Esta pareja se separó por culpa de él. Todo lo malo que él le hizo vivir fue demasiado para ella y con el corazón roto salió de su vida para siempre...
Anya se casó por amor, Alex no. Él ya amaba a alguien más y fue obligado a separarse de ella; pensando que Anya era la culpable, le hizo la vida miserable.
Su esposa pensó que con el tiempo él podría enamorarse de ella; sin embargo, eso no pasó en todo el tiempo que estuvieron juntos.
Una noche, fue el comienzo del fin para que ella lograra salir del fondo del pozo donde estaba viviendo.
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Capítulo 5
Anya, al verlo salir de su habitación, se limpió las lágrimas que le provocó el escuchar todas esas cosas que él le decía. Como no quería que volviera a gritarle como lo hizo hace un momento, se levantó con rapidez de la cama y se alistó para bajar y empezar a trabajar.
Como el cuerpo le dolía por todo lo que había pasado anoche, se tuvo que vestir con lentitud, pero cuando terminó bajó a la planta baja y se encaminó a la cocina para empezar a trabajar. Al llegar a la cocina, vio que había bastantes platos sucios, por lo cual se puso a lavarlos y cuando ya había terminado utilizó una taza para hacerse un café y en un platillo puso unas tostadas con queso untable y mermelada.
Justo acababa de terminar de comer cuando fue llamada al comedor por una de las empleadas. Con un poco de miedo se acercó hasta allí, pues sabía quién era la persona que mandó a buscarla.
Alex estaba terminando de tomar su café. En la mesa se podía ver una bolsita de farmacia. Antes de que él pudiera decirle algo, ella ya sabía que era lo que había a dentro y también que eso era para que ella se lo tomara.
Su esposo tomó la bolsa y se la pasó de inmediato, mientras le decía:
-Tómala.
Una sirvienta que estaba allí sirvió un vaso de agua para ella y rápidamente lo puso al lado de la bolsa. Anya sabía que no tenía sentido discutir con él, igual se tendría que tomar la pastilla. Con las manos un poco temblorosas tomó la bolsa y sacó el blíster de pastillas. Al ver que solo tenía una pastilla, se dio cuenta de que tenía razón, era la pastilla del día después.
Sacó la pastilla y se la metió en la boca y, tomando el agua, se la tragó sin vacilar.
Alex, no muy convencido, al ver que ella se la tomó sin queja alguna, le dijo a la sirvienta que estaba allí.
-Revísale la boca, para ver si se la tomó.
Con el alma en el piso, Anya abrió la boca mostrándosela a la mujer, quien al corroborar le dijo a su jefe.
-Sí, señor. Se la ha tomado.
-Ok, puedes seguir con lo que estabas haciendo.
Le dijo a Anya.
-Y tú, serás la responsable de estar con ella por tres horas, no la dejes sola por ningún lado. Vigila que no vomite esa pastilla.
Le dijo Alex a la sirvienta.
-No se preocupe, señor, yo estaré al pendiente.
Respondió la sirvienta a Alex.
Sin decir nada, Anya salió del comedor y volvió a la cocina. Cuando estaba por ingresar, la sirvienta salió del comedor e ingresó a la cocina con ella.
-No te alejes de mí, Anya. Sabes que si llegas a vomitar esa pastilla el señor se va a enojar.
Le advirtió la sirvienta a Anya.
Anya no le respondió con palabras, solo asintió. Las otras mujeres en la cocina le preguntaron a esa mujer de qué pastilla hablaba.
-De la pastilla del día después. El señor se la dio para que se la tome.
Respondió la sirvienta.
Al escucharla, las otras mujeres empezaron a decir cosas feas sobre Anya, como lo astuta que era, como se metió en la cama de Alex y un par de cosas más, que la lastimaban. Sin embargo, ella no respondía a los ataques, porque sabía que sería en vano, ninguna le creería que ella no lo había hecho con esa intención.
Como pudo con el dolor de cuerpo que tenía ella, siguió trabajando con la sirvienta que la perseguía a todos lados, nunca dejándola sola ni siquiera cuando quiso ir al baño.
Incluso, viéndola tan cansada y con muchas ganas de ir al baño, todavía no le permitió ir sola, por lo cual tuvo que acceder a que ella entrara al baño con ella y viera todo lo que hacía mientras estaba allí.
La miraba fijamente hasta que vio el papel manchado de sangre, siendo ese el factor para que le diera un poco de privacidad, dándose la vuelta.
Cuando la muchacha vio que ella estaba sangrando, se sintió un poco mal por ella, porque no entendía cómo es que ella se había metido con un hombre como el señor Alex. Si bien era un buen hombre y jefe, a su esposa no la trataba nada bien.
Desde que se dio cuenta de ese pequeño detalle, se propuso dejar de ser tan hostil con Anya. Se había dado cuenta de que ella no era una mala persona, pero desde que llegó, pensó que era así porque Alex la trataba así, dejándola encerrada y sin derecho a salir de la casa.