, ejerciendo presión hasta hacer que Salazar tosiera sangre. Sin darle más oportunidad, lo expulsó del campo, descalificándolo. Desde la barrera, Sofí sonrió satisfecha, pero en un momento de distracción, también fue sacada de la competencia.

Quedaban solo veinte participantes. Karoth y Daniela también fueron eliminadas, al igual que Isabela y Danna. Ahora los únicos que permanecían en pie eran Nicole, Ome, Figueroa, Ordóñez, Suárez, Ricardo, Johan, Junior y Camila.

La pelea final fue feroz. Junior, en un rápido movimiento, tomó a tres estudiantes de undécimo y los sacó fuera del campo, mientras Ome y Nicole también intentaban mantenerse en la competencia. Sin embargo, Figueroa fue sorprendida por Ordóñez, quien la sacó mientras ella estaba distraída. En ese instante, Camila, que estaba a unos pasos de él, comenzó a mover los dedos, y una luz roja surgió de ellos. Ordóñez, paralizado por aquella energía, se elevó y fue lanzado fuera del campo, quedando descalificado.

Junior observó la habilidad de Camila con asombro, impresionado por su poder. El tiempo transcurrió, y después de tres horas, solo diez personas permanecían en el campo. Casi todos estaban exhaustos, salvo Camila, quien se mantenía firme.

La batalla continuó, y Nicole y Ome finalmente fueron eliminados. Los amigos de Junior ya no estaban, quedando únicamente él y Camila. Él la miró, pensando que sería su próximo oponente, pero ella le guiñó un ojo y sonrió. Justo en ese momento, se escuchó la voz del profesor Rubén.

—¡MUY BIEN, JÓVENES! YA TENEMOS A LOS PARTICIPANTES PARA LOS EXÁMENES —anunció Rubén, alzando su voz para que todos escucharan.

—¿Qué? —preguntó Junior, confundido.

—LOS QUE AÚN NO HAN SIDO ELIMINADOS SON LOS ELEGIDOS. UN FUERTE APLAUSO PARA ELLOS.

Camila sonrió y miró a Junior.

—Lo logramos. ¡Somos nosotros! —dijo ella, emocionada.

Junior miró alrededor y se dio cuenta de que los únicos que quedaban en el campo eran él, Johan y Camila.

—¡Dios mío! —susurró Junior, incrédulo.

—Jajaja. Parece que vamos a ser equipo —dijo Camila, dándole un golpecito en el hombro.

—Será un placer trabajar contigo, Saavedra —añadió Johan, asintiendo con una sonrisa de aprobación.

El profesor Rubén se acercó y, con voz solemne, anunció:

—JUAN PABLO SAAVEDRA VARGAS, CAMILA VARGAS PINZÓN Y JOHAN SANTA MARÍA, USTEDES SON LOS TRES PARTICIPANTES DE COLOMBIA PARA LOS EXÁMENES DE ADMISIÓN. ¡FELICIDADES!

Los aplausos estallaron a su alrededor, y tras unos momentos, todos se retiraron a sus casas. Junior llegó a la suya y contó a su familia lo sucedido; sus padres y hermana lo abrazaron con orgullo, especialmente su padre, quien estaba visiblemente emocionado.

Al día siguiente, al regresar a la Academia, Junior, Camila y Johan fueron recibidos con vítores y aplausos de sus compañeros. Más tarde, el profesor Camilo los acompañó a la oficina del rector. Al entrar, el rector los recibió con una sonrisa y una caja de regalo para cada uno. Luego, les explicó lo que vendría:

—Bien, Juan Pablo Saavedra, Johan Santa María y Camila Vargas. Ustedes representarán a Colombia en los exámenes de admisión. El miércoles 26 de marzo deberán ir al aeropuerto, de donde serán llevados a Bogotá. Ahí serán recibidos por un representante que los guiará al hotel donde se hospedarán. Luego, el sábado 29 de marzo, serán transportados al lugar de la primera prueba.

—¿Cuánto duran estos exámenes? —preguntó Johan, preocupado.

—Piensen como si fuera un año escolar completo —respondió el rector con calma.

—¿¡Un año!? —exclamó Camila, sorprendida.

—¿Y tendremos que quedarnos en Bogotá todo el tiempo? —preguntó Junior.

—Así es, hasta que terminen o sean eliminados —respondió el rector, y luego les entregó sus boletos de avión.

—Una última pregunta… ¿Los exámenes serán en Bogotá? —insistió Junior.

—No exactamente. Bogotá será solo el punto de encuentro —respondió el rector con una sonrisa misteriosa.

Con esas últimas palabras, los chicos se marcharon, llenos de preguntas y expectativas. Durante las siguientes dos semanas, entrenaron arduamente, perfeccionando sus habilidades para estar listos y no caer en la primera prueba.

Dos semanas después

Finalmente, llegó el día del viaje. Junior recibió la bendición de toda su familia, quienes lo despidieron en el aeropuerto con abrazos y palabras de aliento. Al llegar a la sala de espera, se encontró con Camila y Johan, quienes lo saludaron con entusiasmo. Al poco tiempo, un jet privado con la bandera de Colombia aterrizó frente a ellos. Subieron y, asombrados, notaron que el interior estaba equipado con todas las comodidades.

El vuelo duró solo treinta minutos. Al aterrizar en Bogotá, fueron recibidos por un hombre alto y rubio, quien los condujo a un lujoso hotel cinco estrellas. Esa noche, Junior descansaba en su habitación cuando escuchó que llamaban a la puerta. Al abrir, se encontró con Camila, vestida con una elegante pijama.

—¿Puedo pasar? —preguntó ella, con una sonrisa.

—Claro, adelante —dijo Junior, algo nervioso.

Se sentaron en el sofá, y después de un momento de silencio, Camila le preguntó:

—¿Estás nervioso?

—Un poco —admitió Junior—. Tengo cuatro poderes, pero no soy experto en usarlos.

—Mmmm, eso puede ser un problema… —respondió Camila, divertida.

Junior la miró y, con timidez, comentó:

—Por cierto… te ves muy linda.

Camila sonrió, ligeramente sonrojada.

—Gracias. Tú también te ves bien.

Los dos hablaron por un rato y, al final, se pusieron a ver una película. A pesar de sus nervios por los exámenes, disfrutaron de la compañía y el descanso, sabiendo que lo que se avecinaba pondría a prueba todo lo que habían aprendido.