En un futuro cercano, un grupo de humanos descubre que la realidad que conocen es una simulación creada por una civilización alienígena avanzada. A medida que luchan por romper con esta ilusión, se enfrentarán a horrores inimaginables, revelaciones sorprendentes y dilemas morales que pondrán a prueba su humanidad. El amor florecerá en medio del caos, mientras todos ellos luchan por su libertad.
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Capítulo 20: La Verdad Más Profunda
El refugio había cobrado vida. Las risas y los murmullos de los sobrevivientes resonaban en las paredes, llenando el aire de una energía renovada. Sin embargo, a pesar de la alegría que los rodeaba, Ethan no podía sacudirse la sensación de que la lucha por la libertad nunca terminaría. Había escapado de la simulación, pero la realidad que enfrentaba era aún más compleja y desconcertante.
Mientras se sentaba en una mesa improvisada, revisando los planos de la tecnología alienígena junto a Lena, su mente divagaba. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas rotas, iluminando el polvo que danzaba en el aire. A su lado, Lena estaba absorta en un dispositivo que habían recuperado, sus dedos moviéndose con destreza mientras trataba de descifrar su funcionamiento.
—Ethan —dijo Lena, rompiendo el silencio—, ¿alguna vez te has preguntado qué hay más allá de esto? Más allá de la lucha, de la simulación, de lo que conocemos?
Ethan levantó la vista, encontrando la intensidad de su mirada. Había algo en su voz que resonaba en su interior, una inquietud compartida que había crecido entre ellos en los últimos días.
—Sí, lo he pensado —respondió, sintiendo que su corazón latía más rápido—. A veces me pregunto si hay algo más allá de esta realidad. Si lo que hemos vivido es solo una parte de un juego más grande.
Lena asintió, su expresión seria. —La simulación nos mostró lo que somos capaces de hacer, pero también nos dejó preguntas. ¿Qué hay de los que aún están atrapados? ¿Y de los que no han despertado? ¿Qué pasará con nosotros cuando todo esto termine?
Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda. La incertidumbre era abrumadora, pero había algo en la forma en que Lena lo miraba que le daba fuerzas. —Podemos encontrar respuestas —dijo, decidido—. No podemos quedarnos aquí, esperando a que las cosas se resuelvan solas. Debemos salir y descubrir qué hay más allá.
Lena sonrió, y en ese instante, Ethan supo que estaban en la misma sintonía. —Entonces, ¿qué propones? —preguntó, su voz llena de emoción.
—Podríamos formar un equipo —sugirió Ethan—. Reunir a algunos de los sobrevivientes que tengan habilidades útiles y explorar el área. Tal vez haya más refugios, más personas que necesiten ayuda, o incluso pistas sobre lo que realmente está sucediendo.
Lena se inclinó hacia adelante, su entusiasmo palpable. —Me gusta la idea. Pero debemos ser cautelosos. No sabemos si los alienígenas han dejado algún tipo de trampa o si hay más peligros acechando.
Ethan asintió, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. —Podemos planearlo bien. Hacer un mapa de la zona, identificar posibles rutas y establecer un protocolo de seguridad. No podemos permitir que la historia se repita.
Mientras discutían los detalles, Clara, Marco y David se acercaron, atraídos por la energía que emanaba de la mesa. Clara, con su característico brillo en los ojos, preguntó: —¿De qué están hablando?
—Estamos planeando una expedición —respondió Lena, su voz llena de entusiasmo—. Queremos explorar más allá del refugio y descubrir qué hay en el mundo exterior.
Marco frunció el ceño, pero su mirada era de curiosidad. —¿No sería arriesgado? Aún hay muchas incógnitas. No sabemos si los alienígenas han sido completamente derrotados.
—Lo sé —dijo Ethan, levantando la mano para calmar las preocupaciones—. Pero también sabemos que no podemos quedarnos aquí. La humanidad necesita avanzar, y nosotros tenemos la oportunidad de ser parte de eso.
David, que había estado escuchando en silencio, finalmente habló. —Si decidimos hacerlo, deberíamos prepararnos bien. Necesitamos suministros, armas y un plan claro. No podemos permitir que la esperanza se convierta en imprudencia.
Ethan sintió que la determinación crecía en su interior. —Exactamente. Si nos unimos, podemos hacer esto. No solo por nosotros, sino por todos los que aún luchan por su libertad.
Con el apoyo del grupo, comenzaron a trazar un plan. Se dividieron las tareas: Clara se encargaría de reunir suministros, Marco se encargaría de la seguridad y David se encargaría de la logística. Lena y Ethan, por su parte, se concentrarían en la tecnología alienígena, buscando cualquier pista que pudiera ayudarles en su misión.
Los días siguientes fueron un torbellino de actividad. El refugio se convirtió en un centro de preparación, con todos trabajando juntos para asegurarse de que estuvieran listos para la expedición. La energía era contagiosa, y a medida que se acercaba el día de la partida, la emoción crecía.
Una noche, mientras revisaban los últimos detalles, Ethan y Lena se encontraron a solas en la azotea del refugio. La luna brillaba en el cielo estrellado, y el aire fresco les envolvía.
—¿Estás lista para esto? —preguntó Ethan, mirando a Lena con seriedad.
Ella sonrió, su mirada iluminada por la luz de la luna. —Siempre he estado lista. Pero también tengo miedo. Miedo de lo que podamos encontrar, de lo que podamos perder.
Ethan se acercó, tomando su mano. —Lo sé. Pero también sé que juntos podemos enfrentar cualquier cosa. No importa lo que venga, siempre estaremos juntos.
Lena apretó su mano, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía. —Sí, juntos. Siempre.
A la mañana siguiente, el grupo se reunió en la entrada del refugio, listos para partir. Con mochilas llenas de suministros y un mapa en mano, se despidieron de los sobrevivientes que se quedaban atrás, prometiendo regresar con respuestas.
Mientras caminaban hacia lo desconocido, Ethan sintió una mezcla de emoción y temor. Sabía que la lucha por la libertad nunca terminaría, pero también sabía que cada paso que daban era un paso hacia un futuro mejor. La historia de la humanidad estaba lejos de concluir, y ellos estaban decididos a ser parte de ella.
Con cada paso, las preguntas sobre la existencia y la realidad se hacían más intensas. ¿Qué había más allá de lo que conocían? ¿Qué desafíos enfrentarían en su camino? Pero en medio de la incertidumbre, había una chispa de esperanza. La esperanza de que, juntos, podrían descubrir un mundo nuevo, lleno de posibilidades.
Y así, con el corazón lleno de determinación y la mente abierta a lo desconocido, Ethan y su grupo se adentraron en la aventura que cambiaría sus vidas para siempre.