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Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Status: Terminada
Genre:CEO / Romance / Yaoi / Secretario/a / Reencuentro / Romance de oficina / Grumpyxsunshine / Completas
Popularitas:34.6k
Nilai: 4.8
nombre de autor: jooaojoga

Thiago Andrade luchó con uñas y dientes por un lugar en el mundo. A los 25 años, con las cicatrices del rechazo familiar y del prejuicio, finalmente consigue un puesto como asistente personal del CEO más temido de São Paulo: Gael Ferraz.
Gael, de 35 años, es frío, perfeccionista y lleva una vida que parece perfecta al lado de su novia y de una reputación intachable. Pero cuando Thiago entra en su rutina, su orden comienza a desmoronarse.
Entre miradas que arden, silencios que dicen más que las palabras y un deseo que ninguno de los dos se atreve a nombrar, nace una tensión peligrosa y arrebatadora.
Porque el amor —o lo que sea esto— no debería suceder. No allí. No debajo del piso 32.

NovelToon tiene autorización de jooaojoga para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 22

Madrid estaba fría.

El otoño europeo traía consigo un tipo de silencio que dolía más que mil voces.

Gael había llegado hacía dos días.

Un apartamento alquilado.

Poco equipaje.

Ningún plan.

La idea de huir parecía correcta en el impulso.

Pero allí, solo, con el celular en modo avión y la conciencia despierta, todo parecía mal.

En la mañana del martes, vino el golpe.

“CEO huye a Europa en medio de investigación: ¿será el fin de la era Ferraz?”

El titular estampaba la pantalla con la fuerza de un puñetazo en el estómago.

Blogs, sitios financieros, columnistas sociales.

Todos especulando.

Todos juzgando.

“Fuentes afirman que fue aconsejado a salir para evitar mayores escándalos. Hay rumores de una relación que habría sido el detonante de la crisis.”

Thiago vio la noticia en el intervalo del almuerzo.

Sentado solo, con una marmita mal comida y los ojos cansados.

El mismo dolor de siempre, pero ahora público.

Él cerró el celular.

Volvió a su mesa.

Y siguió.

Porque perder el empleo no era una opción.

En Madrid, Gael leyó todo.

Sentado en la orilla de la cama.

Respirando como quien intentaba evitar un ataque de pánico.

Abrió el celular.

Buscó el nombre.

Eugenia.

Llamó una vez.

Dos.

En la tercera, ella atendió.

— ¿Qué parte de la palabra “fin” no entendiste?

— Mamá… necesito ayuda.

— Ahora necesitas, ¿no?

— Los medios están destruyendo todo. Yo… yo no sé qué hacer.

— Ya hiciste, Gael. Y ahora cosechas.

El silencio de él era casi infantil.

Por primera vez desde niño, él quería consuelo.

Y solo recibía corte.

— Te avisé. Te di todas las salidas. Pero tú elegiste el caos.

— Yo elegí intentar ser feliz.

— Y mira dónde eso te trajo.

— ¿No sientes nada?

La respuesta de ella vino rápida, gélida:

— Siento vergüenza.

La línea se cortó.

Sin más palabras.

Sin más nada.

Aquella noche, Gael no salió del cuarto.

No cenó.

No durmió.

La única cosa que aún vibraba era el nombre de Thiago.

Pero él sabía:

no tenía más el derecho de marcar.

Y del otro lado del océano,

Thiago apagaba las notificaciones en el celular,

pero no conseguía apagar

el nombre de Gael de la memoria.

El reloj marcaba las 2h37 de la madrugada en Madrid.

Gael estaba sentado en el suelo, la espalda apoyada en la pared helada del cuarto.

No había más lágrimas.

Solo cansancio.

Y silencio.

Fue cuando el celular sonó.

Número conocido.

Helena.

Por un segundo, pensó en no atender.

Pero atendió.

— ¿Helena?

— Gael. ¿Cómo estás?

La voz de ella parecía dulce.

Casi preocupada.

Casi.

— Estoy… intentando respirar.

— Vi las noticias. Siempre odiaste ese tipo de exposición.

— No fui yo quien alimentó eso.

— Lo sé… — ella dijo, dejando escapar un suspiro vago. — Siempre fuiste impulsivo cuando te sentías perdido.

La frase cortó más de lo que él esperaba.

— ¿Qué quieres, Helena?

— Nada demás. Solo pensé que quizás… podría conversar con alguien conocido. Un hombro familiar.

