La Secretaria Del CEO, Viudo Despiadado

Llegan a un hermoso lugar conocido como la Plaza de los Enamorados. Bruna se encanta con el lugar, mientras Victor toma su mano y se sienta a su lado en uno de los bancos de la plaza; solo los dos están presentes.

Victor: Tengo mucho que decirte, pero lo que más quiero es besarte. Jajaja, bueno, vamos a empezar desde el principio. Bruna, yo estaba casado con Alane, quien falleció hace tres años. Mi matrimonio nunca fue bueno; no puedo decir que viví un amor. Yo estaba enamorado de ella, pero fui el único en enamorarme. Alane fue la peor mujer que ha existido, y la vida, por maldad, la puso en mi camino. Yo, ciego e idiota, cerré los ojos a todo y me negué a ver lo obvio. Mis amigos, mis padres, mi abuela siempre intentaron hacerme ver, pero yo me negué.

—Ella salía mucho, llegaba tarde y no teníamos más una vida de pareja, ni siquiera relaciones sexuales. Un día, discutimos mucho. Ella llegó borracha a casa, diciendo que había pasado el día con sus amigas. Yo la cuestioné y decidí pedir el divorcio, pues no soportaba más aquella situación. No daba más para vivir en un matrimonio sin amor, e incluso la pasión que yo sentía ya estaba desapareciendo. Ella afirmó que no quería el divorcio, comenzó a amenazar con quitarse la vida y salió descontrolada con el coche, causando un accidente. Antes de salir, dijo que iba a suicidarse y que yo sería el culpable. Me puse nervioso, pues no quería que el fin de aquel matrimonio turbulento resultara en la muerte de uno de los dos. Desafortunadamente, se salió en una curva, el coche volcó y ella falleció en el lugar. Destruí mi vida, me aislé del mundo, cambié mi manera de ser con mis padres y me convertí en una persona despiadada. No sonreía a nadie, e incluso mis empleados tenían miedo de mí. Continuaba idolatrando a aquella maldita, y mis padres siempre intentaban abrir mis ojos. Yo, como siempre, ignoraba. Hasta que un día, hace un año, mis padres me contaron todo lo que querían decir y me mostraron pruebas. Las pruebas mostraban que Alane nunca fue la mujer virtuosa y fiel que yo creía. Ella era prostituta en un club nocturno y tenía un amante fijo mucho antes de casarse conmigo. Yo era el tonto de la historia, burro y ciego. Alane solo quería la buena vida que yo le proporcionaba, todo lo que el dinero podía comprar. Cuando descubrí todo eso, Bruna, me prometí a mí mismo nunca más confiar en ninguna mujer. Comencé a volver a ser lo que era antes, pero aún no tenía alegría, pues lo que me faltaba era un amor verdadero.

— Él toca el rostro de Bruna.

Victor: Encontré ese amor el día en que mis ojos se cruzaron con los tuyos. No obstante, fui imprudente una vez más y luché contra lo que mi corazón sentía, intentando ofuscar y negar lo que ya era evidente en mí. Te amé cuando te vi, pero lo negué, y eso solo me trajo sufrimiento. Me estaba volviendo loco, sin poder dormir de tanto pensar en ti. Mis amigos decían que yo estaba enamorado, y yo lo negaba. Yo sabía lo que sentía, pero la falta de coraje me consumía. Cuando las chicas comenzaban a decir que ibas a conseguir otro chico, yo estaba a punto de perder el control y quería agredir a quienquiera que apareciera frente a mí.

— Ayer, después de que salí de la empresa, fui a un bar y bebí todo lo que pude. Me puse bien borracho, pero me acuerdo de todo. Comencé a decir que te amaba jajajaja y a llamarte por tu nombre. Mis amigos llegaron y me llevaron a casa, y yo quedé hecho un trapo, muerto de borracho. Fue una humillación total. Todo eso fue el precio por no haber escuchado a mis padres ni a mi propio corazón. Bruna, no quiero más esconder lo que siento por ti. Es demasiado fuerte. Mi corazón falla cada latido cuando mi cerebro captura tu imagen. Duermo soñando contigo y me despierto pensando en ti.

Nunca amé a nadie, nunca estuve enamorado a este punto. Tú resides en cada parte de mí. Tus ojos y tu linda sonrisa, esa tu voz controlan mi ser y llenan mi mente. Yo podría pasar horas intentando expresar la profundidad de ese sentimiento, pero hay tres palabras que capturan todo. Son pequeñas, pero profundas; son pocas, pero expresan todo. — Él toca su frente con la de ella, besa la comisura de su boca y dice, mirando en sus ojos: TE AMO.

Bruna, todo lo que más deseo es estar a tu lado en todos los momentos. Deseo compartir la vida contigo. Deseo experimentar esa felicidad que mi corazón insiste en proporcionarme. No quiero más escapar de ese sentimiento. Yo te amo, y eso va más allá de palabras. El tiempo y los días se encargarán de probar que es un sentimiento duradero. Pero yo solo quiero hacerte una pregunta: ¿ACEPTAS SER MI NOVIA? Juro que no estoy listo para oír un no, pero no te voy a forzar a nada. Apenas una cosa te digo: no desistiré fácilmente, pues esperé la vida entera para encontrarte.

(continúa en la próxima página)