Mário, Mariano y Marisa son tres hermanos que viven en São Paulo. Mário y Mariano son gemelos, lo que hace que uno esté bastante ligado al otro. Mientras uno de ellos tiene su rutina de fiestas y chicas todas las noches, el otro se queda en casa junto con su hermana, que, por la ausencia de los padres que están viajando por trabajo, se ve obligada a cuidar de la casa y de sus dos hermanos.
Los padres de los chicos trabajan con las mayores industrias, productoras de papel higiénico y otras de chocolates y café. En un día común, Mário sale a una de sus fiestas, Mariano se queda en su cuarto acostado en su cama, y en cuanto el hermano regresa con otra de sus chicas, terminan discutiendo. Al día siguiente, los hermanos van a la escuela, y una vez más Mário está con resaca.
En la escuela hay un chico en particular con el que a los dos hermanos les encanta practicar bullying: Erick, un muchacho tierno y dulce, que sufre tanto en su casa como en la escuela. Pero un día su vida cambia de rumbo cuando es invitado a ir a una fiesta.
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Capítulo 21
Mariano Narrando
HACE ALGUNOS AÑOS ATRÁS
Durante toda mi infancia, mi padre nos enseñó que el hombre debía estar con la mujer, pero yo sabía que algo en mí quería despertar.
- muchachos, los hombres deben estar con mujeres, no existe eso de hombre con hombre, ni mujer con mujer - dijo mi padre después de que pasaran dos hombres besándose en la televisión
- pero padre, no es lo mismo - dije sonriendo
- no, hijo mío, dos hombres son aberraciones, ya un hombre y una mujer es el estándar - dijo él sonriendo
- ya entendimos papá - dijo Mário sonriendo
- qué bueno muchachos, me alivia que se estén interesando por otros caminos - dijo mi padre revolviendo nuestros cabellos
Luego mi madre que estaba en la cocina aparece en la sala con un paño de cocina en las manos.
- Henry, estás fastidiando a los muchachos con ese rollo de nuevo - dijo mi madre suspirando - amor, ellos solo tienen diez años
- sí, desde temprano tenemos que enseñarles el camino correcto - dijo mi padre sonriendo y dando un beso en la mejilla de mi madre
- vamos a la mesa, el tío Josh ya está llegando con el primo James - dijo mi madre caminando
Caminamos hacia la mesa, y en algunos minutos suena el timbre, y luego mi madre va a atender. El tío Josh aparece en la cocina acompañado de James que estaba medio avergonzado.
- ¿cómo están las cosas linda del tío? - dijo el hombre llamando la atención de todos
Mário y yo corrimos a abrazarlo, mientras mi padre permaneció sentado.
- tío, ¿por qué él está tan quieto? - preguntó Mário apuntando a James que se estaba escondiendo de vergüenza
- él es vergonzoso así mismo. James, habla con tus primos - dijo el tío Josh sonriendo
El chico estiró la mano y luego saludó a mi hermano, en lugar de tomar su mano, yo lo abracé, lo que lo sorprendió.
- siéntense, imagino que el viaje fue un sofoco - dijo mi madre sonriendo
- ay mana, había mucho tráfico - dijo el tío Josh sentándose
Mi padre no decía ninguna palabra, parecía que no le estaba gustando mucho la visita.
- ¿cómo va la vida Henry?, ya tiene tiempo que no conversamos - preguntó el tío Josh encarando a mi padre
- todo en paz cuñado, apenas resolviendo los negocios de la familia - dijo mi padre sonriendo
Terminamos de almorzar y mi madre comenzó a quitar la mesa.
- muchachos, ¿por qué no van a jugar? - dijo mi madre sonriendo
- yo voy para mi cuarto a jugar videojuego - dijo Mário levantándose y siguiendo hacia la sala
- vamos primo, quiero mostrarte mi colección de juguetes - dije tomando la mano de James y arrastrándolo por la casa
Subí las escaleras y entré en mi cuarto, comencé a revolver en mi baúl de juguetes, y lancé algunos muñecos y carritos al suelo.