Gael quedó en silencio.

El nombre de Thiago resonó dentro de él.

Familiar. Pero no seguro.

Real. Pero ahora ausente.

— Es gracioso que llames justo ahora.

— ¿Por qué?

— Porque estoy comenzando a entender quién siempre estuvo de mi lado… y quién estaba solo de pie a mi alrededor esperando la hora cierta de jalar la alfombra.

Helena sonrió. Él oyó.

Fue el peor sonido de la noche.

— Gael… siempre fuiste brillante.

Pero nunca supiste jugar.

Por eso… perdiste.

— Tú ayudaste a destruir todo lo que construí.

— No. Yo solo quité las protecciones. Y tú te desmoronaste solo.

Gael respiró hondo.

Tragó el nudo en la garganta.

— Fuiste el error más educado de mi vida, Helena.

Ella rió, suave.

— Y tú fuiste la ilusión mejor intencionada de la mía.

La línea se cortó.

No hubo despedida.

No habría más.

En São Paulo, Thiago aún estaba despierto.

Acostado en la cama, mirando el techo.

El corazón dolía, pero no era más desesperación.

Era un tipo de aceptación amarga.

La vida le había enseñado a perder.

Pero él no quería más huir de sí mismo.

En la mañana siguiente, él se despertaría temprano.

Trabajaría duro.

Y no miraría hacia atrás.

En Madrid, Gael se levantó.

Tomó un baño.

Vistió la única camisa planchada.

Se miró a sí mismo en el espejo.

Y susurró, como una promesa:

— Voy a reconstruir.

Ni que sea desde cero.

Ni que sea sin nadie.

Pero no seré más el hombre moldeado por otros.

1
Susana
Thiago es muy valiente. Me gusta que no echa a morir
Marcela Sanchez
otra chanda que hay que soportar
Marcela Sanchez
que Thiago contraté sicarios y la mandé a matar
Marcela Sanchez
Thiago debería de buscar trabajo y ayudarle
darle animos pero ajá no podemos culparlo yo también estuviera así en esa situación
Marcela Sanchez
esa vieja debería de estar en un ancianito o mejor dicho en un loquero
Marcela Sanchez
la verdad la historia está acabando conmigo
cómo pueden estás dos madres tratar así a sus hijos esas basuras merecen morir
Marcela Sanchez
que viejas tan cansonas que vivan y dejen vivir ome eeee culo de rabia que me dan
Marcela Sanchez
por qué las personas con dinero siempre quieren controlar todo
esa mamá es vez de apoyar a su hijo lo único que hace y quiere es tenerlo controlado
Marcela Sanchez
y la esposa de gael ni siquiera lo conoce y habla pura basura mejor que se calle la pendeja esa
Abuelita Pateyro
así es todo esfuerzo merece recompensa. y ellos lucharon y vencieron.
Abuelita Pateyro
si pobres tienen mucho porque luchar, por ser mal vistos por personas de mente estrecha y machistas, pero lo peor es tu familia que deberia apoyarte y te da la espalda apuñalado sin piedad.lastima sufren mucho.
Marcela Sanchez: una persona al momento de declara ya sea que vaya a decir que es gay o lesbiana o que quiera ser trans espera que su familia lo entienda y lo apoye
y también que la sociedad los acepte
pero ser rechazo por las personas que le dieron la vida debe de doler y feo
total 1 replies
Nidia Mojica
Que horrible que tu propia familia sea quién te de la espalda y recurras a extraños a pedir ayuda.
Nidia Mojica
Ya le movio el piso Thiago a Gael.
Nidia Mojica
Me gusta el inicio.
Maria Rosa Ascani
maravillosa, ese amor tan profundo, felicitaciones autora 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻❤️❤️❤️❤️
Maria Rosa Ascani
tienes razón Sailur, Thiago debe acompañar a Gael, dejar de hacerse la nena, tiene que acompañar a su hombre 😠😠
Maria emilia Aparicio villamar
Hola autora, muy linda historia felicidades, gracias por compartir tu talento
Em Bassante
Realmente es una obra maestra. Sincera. Real. Un hogar para aquellos que no nos sentimos en casa. Palabras que llenan sentimientos que no fluyen. Solo puedo decir gracias por semejante idilio lírico.
Gladys Bianculli
linda reflexión ,
Gladys Bianculli
que emoción 💖 van a volver pero van a dar la pelea del siglo , que viva el amor
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