El Jefe.

Ala mañana siguiente...

Desperté Pero está vez, me levanté con miedo a estar sin Antonio.

Abrí la regadera y entre al agua, en mi cabeza solo estaba la enfermedad de mi padre y la importancia de no poder hacer nada por el.

Me arreglé y no hice ruido para no despertar a mis papás, que sorprendentemente no estaban despiertos y salí de casa.

Alcé la mirada ahí estaba Luca y Lilian quienes me abrazaron de inmediato mientras yo rompía en llanto.

Tu mamá, nos llamó y nos contó todo.!_ dijo Lilian limpiando sus lágrimas.

 No tenías que pasar esta noche sola, Victoria —dijo Luca, su abrazo era fuerte y reconfortante.

— Él no quiere tratamiento. Quiere... quiere morir con dignidad —logré decir entre sollozos.

— Lo sabemos —dijo Lilian. — Pero la dignidad también significa no sufrir. Lo vamos a ayudar a estar cómodo. Y tú, no vas a pasar por esto sola. Estamos aquí.

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Al llegar a la empresa fui directamente ala comedor por suerte no estaba Max, así que enseguida le hice su café a Gabriel lo lleve a su oficina y me senté frente al computador tratando de concentrarme.

Tenía tanto trabajo, que no había dado cuenta que Gabriel no había llegado y ya eran más de las cuatro de la tarde justo la hora de su comida con el inversionista de Singapur.

Tome mi teléfono y escribí un mensaje.

Señor Foster, no olvide su junta de las 4:00 .. Singapur.!!!

Escribi y guarde mi teléfono, pasaron las horas y no recibí ninguna confirmación de su cita solo sabía que ya había leído mis mensajes.

Estaba guardando mis cosas cuando Gabriel salió por el elevador el no siquiera me miró, sabía que ya todo había vuelto a la normalidad donde me odiaba y ni siquiera me notaba.

— victoria.!_ escuché antes de subir al ascensor, así que camine asta su oficina y desde la puerta le respondí.

—Necesita algo más antes de irme.!_ dije tranquilamente.

— Solo quiero dejarle claro las reglas de la compañía, y la más importante es que no se permite ningún tipo de relación entre empleados, así que espero piense bien las cosas con lo que sea que este pasando entre usted y Max.!_ dijo Gabriel y en ese momento creció el enojo en mi.

Quien se cree usted, para venir a decirme con quién puedo salir o no.!_ dije molesta entrando a su oficina.

 Le estoy hablando de Max. Mi hermano. Él es un empleado. Usted es una empleada. Es una regla básica de la compañía, Victoria —sostuvo Gabriel.

Conozco la política. Y la política no le prohíbe pasar el rato con su familia en vacaciones. En cuanto a lo que haya pasado entre Max y yo, no es asunto suyo. Y si vamos a hablar de reglas, ¿debería yo reportar que mi jefe, el director ejecutivo, está violando la regla de no relacionarse con empleados?— dije mirándolo a los ojos.

Claro que es asunto mío, usted es mi asistente.! Además yo no estoy violando ninguna regla._ dijo Gabriel levantándose de su silla caminando así mi.

Pero no sé preocupe, si no puedo cumplir con las reglas será mejor que trabaje más aquí.!_ dije enojada sin dejar de mirarlo a los ojos.

Entonces usted está dispuesta a dejar su trabajo por tener un amorío con mi hermano.!_ me dijo Gabriel aún más cerca a mi, ponía oler su perfume.

Me tomó de la cintura, con una firmeza que no permitía escape, y me pegó a su cuerpo.

— ¡Maldita sea, Victoria! —murmuró, su voz rasposa por el esfuerzo de reprimir el control.

Y me besó, Sus labios se movieron sobre los míos con una pasión desesperada, hambrienta, como si hubieran esperado este momento toda la vida.

Respondí con la misma urgencia. El enojo y el miedo se canalizaron en deseo crudo. Mis manos se aferraron a la solapa de su traje, atrayéndolo más cerca, queriendo eliminar el último espacio que quedaba entre nosotros.

Sus manos dejaron mi cintura para rodear mi espalda baja, presionándome contra la evidencia de su propia dureza bajo el pantalón.

Realmente deseaba estar con el, mi cuerpo lo deseaba demaciado, Pero no podía con la idea de Anastasia y más aún con él echo de que jamás había está con un hombre pase mi adolescencia sumergida en libros así que solo lo deje pasar y Gabriel obviamente tenía demasiada experiencia y se daría cuenta.

En un acto de pánico, mis manos que sostenían su rostro se movieron hacia sus hombros, ejerciendo una presión firme para separarlo.

— Gabriel... —jadeé, con los ojos cerrados.

— No. No te detengas, Victoria —dijo él, intentando besarme de nuevo.

Tu estás comprometido y yo no debería...— dije alejándome de Gabriel, tome mi mochila que estaba en el suelo y salí de su oficina mi corazón latía tan fuerte que no podía pensar.

Al salir del edificio por suerte el transporte público estaba pasando así que corrí y subí al el.

Para cuándo llegue a casa me deje caer en la cama mi cuerpo temblaba al pensar en Gabriel.

Victoria, que te está pasando hace unos días lo odiabas y ahora lo deseas.me dije a mi misma.