Mi Final Feliz

Martina no puede refutar lo dicho por el Conde y se marcha del lugar, por otra parte, Paula esperó que todos durmieran en la Baronía y se escabullo de ahí, hasta encontrarse con el Dragón al verlo enseguida le dijo lo majestuoso que era, al subirse en él, la llevo justo al carruaje donde se encontraba Martina, y paro cerca del lugar, por su parte, Martina al sentirte que el carruaje se detiene de repente se asusta, tras gritar al chofer y no recibir respuesta con cuidado baja.

- Guillem: señora llegamos a su destino.

- Martina: ¿de qué hablas? Sube de inmediato al carruaje y sigue el camino, de lo contrario no pienso pagarte muchacho.

- Paula: no te permito que le hables de ese modo a mi chofer.

- Martina: ¿Qué haces aquí? Ya me imagino lo que tuviste que hacer para pagarle a este muchacho, ya sabía que eras una zorra al igual que tu madre.

- Paula: mi madre nunca fue como tú. Si estuviera en tu lugar en vez de insultar a las personas, comenzaría a correr, mira a tu alrededor.

Martina se fija que se encuentra en un camino desolado, y que solo puede ver arboles a su alrededor.

- Martina: ¿Qué piensas hacerme? Espantarme, que suplique por mi vida, en cuanto salga de aquí me encargaré de hacerle saber a todos la clase de persona que eres.

- Guillem: como puede ser tan tonta, le explicó, está en un lugar desolado, usted no le interesa a nadie, así que, nadie la buscara o extrañara. Qué le hace creer que nos tomamos tantas molestias para que salga viva de aquí…

- Martina: ¿Cuánto te pago? Te doy el doble si la asesinas.

- Guillem: no me dio ni una moneda, no se preocupe que yo no me ocuparé de usted.

- Paula: pensaste que podías amenazarnos e irte, no permitiré que seas una molestia en el futuro para nosotros, te di la oportunidad de que corras, te escondas y que no logre alcanzarte.

- Martina: me atacaras con buenos modales – sonríe.

- Paula: no, con esto – enseguida Paula muestra como una llama sale de su mano.

- Guillem: es momento de que huya.

Martina como puede intentar correr, ya que, el vestido que lleva es demasiado pesado y le estorba, lo que provoca que, caída varias veces, Paula observa con diversión la escena.

- No me necesitas, te esperamos aquí – menciona Guillem.

Paula sin dificultad camina tras Martina, que apenas había logrado avanzar unos metros, por lo que, la alcanza fácilmente y tira bolas de fuego a su alrededor, lo que desesperan a Martina y termina cayendo nuevamente.

- Recuerdas la primera vez que llegaste a la casa – Paula rodea a Martina en un círculo de fuego -, intente ser amable contigo, me presente ante ti y recibí una bofetada – sin que Martina pueda reaccionar, recibe una cachetada de Paula que le quema el rostro y provoca que grite de dolor.

- Eres un monstruo.

- Un monstruo que tú creaste, podías ser mi madre amada, pero decidiste ser mi enemiga. Te acuerdas cuando me golpeaste las manos porque no dejé que tu hija tomara mis juguetes – Paula toma sus manos quemándolas, Martina grita del dolor -, cada golpe que me diste, cada humillación nunca lo olvide, mírate, estás sola, ni Julia te quiso recibir, tanto que te esforzarte en criarla – Martina no soporta el dolor y termina desmayándose, por lo que, Paula desaparece el círculo de fuego que había creado a su alrededor -, esperaba que resistieras un poco más.

Paula decide que no perderá su tiempo con ella, así que, antes de que reaccione la quema por completo, dejando en unos instantes solo cenizas del cuerpo, tras terminar regresa junto a Guillem y el dragón.

- Pensé que tardarías más…

- Se desmayó y a penas lo toqué, hoy tuve un buen día, no quería amargarme con ella.

- Dejaste evidencia…

- Algunas cenizas.

- Espérame un instante.

Guillem enseguida va al lugar y desaparece cualquier rastro de lo que había sucedió.

- Ya lo arreglé, aquí no pasó nada – la toma de la cintura -, no crees que merezco algo por haberte ayudado…

- Está bien – Paula le da un beso en la mejilla.

- Fueron horas de viaje – la apega a él y antes de que ella pueda reaccionar le roba un beso corto, lo que sonroja a Paula -, me conformaré con eso por ahora, ya no tenemos que hacer aquí.

Sin más que decir Guillem libera al caballo y desaparece el carruaje, ambos suben al dragón y vuelan de nuevo a la Baronía, al llegar Guillem ayuda a Paula a subir a su habitación sin ser descubierta.

- ¿Qué sigue? – cuestiona Guillem.

- Vanesa, no me he olvidado de ella, después de lo que me hizo no puede quedar impune.

- Nunca dije que debías olvidarla, haremos lo mismo.

- No con ella nos divertiremos un poco más.

- Nos… me gusta, qué quieres que haga…

- En realidad, necesito que me ayudes a ir y venir del Ducado.

- No tengo problema en hacerlo, con solo disfrutar de tú compañía soy feliz.

- No te importa lo que hice…

- Si algo como eso me asustara, tú deberías huir de mí. Entiéndelo me encantas tal y como eres, que te parece si comienzo a preparar nuestra boda.

- Aún no me divorcio.

- Eso lo resolverán pronto, si quieres me encargo de la situación.

- No debes preocuparte, solo necesito unas firmas.

- Eso quiere decir que si aceptas casarte conmigo.

- No crees que es muy apresurado hablar de matrimonio…

-  Está bien, dije que te conquistaría, lo haré, aunque sé que ya me quieres.

- Un poco.

- Con eso me basta para empezar, me voy no quiero que Ana vuelva atraparme aquí.

Ambos se despiden, y Guillem se marcha del lugar, al día siguiente al anochecer Paula vuelve a salir de su casa para encontrarse con Guillem y el dragón quienes enseguida la llevan al Ducado, donde Paula ingresa a la habitación de Vanesa, ella al verla se sorprende, antes de que pueda hacer algo cierran la puerta e insonorizan el lugar.

- ¿Qué haces aquí? ¿Quién es ese hombre? – cuestiona Vanesa.

- A él ni lo mires, que a diferencia del Duque si lo tocas no pienso tener piedad contigo.

- Jamás me fijaría en un tipo sin clase.

- Entonces querida cierra la boca que solo con verlo se te cae la baba.

- No digas tonterías, pensé que por fin te habías marchado, no me digas que te embarazaste de este tipo y ahora quieres que Álvaro se haga cargo de tu bastardo.

- No te preocupes no pienso volver al Ducado, vine a darte las gracias, si no me hubieras ayudado estaría atrapada aquí, por eso te traje una poción.

- No quiero nada de ti, vete antes de que comience a gritar.

- Puedes gritar, nadie vendrá en tu ayuda. Con respecto a la poción no es opcional que lo bebas o no, por eso vine ayudarte, decide vas a beber de forma voluntaria o necesitas mi ayuda, recuerdas como te quemé la muñeca de la mano puedo hacer lo mismo con tu rostro, y esa marca no desaparecerá. Me pregunto si el Duque te seguirá queriendo si tu rostro es horrible…

- No vas a engañarme de seguro es una clase de veneno.

- Puedes pensar lo que desees – se acerca a ella y la tira al piso, toma su mentón y con fuerza hace que abra la boca, la sostiene un momento hasta que ve que se traga el líquido y la suelta.

- ¡Maldita!

- Ahora si puedes decir que te hice algo.