Susana caminaba esa mañana en la playa en la cual apenas apuntaba el alba, pero una silueta tirada le llamo la atención, al parecer era una mujer con largos cabellos negros, pero al acercarse, se dio cuenta que era una sirena con diversas heridas en el cuerpo, que apenas lograba respirar.
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El hijo del mar
-Mira mami.
El cuervo se posa en el brazo del profesor.
Realmente es muy hábil con los instrumentos, y también con los cuervos.
Se lo voy a decir a mis compañeros del colegio.- decía muy animado, Darío hablando sobre el profesor de Música.
-Si, tienes razón es sorprendente.- dijo Susana respondiéndole con una suave sonrisa en sus labios.
Apolo la observaba desde afuera, realmente ella era deseable a sus ojos.
Sin embargo el cuervo emitió un fuerte graznido, de lo cuál saco en ese momento de trance de amor a este.
Apolo entonces miro alrededor.
-¿Quién crees que sea?
Deberian irse, yo iré a su encuentro.- dijo Artemisa tomando su arco 🏹 que siempre tenía listo para cualquier peligro.
-Realmente no lo sé, Poseidón solo dijo que debería llevarla a la isla donde tú y yo nacimos, ya que él niño esta en peligro, en sí Poseidón está interesado en proteger al pequeño, por eso dejo que
Susana lo acogiera como suyo.- dijo Apolo mirando a Artemisa.
-Entonces el niño...
Es el heredero perdido del Mar...
El hijo de Serena, pensé que había muerto.
Serena no es acaso la hija que tuvo Poseidón con aquella sirena, que se llamaba Murgen.- dijo Artemisa.
-Si, tanto Serena como Susana, ambas son hijas del mismo padre, pero temo como va a tomar todo esto Susana.- Suspiro Apolo pensando en ella.
-Pues esto es un dilema, a las dos su padre les privó de sus poderes, si Serena hubiera tenido algo más, se hubiera podido defender, pero en su estado era muy difícil.- dijo Artemisa pensando sobre Serena, que había tenido que dar a luz en condiciones no deseables.
-Es mejor que me los lleve- dijo Apolo.
Susana solo había visto que los ademanes de estos expresaba que algo no estaba bien.
¡Que sucede! - dijo Susana a Apolo cuando ingreso solo.
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Artemisa se había ido al encuentro de aquellos hombres desconocidos.
En lo cuál Lars y Lucio, aún teniendo las indicaciones de Vuk, les parecia que el bosque era igual, mirará adónde fuera. Y las hiedras venenosas que eran exactamente,
nunca lo había visto.
El mar era más fácil que ese bosque.
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-Susana debemos irnos, es mejor apurarnos, trae a Darío. - dijo Apolo apurandola.
-¿Y Artemisa?- preguntó Susana.
-Ella ya se adelantó, alejó los animales, para que podamos pasar.- dijo Apolo.
Susana y Darío se tomaron de la mano, y empezaron a seguir a Apolo que iba delante de ellos, sin embargo el lugar se volvió más intrincado, entonces Apolo tomo de una mano a Susana y del otro sujeto al niño.
Susana sentía que avanzaba de esa manera más rápido, y sin darse cuenta lograron salir del bosque.
Estaban en una carretera, y un automóvil estacionado en una orilla de este.
-Allí está mi auto, subanse a este - dijo Apolo.
Susana y Darío entraron al automóvil de este.
Entonces Apolo empezó a manejar, llevando al niño lejos del bosque, rumbo a la isla Delos.
Susana abrazaba a su hijo, pensando que pronto vería a su padre en aquella isla.
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-¿Quien se atreve a desafiarme? Llamándome como si fuera una sirvienta -dijo Artemisa con flecha y arco en mano dispuesta a disparar a quien se atreviera a venir sobre ella.
Lars y Lucio la observaban detrás de un gran árbol.
Artemisa se veía tan joven y hermosa, de condición física fina, emanaba una energía suave y brillante como la luna que brilla sobre el vasto Mar.
-Diosa Artemisa, gracias por venir - dijo Lars escondido aún detrás del árbol.
-Sal, de tu escondite, que clase de hombre eres, que espías a una mujer, solo eso lo hacen los cobardes. - dijo Artemisa.
-Si te tranquiliza saber, no soy un hombre, soy un hijo del mar, que anda perdido en un bosque...- dijo Lars sonriendo sarcásticamente.
Artemisa vio que Lars salió detrás del árbol después de decir esto. Y detrás de Lars estaba otro hombre.
- Hijo del mar, ¿Qué buscas aquí en el bosque?- preguntó Artemisa, sin bajar el arco y la flecha.
-Sé que tienes a un niño y a una mujer contigo, he venido por ellos.- dijo Lars directamente.
- ¿Por qué te los entregaría? Si el mismo mar ha conspirado contra ellos- dijo Artemisa.
- El niño es mi hijo, soy Lars el gobernante del Mar, descendiente de Tritón, el hijo de Poseidón.
Llevo la bendición y la marca real en mi pecho, que solo Poseidón da.- dijo Lars.
-Tú hijo...
Vaya si, que el niño es especial, bendecido triplicadamente, su padre descendiente de Tritón, su madre hija del mismo Poseidón, y adoptado por una hija de Poseidón.- dijo Artemisa sonriendo viendo la reacción de Lars al escucharla.
Lars y Lucio se quedaron simplemente tratando de entender que lo que había dicho la Diosa Artemisa.
-Te has quedado sin palabras, Lars Rey de las profundidades del Mar, descendiente de Tritón hijo de Poseidón.
¿Acaso no te diste cuenta que ella emanaba el aroma del mar?
Y su rostro te recordaba a Serena, tanto que empezaste a desearla en tu corazón.
Que tontos son todos los hombres ya sean del mar o la tierra, no te diste cuenta que ambas eran hermanas.- dijo Artemisa bajando la flecha y el arco.
Diviertiendose con la reacción de ambos.
-¿Serena y la mujer son hermanas?
¿Y por qué dices que Serena es hija de Poseidón?
Ella también era una descendiente, hija de Murgen, una sirena que servía en el templo de Poseidón...- dijo Lars entendiendo el porque a Serena le encantaba ir al templo de Poseidón.
-Vaya veo que ya encontraste la respuesta, el padre de Serena.- dijo Artemisa burlonamente.
-Pero Susana...
Es humana.- dijo Lars.
-Un encuentro, un capricho, un deseo, como lo quieras llamar, Susana es producto de esa situación, y Serena lo sabía, pero igual que a su pequeña hermana, no debía decir nada, nadie debía saber que eran hijas de la misma persona.- dijo Artemisa a Lars.
-¿Y en donde están en este momento?- pregunto Lars mirando hacia el suelo, tratando de entender la situación en la que su hijo estaba en medio de todo esto.
-Susana y Darío han abandonado el bosque, Poseidón está detrás de todo esto, ¿Porque no le preguntas mejor a Él?- dijo Artemisa, abandonando a estos, dejando que un sendero se abriera frente a ellos para que pudieran salir del bosque sin peligro.
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Me tenías triste pensé que nos habías abandonado