James estaba con dos muñecos en la mano, y luego hizo que los dos muñecos se tocaran, pareciendo los dos chicos de la televisión.
- no James. Papá dijo que los muchachos deben estar con muchachas - dije llamando su atención
- padre Josh dijo que no importa la forma de amor, lo importante es la felicidad - dijo el chico expresando su inteligencia
- mi padre dijo que dos hombres son aberraciones, tengo miedo de volverme un monstruo - dije haciendo puchero
- ¿puedo hacer algo? - preguntó él acercándose a mí
Apenas afirmé positivamente con la cabeza, James juntó sus labios con los míos, y luego retiró.
- ¿te sientes un monstruo? - preguntó él mirándome
- no, ¿dónde aprendiste eso? - pregunté curioso
- se llama piquito, aprendí con algunas novelas, y también películas - respondió él mirándome
En aquel día todo había cambiado en mis pensamientos, no entendía lo que mi padre quería decir con hombres volverse aberraciones. Pero aquel piquito que James me dio, tenía otras intenciones, mismo que yo no entendiese en la época.
ACTUALMENTE
estaba acostado en mi cama mirando al techo, después de la noche de la fiesta, flashes de mi infancia comenzaron a venir a la superficie. Parecía que yo estaba reviviendo todo en un bucle infinito. Yo nunca conté para mis hermanos sobre el piquito, tenía miedo de lo que ellos podían pensar de mí.
En aquella época mis padres trabajaban en casa, y cuando comenzamos a crecer, ellos comenzaron a hacer sus viajes interminables, y de ahí en adelante, acostumbramos a ser apenas nosotros tres y la empleada.
Tomé mi celular que estaba en la mesita de noche al lado de la cama, y coloqué en mi Facebook, habían algunas fotos antiguas con James, y yo quedé analizándolo.
Luego oscureció, y comencé a oír pasos por la casa.
- blanca nieves, despierta, o no vas a conseguir dormir más tarde - dijo Marisa derrumbando la puerta
Caminé hasta la puerta y la destranqué.
- los vecinos agradecen si disminuyes el volumen - dije sonriendo
- anda luego tu bicha, Mário va a llevar a Erick a casa, ven a ver película conmigo - dijo la chica mirándome
- oxi, ¿por qué no ves sola? - pregunté dando una media sonrisa
- es de terror - habló ella vergonzosamente
- ¿y tú estás con miedo? - pregunté frunciendo el ceño
- no, solo quiero una compañía - dijo ella mintiendo horrorosamente
- está bien, solo voy a organizar algunas cosas por aquí, ya bajo - dije sonriendo
- estabas despeinando al payaso ¿eh safado? - dijo Marisa carcajeando
- mira el respeto jovencita, puedo darte unas palmadas - dije carcajeando también
- no tardes - habló ella saliendo de la puerta del cuarto
Arreglé las cobijas de la cama, y luego bajé las escaleras, me senté en el sofá, y me acosté con la cabeza en el regazo de Marisa, y la chica comenzó a hacerme un leve masaje en la cabeza.
- Mari, ¿qué será que papá va a pensar cuando descubra que tiene dos hijos gays? - pregunté sin mirarla
- mira mano, tú sabes cómo papá se comportaba con ese tipo de asunto, pero creo que mamá va a aceptar bien. Y tú aún estás indeciso - habló Marisa sin quitar los ojos de la televisión
- a veces yo puedo tener la respuesta, solo aún no encontré coraje para hablar - hablé dando una media sonrisa
- mano, cuando estés listo para contarnos, estaremos listos para oírte - dijo ella dándome un beso en la mejilla
- gracias Mari - dije sonriendo
Miré para la televisión, y dejé mis pensamientos viajaren, aún no sabía si podría afirmar alguna cosa. Pero sabía que yo no sentía placer con mujeres.