BL.
⚠️ Para mayores de 18, la novela puede contener escenas no aptas para menores. ⚠️
Alfred es un hombre que se dedica a desmentir leyendas junto con su hermano. Toda su vida ha sido relativamente tranquila o así lo cree él, en realidad no tiene casi ningún recuerdo. Estos parecen estar tapados con una espesa niebla blanca.
Jamás sintió demasiada intriga sobre el por qué sus recuerdos habían desaparecido, hasta que una extraña leyenda llega a sus manos, de hecho, fue muy conveniente para poder solucionar también el desastre en el cual su hermano se había metido.
Esta leyenda trataba sobre un Ángel y ofrecía una muy buena recompensa, junto con su hermano se embarca en su nueva aventura, que sin que Alfred lo supiera, se convertirá en el camino para desenvolver su pasado y encontrar a alguien que lo ha estado esperando en secreto.
Pd: La imagen de la portada NO me pertenece.
Newt y Thomas son solo una representación.
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Capítulo 7: Como un Hada.
Se miró en el espejo, profundas ojeras se habían instalado debajo de sus ojos. No había conseguido dormir, había terminado de empacar las cosas con su hermano alrededor de la una de la mañana, le había ordenado a Hugo ir a dormir un rato, pero cuando el mismo intento hacerlo se encontró con la grata sorpresa de que en su mente se repetía una y otra vez aquella leyenda del diario.
Parecía una maldición grabada ahora en su corazón.
Estaba algo inquieto.
Hoy estoy raro...
Abrió el grifo y el agua fría se fue acumulando en sus manos para después acabar en su rostro cuando comenzó a lavárselo con la esperanza de que esto lo volviera a sus cinco sentidos. El agua fresca se deslizo por su sien y mejillas, formando pequeñas perlas en sus largas pestañas y en la parte superior de su cabello al haber sido salpicado con ella.
Después de haber terminado con eso fue a despertar a su hermano, Hugo normalmente tenía el sueño pesado y Alfred tenía que llamarlo unas cuantas veces, pero esta vez solo un llamado fue suficiente. Hugo miro a su hermano, tenía un ojo abierto y otro cerrado, el mayor no pudo evitar burlarse de él antes de salir de la habitación eh irse a la cocina.
Necesitaba un café.
Eran las tres de la mañana, pronto tendrían que salir al exterior. A estas horas no había ninguna carreta para llevarlos hasta el puerto, así que ellos deberían de ir a pie, quizá le tomaría una hora llegar caminando.
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Afuera estaba fresco en señal de que el verano pronto llegaría a su fin, faltaba muy poco para que el invierno se instalara en Layare. Alfred pensó que era una pena que justo ahora se tuvieran que ir, soporto todo el verano, pero ahora no podía disfrutar del frío. Era una lástima.
Acomodo su mochila mientras miraba de reojo a su hermano. Esta vez a diferencia de otros viajes llevaban relativamente pocas cosas, Hugo solo cargaba una mochila de tamaño promedio con él y un bolso, mientras que él mismo solo llevaba la gran mochila cargada con lo que consideraba necesario.
No sabía con que se encontrarían con exactitud, pero bien. Los viajes siempre estaban llenos de sorpresas y aventuras, lo que más le gustaba es que gracias a ellos siempre podría reforzar su vínculo con su hermano.
Alfred no solía decírselo, pero Hugo era como una parte de él. Si llegara a faltar no sabría qué hacer.
De repente esos ojos que miraban de soslayo a su hermano se suavizaron revelando una extrema ternura que encerraba en su corazón, para que nadie jamás la viera. Tenía ganas de darle un abrazo, pero Hugo jamás había sido muy fan de ellos, así que se contuvo.
— ¿Puedes oler el mar?
—Puedo hacerlo, estamos cerca.
—Me trae gratos recuerdos.
Hugo lo miro, algo extraño paso por su mirada, pero finalmente le mostro una suave sonrisa.
—A mi igual, en el futuro deberíamos de hacernos un tiempo para venir.
—Si—. Luego de acabar con esto, saldar la deuda, podremos disfrutar del mar.
Una vida tranquila.
Siguieron caminando hasta que sus pies finalmente pisaron el puerto, Hugo se encargó de guiarlo hasta el barco de Mairy y al llegar Alfred no pudo evitar quedarse estupefacto mientras la emoción fluía por sus venas.
El barco era enorme y el color original de la madera se había preservado en los mástiles, dando la ilusión de que parecía el más fino marfil junto con las velas que parecían seda a sus alrededores. El color de la popa era negro. No pudo evitar sentir que al subirse al barco sería una pieza de ajedrez. No sabía si esta idea le agradaba o asustaba.
—Camaradas. —Una voz femenina gritó y descendió del barco, Alfred pudo notar que se trataba de una mujer de baja estatura y regordeta de cabello naranja, tan naranja como una boya. Iba vestida con una camisa blanca, sus mangas subidas hasta los codos, un pantalón suelto de color marrón y unas botas de cuero negro. En esta noche, que ya comenzaba a desvanecerse gracias a algunos rayos de sol que comenzaban a salir desde el horizonte, se veía despampanante.
— ¡Mairy!— Hugo la saludo al instante, la chica finalmente llego hasta ellos y sonrió de lado. —Este es mi hermano, Alfred.
—Un placer, marinero—. La chica se escupió en la mano y después se la tendió. Alfred la miro y después miro a su hermano, no quería ser descortés y aunque sentía un poco de asco, él le dió la mano. El fluido se pegó en su palma, aún estaba tibio y le causo un escalofrío. —Bienvenidos al muelle, aunque ya han estado aquí. Estoy segura que jamás has visto un barco tan lindo como el mío—. Esta vez le hablo a Alfred.
—Estas en lo correcto—. Disimuladamente se limpió la palma en su pantalón mientras simulaba buscar algo en su bolsillo, Mairy pareció notar esto, pero no dijo nada. —Es muy bonito.
La chica sonrió con suficiencia.
—Pueden abordar.
Tras subir Alfred le echó un vistazo a su alrededor, algunas cajas se apilaban en la proa, otras estaban siendo llevadas a la bóveda del barco, el mar comenzó a resplandecer cegándolo por unos segundos, finalmente su vista comenzó a adaptarse a la luz del amanecer.
Era extremadamente hermoso.
— ¿Qué tienen las cajas?
—Contrabando—. Dijo a la ligera.
—Ah, contrabando.
Camino hacia Hugo después de escuchar la respuesta de Mairy, casi como un muñeco de madera con las articulaciones a punto de romperse, su hermano se estaba quitando la mochila. Alfred lo sujeto del brazo y le murmuro con fiereza.
— ¿Dónde nos estas metiendo?— No podía creer que su hermano tuviera esta clase de amistades...— ¡Nos meteremos en más problemas!
Hugo se soltó de su agarre, que no era ni tan fuerte ni tan suave, y lo miro con una expresión en blanco sin saber que decir, finalmente le dio unas palmaditas en el hombro luego de dejar la mochila en el suelo.
—Cálmate, Mairy es muy buena en lo que hacen. Jamás la han descubierto a ella o a su esposa.
—Oh, genial. Un matrimonio de contrabandistas.
—No seas así.
—Cállate.
Su ceño se frunció y se alejó de su hermano hasta acercarse a un tripulante.
— ¿Qué contrabandean?— El hombre que parecía no mucho mayor que él lo miro alzando una ceja, ¿cómo podía preguntar algo así a la ligera?, pero sabiendo que su capitana los había hecho subir al barco personalmente sentía que no estaba mal decírselo.
—Amigos.
— ¿Amigos?
— ¡Suelten las amarras, alzad el ancla, zarpad!— El grito atronador de Mairy repiqueteo hasta en el océano, los tripulantes pusieron rápidamente manos a la obra, él hombre que estaba junto a Alfred desapareció de su lado como si fuese humo.
En poco tiempo el barco abandono el muelle.
La chica ordeno a varias personas para que bajaran a la bóveda, estas llevaban mucha comida, pero Alfred estaba un poco lejos de la puerta, así que no pudo ver bien de que alimento se trataba. ¿Estos "amigos" serian personas?, ¿en que se habían metido?
Estaba demasiado inquieto, tanto que no se dio cuenta que estaba caminando en círculos en su lugar.
— ¡Marinero!— Alfred se sobresaltó y miro a la mujer de cabello naranja. — ¿Por qué no dejas tus cosas en el camarote?
—Bien...— No quería estar mucho tiempo a su lado, se sentía incómodo. Le mostro una leve sonrisa y se apresuró a irse directo al camarote. No es que le tuviera miedo a Mairy, solo no quería involucrarse mucho con ella, ya estaban metidos en un gran problema, no quería otro para cargar con él.
No quería ver a su hermano en una nueva situación. Una deuda era diferente a un crimen de contrabando. ¿Acaso él era el único que pensaba en las consecuencias?
—Maldición.
Tiro la mochila a un lado y se sentó en la cama. El camarote no era muy grande y era bastante simple, era suficiente para que dos personas cupieran, naturalmente tenía dos camas, en una estaban las cosas de su hermano y en la otra ahora estaba él.
El barco se mecía con suavidad mientras era acompañado del suave sonido de las olas, todo su cuerpo comenzó a relajarse y se recostó en la cama. No había dormido, así que se sentía cansado y aunque quería evitar dormirse antes de ver nuevamente a su hermano, no pudo evitar cerrar lentamente los ojos y caer en un profundo sueño.
¿Esto solo logro facilitar o dificultar más las cosas?
¡Te invito a seguir leyendo para descubrirlo! 💗
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